miércoles, 19 de diciembre de 2012

Praga, más de un motivo para ser la Ciudad de Oro



La mañana del 8 de diciembre, despertamos después de un sueño muy reparador. Los cuatro dormimos como piedra. ¡A las ocho de la mañana! ¡Esas sí son vacaciones! Bueno, muy temprano, pero aquéllos tiempos en que las hijas despertaban a las seis y media, quedaron atrás.

Desayunamos en el bufet del Hotel Intercontinental. Había muchos grupos de turistas, en especial, españoles. A lo que me pregunté: ¿y dónde está la crisis? En fin, me daba gusto oír mi idioma.

Bien abrigaditos, dejamos el hotel y nos fuimos caminando por la ciudad. Había unos cinco grados bajo cero, pero el sol brillaba como en verano, pero el aire era gélido.


El Puente Carlos


Llegamos hasta el Puente Carlos, sobre el río Moldavia. Ya empezaban a verse los turistas. Cada estatua es única y tiene su historia. Cómo la de San Juan Bautista. Había una fila de peregrinos que esperaban su turno para tocar la figura del santo. El puente lo mandó construir el Rey Carlos IV y está formado por treinta estatuas y 16 arcos.


San Juan Bautista


Nosotros, seguimos caminando entre turistas y vendedores de recuerditos, hasta la Iglesia de Santa María de la Victoria, en el barrio de Malá Strana, o Barrio Pequeño. Este Niño Dios fue donado por España a Praga en el Siglo XVII. Por mi familia conocí su historia, y la segunda vez que fui a Praga, con mi esposo y mi primera hija, fui a agradecerle el nacimiento de la primogénita y a pedirle un hermanito. El Santo Niño de Praga es el guardián de las embarazadas.  Curiosamente, cuando regresamos a Basilea, nos dimos cuenta que la hermanita venía en camino y que también había estado en Praga. Por eso, esta tercera vez que visité Praga, no dude en dejar de ir a visitar el Santo Niño y darle de nuevo las gracias porque todo salió bien.


Santo Niño de Praga


Entramos a la iglesia, fundada por los Carmelitas Descalzos, y tuvimos la suerte de encontrar pocos peregrinos. Los grupos de turistas, todavía no llegaban a la iglesia, así es que tuvimos casi en exclusividad, la contemplación de esta figura de cera.



El Castillo y la Catedral


Terminó la visita, y caminamos hacia el Castillo. Los turistas ya se dejaban ver y no éramos los únicos. Con la caminata, se nos quitó el frío y el sol seguía calentando la ciudad. Llegamos y vimos un cambio de guardia de los soldados.

A las afueras del Castillo, encontramos un cafe y nos sentamos a tomar algo caliente. Después de la pausa, continuamos el paseo por los alrededores.

El Castillo, es la muestra gótica más grande del mundo y albergó en el siglo IX a los reyes de Bohemia. Frente a él, se encuentra la Catedral de Praga. En su cima, el visitante tiene el privilegio de admirar una hermosa vista de la ciudad. Ese día, el clima estuvo de nuestro lado y tuvimos una imagen maravillosa.


La Iglesia de Nuestra Señora de Týn enmarcada
con el ambiente navideño

Antes de descender a la ciudad, entramos a la tienda de productos naturales. Manufaktura. Ahí, encontramos regalos navideños, figuras para el arbolito de navidad y yo encontré una champú elaborado a base de cerveza checa. La verdad que tienen productos artesanales de todo tipo. Desde cosméticos, hasta juguetes con la figura de su topo famoso llamado Krteček. La caricatura oficial checa.


Interior del Café Imperarial

Regresamos a la ciudad, pasamos por su mercado navideño y mi esposo nos llevó a un café-restaurante que conocía muy bien por sus visitas a Praga. El Cafe Imperial. El lugar estaba repleto. Decidimos esperar por nuestra mesa. Después de nosotros, llegaron más personas, pero el empleado les dijo que no había lugar y que tardarían en tener lugares libres. Eran otros turistas como nosotros que también habían oído hablar del café.


Centro Comercial

Después de casi 20 minutos, tuvimos nuestra mesa para cuatro frente una ventana. Ahí descasamos a gusto. Mi marido pidió un platillo típíco a base de carne de res, llamado en checo Chilský Sea Bass na marinované cuketě, yo una milanesa empanizada, conocida como Telecí líčka na červeném víně . Hasta pedimos un postre. El lugar era muy acogedor y nos recordaba los cafés de Viena.

Después de esta amena tarde, visitamos el Centro Comercial Palladium, que mi esposo también conocía, y que no estaba muy lejos del lugar. Ahí visitamos una tienda de juguetes para alegría de nuestras hijas.

Plaza Wenceslao

Regresamos al hotel a hacer una minipausa. Después, decidimos no ir a cenar, porque comimos tarde. pero caminamos hasta el mercado navideño ubicado en la Plaza Wenceslao. La noche anterior, vimos un pan dulce horneado a fuego lento, llamado Trdelník. Lo probamos y vimos un poco los puestos navideños. El frío nos estaba calando y regresamos a nuestro calientito cuarto de hotel. Mañana tendríamos medio día antes de regresar a Basilea.


Trdelník

El 9 de diciembre lo empezamos caminando del hotel hasta una montañita no muy lejos de ahí . Hacía mucho frío, pero tuvimos una hermosa vista desde su mirador. Se llama Metronome. En este parque, estuvo una estatua dedicada a Stalin, durante la época comunista. Pero fue destruida y ahora es un punto de reunión para los jóvenes checos.


Vista del Puente Carlos desde el Metronome


El tiempo se nos estaba acabando y tuvimos que regresar por nuestras maletas para ir al aeropuerto. Pero antes, recorrimos las calles del centro. Tuvimos mucha suerte con el clima, pues el sol brillaba, aunque también hacía mucho frío. Pero así es Europa en invierno.

Regresamos al hotel, tomamos un taxi y fuimos al aeropuerto. La buena suerte se estaba acabando, porque de repente, empezó a nevar. ¡Increíble!, así de rápido. El vuelo iba a ser directo hasta Basilea. Estaba nevando intensamente y tuvimos que esperar unas cuatro horas. Tuvieron que limpiar las pistas del aeropuerto y quitarle como dos veces la capa de hielo al avión. Pero siempre es mejor así. Por suerte los empleamos tomaron muchas precauciones, antes de que pudieramos despegar.


Monumento a Kafka

La nevada de Basilea llegó finamente a Praga. Pero estuvimos muy contentos por el tiempo que pasamos ahí, conociendo la cultura checa, en plena época navideña. Por lo pronto los dejo con esta imagen del escritor Franz Kafka y por esta fachada tan especial que nos encontramos de regreso al hotel


Guardianes


¡Adiós Praga!

Ah, y Felices Fiestas!


jueves, 13 de diciembre de 2012

Praga, la ciudad del Niño Dios y los mercados navideños



Hace una semana nos estábamos preparando para viajar a la ciudad de Praga. En Basilea, Suiza, había empezado a nevar esa semana y nos preocupaba que no pudieramos volar el viernes 7 de diciembre.


El árbol navideño frente a la Iglesia de Tyn


Afortunadamente nuestro vuelo salió a tiempo desde la ciudad de Zurich, a la que llegamos por tren y por la tarde estábamos aterrizando en esta ciudad checa.

Para la acompañante, que soy yo, era su tercer visita, en cambio, para mi marido esta ciudad le es más que familiar, ya que hubo un tiempo en que la visitaba mucho por motivos de trabajo. Así es que teníamos un muy buen guía.

Praga es una ciudad de mucha historia. Afortunadamente las guerras no devastaron todo su patrimonio arquitectónico y todavía le presenta al visitante su lado dorado, porque también es conocida como la ciudad de oro.

Es la primera vez que no cargo equipaje en exceso. En el invierno el turista en Europa no puede equivocarse mucho, pues el clima permanece constante y no hay sorpresas. Es frío.
Praga no fue la excepción, y afortunadamente la ola de nieve que se estaba viviendo en Suiza y en Alemania, no llegó cuando la visitamos. Casi. Ya les platicaré en el próximo Aterrizando.


Palacio Municipal


Llegamos al enorme aeropuerto, llamado Václav Havel, en honor a su presidente liberador y nos esperaba una temperatura de unos menos cinco grados. Sí que hacía frío. Llegamos al Hotel Intercontinental, a unas cuantas cuadras de su centro histórico y una vez que le dimos un vistazo al cuarto, caminamos entre ese frío de Europa para llegar a su centro histórico, conocido como la ciudad vieja, Staré Město, lugar que alberga en diciembre, uno de los mercados navideños más importantes en Europa.

El pino navideño, y los puestos del mercado, le dan un toque especial a la ciudad. Ahí encontramos unas esferas de Santa Clós pintadas a mano y hechas de madera. Además, su vendedor nos habló en español y nos platicó todas sus andanzas como turista, su gusto por el chocolate suizo cuando supo que mi esposo era de Suiza.


La famosa sopa Gulash


Entramos al Restaurant Kammeny Stul, y un mesero nos atendió en español. Sorpresas de los viajeros, pero bueno, nos dimos cuenta que Praga es una ciudad muy visitada por los españoles, quizá por el Santo Niño, que se encuentra en la ciudad, y del cual les contaré más adelante.

Nuestras dos hijas sólo quisieron tomar leche, pero les pedimos de todas maneras totopos con salsa. Mi esposo cenó una milanesa y yo probé la famosa sopa de gulasch, servida en un pan, como plato.  Y bueno, la cena la acompañamos con lo que para los conocedores es la mejor cerveza del mundo, la checa. Durante nuestra visita, nos enteramos que los checos consumen 200 litros de cerveza por año. Esto los coloca en los consumidores número uno de esta bebida.


Inicio del famoso Puente Carlos, nuestra
primera actividad del día siguiente


Así terminaba el aterrizaje en esta ciudad. Mañana nos esperaba mucho qué hacer. Regresamos al hotel caminando por la calle Pařížská, la calle con las tiendas de los diseñadores más famosos, y realmente nos sentimos que caminábamos por un miniParís. Con ese frío, nos sentíamos caminando en el Polo Norte, entre los sueños navideños, y es que ¿A quién no le gustaría recibir de Navidad una de las creaciones de estos diseñadores.

¡En fin, buenas noches Praga!  Pronto les contaré cómo fue el siguiente día. ¡Feliz fin de semana!

jueves, 22 de noviembre de 2012

Hamburgo, la ciudad más bonita de Alemania



Visitando nuestro antiguo hogar, en la calle Valentinskamp

Ahora les voy a narrar nuestra visita a la ciudad alemana de Hamburgo, que hicimos durante las vacaciones del 7 al 10 de octubre.

Escribir sobre Hamburgo es remontarme al pasado. Ahí vivimos mi esposo y yo hace ocho años y  medio. Nos mudamos de Viena, Austria, al norte de Alemania. Todo por motivos de trabajo. Ahí nació nuestra primera hija.


La nueva área de nuestro rumbo que no
conocíamos

Vivimos cuatro años en la ciudad, llamada por los alemanes, "la ciudad más bonita del mundo" (die schönste Stadt der Welt). Y bueno, si acaso no es así, por lo menos sí es la más bonita de Alemania. No por nada es uno de los escenarios más solicitados para filmar series de telévisión y películas.

Nosotros vivimos en el área conocida como Niendorf Nord, a veinte minutos de la ciudad. Un área verde y muy cerca del aeropuerto. Pasados unos dos años, tuvimos la necesidad de volver a vivir en la ciudad y encontramos un departamento en pleno centro. En el Gänsemarkt. En un edificio histórico convertido en oficinas, discoteca, restaurante y departamentos. Aunque experimenté presencias sobrenaturales, volvería a vivir ahí. Definitivamente sí. Tengo muy bonitos recuerdos aunque me hicieron un poco la vida imposible. Las casas viejas tienen historias, por más que se empeñen en remodelarlas.


En el Hanseviertel

Pero volviendo a este relato, nuestro viaje fue singular, porque además de volver a visitar la ciudad, nos encontramos con algunas de mis amigas que tuve el placer de conocer durante mi estancia en Alemania. Imposible verlas a todas, pero por lo menos vi a cuatro de ellas. Me brindaron su tiempo y nos deleitaron con sus delicias gastronómicas.


La Iglesia Michael

Sólo viaje con mis hijas.  Mi marido tuvo que quedarse en Basilea, Suiza, a trabajar y mis hijas y yo teníamos vacaciones. Durante la primer semana de octubre, estuvimos todos juntos en el norte de Italia, pero la segunda, ellas me acompañaron por este viaje nórdico. Además, mi esposo viaja a cada rato a Hamburgo, por motivos de trabajo, pero nosotras teníamos mucho tiempo de no ir y mi hija mayor estaba muy emocionada porque quería visitar el hospital en el que nació.

Llegamos el domingo por la noche. Inmediatamente tomamos un taxi y nos recibió ese viento del norte. Definitivamente, estábamos en Hamburgo. En los cuatro años en que vivimos ahí, aprendimos a sobrellevar la lluvia llamada chipichipi. Pero no me puedo quejar, durante los días que estuvimos ahí, tuvimos cielo despejado y sol, mucho sol. Un poco de lluvia y claro, el aire limpio y puro del mar del norte. Necesito decir que extrañaba ese cielo azul que sólo se ve en el norte del mundo.


Jungfernstieg

Nuestra visita la iniciamos a la mañana siguiente, con un paseo por el que solía ser nuestro rumbo. Nos quedamos en el Hotel Marriot, en pleno centro de la ciudad, en el Gänsemarkt. Desayunamos y me llevé a mis dos hijas por la calle Valentinskamp. Fue muy impresionante reconocer que en estos ocho años todo ha cambiado. Frente a nuestra calle, a un lado del edificio Unilever, se encuentra un nuevo hotel, el Scandic. También han construido una panadería y una tienda de trajes para hombres. ¡Ah como me hubiera gustado cruzar la calle para ir por mi panecito cuando vivía ahí!

Lo impresionante fue ver que esta área se ha transformado con tres edificios habitacionales atrás de lo que era nuestro edificio. Lo que era el estacionamiento de la Editorial Axel Springer, hoy es un lugar para vivir. Creo que nuestro edificio fue uno de los pocos habitables. La demanda de vivienda se recrudece en Hamburgo. Hay mucha demanda, y poca oferta. Y los precios, por los cielos. Lo mismo pasa en Múnich. Esta ciudad y Hamburgo son muy solicitadas.


Rathaus

Regresamos rápido al hotel y luego continuamos el paseo por la ciudad. Lleve a las niñas a que conocieran el Palacio Municipal de Hamburgo (Rathaus), pero antes, hicimos una parada en la librería Thalia, en el Hanseviertel. Recordé todas mis mañanas, cuando paseaba por estos rumbos.
Las niñas se fascinaron de ver tantos cisnes y patos en el área del lago Alster, llamada Binnenalster. El tiempo nos sonreía, pues teníamos una mañana con sol.

Antes de irnos a visitar a mi amiga Valeria, pasamos por el nuevo centro comercial Europa Passage. Esta fue una de las atracciones que se abrieron justo cuando dejamos la ciudad para irnos a vivir a Suiza. Ahí nos tomamos un café y agua mineral y luego, nos fuimos a la estación del Metro Jungfernstieg, para ir a la estación Dehnheide.

Para mi sorpresa, las líneas del metro cambiaron. Ya me lo había dicho mi amiga, y justo cuando me fui a la línea del metro que siempre utilizaba para llegar a su casa, me di cuenta del cambió. Caminamos de regreso por toda la estación y nos subimos a la línea correcta. Antes, viajaba con la línea U2 y ahora, cambió a la U3.

Binnenalster


Mis hijas estaban fascinadas de ir viendo la ciudad a través del Metro.Llegamos a la casa de mi amiga y estuvimos muy felices platicando como en los viejos tiempos. Comimos una rica lasaña y de postre, un pastel de manzana.

Después, fuimos a la esperada visita al Elim. En este hospital nació mi primera hija. Para nuestra sorpresa, estaban remodelandolo. Hamburgo está corriendo a pasos agigantados hacia la modernidad. Lo pudimos constatar muy bien en este viaje.


Aquí pasé mis días haciendo ejercicio, en el
Kaifu Lodge, y nadando en su piscina, cuando
estaba embarazada. El Elim está a unos cuantos
pasos desde aquí

Finalmente llegamos al hotel. Me lleve a las niñas al restaurant favorito de su servidora y de mi marido: El Block House. Por suerte, no lo extrañamos mucho, porque en Basilea también hay uno. En el Gänsemarkt, como en los viejos tiempos. Antes de la cena, hicimos una visita a una de nuestras tiendas favoritas, Budnikowski.


Encontramos la ciudad muy cambiada.
Dammtor


De regreso al hotel, nos preparamos para dormir. A la mañana siguiente seguiríamos recorriendo la ciudad y veríamos a nuestras amigas Romelia y Natalie.

¡Buenas noches Hamburgo!

jueves, 25 de octubre de 2012

Bolzano o Südtirol, un lugar dónde te apapachan


Hola amigos de Aterrizando. Les había prometido la reseña del viaje a la ciudad de Hamburgo, Alemania, pero se las debo después de esto que les voy a contar. Y es que entre Oslo y Hamburgo estuvimos en una región del norte de Italia, en Bolzano. La visitamos cuatro días, pero esta visita nos llenó de energía, precisamente, porque no tuvimos un programa muy amplio. El estrés del viaje, por decirlo así, estuvo entre nadar e ir a la cena. En fin, ahora les cuento.



Estas vacaciones fueron para descansar


Por increíble que parezca, en el norte de Italia hablan alemán. La región es conocida en alemán como Südtirol, o el Tirol del sur. Suena confuso, pero Bolzano, el nombre en italiano de la región, está pegadito a Austria. Y por suerte, no muy lejos de Suiza. La ciudad representativa es Merano, a la cual ya habíamos visitada en un viaje anterior.

El viaje lo iniciamos casi saliendo nuestras hijas de vacaciones de otoño. Planeamos ir el viernes 28 de septiembre, pero mi esposo no pudo adelantar la salida. Así, con un poco más de tiempo para preparar la maleta, salimos de Basilea el sábado 29 por la mañana. Tratamos de no llevar mucho equipaje, pero empacamos hasta los zapatos para la caminata, porque por eso es conocido Bolzano, por sus pasajes en la montaña para los excursionistas.

La ruta fue la siguiente. Viajamos desde Basilea hasta el cantón de los Grisones. Después seguimos hacia la ciudad de Klosters. Ahí viajamos con un autotren, por el túnel conocido como Vereina. Llegamos a Engadin, en Suiza y manejamos hasta la ciudad fronteriza con Italia, Mustair. De ahí atravesamos el país hasta una ciudad en Bolzano conocida como San Martin, ahí estaba nuestro hotel.


Un apapacho culinario


Al llegar a Bolzano, nos dimos cuenta que la manzana es uno de sus principales productos agrícolas. Había árboles esperando la cosecha de hermosas manzanas rojas y verdes. Era la época de la recolección y por la carretera principal hacia San Martin, circulaban los vehículos que llevaban dichas frutas a su destino final. Así es que la llegada al Hotel Andreus, fue un poco más tarde de lo que planeamos, por la velocidad lenta de estos transportes.

Ya estábamos de vacaciones, así es que a relajarse. El Hotel nos recibió con una bebida de bienvenida y nos dieron toda la información. Este lugar tiene una piscina al aire libre y en su interior. Aunque ya no era verano, pudimos nadar muy cómodamente por su agua caliente. Realmente así transcurrieron nuestros días, entre los desayunos, las mañanas en la piscina y en las cenas. En este hotel nos consintieron.  Si Austria es famosa por su cocina, Bolzano no se queda atrás con sus atractivos culinarios.

Sin ganas de irnos de este oasis de tranquilidad


Las niñas fueron una mañana a su Club de Niños, y por primera vez se quedaron a comer. Ellas lo disfruron mucho, pero el chiste era también que disfrutaran el tiempo con nosotros, por eso, sólo fueron una mañana.

Como ven, esta vez no puedo darles muchos detalles de los lugares para ir de excursión, porque nuestros zapatos se quedaron guardados en la maleta. Tenemos que hacer otro viaje a esta parte de Italia para conocer su paraíso de montañas.

Todos nos relajamos, pero en especial el papá, quien cargó sus pilas, ya que a la semana siguiente tendría una presentación anual en su trabajo, y tendría uno de sus tiempos más extenuantes en la oficina. Así es que disfrutamos estos días de estar solamente en el hotel.

El Jardín Trautmannsdorf y su Panorama para intrépidos

Y bueno, para no quedarnos sin ver nada nuevo, decidimos ir a un jardín botánico a unos veinte minutos de San Martin, el Trautmansdorf, en Merano. Cerca de nuestro hotel se encuentra esta ciudad, famosa por sus piscinas termales. Enj un viaje anterior visitamos su centro y en éste, decidimos ir a ver este jardín.


El Jardin Trautmannsdorf


Y no fuimos los únicos, el estacionamiento estaba lleno de visitantes y en especial de autobuses. El clima templado invitaba a visitarlo, en especial porque tuvimos una pausa de la lluvia y esto nos permitió a todos caminar por sus hermosos jardines.

En este lugar se encuentra un castillo con el mismo nombre, que ha sido famoso porque ahí vacacionó la emperatriz austriaca, Elizabeth, mejor conocida como Sisi. Los jardines rodean un lago y lo maravilloso para mí, fue encontrar un área dedicada a los diferentes tipos de cactús. Recordemos que aunque Italia no es un desierto, tiene un clima cálido y agradable muchos meses del año.


La famosa plataforma

Sí yo estaba feliz con los cactús que me recordaban a México, mi esposo lo estuvo aún más porque había una plataforma de dónde se podía contemplar el jardín y la ciudad de Merano. Estaba súpersegura en la construcción, pero ofrecía a quien la visitara, la sensación de caminar en el aire. Lo mejor es no ver hacia abajo y listo, ¡prueba superada! Nuestras hijas salieron al papá y caminaron sin ningún problema, en cambió yo, sentí que me iba a caer.


Hasta tunas encontramos

De regreso al hotel, me encontré con una imagen que sólo pude guardar en mi memoria y no en mi cámara. A un lado de la avenida, vimos a un grupo de 4 trabajadores recolectando manzanas, en una especie de plataforma. Este fue uno de los pocos contactos con los bolzanos. Nos sonríeron y yo les dije adiós. De verdad que estaban para una foto de revista.

Nos encontramos a un ángel 

Los días se acababan y el regreso era inminente. Por desgracia no escuchamos mucho italiano, sólo alemán. Lo interesante de esta ciudad en Italia, es que sus habitantes son bilingües. También su apariencia es media italiana, porque muchos tienen los típicos rasgos de los alemanes o austriacos.


Vista desde el restaurant del Hotel
Bella Vista, una panorámica para
sentarse y contemplarla

Dejamos el hotel y mi esposo tomó una ruta que nos llevó a contemplar un panorama especial de las montañas. Debo decir que manejar en las montañas, me lleva a dormir. Tantas vueltas y con el calor del sol, pues me resultan inevitables, y a mi hija menor le sucede lo mismo.

Cuando despierto, mi esposo me muestra el lugar dónde haremos la pausa del mediodía. Lo primero que veo es una montaña con la punta nevada y un hotel enfrente de la misma, el Bella Vista. Es el hotel de la leyenda italiana de esquí,  Gustav Thöni. Ahí pudimos ver un minimuseo en su honor. El lugar se llama Trafoi.


Bellos alpes

Ahí comemos y nuestras hijas se olvidan de la comida para ir a los juegos del restaurant. Las tenemos a nuestro alcance. En este restaurant, pude intercambiar palabras con su mesera, una señora de media apariencia italiana, pero con facciones de austriaca. O al revés, bueno, mezclada, pero con la simpatía que caracteriza a los italianos. Nos preguntó de dónde veníamos. Le aclaré que de Bolzano y que iríamos a Basilea. Claro, sin olvidarme de decirle que era mexicana.


De regreso a casa por los alpes:
ahora sí, nadie me cuenta lo que es estar arriba de las
 montañas.

Lo peculiar de su personalidad para mí, fue que se veía como un ángel. No puedo decir a ciencia cierta, que era lo que me lo transmitía. Aquí encontré un cliché de los Bolzanos. Se dice que el Südtirol es famoso por su cordialidad, y de verdad es cierto. Los hoteles en Austria y Bolzano, son famosos por su amabilidad y por su comprensión con los niños.


Mientras comíamos, vimos al cocinero que salío al área de mesas y le entrego un plato a la mesera. Después ella se acercó a nuestra mesa y nos regaló dos platos extras de papas fritas. De verdad, un bello detalle. Mis hijas y mi marido pidieron una milanesa al estilo austriaco, Wienerschnitzel y yo pedí una sopa. La verdad es que se me antojó tanto el famoso pay de manzana, Apfelstrudel, pero no pude, será para la próxima visita a esta bella región en el norte de Italia. Por lo pronto, aquí les dejo unas fotos y mi añoranza por esta bella región de Europa. Hasta el próximo Aterrizando en dónde les presentaré la ciudad norteña de Hamburgo, tierra de marineros y la consentida de Alemania.


viernes, 12 de octubre de 2012

Oslo, la ciudad del Nobel

Ahora les sigo platicando del viaje de fin de semana que hicimos a Oslo, el 22 de septiembre de este año.

Después de comer en el área del puerto Aker Brygge, caminamos por su explanada hasta el Centro Nobel, Nobels Fredssenter, en noruego. Este museo alberga la historia de la entrega de los Premios Nobel de la Paz. Como muchos de ustedes saben, los premios se entregan en Suecia. Los reyes suecos entregan cada año este premio que el jurado del mismo ha elegido.


El pavillón dedicado a todos los ganadores del
Premio Nobel de la Paz

Sólo el Premio Nobel de la Paz, se entrega en Oslo, Noruega. ¿Por qué? Pues nadie lo sabe a ciencia cierta. Existe una explicación sobre la decisión de Alfredo Nobel de entregar este premio fuera de Suecia. Supuestamente admiraba el sistema político de Noruega, por eso decidió otorgar este famoso Premio Nobel de la Paz en este país vecino a Suecia. Así, todos los 10 de diciembre, se hace la entrega de este galardón.

Y precisamene el Centro Nobel nos ofrecía un refugio a la llovizna que ese sábado 22 de septiembre. Entramos y visitamos a las actuales ganadoras del 2011: Ellen Johnson Sirleaf, Leymah Gbowee y Tawakkol. Temerarias mujeres luchando contra un destino adverso.

Lo que más nos gustó del centro, fue el Area de los Ganadores. En un cuarto oscuro, iluminado como si fueran estrellas, estaban los retratos electrónicos de todos los ganadores. Verdaderas estrellas de la paz. Curiosamente estoy escribiendo este nuevo Aterrizando el viernes 12 de octubre, y hoy se ha dado a conocer que la Comunidad Europea ha sido el ganador de este año.

Al salir, vimos el Palacio Municipal, pues está enfrente.

Ahora venía una pausa de compras. Caminamos de regreso al hotel y visitamos algunas tiendas en la ciudad. Nos gustaron las tiendas dedicadas al hogar. Precioso el diseño de los muebles y accesorios para el hogar. No por nada los escandinavos son famosos por sus creaciones.

En el camino, vimos un restaurante que mi esposo había visto en uno de nuestros libros-guía, el Stortorverts gjestgiveri. Llegamos y reservamos una mesa para cenar. Después regresamos al cuarto del hotel y descansamos un poco, ya eran casi las seis de la tarde.


Un típico restaurant noruego del siglo XVIII


En este restaurant, tuvimos la típica comida noruega. Mi esposo cenó un platillo preparado con reno, qué bárbaro, ¿verdad? El mío fue uno con salmón. Los dos tomamos de entrada una sopa de cebolla. Nuestras hijas no comieron nada, estaban satisfechas de la comida del medio día, sólo tomaron leche.

De postre, pedí un pastel de chocolate estilo fondante, con un jarabe de gengibre. Mi esposo pidió un típico postre noruego y quedó fascinado, ya quiere que le busque la receta. Era una especie de crema combinada con un crumble y frutas del bosque. La verdad, el ambiente del restaurante fue muy acogedor, que recordaba la Noruega del siglo XVIII, en el que se fundó.

Caminamos hasta el hotel y listo, ¡buenas noches!, ya era hora de dormir.


Operahuset


La mañana siguiente la comenzamos visitando la Opera, la Nueva Opera, un edificio sorprendente por la innovación arquitectónica. Está construido a base de mármol blanco y de cristal y tiene una capacidad para 1,364 espectadores. El edificio ganó el Festival Mundial de Arquitectura en Barcelona, en el año 2008. Su arquitecto fue el estudio de arquitectura Snøhetta.

 ¡Adiós oslo!

Se nos estaba acabando el tiempo en esta ciudad. Ya era domingo y volaríamos a Basilea por la tarde, a las cinco, apróximadamente.



Fortaleza Akershus


Después de dejar el hotel, caminamos de nuevo a la ciudad, para visitar la Fortaleza Akershus, de ahí tuvimos una bonita vista del puerto. Después, caminamos de nuevo al puerto y visitamos la nueva área en Tjuvholmen, que todavía está en proceso de construcción. Esta nueva área está formada por edificios habitacionales y un nuevo museo, el Museo de Arte Contemporáneo Astrup Fearnley, esto al final de la esplanada del puerto. El museo estaba todavía en construcción cuando estuvimos ahí, pero lo inaugurarían a finales del mes.  De verdad, una hermosa área para vivir, pues la vista debe ser maravillosa si se tiene un departamento en las alturas.



Museo y edificios en el Tjuvholmen


Tiempo de correr. Sí, teníamos que buscar un restaurante antes de regresar al aeropuerto. Encontramos el café Sorgenfri, algo así como Café sin preocupaciones. Este no era un restaurante noruego, sino danés. Para nuestra sorpresa, nuestra hija menor pidió una sopa de mariscos. Mi esposo y mi hija mayor compartieron un plato de albóndigas y yo pedí tres tipos diferentes de arenque en salsa, sin el aquavit, una especie de licor que se toma después del pescado. Este pescado lo sirven crudo en diferentes salsas. Un poco pesado, mejor lo hubiera pedido con los digestivos. En fin, después caminamos hasta el hotel. De ahí nos dirigimos a la Estación de Trenes, que está enfrente del hotel y finalmente documentamos para volar de regreso a Basilea.

De verdad que fue un bonito fin de semana. Una visita exprés a Oslo, pero que nos ha abierto el apetito por conocer más del país. Probablemente en verano, cuando no haga tanto frío.

Hasta aquí mi Aterrizando. En el próximo, les contaré del viaje que hice con mis hijas al Puerto de Hamburgo, en Alemania, dónde vivimos hace ocho años. Me dio gusto ver la ciudad y en especial, volver a ver  mis amigas que entonces, ahí conocí. ¡Hasta pronto y feliz fin de semana!



jueves, 4 de octubre de 2012

Oslo, la que un día fue llamada Cristianía

Y empezaba el recorrido en el segundo día, de ese fin de semana en Oslo. Lo que no sabíamos, es que ese fin de semana había un evento muy importante en la ciudad. Ahora les cuento.

Su Catedral. Aquí se casaron los
 príncipes Harkon y Mette-Marit

Desayunamos en el Hotel Clariond, con no sé cuántos turistas más. Y claro, ese día se celebraría también el Maratón Noruego. No éramos los únicos visitantes que caminaríamos por la ciudad. Era el sábado 22 de septiembre, a las diez de la mañana y nos esperaban muchos lugares interesantes por conocer de Oslo.


In Memoriam


El día sería largo, pues queríamos aprovechar al máximo nuestra corta estancia. Lo primero que vimos fue la Catedral del Salvador, ahí se casaron los actuales herederos al trono noruego: el príncipe Harkon y Mette-Marit. Su matrimonio es un ejemplo de la apertura de esta sociedad. Ella tuvo un pasado que la distanciaba de la familia real. La prensa la calificó como una partygirl. Fiestas y drogas, así como la maternidad antes del matrimonio, fueron las cartas de presentación de la actual princesa. Pero el amor triunfó y esta cenicienta escandinava ha cumplido once años casada con el heredero.

En fin, lo único que quiero destacar es la apertura de la sociedad noruega. Pero por desgracia, no todo ha sido oro en este país escandinavo. Recordemos los acontecimientos de Utoya, el año pasado. En la Catedral, pudimos ver un corazón en recuerdo a los caídos de la masacre. La herida está ahí, y no ha cicatrizado. Nadie imaginó este acontecimiento, especialmente en un país tan abierto cultural y políticamente.


El Parlamento. Storting


Pasando a temas menos tristes, les cuento que la ciudad estaba preparándose para su marathon. Nos llamó mucho la atención escuchar el himno noruego en las bocinas que habían instalado en una de sus avenidas principales, la Karl Johans gate. Con el himno me refiero a la canción Take on me, del grupo A-ha. De seguro están muy orgullosos del mismo, y con razón. Curiosamente los vimos hace un año en Basilea. Este grupo dejó una huella fuerte en Europa, y en el mundo.


Palacio Real. Det kongelige slott

Después caminamos hacia el Palacio Real, que realmente es el palacio del pueblo, porque ahí se dan cita todos los noruegos inmediatamente brille el sol. Ese día, estaba nublado y con lluvia a la chipichipi, así es que no vimos a mucha gente. Normalemente los noruegos vienen aquí a sentarse en sus prados verdes. La entrada está vigilada por unos estrictos guardias, pero de alguna manera el palacio da una sensación de que cualquiera puede entrar y visitar a la familia real. Pero a pesar de esta percepción, de seguro está muy vigilado.
Seguimos caminando y llegamos a la entrada trasera dónde hay un bonito estanque. Un ejercito, pero de patos, nos recibió.

Aquí vemos la plataforma en Holmenkohlen

Continuamos hacia los siguientes dos puntos de nuestro recorrido. El primero fue la montaña Holmenkohlen, a unos cuantos kilómetros de la ciudad, y que alberga a la plataforma de salto de esquí. Bueno, no tuvimos que ir hasta allá,  porque la vimos desde el barrio Uranienborg, en dónde se encuentran muchas embajadas, y casas antiguas.


Finalmente llegamos a una de las principales atracciones de Oslo, el Parque Frogner, en cuyo interior se encuentra el Parque de Vigeland, dedicado a las esculturas del noruego Gustav Vigeland, con unas doscientas esculturas de granito y bronce. Quizá para muchos algo inusual, pues son desnudos. Las esculturas no están solas, el visitante puede admirar sus hermosos jardínes. Aunque nos tocó un mal clima, nos maravillamos por estas obras de arte.


Y llegamos al Parque Frogner. Al fondo, su famoso
monolito compuesto de figuras humanas

Una amiga americana me dijo que no le gustó el parque, se le hizo grotesco. Bueno, ¿será que me he acostumbrado a las manifestaciones artísticas europeas? Ya tengo 15 años viviendo en este continente. Fuera de este tema, el parque es muy recomendable. También aquí se dan cita todos los noruegos, claro, con buen clima, por supuesto.

Infantes al estilo Vigeland


Cuentan las guías de libros sobre Oslo, que en el verano muchas camas están vacías en este país, y es que no es raro, nada más imaginarse que casi todo el año hay poca luz. Por eso los entiendo de que aprovechan al máximo la vida en el verano.


Perfección en granito


Después de recorrer el parque, entramos al Café del mismo. Fue muy reconfortante descansar después de la caminata. Ahora nos esperaba de nuevo la ciudad. Así es, que a caminar otra vez entre el chipichipi, al estilo Hamburgo, ciudad alemana dónde vivimos y con este tipo de clima. Un clima marítimo. Quizá cansa tanta lloviznita, pero el premio es respirar aire marino. ¡Muy saludable!


Biblioteca Nacional


Y bueno, el propósito de no ir de compras no se llevó a cabo, porque vimos una tienda muy tentadora de cosas para el hogar. En nuestra visita a Oslo, nos dimos cuenta que este tipo de tiendas de artículos para el hogar y decoración son muy representativas. Probablemente porque el noruego, como el resto de los escandinavos, pasa mucho tiempo en el hogar durante el invierno. La que salió ganando, fue nuestra pequeña hija, porque encontramos una lanchera para su jardín de niños con la figura de un caballito. Adora los equinos.


Los atletas en el área del Aker Brygge

Caminamos y nos encontramos con el edificio de la Biblioteca Nacional. Después empezamos a ver corredores del maratón. Fialmente llegamos a la región del puerto de Oslo, conocida como Aker Brygge, en dónde se encuentran restaurantes y tiendas. Ahí, elegimos el restaurant Jacob All para comer, pues ya era mediodía. Nos sentamos afuera, porque toda la terraza del restaurante tenía calentadores en el techo, y hasta mantas, para los friolentos como yo.


Hay muchas leyendas sobre los osos polares en Noruega.
Esplanada del Aker Brygge

La comida, no fue noruega, eso nos esperaría en la noche, pero tuvimos la mejor vista para ver a los atletas del maratón. Después de esta pausa, buscamos el famoso Centro Nobel, del cual les hablaré en el siguiente Aterrizando. Por lo pronto la ciudad, que en algún momento se llamó Cristiania, nos estaba gustando mucho y todavía encontraríamos muchos detalles por ver y apreciar. ¡Hasta luego y buenas noches!