miércoles, 17 de septiembre de 2014

New York, New York




Trenzas, una buena ocupación en el
Aeropuerto de Düsseldorf



Y Aterrizamos en Nueva York. Viajamos el 4 de agosto con destino a esta ciudad del Continente Americano. Pasaríamos un par de días antes de viajar hacia Florida, en donde se llevaría a cabo mi primera Zumba Convention.



No podían faltar los otros acompañantes
en el vuelo de Lufthansa


Esta ciudad la visitamos cuando estábamos recién casados, o sea hace como 16 años. Nos dio gusto regresar con nuestras hijas, visitar los lugares que ya conocíamos y descubrir nuevas atracciones como la High Line, de la cual les hablaré en los siguientes Aterrizando



El Ironbuilding desde el Madison Square Park


Volamos desde Zurich hasta Dusseldorf, por Lufthansa. Debo decir que llegamos como lechuguitas, porque las ocho horas de vuelo, son nada en comparación de los tradicionales vuelos trasatlánticos. Nos entretuvimos viendo las películas en las pantallas individuales de nuestros asientos. En fin, el viaje se pasó volando.



Ardillas citadinas en el Madison Square Park




Al llegar a la aduana, nos encontramos con una numerosa fila, pues otros vuelos europeos llegaron con el nuestro. Nuestras hijas estuvieron muy entretenidas haciéndose trenzas mutuamente, lo cual nos hizo reír a todos. Al llegar al control del pasaporte, el oficial preguntó quien era el que hacía las bromas, situación que le aclaramos.



Y nos encontramos al Empire State Building



Tomamos un taxi y viajamos desde el Aeropuerto de Newark. Era pasadas las dos de la tarde y había mucho tráfico. Viajamos bajo un calor intenso, pero no nos molestaba, al contrario. Eso queríamos y no lluvia. Llegamos al Hotel Gansevoort en Park Avenue. El cuarto estuvo listo y pudimos subir. Abrimos la terraza y contemplamos el ir y venir de autos y transeúntes. No estábamos muy cansados, y por eso nos bañamos y nos salimos a caminar por la Gran Manzana.



Más representativa no podría ser esta foto. Taxi, ciclista,
restaurant de cadena. Todo lo típico en la Gran Manzana



Llegamos al Madison Square Park. Eran las cinco de la tarde y muchos disfrutaban de una pausa en sus bancas, después del trabajo o la escuela. Vimos un área para perros, cerrada. Era el rincón social de los caninos neoyorquinos. Y de sus dueños, también. Para nuestra sorpresa nos encontramos en este parque con muchas ardillas. Desafiantes y nada tímidas. Ya están muy acostumbradas a los neoyorquinos y a los turistas. Y no podía faltar el típico puestecito de hot dogs.



No pude evitar pedir este chilito relleno
estilo Tex-Mex




Seguimos caminando para regresar al hotel y decidimos cenar en el California Pizza Kitchen. En nuestro camino nos encontramos al Empire State Building, muy cerca de la Park Avenue, en donde estaba nuestro hotel. Imponente y al que tendrías la oportunidad de ver muchas veces durante nuestra estancia en la ciudad que nunca duerme.



Park Avenue desde el Gansevoort



Regresamos al cuarto, pusimos a las niñas a dormir en su cama y nosotros disfrutamos de una copa de vino que nos había regalado el hotel a nuestra llegada. Brindamos en la terraza, viendo el atardecer desde la terraza del cuarto. Un día terminaba para nosotros, pero la ciudad seguía en movimiento. De lejos se veía el Río Hudson. Nos esperaban muchos buenos momentos. Esto se los platico en mi siguiente Aterrizando. ¡Gracias por leerme y que tengan una bonita semana!


miércoles, 3 de septiembre de 2014

Un verano de verdad en Hamburgo




Hermosos días del mes de julio en Hamburgo



Casi cuatro semanas con calor y sol intenso. Ese es el resumen de nuestras casi cuatro semanas que pasamos en la ciudad del norte de Alemania, Hamburgo. ¡Hola!, de regreso con una entrada en Aterrizando. 



El Parque Grasbrook, desde la rueda de la fortuna. Atrás,
la Filarmónica, en contrucción


Y ¿por qué hago tanto escándalo? Pues bueno, el que ha visitado o ha vivido en Hamburgo, estará de acuerdo conmigo en definir a Hamburgo como una ciudad con genio, en lo que se refiere al verano. Algunos veranos, sólo son veranos en el calendario, pero otoños en la realidad. Durante el mes de agosto, disfrutamos de hermosos días soleados. Hasta llegamos a visitar la playa del Mar Báltico, Travemünde, y su servidora, que es una adicta a la crema de protección solar, sufrió de una quemadura de espalda. ¡Ay, todavía me duele cuando me acuerdo!



Días de playa en Travemünde



También visité a mi amiga Naty en Stade. Mis hijas bailaron bajo el chorro de la manguera con su hija durante un sol picante del mediodía. Esos días son de oro cuando se vive en el norte de Europa.





Nos fuimos corriendo a Hamburgo, cuando empezaron las vacaciones. Viajamos el domingo 29 de julio con tres maletas en tamaños progresivos. Una grande, una mediana y una chiquita. Cada una representaba a una mujer de mi familia. La maleta varonil ya había llegado a Hamburgo, porque el papá se nos había adelantado por cuestiones de trabajo.



¡Llegó el Crucero Queen Mary 2!



En esas tres maletas llevábamos de todo, porque ya sabía que el clima es extremo y como pueden ser días lluviosos, también pueden ser días soleados.  



Visitando el Puerto



Esas cuatro semanas se nos fueron volando. Fueron días bonitos, en los que visité a otras amigas que había conocido durante el tiempo en que mi marido y yo vivíamos ahí. Rome, Natalie, Ana María, Barbara. Nuestros días empezaban con una visita a la panadería del lugar, para empezar bien la mañana con pan fresco.  El resto del día lo pasábamos en un parque, el Grasbrook Park, ubicado en el área del puerto conocida como Hafencity, en donde estuvimos viviendo.




Visitando el Museo de Etnología. Völkerkundemuseum



En este parque, nos pasábamos casi todo el día. Mis hijas estuvieron felices en esos días de sol. Acampábamos ahí o nos organizábamos para ver amigas o ir de tiendas entre pausa y pausa. Incluso, regresábamos con mi esposo después de la cena. Y es que el Puerto de Hamburgo es impresionante y con un clima veraniego, pues doblemente bonito.



Regresamos a Du Plat du Jour, uno de nuestros restaurantes
favoritos eh Hamburgo. Platillo hecho a base de
aguacate




Recuerdo los días en que caminábamos desde el Puerto hasta la ciudad. ¡Sin gota de lluvia! Claro que llovió en esos días. Hamburgo está al norte de Alemania y las tormentas pasajeras son comunes. Pero está vez no fueron la constante del clima. Un domingo regresamos de la ciudad y nos mojamos todos. Pero no nos arruinó nada, porque era verano y no invierno.



En Altona


Stadtpark



Regresamos y encontramos la Filarmónica todavía en construcción, pero preciosa, iluminada durante 
los últimos días de nuestra estancia en un evento llamado Blaue Nächte. También vivimos la ceremonia de despedida del Queen Mary 2, y la miniferia que se instaló en su embarcadero. Una bonita rueda de la fortuna que nos permitió admirar la ciudad desde las alturas. 



Hamburgo, ciudad de canales



Visitamos lugares conocidos y por primera vez entré con mis hijas al Planetario, en el Stadtpark. Vimos Tabaluga y los signos del tiempo, fue la película de dibujos animados que vimos, con música de Peter Mafay. Siempre hay algo nuevo que ver en Hamburgo.



Merendando en el Messmer Momentum. No podía
faltar el típico té 



Probablemente regresemos a Hamburgo durante las vacaciones de octubre. De seguro el clima será diferente. Será el famoso clima, frío, nublado y con lluvia. Sin embargo, el otoño es hermoso cuando sale el sol. Caminar abrigado por el Lago Binnenalster o por el Puerto con ¡gorra, bufanda y guantes! 



El Puerto se volvió azul. Blaue Nächte




Les dejo algunas imágenes de nuestras cuatro semanas por aquélla ciudad del norte. ¡Gracias por leerme y hasta el siguiente Aterrizando!