jueves, 26 de marzo de 2015

¡Adios Río! Seguimos rumbo a Iguazú





Teatro Municipal en Río




¡Hola! Muchas gracias por leerme en este jueves de blog. Hoy les voy a contar nuestras últimas horas en Río de Janeiro. Era la mañana del 18 de febrero.

Después de ir a desayunar, tomamos un taxi hasta el centro de la ciudad. Llegamos hasta el Teatro Municipal. Un edificio inspirado en la Opera de Paris, y construido en el año 2009. 

La ciudad estaba sola. La noche anterior había sido de Carnaval. Vimos algunos turistas como nosotros. Nuestro deseo era tomar un café en la Confeitaria Colombo, pero no la abrían sino hasta pasado el mediodía. Así es que seguimos recorriendo un poco sus calles y después regresamos al Hotel Miramar.




Convento de San Antonio





Calles de Río, vacías porque era día feriado. Era
época de Carnaval




¡Adiós Copacabana!



Regresamos al hotel en taxi, y antes de viajar al aeropuerto, fuimos a tomarnos un refrigerio a uno de los tantos puestos que existen en la playa de Copacabana.





Regresamos a decirle adiós a la Copacabana


Caminamos por la playa, disfrutando la soledad tempranera. Había pocos cariocas en la playa, probablemente se habían desvelado bailando la noche anterior.  Estaba nublado, pero el fresco de la mañana era un regalo para nosotros. Pronto volveríamos al invierno de Europa y había que aprovechar todo el calor posible.

Entramos a un puesto y pedimos refrescos y claro, no podíamos dejar río sin probar un agua de coco.





Disfrutamos mucho la Copacabana



Durante nuestra estancia en la playa, se nos acercaron dos vendedores. Aprovechamos y compramos dos playeras para nuestras hijas. Con leyendas de Río, por supuesto. El segundo vendedor nos hizo un verdadero show. Nos vendía un libro mágico. Sí, un libro para colorear con las princesas de Disney.


El chiste del libro era saberlo abrir en la página correcta para presentarlo iluminado, en blanco o desaparecer todos los dibujos. El vendedor nos vendió tan bien su producto, que no pudimos decirle no y se lo compramos. Fue su manera de interactuar con nuestras hijas lo que nos cautivo. Se despidió y nosotros nos quedamos con un buen recuerdo de la gente brasileña.





¡Agüita de coco, que está bien buena!


El tiempo terminó, recogimos las maletas y una taxista del hotel nos llevo hasta el aeropuerto. Fuimos platicando en el camino de nuestras coincidencias con los políticos. Lo mismo, lo que todos sabemos sobre los males que nos hacen los políticos o que hacen a nuestros países. 


Pero lo más divertido fue cuando nos contó el significado en portugués de la palabra exquisito. Para nosotros es algo maravilloso, mientras que para los brasileños es algo curioso. Además nos contó que había probado molletes con una familia mexicana que había conocido.




Aeropuerto Internacional Tom Jobim



Llegamos al Aeropuerto Internacional Tom Jobim. Nuestra siguiente ruta sería Río-Foz de Iguaçu. Sí, iríamos a conocer las Cataratas de Iguazú, visitándolas desde el lado argentino. Brasil y Argentina se comparten esta maravilla. Esto se los cuento en mi próximo Aterrizando.




¡Adiós Río de Janeiro, Hola Iguazú!



Dejamos Brasil con cuatro maletas llenas de bonitas impresiones. Una de las cuatro iba llena de sol carioca y del calor veraniego. En el resto nos llevábamos esa alegría callejera de la gente disfrutando el Carnaval. Sólo tuvimos maravillosas experiencias con su gente. Ese es el principal tesoro de Río, sus alegres y positivos brasileños, tal y como es su alegre música. ¡Gracias por leerme y que tengan una buena semana!

jueves, 19 de marzo de 2015

Río de Janeiro, visitando el Pâo de Açúcar y la incomparable Ipanema




Rumbo al mirador del Pâo de Açucar


¡Hola! Estoy de regreso para platicarles la visita a la montaña de Río de Janeiro Pâo de Açúcar. Era nuestro tercer día en esta ciudad carnavalesca de febrero. Fue toda una aventura positiva, especialmente por las vistas de la ciudad, que ofrece esta montaña.



Maravillosa la vista de Río desde este punto



Quiero comentarles sobre el desfile de Carnaval por la calle de nuestro hotel, la noche anterior. Como siempre, vimos la gente cantando, bailando, tocando los tambores, con la diferencia de que el desfile fue interrumpido por la lluvia. Se soltó un temporal que provocó a todos correr hasta el techo más cercano. Ese día estuvo nublado. Nosotros tuvimos mucha suerte porque pudimos ver el Corcovado de Río sin aguacero. Me imagino que para muchos el desfile no se interrumpió y siguieron caminando. En fin, ¿a quién le importa un poco de lluvia cuando el clima es bochornoso? Al contrario, es una bendición la lluvia en medio del Carnaval.




Funicular hecho por suizos



Pues el martes 17 amanecimos con la propuesta de ir a visitar el Pâo de Açúcar. Llegamos antes de las diez de la mañana al inicio de la estación del funicular. A diferencia del día anterior, esa mañana pintaba para ser un típico día bochornoso, iluminado por el sol. Y así fue al mediodía. Al inicio de nuestro paseo, tuvimos cielo nublado, pero no limitó nuestra posibilidad de hacer maravillosas fotos de la ciudad. Además, no fuimos los únicos, en la cima vimos a montones de turistas.



Lugar ideal para la sesión de fotos




Llegamos al primer punto del paseo



Clima ideal, un poco nublado para no sufrir en pleno sol


Cabe señalar que el funicular del Pâo fue hecho por ingenieros suizos. Así es que la seguridad está asegurada, perdón por el pleonasmo, pero uno se puede sentir seguro cuando se encuentra a estas alturas. Pues una de las mejores cosas en Suiza son los funiculares. 




Así es Río de Janeiro



Empezaba a mostrarse el sol


En la cima tomamos un refrigerio y aprovechamos todo el tiempo posible para admirar las vistas de la ciudad. Cuando nos acercábamos a la montaña, vimos a una montañista a mitad de la montaña. Cuando regresamos a la ciudad, la vimos que casi alcanzaba la cima. Increíble, pero posible llegar de esta manera a la montaña.



Vegetación del Parque Morro Da Urca, en
donde está el Pâo de Açúcar



Montañista en plena práctica


Durante nuestra visita en la cima, también vimos a un grupo de montañistas practicando el descenso, desde un lado seguro del Pâo de Açúcar. Y bueno, al estar contemplando la naturaleza, específicamente a una lagartija de montaña, tuvimos un encuentro con una abeja que casi le pica a nuestra hija menor. No le dejó el aguijón, pero un piquetito que aminoramos con un gel que en todas estas vacaciones siempre cargué en mi bolsa. Se los recomiendo, porque estando en climas veraniegos, uno no se escapa de las picaduras de insectos. La abeja se fue y gracias a este gel, no se arruinó el día. El piquete desapareció en minutos y nuestra hija siguió disfrutando el paseo, y nosotros también. 





¿Y ahora? A contemplar la maravilla


Desde este mirador se observa el
Corcovado de Río


Playa y montañas en la ciudad carioca



Otra vista desde el Mirador del Pâo de Açúcar




Regresamos a la ciudad y tomamos un taxi hasta el hotel. El calor invitaba a hacer una pausa en la piscina del Hotel Miramar, y así lo hicimos. Por la tarde iríamos a caminar por la playa y visitaríamos un café con una vista preciosa de la Copacabana



Visitando el Fuerte de Copacabana


Terminó la pausa en la piscina, y nuestro paseo por Río de Janeiro continúo. La gente estaba en pleno ambiente de Carnaval.  En nuestro hotel veíamos a los cariocas bailando a ritmo de samba.  Nuestro siguiente punto en la agenda era visitar el Fuerte de Copacabana para tomar un refrigerio.




Los cariocas en Copacabana

El empedrado portugués, presente en
el malecón de Copacabana


Con mi Zumbawear en Copacabana 




Llegamos al Fuerte, un espacio histórico



Hermosas las vistas desde el Fuerte



Churros estilo brasileños



Nuestra intención era visitar la Confeitaria Colombo, pero no había ni un lugar libre. Pero en el Café 18 do Forte, encontramos una mesa frente a la playa de Copacabana. Las niñas comieron un helado de  chocolate, de la casa y yo los famosos churros con chocolate. ¡Delicioso!  Pero lo incomparable fueron las vistas de Copacabana.




Estuvimos agradecidos esa tarde por esta
panorámica




Finalmente en Ipanema



En Ipanema



Después de la merienda, caminamos de nuevo al Hotel Miramar y tomamos un taxi hasta la playa de Ipanema. La famosa playa. Llegamos y qué les puedo decir. Era un hervidero de gente. La vista, incomparable. Disfrutamos un poco de la maravillosa vista y después caminamos hasta el Centro Comercial Leblon.



Afortunados los cariocas por tener este tesoro




Vista del Morro de los Dos Hermanos 




El Centro Comercial estaba cerrado por Carnaval, solamente su área de restaurantes y cines estaba abierta.  Esa noche cenamos en el restaurant italiano Ráscal. Cenamos pizzas.  Fue un poco decepcionante encontrar cerradas las tiendas. Ni modo, no siempre se puede hacer shopping. En lugar de eso, vimos el Carnaval brasileño en todo su apogeo por las calles. 




Un día volveremos. ¡Lo prometo!


Lo vivimos a flor de piel, porque esa noche fue difícil encontrar un taxi de regreso. Todo mundo esperaba afuera de el Leblon, sin éxito alguno. Decidimos caminar para tener mejor suerte. Pasaron veinte minutos y mejor decidimos caminar en dirección al hotel. La verdad eran antes de las ocho de la noche y nos sentíamos seguros por Río.  Por suerte pasó un libre, después de una media hora de caminar y nos llevó al Miramar. ¡Justo a tiempo!, porque una vez en el taxi, se desató un aguacero. Así los participantes del Carnaval de esa noche, volvieron a mojarse. El tráfico estaba densó, pero el taxista encontró un buen camino hacía nuestro hotel.



Cerveza mexicana y brasileña en el
restaurant Ráscal



Después de esta aventura, llegamos la habitación. Era nuestra última noche en Río de Janeiro. Al día siguiente saldría nuestro avión rumbo a las Cataratas de Iguazú, nuestra gran aventura por Sudamérica. Por lo pronto nos quedaban un par de horas a la mañana siguiente, para vivirlas en Copacabana. Pero esto se los cuento en el siguiente Aterrizando. ¡Gracias por leerme y que tengan una bonita semana!

jueves, 12 de marzo de 2015

Segundo día en Río: Visitando el Corcovado de Río




Amanecía en Río




Noche de Carnaval


¡Hola!, ya estoy de regreso para contarles sobre el segundo día en Río de Janeiro. Como les comentaba en mi anterior Aterrizando, la primera noche en Brasil fue para irse temprano a la cama y descansar del vuelo trasatlántico. Mientras dormíamos, nos dimos cuenta de que en la calle del Hotel Miramar, sucedía el verdadero Carnaval brasileño. 


Impresionante, el Pan de Azúcar



Entre diez y once de la noche, escuchamos un desfile de música carioca. Eran las bandas de música que iban desfilando por las calles hasta llegar a la playa de Copacabana. Las niñas ya dormían y mi esposo y yo nos asomamos para ver a la gente. El hotel estaba sobre la Copacabana, separado sólo por la calle. Realmente no nos molestó el ruido, al contrario, nos daba gusto de estar escuchando toda la alegría de los brasileños. Curiosamente y para nuestra sorpresa, las bandas dejaron de tocar como a las once. Posiblemente porque estaban ya en la playa celebrando.  Tuvimos un reparador sueño hasta las seis de la mañana del lunes 16 de febrero.



Caminata por Copacabana



Fuimos los primeros en el Restaurant Sá del hotel para desayunar. Después de esto, nos preparamos para visitar una maravilla brasileña: la estatua de Jesús Resucitado. El Corcovado de Río.




Hotel Miramar



Visitando la Playa de Copacabana antes de ir al Corcovado

Una cosa que no podíamos dejar pasar, era caminar por la Copacabana. A esa hora de la mañana, antes de las ocho, estaba casi vacía. Deportistas, empleados de limpieza, gente que paseaba a sus mascotas y nosotros. Río es una ciudad especial. La combinación de montañas y playa en la ciudad, es única.



Copacabana




El Corcovado


Nuestro primer encuentro con el Corcovado



Para llegar al Corcovado tomamos un taxi del hotel que nos llevó directamente al mirador. Existía la posibilidad de tomar primero un tren que recorrería la montaña hasta la entrada a la estatua. Pero nosotros decidimos no hacerlo para ahorrar tiempo y aprovecharlo en la cima.


Se puede llegar en trenecito al mirador 



Era temprano, y ya estaba lleno de turistas. El sistema para admirar al Cristo Redentor está muy organizado. Compramos los boletos y nos fuimos a hacer fila para tomar un lugar en una de las camionetas que llevan al turista hasta el Corcovado. Esto facilita a las personas discapacitadas o con problemas para caminar admirar la estatua.


Sistema de transporte para llegar hasta la
 cima de el Corcovado



Vista de Río desde el mirador


Llegar a la cima de la montaña es una maravilla. La vista de Río de Janeiro no tiene comparación. Playa y ciudad se funden en ese encanto carioca.


¡Y ahí estaba: el Corcovado!




¡Río te roba el corazón!



Se pueden hacer maravillosas fotos de Río desde este mirador. Dentro de todo, hubo mucho orden a pesar de que la plataforma estaba llena de turistas. Definitivamente este es un paseo obligatorio para todo turista.




¡Bienvenidos a Río! Parece decirnos
Cristo Resucitado



Río desde todos sus ángulos



Una de las fotos del recuerdo



Una verdadera maravilla este
 símbolo brasileño



Después del Corcovado, tarde de piscina



Pausa en la piscina


Regresamos al hotel para aprovechar el calorcito que nos faltó en Europa.  Ese día estuvo nublado. Aprovechamos para comer ahí mismo. Siempre recordaremos aquélla vista de Río. Playa, ciudad y Carnaval.  Obviamente todos disfrutamos, pero nuestras hijas se vuelven locas nadando. ¡Son nuestras sirenitas!



¡Era época de Carnaval!



Mientras estábamos en la piscina, escuchamos una música que venía de la calle. Era una de sus comparsas. Un grupo que disfrazado, desfilaba por la calle bailando. ¡Estábamos en el Carnaval de Río!


Hora de la Cena en la Churrascaria y nuestro encuentro con el tenista Rafael Nadal y la anécdota del Príncipe Harry


Mi esposo ya tenía en la mira la siguiente Churrascaria. Tomamos un taxi del hotel y el chico que lo conducía nos dijo que nos llevaría mucho tiempo llegar hasta allá, por el paso del Carnaval. Pero nos recomendó una que no estaba tan lejos y que ofrecía una buena perspectiva con el tráfico: la Churrascaria Oasis.


Mientras hablábamos con él, vi una camioneta que se estacionaba en sentido contrario. Con vidrios polarizados. En fin, no le presté importancia. Unos segundos después, veo a Rafael Nadal impresionado, viendo el camión de una comparsa que estaba en la esquina del hotel, con personas bailando en su techo. ¡No lo podía creer! Me disculpé con el muchacho por interrumpirle su plática, pero tenía que decirle a mi marido. Así fue nuestro encuentro con el tenista que estaba hospedado en nuestro hotel. El participaba en el Abierto de Río.


Churrascaria Oasis

Durante el camino, el taxista nos comentó en español, que el había sido el guía motociclista del Príncipe Harry. Al parecer su Alteza realizó un paseo en motocicleta y fue nuestro chofer quien lo guió en las calles de Río.

El chico fue super simpático y nos comentó que hablaba mejor inglés que español, pero lo felicité porque este idioma lo hablaba muy bien. Estaba estudiando para ser guía de turista. Y muy rompecorazones, porque al día siguiente lo vimos rodeado de un grupo de jóvenes turistas inglesas.



Alambre de Picahna

Llegamos a la Churrascaria Oasis. Vimos pocos turistas. Fue buena recomendación porque los comensales eran los típicos cariocas. Esa noche conocimos un poco mejor los cortes de carne. La picahna, que se pronuncia picaña, es desde entonces, nuestro corte favorito. Tiene algo especial, su dorado y tostado que le da el carbón. ¡Deliciosa!

Por nuestra mesa pasó un contingente de meseros siempre con sus alambres. Teníamos que decir, gracias ya no puedo, porque si no, nos servían automáticamente.



Yuca y plátano frito para acompañar
 los cortes de carne



Así terminó el día. Regresamos en taxi al hotel y nos dispusimos a dormir después de ver un poco de televisión. Deseamos ir la Sambadrome, pero esto será cuando nuestras hijas sean adolescentes, porque el espectáculo, que es maravilloso, inicia antes de la medianoche y termina hasta casi las siete de la mañana. Será un buen pretexto para regresar a Río.

¡Gracias por leerme! En el próximo Aterrizando les platicaré sobre nuestra visita al Pan de Azúcar, la montaña más famosa de Río. ¡Que tengan una buena semana!