miércoles, 6 de febrero de 2013

Sentosa, una isla asiática, con sabor a Hollywood

Bien, ya de regreso en Singapur, nos esperaba la visita a la Isla de Sentosa. Un lugar para vacacionar a unos minutos de la ciudad. Un placer para sus habitantes, quienes sin sacrificar tiempo, logran tener unas vacaciones playeras.


Hotel Shangri-La


Nuestra visita duraría tres días en esta isla. Nos quedamos en el Hotel Shangri-La, orientado totalmente a familias. Nos encontramos a visitantes del país y sus famosos Expats, es decir, personas de otras nacionalidades que se encuentran trabajando en Singapur.



¡Bienvenidos!



El hotel tiene una playa y está en el área de Siloso. De nuevo disfrutamos el calor asiático. Llegamos el 28  de febrero por la noche. A la mañana siguiente, nos fuimos a desayunar tranquilamente. El día lo empezamos con un recorrido a pie desde nuestro hotel hasta los Estudios Universal. Nos fuimos caminando por todo el malecón. Al llegar, nos impresionó la estatua de Merlion, el símbolo de Singapur, de 37 metros de altura.



Merlion



En malayo, Sentosa significa tranquilidad, y vaya que si la hay. Claro, los jóvenes visitantes pueden disfrutar la vida nocturna en sus innumerables discos y bares, pero también se encuentra esa falta de prisa por todos lados. Un lugar ideal para vacacionar sin preocupaciones. Sentosa ofrece muchas atracciones, especialmente sus Universal Studios, al estilo Hollywood.




Refrescante fuente


Lo primero que hicimos fue subirnos a la Torre Tiger Sky, con lo cual tuvimos un hermoso panorama de la isla. La torre-elevador, nos recordó a la misma que está en el Europa Park de Rust, Alemania. La Tiger Sky Tower, también está construida por la misma compañía alemana. Lo interesante de este tipo de torres, es que son giratorias.


Monorail


Llevamos a las niñas al Park Butterfly y a otro lugar interesante llamada Insect Kingdom. Ahí conocimos un poco más de cerca la flora y fauna de la isla.


¡Hola Amigos!



Para regresar al hotel, no utilizamos el servicio de Monorail. Un tren que mueve toda la isla y en especial a los huéspedes de los diferentes hoteles en la región. Seguimos caminando. Nuestro siguiente punto era visitar de nuevo el centro comercial Vivo City.



Vista desde la Torre Tiger Sky



En el camino nos agarró un aguacerazo estilo Asia. La lluvia refrescante en un calor de más de 35 grados. Pero ni nos mojamos, porque los turistas pueden caminar hasta el centro comercial, por bandas electrónicas totalmente techadas. Así, la gente se resguarda del sol y la lluvia. ¡Muy bien pensado! A nosotros nos cayó de perlas.


¡Hasta en español nos cantaron!

Ya en el hotel, fue tiempo de piscina y de playa. Nuestras hijas disfrutaron el espectáculo que los monos de la región organizaron. Resulta que el hotel está ubicado en una región muy verde, con frondosos árboles, que parecen ser su habitat.

Desde la refrescante piscina, hemos visto como los monos se apropiaban de las terrazan en los cuartos más altos. Algún que otro turista, se arriesgaba a recoger sus pertenencias que habían dejado en la terraza, antes de que los monos lo hicieran.

El día terminó con una deliciosa cena en el restaurant, estilo bufet. Cenamos en la terraza, amenizados por un grupo que nos deleitó con sus canciones, hasta en español.

A la mañana siguiente, continuaríamos el viaje, rumbo a Dubái, para hacer una escala de dos días, antes de regresar a Basilea, Suiza. El tiempo siempre es corto, cuando uno lo disfruta. En fin, adiós Sentosa.
A ustedes les deseo una buena semana. ¡Y hasta el próximo Aterrizando!

sábado, 26 de enero de 2013

El pasado colonial de Kuala Lumpur


Ahora les presento la continuación de la visita a Kuala Lumpur en febrero del 2012. Este fue nuestro  último día antes de partir de nuevo a Singapur, a la Isla de Sentosa.


Plaza Merdeka


Después de haber tenido la oportunidad de visitar las cuevas de Batu, dónde pudimos apreciar la religión hindú enclavada en la casi selva de Malasia, continuamos la visita en taxi y llegamos hasta la Plaza Merdeka. Un hermoso parque engalanado con la bandera de Malasia. Enfrente de la plaza está el edificio del Sultán Abdul, majestuoso con sus torres de color cobre. El sol se había escondido, pero disfrutábamos de más de 33 grados.


Edificio Sultán Abdul


También en el área de esta plaza, se encuentra el Club de Golf Royal Selangor, un testimonio de la epoca colonial inglesa en este país de Asia. Realmente era mediodía y se podían a los turistas y a los empleados que preparaban para la pausa del mediodía.


Club de Golf Royal Selangor

Caminamos un poco más antes de regresar de nuevo al taxi y  llegamos hasta el Templo Mahkamah Tinggi. Pronto visitaríamos una hermosa atracción para ver la ciudad desde el cielo.


Llegamos hasta la Torre de Kuala Lumpur



Hermosas vistas desde la Torre.
La ciudad está en plena selva


Continuamos el recorrido por la ciudad en taxi, y llegamos hasta la Torre de Kuala Lumpur, conocida en malayo como Menara. Es el segundo símbolo de la ciudad, después de las Torres Petronas y es una torre de telecomunicaciones. Tiene 421 metros de altura y es el séptimo edificio más grande del mundo. Desde su mirador pudimos apreciar una ciudad verde.  Fue una hermosa panorámica.


Al terminar el recorrido por el mirador de la torre, vimos a un grupo de danza típica folcklórica en el vestíbulo de la torre. También paseamos a las niñas en ponys y hasta vimos la reconstrucción de una aldea malaya con su representativa fauna.



Desde aquí se puede ver la montaña donde están las
cuevas Batu y su estatua dorada


De regreso al hotel, nos fuimos un rato a su alberca situada en el último piso de este Hotel Traders. El techo está abierto, así es que se podía respirar un poco del verano malayo.



Reproducción de un pueblo malayo al pie de la torre


El día lo terminamos realizando una visita al Centro Comercial Suria. Al día siguiente, dejamos Malasia para irnos rumbo a la Isla de Sentosa, en Singapur. 


Representante de la fauna malaya



Así le dijimos adiós a las Torres Petronas. Hasta la siguiente visita, que no va a ser tan rápido.



Piscina del Hotel Traders



Por lo pronto les dejo estas imágenes de lo que fue nuestro último día en Kuala Lumpur. El 27 de febrero del 2012.



Las Torres Petronas vistas desde la piscina del
hotel


Ultima visita al Centro Comercial Suria


¡Adiós Kuala Lumpur!


domingo, 13 de enero de 2013

La nueva cara de Hamburgo

El 9 de octubre del 2012, el segundo día de nuestra visita a la ciudad alemana de Hamburgo, comenzó del todo bien. Teníamos sol, aunque era frío. Y recalco lo del sol, porque en mis cuatro años y medio en los que viví ahí, era cuestión de suerte verlo. Claro, no niego que viví hermosos y calientes veranos.

Los cisnes del Alster nos recibieron como si
estuvieran desfilando

Por eso, salimos del hotel muy contentas a pasear en el Río Alster y claro, no podía faltar la visita a los cisnes en el área llamada Binnenalster. Los cisnes se han acostumbrado muy bien a los visitantes y lugareños y se acercan mucho para saludarlos.

Después de bañarnos de sol, visitamos de nuevo el centro comercial Europa Passage y entramos a una cadena de farmacías. Después, nos fuimos a Niendorf, a unos 20 minutos de la ciudad, con el Metro. Ahí vivimos casi dos años, cuando recién llegamos a Hamburgo. En esta ocasión, visitaríamos a nuestra amiga Romelia, en su nuevo departamento.


En el Europa Passage, encontramos esta
linterna para el día de San Martin, en una tienda especializada en manualidades


Parece que en Niendorf el sol se había escondido. Tuvimos suerte porque llegamos a su casa sin mojarnos por la lluvia. Disfrutamos mucho el tiempo con ella, platicando y recordando los viejos tiempos y saboreando su deliciosa comida. Nuestras amigas nos estaban consintiendo.

Dejamos su casa para ir a reunirnos con otra amiga al Puerto de Hamburgo. Natalie nos vería en la ciudad, en el Gänsemarkt, como antes lo hacíamos ella y yo en los viejos tiempos. Fuimos a un museo dedicado al mundo de trenes en miniatura. El Miniatur Wunderland Hamburg.


Miniatur Wunderland 


En primera instancia, pensé que era ideal para mis hijas, pero qué equivocada estaba. Ese museo es más para los adultos con corazón de niño. Estaba saturadísimo.  Por suerte pudimos ver la exposición. En el museo se puede ver toda la ciudad de Hamburgo en miniatura, con su sistema de trenes. El patrocinio es de Suiza y por eso están ahí los trenes de montaña que recorren el país suizo. Es impresionante. También existe una miniatura del aeropuerto de Zurich, con todo y despegue de avión. Es de esperarse que nadie se vaya de sus lugares por un largo tiempo.


Llegando al Speicherstadt



Después nos fuimos caminando por el puerto, respirando ese aire fresco marítimo. Frío, pero puro. Muy saludable, que se lleva toda la contaminación.  Entramos a un restaurant llamado Überseebrücke.


Lo que será la Filarmónica de Hamburgo


Cuando terminamos de cenar, fuimos caminando por el área conocida como Speicherstadt, y tuvimos la oportunidad de ver la Filarmónica de Hamburgo. Hermoso edificio en construcción. Cuando estuve en la ciudad, leí que la construcción del techo está dando mucho de qué hablar, pues se está llevando mucho tiempo en ello.

Nos fuimos en el Metro hacía la ciudad, y ahí nos despedimos de Natalie. Prometimos visitarla en la ciudad de Lüneburger Heide, donde ahora vive. No muy lejos de Hamburgo.

El día terminó y mañana nos esperaba el último día en la ciudad, antes de viajar de regreso a Basilea y ver al papá.

La mañana del 10 de octubre, la iniciamos con un buen desayuno y luego fuimos de compras a la ciudad. Al papá le compramos una camisa para ir a la oficina de su marca favorita Eterna. Camisa de elaboración alemana con telas de algodón suizo. Casi se planchan solas, de ahí la preferencia por quien escribe. Definitivamente, una buena cooperación binacional.

Para Bianca, compramos una bonita camiseta con una figura de alce, de la marca Elkline, en la boutique del mismo nombre. Para Janina, unos libros de la tienda Thalia, sucursal Grosse Bleichen, que es todo un paraíso para niños, por su sección de libros y curiosidades. Aprovechando que estaba cerca de mi perfumería favorita, fui a buscar un maquillaje y labiales. Recordé cuando me iba de compras por esta ciudad. La ciudad me quedaba a unos minutos de nuestro departamento. ¡Qué bonitos tiempos!

Ese día volveríamos a ver a Romelia en el restaurant del Europa Passage, Se7ven Oceans. De verdad que vale la pena visitarlo, por la hermosa vista del Río Alster. Además, el menú del mediodía tiene precios muy accesibles, con todo y buenas opciones para niños. Claro, el típico espagueti.


Vista desde el Se7en Oceans


Tuve la suerte de ver a otra gran amiga, Mili, quien nos fue a visitar, antes de ir a su trabajo que está por el centro. Me dio mucho gusto verla y claro, a Rome también. Después tomamos un café en la cafetería Julius Meinl y luego caminamos un poco por la ciudad con ella, disfrutando del buen clima. Con un maravilloso sol. Fuimos especificamente a la calle Neuer Wall.

Desgraciadamente nos tuvimos que despedir de Rome, y fuimos a recoger nuestras maletas al hotel. Ahí tomamos algo, mientras esperamos a nuestra amiga Valeria, quien nos llevaría al Aeropuerto.
Por suerte tuvimos tiempecito para platicar antes de despedirnos. Nos tenía preparada una súper sorpresa para llevar a Basilea.

Sí, las despedidas son tristes, pero estuvimos muy felices de ver a nuestras amigas y claro, pasear por los lugares por dónde vivíamos. Me gustó mucho poder compartirlos con nuestras hijas.


Palacio Municipal


En el aeropuerto facturamos nuestros pases de abordar en las máquinas de servicio al cliente. Después entregamos nuestras maletas y esperamos a que saliera nuestro avión. Todo me era familiar, porque no sé cuántas veces caminé y esperé por el Aeropuerto de Hamburgo. Mi esposo me recomendó visitar el restaurante de pescado y mariscos Gosh, que conocimos en la isla del norte de Alemania Sylt, pero nos era imposible a las niñas y a mí pensar en comida. Será para la próxima visita.

Y así fue como terminaron estas vacaciones de otoño en Hamburgo. Extrañamos mucho al papá, pero él se quedó a trabajar preparando una junta importante de trabajo.  Me dio mucho gusto que nosotras viajamos a Hamburgo, pues eran vacaciones escolares. Además, juntos habíamos visitado Oslo, Noruega y Bolzano, al norte de Italia. Desde ahorita me preguntó, cuáles serán las vacaciones con mis hijas el próximo otoño. ¿Viena? Sí, sería maravilloso.

Les deseo una bonita semana y hasta el próximo Aterrizando.


miércoles, 19 de diciembre de 2012

Praga, más de un motivo para ser la Ciudad de Oro



La mañana del 8 de diciembre, despertamos después de un sueño muy reparador. Los cuatro dormimos como piedra. ¡A las ocho de la mañana! ¡Esas sí son vacaciones! Bueno, muy temprano, pero aquéllos tiempos en que las hijas despertaban a las seis y media, quedaron atrás.

Desayunamos en el bufet del Hotel Intercontinental. Había muchos grupos de turistas, en especial, españoles. A lo que me pregunté: ¿y dónde está la crisis? En fin, me daba gusto oír mi idioma.

Bien abrigaditos, dejamos el hotel y nos fuimos caminando por la ciudad. Había unos cinco grados bajo cero, pero el sol brillaba como en verano, pero el aire era gélido.


El Puente Carlos


Llegamos hasta el Puente Carlos, sobre el río Moldavia. Ya empezaban a verse los turistas. Cada estatua es única y tiene su historia. Cómo la de San Juan Bautista. Había una fila de peregrinos que esperaban su turno para tocar la figura del santo. El puente lo mandó construir el Rey Carlos IV y está formado por treinta estatuas y 16 arcos.


San Juan Bautista


Nosotros, seguimos caminando entre turistas y vendedores de recuerditos, hasta la Iglesia de Santa María de la Victoria, en el barrio de Malá Strana, o Barrio Pequeño. Este Niño Dios fue donado por España a Praga en el Siglo XVII. Por mi familia conocí su historia, y la segunda vez que fui a Praga, con mi esposo y mi primera hija, fui a agradecerle el nacimiento de la primogénita y a pedirle un hermanito. El Santo Niño de Praga es el guardián de las embarazadas.  Curiosamente, cuando regresamos a Basilea, nos dimos cuenta que la hermanita venía en camino y que también había estado en Praga. Por eso, esta tercera vez que visité Praga, no dude en dejar de ir a visitar el Santo Niño y darle de nuevo las gracias porque todo salió bien.


Santo Niño de Praga


Entramos a la iglesia, fundada por los Carmelitas Descalzos, y tuvimos la suerte de encontrar pocos peregrinos. Los grupos de turistas, todavía no llegaban a la iglesia, así es que tuvimos casi en exclusividad, la contemplación de esta figura de cera.



El Castillo y la Catedral


Terminó la visita, y caminamos hacia el Castillo. Los turistas ya se dejaban ver y no éramos los únicos. Con la caminata, se nos quitó el frío y el sol seguía calentando la ciudad. Llegamos y vimos un cambio de guardia de los soldados.

A las afueras del Castillo, encontramos un cafe y nos sentamos a tomar algo caliente. Después de la pausa, continuamos el paseo por los alrededores.

El Castillo, es la muestra gótica más grande del mundo y albergó en el siglo IX a los reyes de Bohemia. Frente a él, se encuentra la Catedral de Praga. En su cima, el visitante tiene el privilegio de admirar una hermosa vista de la ciudad. Ese día, el clima estuvo de nuestro lado y tuvimos una imagen maravillosa.


La Iglesia de Nuestra Señora de Týn enmarcada
con el ambiente navideño

Antes de descender a la ciudad, entramos a la tienda de productos naturales. Manufaktura. Ahí, encontramos regalos navideños, figuras para el arbolito de navidad y yo encontré una champú elaborado a base de cerveza checa. La verdad que tienen productos artesanales de todo tipo. Desde cosméticos, hasta juguetes con la figura de su topo famoso llamado Krteček. La caricatura oficial checa.


Interior del Café Imperarial

Regresamos a la ciudad, pasamos por su mercado navideño y mi esposo nos llevó a un café-restaurante que conocía muy bien por sus visitas a Praga. El Cafe Imperial. El lugar estaba repleto. Decidimos esperar por nuestra mesa. Después de nosotros, llegaron más personas, pero el empleado les dijo que no había lugar y que tardarían en tener lugares libres. Eran otros turistas como nosotros que también habían oído hablar del café.


Centro Comercial

Después de casi 20 minutos, tuvimos nuestra mesa para cuatro frente una ventana. Ahí descasamos a gusto. Mi marido pidió un platillo típíco a base de carne de res, llamado en checo Chilský Sea Bass na marinované cuketě, yo una milanesa empanizada, conocida como Telecí líčka na červeném víně . Hasta pedimos un postre. El lugar era muy acogedor y nos recordaba los cafés de Viena.

Después de esta amena tarde, visitamos el Centro Comercial Palladium, que mi esposo también conocía, y que no estaba muy lejos del lugar. Ahí visitamos una tienda de juguetes para alegría de nuestras hijas.

Plaza Wenceslao

Regresamos al hotel a hacer una minipausa. Después, decidimos no ir a cenar, porque comimos tarde. pero caminamos hasta el mercado navideño ubicado en la Plaza Wenceslao. La noche anterior, vimos un pan dulce horneado a fuego lento, llamado Trdelník. Lo probamos y vimos un poco los puestos navideños. El frío nos estaba calando y regresamos a nuestro calientito cuarto de hotel. Mañana tendríamos medio día antes de regresar a Basilea.


Trdelník

El 9 de diciembre lo empezamos caminando del hotel hasta una montañita no muy lejos de ahí . Hacía mucho frío, pero tuvimos una hermosa vista desde su mirador. Se llama Metronome. En este parque, estuvo una estatua dedicada a Stalin, durante la época comunista. Pero fue destruida y ahora es un punto de reunión para los jóvenes checos.


Vista del Puente Carlos desde el Metronome


El tiempo se nos estaba acabando y tuvimos que regresar por nuestras maletas para ir al aeropuerto. Pero antes, recorrimos las calles del centro. Tuvimos mucha suerte con el clima, pues el sol brillaba, aunque también hacía mucho frío. Pero así es Europa en invierno.

Regresamos al hotel, tomamos un taxi y fuimos al aeropuerto. La buena suerte se estaba acabando, porque de repente, empezó a nevar. ¡Increíble!, así de rápido. El vuelo iba a ser directo hasta Basilea. Estaba nevando intensamente y tuvimos que esperar unas cuatro horas. Tuvieron que limpiar las pistas del aeropuerto y quitarle como dos veces la capa de hielo al avión. Pero siempre es mejor así. Por suerte los empleamos tomaron muchas precauciones, antes de que pudieramos despegar.


Monumento a Kafka

La nevada de Basilea llegó finamente a Praga. Pero estuvimos muy contentos por el tiempo que pasamos ahí, conociendo la cultura checa, en plena época navideña. Por lo pronto los dejo con esta imagen del escritor Franz Kafka y por esta fachada tan especial que nos encontramos de regreso al hotel


Guardianes


¡Adiós Praga!

Ah, y Felices Fiestas!


jueves, 13 de diciembre de 2012

Praga, la ciudad del Niño Dios y los mercados navideños



Hace una semana nos estábamos preparando para viajar a la ciudad de Praga. En Basilea, Suiza, había empezado a nevar esa semana y nos preocupaba que no pudieramos volar el viernes 7 de diciembre.


El árbol navideño frente a la Iglesia de Tyn


Afortunadamente nuestro vuelo salió a tiempo desde la ciudad de Zurich, a la que llegamos por tren y por la tarde estábamos aterrizando en esta ciudad checa.

Para la acompañante, que soy yo, era su tercer visita, en cambio, para mi marido esta ciudad le es más que familiar, ya que hubo un tiempo en que la visitaba mucho por motivos de trabajo. Así es que teníamos un muy buen guía.

Praga es una ciudad de mucha historia. Afortunadamente las guerras no devastaron todo su patrimonio arquitectónico y todavía le presenta al visitante su lado dorado, porque también es conocida como la ciudad de oro.

Es la primera vez que no cargo equipaje en exceso. En el invierno el turista en Europa no puede equivocarse mucho, pues el clima permanece constante y no hay sorpresas. Es frío.
Praga no fue la excepción, y afortunadamente la ola de nieve que se estaba viviendo en Suiza y en Alemania, no llegó cuando la visitamos. Casi. Ya les platicaré en el próximo Aterrizando.


Palacio Municipal


Llegamos al enorme aeropuerto, llamado Václav Havel, en honor a su presidente liberador y nos esperaba una temperatura de unos menos cinco grados. Sí que hacía frío. Llegamos al Hotel Intercontinental, a unas cuantas cuadras de su centro histórico y una vez que le dimos un vistazo al cuarto, caminamos entre ese frío de Europa para llegar a su centro histórico, conocido como la ciudad vieja, Staré Město, lugar que alberga en diciembre, uno de los mercados navideños más importantes en Europa.

El pino navideño, y los puestos del mercado, le dan un toque especial a la ciudad. Ahí encontramos unas esferas de Santa Clós pintadas a mano y hechas de madera. Además, su vendedor nos habló en español y nos platicó todas sus andanzas como turista, su gusto por el chocolate suizo cuando supo que mi esposo era de Suiza.


La famosa sopa Gulash


Entramos al Restaurant Kammeny Stul, y un mesero nos atendió en español. Sorpresas de los viajeros, pero bueno, nos dimos cuenta que Praga es una ciudad muy visitada por los españoles, quizá por el Santo Niño, que se encuentra en la ciudad, y del cual les contaré más adelante.

Nuestras dos hijas sólo quisieron tomar leche, pero les pedimos de todas maneras totopos con salsa. Mi esposo cenó una milanesa y yo probé la famosa sopa de gulasch, servida en un pan, como plato.  Y bueno, la cena la acompañamos con lo que para los conocedores es la mejor cerveza del mundo, la checa. Durante nuestra visita, nos enteramos que los checos consumen 200 litros de cerveza por año. Esto los coloca en los consumidores número uno de esta bebida.


Inicio del famoso Puente Carlos, nuestra
primera actividad del día siguiente


Así terminaba el aterrizaje en esta ciudad. Mañana nos esperaba mucho qué hacer. Regresamos al hotel caminando por la calle Pařížská, la calle con las tiendas de los diseñadores más famosos, y realmente nos sentimos que caminábamos por un miniParís. Con ese frío, nos sentíamos caminando en el Polo Norte, entre los sueños navideños, y es que ¿A quién no le gustaría recibir de Navidad una de las creaciones de estos diseñadores.

¡En fin, buenas noches Praga!  Pronto les contaré cómo fue el siguiente día. ¡Feliz fin de semana!

jueves, 22 de noviembre de 2012

Hamburgo, la ciudad más bonita de Alemania



Visitando nuestro antiguo hogar, en la calle Valentinskamp

Ahora les voy a narrar nuestra visita a la ciudad alemana de Hamburgo, que hicimos durante las vacaciones del 7 al 10 de octubre.

Escribir sobre Hamburgo es remontarme al pasado. Ahí vivimos mi esposo y yo hace ocho años y  medio. Nos mudamos de Viena, Austria, al norte de Alemania. Todo por motivos de trabajo. Ahí nació nuestra primera hija.


La nueva área de nuestro rumbo que no
conocíamos

Vivimos cuatro años en la ciudad, llamada por los alemanes, "la ciudad más bonita del mundo" (die schönste Stadt der Welt). Y bueno, si acaso no es así, por lo menos sí es la más bonita de Alemania. No por nada es uno de los escenarios más solicitados para filmar series de telévisión y películas.

Nosotros vivimos en el área conocida como Niendorf Nord, a veinte minutos de la ciudad. Un área verde y muy cerca del aeropuerto. Pasados unos dos años, tuvimos la necesidad de volver a vivir en la ciudad y encontramos un departamento en pleno centro. En el Gänsemarkt. En un edificio histórico convertido en oficinas, discoteca, restaurante y departamentos. Aunque experimenté presencias sobrenaturales, volvería a vivir ahí. Definitivamente sí. Tengo muy bonitos recuerdos aunque me hicieron un poco la vida imposible. Las casas viejas tienen historias, por más que se empeñen en remodelarlas.


En el Hanseviertel

Pero volviendo a este relato, nuestro viaje fue singular, porque además de volver a visitar la ciudad, nos encontramos con algunas de mis amigas que tuve el placer de conocer durante mi estancia en Alemania. Imposible verlas a todas, pero por lo menos vi a cuatro de ellas. Me brindaron su tiempo y nos deleitaron con sus delicias gastronómicas.


La Iglesia Michael

Sólo viaje con mis hijas.  Mi marido tuvo que quedarse en Basilea, Suiza, a trabajar y mis hijas y yo teníamos vacaciones. Durante la primer semana de octubre, estuvimos todos juntos en el norte de Italia, pero la segunda, ellas me acompañaron por este viaje nórdico. Además, mi esposo viaja a cada rato a Hamburgo, por motivos de trabajo, pero nosotras teníamos mucho tiempo de no ir y mi hija mayor estaba muy emocionada porque quería visitar el hospital en el que nació.

Llegamos el domingo por la noche. Inmediatamente tomamos un taxi y nos recibió ese viento del norte. Definitivamente, estábamos en Hamburgo. En los cuatro años en que vivimos ahí, aprendimos a sobrellevar la lluvia llamada chipichipi. Pero no me puedo quejar, durante los días que estuvimos ahí, tuvimos cielo despejado y sol, mucho sol. Un poco de lluvia y claro, el aire limpio y puro del mar del norte. Necesito decir que extrañaba ese cielo azul que sólo se ve en el norte del mundo.


Jungfernstieg

Nuestra visita la iniciamos a la mañana siguiente, con un paseo por el que solía ser nuestro rumbo. Nos quedamos en el Hotel Marriot, en pleno centro de la ciudad, en el Gänsemarkt. Desayunamos y me llevé a mis dos hijas por la calle Valentinskamp. Fue muy impresionante reconocer que en estos ocho años todo ha cambiado. Frente a nuestra calle, a un lado del edificio Unilever, se encuentra un nuevo hotel, el Scandic. También han construido una panadería y una tienda de trajes para hombres. ¡Ah como me hubiera gustado cruzar la calle para ir por mi panecito cuando vivía ahí!

Lo impresionante fue ver que esta área se ha transformado con tres edificios habitacionales atrás de lo que era nuestro edificio. Lo que era el estacionamiento de la Editorial Axel Springer, hoy es un lugar para vivir. Creo que nuestro edificio fue uno de los pocos habitables. La demanda de vivienda se recrudece en Hamburgo. Hay mucha demanda, y poca oferta. Y los precios, por los cielos. Lo mismo pasa en Múnich. Esta ciudad y Hamburgo son muy solicitadas.


Rathaus

Regresamos rápido al hotel y luego continuamos el paseo por la ciudad. Lleve a las niñas a que conocieran el Palacio Municipal de Hamburgo (Rathaus), pero antes, hicimos una parada en la librería Thalia, en el Hanseviertel. Recordé todas mis mañanas, cuando paseaba por estos rumbos.
Las niñas se fascinaron de ver tantos cisnes y patos en el área del lago Alster, llamada Binnenalster. El tiempo nos sonreía, pues teníamos una mañana con sol.

Antes de irnos a visitar a mi amiga Valeria, pasamos por el nuevo centro comercial Europa Passage. Esta fue una de las atracciones que se abrieron justo cuando dejamos la ciudad para irnos a vivir a Suiza. Ahí nos tomamos un café y agua mineral y luego, nos fuimos a la estación del Metro Jungfernstieg, para ir a la estación Dehnheide.

Para mi sorpresa, las líneas del metro cambiaron. Ya me lo había dicho mi amiga, y justo cuando me fui a la línea del metro que siempre utilizaba para llegar a su casa, me di cuenta del cambió. Caminamos de regreso por toda la estación y nos subimos a la línea correcta. Antes, viajaba con la línea U2 y ahora, cambió a la U3.

Binnenalster


Mis hijas estaban fascinadas de ir viendo la ciudad a través del Metro.Llegamos a la casa de mi amiga y estuvimos muy felices platicando como en los viejos tiempos. Comimos una rica lasaña y de postre, un pastel de manzana.

Después, fuimos a la esperada visita al Elim. En este hospital nació mi primera hija. Para nuestra sorpresa, estaban remodelandolo. Hamburgo está corriendo a pasos agigantados hacia la modernidad. Lo pudimos constatar muy bien en este viaje.


Aquí pasé mis días haciendo ejercicio, en el
Kaifu Lodge, y nadando en su piscina, cuando
estaba embarazada. El Elim está a unos cuantos
pasos desde aquí

Finalmente llegamos al hotel. Me lleve a las niñas al restaurant favorito de su servidora y de mi marido: El Block House. Por suerte, no lo extrañamos mucho, porque en Basilea también hay uno. En el Gänsemarkt, como en los viejos tiempos. Antes de la cena, hicimos una visita a una de nuestras tiendas favoritas, Budnikowski.


Encontramos la ciudad muy cambiada.
Dammtor


De regreso al hotel, nos preparamos para dormir. A la mañana siguiente seguiríamos recorriendo la ciudad y veríamos a nuestras amigas Romelia y Natalie.

¡Buenas noches Hamburgo!