viernes, 1 de junio de 2012

Bali, el templo de la playa y algunas similitudes con México

El placer de no hacer nada

Pues el segundo día en Bali estuvo compuesto como dicen los italianos, del dolci farniente, es decir, del placer de no hacer nada. Bueno, sí hacer algo, disfrutar un día de vacaciones en la piscina. Levantarse un poco más tarde de lo normal, desayunar sin prisas y disfrutar del sol.

Así fue nuestro segundo día. Sólo las hijas tuvieron un programa. Ellas se fueron al área para los niños que tiene reservado el hotel. Es una especie de club infantil en dónde los niños hacen manualidades y otros juegos.  Para mis hijas, visitar estos lugares les ayuda a su práctica del inglés. Las dos asistieron por casi dos años a un curso de inglés. La mayor es quien mejor se comunica, pero la pequeña también entiende.  Este día tuvieron suerte porque cuando lo visitaron, fueron las únicas. Y las chicas del hotel fueron súper amables con ellas.


Un ejemplo de la cocina balinesa, en otro
 Aterrizando les platicaré más al respecto

El resto del día nos lo pasamos en la pisicina, con la compañía de un buen bronceador, porque el sol es intenso. Además de gorritas para las niñas, y unas playeras de manga larga, especiales para prevenir quemaduras del sol, cuando se está en el agua.


De lo que podría platicarles sin cansarme, es de la comida de Bali. La cocina asiática es famosa por lo saludable de sus ingredientes, y Bali no es la excepción. Un platillo me impresionó. Una especie de tamal de pescado. Sí, como en el sur de México. Una vez tomé algo del menú de uno de sus restaurantes, y como todos los platillos, ese que pedí estaba compuesto de varios elementos, como arroz, verdura, sopa y eso, un tamal. El atún estaba cocinado con especias de Bali y envuelto en una hoja de plátano. Cocinado al vapor. Delicioso y saludable. Es mi platillo favorito de Bali. Si un día regreso, lo comeré todos los días. En los siguientes Aterrizando les compartiré más fotografías sobre la cocina de esta isla.



Música para amenizar la cena


Para terminar el segundo día en esta isla, disfrutamos de su música típica, en el jardín del hotel. Fue un poco del misticismo de Bali

Visitando el templo sobre el mar en Uluwatu


Creo que él estaba un poco enojado

Bueno, el tiempo del relajamiento terminó, y nuestro tercer día lo empezamos tempranito realizando un recorrido por el sur de la isla. El primer lugar que visitamos fue Uluwatu, dónde se encuentra un templo a la orilla del mar. Mejor dicho, en una montañita, cerca del mar. Exactamente como Tulúm, en México.

Pura Luhur, en Uluwatu

Nuestra primer experiencia del día fue haber visto dos monos cerca de nuestro cuarto.  Resulta que ese día, mi esposo y yo nos levantamos primero que nuestras hijas y nos fuimos a sentar al jardín. Su servidora estaba medio dormida todavía, mientras que mi marido se puso a observar el mar.  - Ven rápido, me dijo, he visto a dos monos, en el techo de los otros cuartos. Y me levanto de volada para verlos. Resulta que eran un macho y una hembra y estaban en su época reproductiva. Al vernos, se separaron y el macho desapareció. - Mejor entramos, le dije a mi esposo, no vaya a ser que esté de mal humor y quiera visitarnos. Las niñas tuvieron la suerte de verlos unos minutos después, en el mismo tejado, a algunos metros de distancia. Así conocimos a quienes hacían ruido por nuestro techo.


Balineses preparando las ofrendas


En fin, después de esta experiencia, registrada en fotos, nos fuimos a desayunar. Nuestro tercer día de aventuras por Bali, estaba empezando.

El templo desde un acercamiento


El recorrido lo realizamos de la siguiente manera. Un día antes fuimos a la recepción a solicitar un taxi. Esto es una práctica común en Bali, pues con el tráfico que existe, no es muy recomendable manejar solos. Así es que estuvimos desde las diez de la mañana, hasta las dos de la tarde, visitando algunos sitios turísticos.

Balinesa con la típica ofrenda para los dioses.
¡Linda blusa! Toda una manualidad


Tuvimos suerte cuando llegamos a Uluwatu. Ese día se estaba celebrando una ceremonia tradicional. Nosotros no entramos al templo, pero hicimos un recorrido por los alrededores. Al llegar a la caseta de vigilancia, nos dieron unos cinturones de seda para que los usáramos. Creo que les gustó mucho nuestra vestimenta, pues no teníamos mucha piel descubierta. Todos vestíamos pantalones. Mis dos hijas y yo, pesqueros y unas blusas muy parecidas a las que usan las balinesas. Blancas, de algodón y de manga larga. Perfectas para el calor y para protejernos del sol de Bali.


Patio del templo

Con el visto bueno de los guardianes del templo, iniciamos un recorrido. Ya habíamos leído que en ese templo viven monos. La playa se mezcla con la selva. Por eso, decidimos hacerle caso a uno de los empleados y lo contratamos como guía. No nos encontramos con ningún mono. Por suerte. Era ya casi mediodía y los monos le huyen al calor, partiendo a la selva. Para los que quieran el contacto con ellos, les recomendamos que visiten el templo o muy temprano, o por la tarde, cuando regresan a sus casas. Pero precaución, se supone que los monos son amigos de lo ajeno y les encanta tomar tus anteojos, bolsas, joyas, en fin, todo aquello que llame la atención. Exactamente como los monos brasileños, los de la película de Blue.


Otra vista del templo

Fue maravilloso encontrarnos con este templo ubicado en un acantilado de la playa. El calor no estaba solo, no. Los cánticos de los feligreses, acompañaban a las olas del mar, cuando chocaban con la pared de la montaña. El agua turqueza del Océano Indico. Cuantas generaciones habían ido a rezar hasta este lugar. Tan mitológico como el templo de Tulum.


Hermosa la vista del Océano Indico

El templo de Pura Luhur, está dedicado al Dios del Mar. Desgraciadamente la naturaleza no está sola. Con la religión de Bali, han llegado las ofrendas. El hinduísmo balinés, consiste en darles ofrendas a sus dioses, y esto en forma de los mejores manjares que un balinés podría comer. Estas ofrendas, se colocan en cestas de mimbre, hechas a mano. Toda una artesanía. Y se les deja a los alrededores del templo. Esto es motivo para que algunos animales como los monos, vengan por ellas. Y por desgracia, la comida se descompone y acaba en basura.


En fin, son sus costumbres. Nosotros nos limitamos a admirar la belleza de este lugar. Uno de los más visitados en Bali. Por el guía descubrimos que existen alrededor de dos mil monos en el templo.


Siguiendo a nuestro guía. En estos arbustos
viven los monos

El Dios Elefante Ganesha, proteje el templo en el segundo patio. Este templo está en la península de Bukit, y está situado a cien metros sobre el nivel del mar. Los turistas no pueden entrar, pero sí caminar por los alrededores del mismo y observar la ceremonia desde lejos. Comprensible. Toda una experiencia observar estas tradiciones a lo lejos.

El Dios Ganesha

Bali tiene muchos parecidos con la cultura mexicana. El fervor religioso, la comida, la geografía. Para mí Bali es una mezcla entre Quintana Roo y Oaxaca.  Hasta existen peleas de gallos. ¡Increíble!, ¿no creen? En los siguientes Aterrizando les platicaré más sobre las mismas y sobre la continuación de nuestra excursión a Kuta y a la famosa playa de Jimbaran. Toda una experiencia haber comido pescado en este último lugar. Más fresco no podía haber sido. Directo del mar, al instante, casi.

Pura Luhur me recordó mucho a Tulum
Por lo pronto, les dejo estas fotos y los recuerdos de este tercer día. ¡Hasta la próxima! y ¡feliz fin de semana!