viernes, 26 de julio de 2013

Torre Gálata y Plaza Taksim: Ultimo día en Estambul

Pues el sábado 6 de julio nos estábamos despidiendo de nuestra visita por Estambul. En la tarde tomaríamos el avión que nos llevaría hasta los Emiratos Arabes Unidos, a la ciudad de Dubái.



La Torre Gálata, en el barrio Beyoğlu


Pero todavía teníamos la mañana hasta los dos de la tarde para disfrutar la visita de esta ciudad. Después de desayunar, nos fuimos con el taxi hasta el barrio de Beyoğlu, para visitar la Torre Gálata, un auténtico tesoro de los genoveses cuando vivían en el Imperio Otomano , que sirvió de torre de vigilancia de todos los barcos que entraban a la ciudad, y que ahora nos permite a los turistas de ver un panorama de Estambul.


Vista desde la Torre. Atrás se aprecia la región
de Sultanahmet


La torre cuenta con casi 63 metros de altura. Tiene un restaurante y una cafetería y un salón para celebrar eventos sociales. Llegamos muy temprano, bueno, antes de las diez de la mañana, no tan temprano y no había mucha gente. Las vistas fueron maravillosas, aunque en la cúspide de la misma, fue un desastre. Porque el pasillo para transitar es muy estrecho y no hay quién controle el paso. Pero fuera de esto, es una atracción totalmente recomendable para luego entrar a su cafetería para seguir disfrutando de la vista, siempre y cuando haya un huequito entre todos los turistas. Pero tomar un café ahí y hacer una pausa, es muy reconfortante.


Tiempo para un cafecito en la Torre



Al terminar la visita, nos dimos cuenta de que ya había fila para entrar. Y bueno, ya se empezaba a sentir el calorcito. Lo siguiente en el programa, era conocer una de las principales calles de Estambul, la Avenida Istiklal o istiklal Caddessi, en turco. Por suerte, estaba cerca de la torre y la caminata fue muy placentera.



Nos encontramos esta bandera turca por
nuestro camino hacia la Avenida
Istiklal


Esta calle tiene tres kilómetros de longitud y es la principal calle de tiendas. Existen las cadenas internacionales, pero también las nacionales, con moda casi hippie. Así es que vale la pena perderse un buen tiempo por aquí. Como teníamos prisa y además, el tiempo de compras vendría en Dubái, sólo buscamos un restaurant para comer antes de viajar al aeropuerto.

Necesito decir que mi esposo repartió muy bien las atracciones durante estos días en Estambul y así pudimos caminar desde la Torre Gálata, hasta esta calle. Nuestro siguiente punto era encontrar un restaurante. Por el momento no encontrábamos ninguno que tuviera mesas al aire libre. Aquellas mesas de los restaurantes que tenían sus ventanales abiertos, ya estaban ocupadas, así es que seguimos buscando.



Un oasis en medio de la ciudad:
Ikinci Bahar Restaurant en el
Cicek Pasaji


Y de pronto volteo a ver una callecita lateral y ahí estaba, un restaurante de comida típica con mesas afuera. El lugar era refrescante y casi éramos los únicos clientes. El restaurant se llama Ikinci  Bahar  y de verdad que se los recomiendo, porque tiene mesas al aire libre, en una galería abierta.Está en el pasillo entre dos edificios que le proporcionan sombra y al mediodía no le da el sol. Perfecto para refrescarse del solecito del mediodía.

Originalmente, este pasaje fue un mercado de flores. Ahora, este lugar lo conforman bares, restaurantes y cafeterías. Un bonito lugar para disfrutar el ambiente de Estambul. La comida estuvo muy buena. Y todavía más el aire fresco.



Por esta calle dizque peatonal transita también el tranvía


La verdad que no teníamos mucha hambre, por eso yo me quedé con la opción del humus. Las niñas comieron unos tortellini y mi esposo un alambre de cordero, exactamente como el día anterior. Claro, acompañó su platillo con la cervecita turca, llamada Efes, sí, ¡de verdad! Efes.

Seguimos caminando hasta la Plaza Taksim. Por esta calle peatonal, transitan tres millones de personas por día, además del tranvía.



3 millones de peatones transitan por la
Istiklal Cadessi


Al llegar al final de esta avenida, nos encontramos con un grupo de manifestantes que estaban llamando a concentrarse por la tarde en la Plaza Taksim. Me consta que invitaban a las personas a manifestarse en paz y estaban entregando boletines.

Llegamos a esta Plaza, e inmediatamente vimos los camiones con las mangueras que la Policía ha estado usando contra los manifestantes, quienes protestan por la construcción en el Parque Gezi, no muy lejos de la plaza, de un centro comercial, entre otras demandas.





Panecitos típicos. No tuvimos el gusto de
probarlos. En la siguiente visita


No nos quedamos mucho tiempo en la plaza. Buscamos un taxi para que nos llevara de regreso al hotel. Para esto, caminamos unos tres minutos hacía el otro lado, porque los taxistas que estaban más cerca no nos quisieron llevar. En fin, no fue nada peligrosa la caminata, pero sí se veía que los policías estaban preparados para disolver los disturbios.

Esta plaza significa en turco distribución. Aquí es dónde se repartía el agua entre sus habitantes. Ahora, lejos de esta actividad, es el punto de protesta de la nación turca.

Nos cambiamos nuestros atuendos y nos preparamos para subir al avión.  Pero antes, nos refrescamos un poco con un típico té turco. Un poco fuerte para mí. Por suerte lo sirven con otra tetera de agua caliente, para regular la intensidad del mismo. Después nos fuimos al aeropuerto con un transporte que proporciona el hotel. Era sábado, así es que por suerte el tráfico no era tan pesado.



Este es el Monumento a la República, en la
Plaza Taksim


Ya en el aeropuert,o tuvimos una larga espera en el control de pasaportes y después buscamos una mesa en un café para esperar a que se publicara nuestra puerta de embarque hacia Dubái.



El Centro Cultural de Atatürk en
la misma Plaza


Para matar el tiempo, compramos dos minihelados del carrito típico turco. Estos se llaman Dondurma. El muchacho amasaba el helado con una cuchara enorme en el barril de nieve. Claro, vestido con traje típico. Tiene otro tipo de consistencia, pero nos gustó mucho. Es como un helado elástico. Finalmente, abordamos la nave de Turkish Airlines, muy felices de haber conocido esta ciudad que no estaba planeada, pero gracias a la ruta de la aerolínea turca, pudo cruzarse en nuestro camino.



Hora del té turco en el Swissötel


Estambul vale mucho la pena para conocer sus tesoros bizantinos y otomanos, y para conocer esa población que se mueve en la época moderna, dejando un poco atrás los pilares de la religión. Me atrevería a decirlo.

Les agradezco su lectura y les deseo un bonito fin de semana. En el próximo Aterrizando les platicaré de nuestra quinta visita a los Emiratos Arabes Unidos. ¡Hasta pronto!






miércoles, 24 de julio de 2013

En el Palacio del Sultán: Estambul

Pues bien, era el sábado 29 de julio y todavía nos faltaba visitar algunas atracciones de Estambul antes de regresar al hotel.


La entrada al Palacio Topkapi

El siguiente punto fue la visita en el sector de Saray Burnu, del Castillo Topkapi. Un verdadero palacio musulmán. No caminamos mucho, pues esta atración esta a pocos minutos de la Mezquita Azul y de la Iglesia Santa Sofía.

Compramos nuestros boletos de entrada y nos sumergimos en el mundo enigmático del Topkapi Sarayi, en turco. Nos impresionó su entrada. Una puerta que todavía alberga muchos tesoros turcos, como las armas de guerra del imperio otomano y los enigmas del harén del sultán.



Hermosa la cúpula de su Sala de Armas


Iniciamos el recorrido por sus patios, con todos los turistas. Se recomienda llevar los hombros cubiertos y de preferencia no ir en pantalones cortos, claro, en el caso de las mujeres. Vi varias mujeres que tenían un rebozo rosa, mismo que les era proporcionado a la entrada de los aposentos. Incluso, me tocó ver cuando un guardia no dejaba entrar a una mujer porque llevaba shorts. Algunas jóvenes llevaban el rebozo en forma de pareo, para cubrir sus piernas.

Y aquí vivieron los sultanes con sus súbditos, enucos blancos y africanos, y claro, sus familias, compuestas de sus esposas, concubinas y de sus hijos. El harén del Topkapi se cobra en un boleto aparte. Nosotros lo compramos para mirar desde adentro los aposentos femeninos y familiares.


Fuente en el Tercer patio, en el Pabellón
de las Circuncisiones



Lo que más me gustó del harén, fue su salón de fruta. Se le llama así porque sus paredes están compuestas de mosaicos con grabados de diferentes frutas. Aquí pudimos ver fuentes dentro de sus habitaciones, como en el resto del palacio.

Como todo palacio, éste también está situado sobre lo alto. Así se defendieron los turcos de sus agresores en el pasado. Pero en la actualidad, el visitante tiene dos miradores en los que se puede apreciar muy bien la ciudad y el Bósforo, el río que atraviesa dos continentes, el europeo y el asiático.



Uno de sus dos miradores en donde se observa
la Torre Gálata



El Topkapi tiene una especie de fuente o piscina muy especial, en el Tercer Patio, en el Pabellón de las Circunciciones. Esto fue uno de los encantos personales que le encontré a esta atracción. Cerca de ahí está el primer mirador, en dónde el turista puede ver otra atracción turística que es la Torre Gálata.


Ayran, una bebida muy refrescante, hecha
 a base de jogurt



Caminamos por sus patios y nos encontramos con un lugar especial en el jardín. Ahí nos encontramos un trono hecho de cemento en dónde el sultán observaba los juegos de sus pajes durante el verano. Llegamos a la cafetería y ahí encontramos un hermoso mirador del Bósforo. Aprovechamos para tomar una bebida turca llamada Ayran, de consistencia lechosa y nos encantó. Es muy refrescante y es perfecta para un día caluroso.



Vista desde el restaurante del Topkapi


Continuamos la visita después de la pausa y fuimos a ver la parte del palacio dedicada al harén.

La visita estaba terminando y dejamos el Palacio Topkapi para dirigirnos a la ciudad y de ahí tomar un barco que nos llevaría por el Bósforo hasta la región del hotel.



Deliciosos los dulces  en Baklavaci Said



En el camino vivimos una tarde turca y vivimos de cerca las llamadas de los vendedores para que visitaramos sus tiendas. No lo hicimos, solamente entramos a comprar tres dulces en una tienda de un vendedor que hablaba español. Probamos la especialidad llamada kadayif, hecha a base de unos fideos dulces, rellena de nueces, y claro cubierta de miel . El nombre de la tienda es Baklavaci Said. Estuvieron deliciosos. También probamos los famosos lokum, que son dulces hechos a base de gelatina. La dirección es Hüdavendigar 40.  Seguimos caminando hasta la estación de ferrys que está sobre la avenida Kennedy y esperamos nuestro barco rumbo al área  del Swissôtel llamada Besiktas.


Tuvimos una vista maravillosa de la ciudad y del Bósforo. No había muchos pasajeros en este barco, en comparación de otros que iban repletos de pasajeros.


Con el barco de regreso al hotel


Después, para ganarnos la cena, caminamos unos veinticinco minutos hasta el hotel. Fue nuestro ejercicio final del día, después de un día completo de caminata, porque el hotel estaba también en una cima.


Llegamos al cuarto, nos bañamos y nos arreglamos para cenar en la terraza del hotel. El restaurant se llama Gaja. De ahí tuvimos una excelente vista de la ciudad y del Bósforo. La comida la ordenamos viendo en el menú que cada quien tenía en un Ipad que nos proporcionó el mesero del restaurant. ¡Muy modernos!

Vista desde nuestra mesa. El primer edificio es
la Mezquita de Dolmabahçe.
 Atrás se ve la región de Sultanahmet


Disfrutamos cenar al aire libre, con una bonita y agradable temperatura veraniega y las niñas estuvieron felices. Antes de irnos, subimos a una siguiente terraza, donde está el bar y de ahí hicimos las últimas fotos del día, el Estambul de noche.



El menú visto desde la tableta Ipad


Terminó el día con la buena noticia de que mañana tendríamos un medio día para ver lo que nos había faltado de Estambul. ¡Buenas noches, ciudad de los Palacios! Y a ustedes gracias por leerme. En mi siguiente Aterrizando les contaré la visita a la Torre Gálata y a la Plaza Taksim, lugar que ha sido testigo de las protestas del pueblo turco.


¡Buenas noches Estambul


¡Gracias por leerme!

lunes, 22 de julio de 2013

Entre dos continentes: Estambul



Vista desde el cuarto del Swissôtel.
Al fondo se ve el Puente Bósforo que une Asia y Europa.
En el río Bósforo o Estrecho de Estambul


¡Hola! Regreso con ustedes para platicarles sobre un viaje espectacular, a pesar de que estuve un poco temerosa de hacerlo. Estambul. El ombligo entre Europa y Asia.

Resulta que mi esposo reservó este viaje de vacaciones de verano, como una pausa antes de viajar hacia Dubái. El vuelo salía desde Basilea, Suiza, ciudad en la cual habitamos y la verdad es que se veía muy cómodo e interesante, porque Estambul es una metropolí llena de historia universal.

Y bueno, para no hacerlo largo, unas tres semanas antes de nuestro viaje, empezó a ver muchas protestas en Estambul y otras ciudades turcas. Y la verdad, lo entiendo completamente. Las protestas iniciaron por un proyecto de renovación. El gobierno planeaba hacer un centro comercial en lo que ahora es un parque. El Parque Gezi.

Viajamos con Turkish Airlines desde Basilea.
El destino final fue Dubái


Esta fue la razón de protesta que desencadeno con las protestas del pueblo turco contra el Primer Ministro del país Tayyip Erdôgan. El pueblo protestaba porque este ministro quiere establecer un número obligatorio de hijos en las familias turcas, tres. Quiere prohibir el consumo de alcohol, y entre otras cosas, prohibir las cesáresas. Obviamente el pueblo turco es famoso, por su mentalidad abierta y moderna en el siglo en el que vivimos. A raíz de esto, las protestas no se hicieron esperar en la Plaza Taksim.

Dos semanas antes de nuestro viaje las protestas habían cesado. Durante nuestra visita no hubo protestas y pudimos ver muy bien la ciudad, en especial las maravillas arquitectónicas de Estambul. Ahora mismo se las presentó.


La Mezquita Azul

Llegamos el jueves 4 de julio por la tarde al Swissôtel. Esa tarde no hicimos mucho. Nos sentamos en su terraza y cenamos con un bonito clima de verano. A la mañana siguiente, empezaría nuestra aventura por la vieja ciudad de Estambul. Esto en la región de Sarayburnu. 



Impresionante mezquita con seis alminares o minaretes


Y así lo hicimos. Después de desayunar, viajamos con el taxi hasta dos de las principales atracciones: la Mezquita Azul y la Iglesia de Santa Sofía. Estas dos obras arquitectónicas están situadas una frente a la otra, separadas por un hermoso jardín y fuente.

A la Mezquita azul no pudimos entrar, porque en ese momento se estaba llevando a cabo una celebración religiosa. Sólo llegamos a su patio. Pero el resto del tiempo lo dedicamos a la visita de la Iglesia Santa Sofia y al Palacio Topkapi. El cual se encuentra en la misma región, llamada Sultanahmet.



El patio de la Mezquita Azul


La Mezquita Azul tiene un estilo arquitectónico otomano, cien por cierto. Fue construida en lo que antes era el Gran Palacio de Constantinopla por obra del Sultán Ahmed.

El siguiente punto en la excursión era la Iglesia de Santa Sofía. El sol picaba, pero teníamos nuestros sombreros. No eramos los únicos turistas. Y así fue como seguimos el caminito hasta la fila para entrar a lo que ahora es un museo.


Imrpesionante la Iglesia de Santa Sofía


Un museo que empezó como iglesia cristiana, antes de que los turcos otomanos llegaran a Constantinopla. De ahí los cuadros de vírgenes y santos en sus muros. Después de ser iglesia cristiana, se convirtió en mezquita. Ahora funciona como museo y es una de las principales atracciones turísticas de Estambul.

Maravillosa su cúpula


La verdad que quita el aliento entrar a su interior y observar esos muros cubiertos de reliquias religiosas y la cúpula que la engalana. Aunque hay trabajos de remodelación, la enigmática atmósfera no se pierde. Y bueno, en el sol del mediodía, este museo es el lugar perfecto para disfrutar la frescura de la sombra.

La Iglesia Santa Sofía o Hagia Sophia, del griego que significa Santa Sabiduría, es en primer lugar una iglesia bizantina. Al segundo piso se accede por una especie de escalera caracol, pero sin escalones. Ahí pudimos observar algunos retratos, como el de la Virgen María con Jesús y los arcángeles Gabriel y San Miguel.


La Vírgen María con Jesús, acompañados de
San Gabriel y Sa Miguel


Definitivamente un aspecto que me gustó de esta iglesia, fue la iluminación. Y pesar de el paso de los turistas, el visitante se pierde entre la historia. Los pisos de mármol muestran los vestigios del tiempo. En la planta baja se puede admirar el lugar en dónde se coronaba a los reyes y principes.


El lugar  en donde se coronaba a los reyes


Al terminar el recorrido, el visitante puede observar los vestigios que la acreditan como iglesia cristiana. Unas ruinas, antes de su transformación como mezquita.



Vista desde su galería


Seguimos hacia un punto muy especial. La Cisterna, pero antes, nos fuimos a comprar algunos recuerditos. Dos playeras con la Igiesia de Santa Sofía, que las niñas tenían que colorear.

Definitivamente, este museo turco, me recordó un poco el tema del sincretismo en México, cuando las iglesias católcias se construyeron sobre los templos indígenas.



La Cisterna Basílica y las cabezas de medusa al revés


La enigmática Cisterna Basílica


Caminamos al siguiente punto del recorrido llamado en turco yerebatan sarayi, el palacio sumergido, o la Cisterna Basílica. Un monumento subterráneo construido también en la época del bizancio por Constantino el Grande, y terminada por Justiniano. Es una de las 60 cisternas subterráneas que abastecían de agua a la antigua Constantinopla.

Como dato curioso, el holandés Gyllus, la redescubrió en el siglo XIX porque escuchó leyendas de los habitantes de Estambul de cómo la gente iba por agua a este lugar. En el año 1987 quedó lista para el acceso a los turistas.


Una de las dos cabezas de Medusa. 


Lo impresionante en esta cisterna, que continúa almacenando agua, es la presencia de dos cabezas romanas de la figura mítica medusa. Traídas desde roma, están colocadas al revés para evitar la maldición de que aquél que las mire se convierta en piedra. ¡Una muy buena solución para este mal! ¿Verdad?


Nosotros caminamos sigilosos entre sus caminitos. Las niñas se maravillaron con los pececitos que había en sus aguas y nosotros nos perdimos en la magia que nos estaba conquistando en esta ciudad moderna.



Humus, un puré a base de garbanzos.
Muy refrescante para el calor


Después de hacer una pausa para comer pizza, para las niñas, un alambre de carne de cordero para mi esposo, y humus, para mí, continuamos para visitar el Palacio Topkapi. Pero esto se los voy a contar en mi próximo Aterrizando.  Les deseo un muy bonito inicio de semana y nos leemos pronto. ¡En esta semana! ¡Se los prometo!


miércoles, 3 de julio de 2013

París de Louvre

¡Hola! Hoy retomo este Aterrizando para platicarles sobre la visita de fin de semana a París, la ciudad de la luz o del amor, casi iniciando las vacaciones escolares. Un viaje para celebrar el cumpleaños de mi hija y el mío.




Primer encuentro de la Torre Eiffel en este viaje



Dejamos Basilea, Suiza, la mediodía del 28 de junio. Recogimos a nuestras hijas de la escuela, y nos fuimos directamente al aeropuerto. El vuelo sería a las dos de la tarde. Una vez que documentamos nuestros boletos, nos sentamos a comernos nuestro tentenpié, unas banderillas que había hecho durante la mañana.  Salimos sin retrasos, por suerte, porque nadie sabe con Air France.




Visitando la Catedral de Nuestra Señora



Y Aterrizamos. Tomamos un taxi hasta la ciudad. Era viernes por la tarde, y ya podrán imaginar el tráfico vespertino de fin de semana. Normalemente son 50 minutos desde el aeropuerto, pero esta vez hicimos como una hora y veinte minutos para llegar al Hotel L´ Empire, ubicado en la Rue de l'Arbre Sec. a una calle del Museo Louvre.


Dejamos las maletas y nos fuimos a caminar un poco por la ciudad. Ya eran las seis de la tarde. Ese día, celebrabamos el cumpleaños de nuestra segunda hija, sus siete añitos.



Lo que aprendieron a decir nuestras hijas:
Jus de pomme


Lo primero que hicimos fue caminar por el río Sena, a lo lejos vimos la Torre Eiffel, la cual visitaríamos al día siguiente. El clima estaba fresco, pero sin lluvia, totalmente como lo habían pronosticado en la página de wetter.com.

Hicimos una visita a la Catedral de Nuestra Señora de París, antes de cenar. Nos gustó verla totalmente renovada. Había unas tarimas que nos servían a los turistas para tomarnos fotos frente a la Iglesia.

Caminamos por la región de Saint Germain, y llegamos hasta el restaurant le Twickenham, una brasería típica. Nos deleitamos con el corte de carne conocido como Filet de Bouef. Eso en mi opinión, es una especialidad de un bistro parisino y digno de recomendar. Además, la mesera nos habló en francés con mucha paciencia, así pude aprender nuevas palabras, como el término medio de la carne, á point. 




En el Centro Pompideu


Regresamos caminando al Hotel, pero antes pasamos por el Centre Pompidou. La gente disfrutaba su viernes por la noche. Me llamó mucho la atención, ver como dos ladrones eran conducidos por la policía esposados, mientras estábamos en un cajero automático. Cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, acompañaban al grupo. Nos dimos cuenta que en París, los carteristas son muy comunes. Pero me sorprende que entre tanta gente, sean capturados, lo cual habla bien de la policía parisina. Al día siguiente volví a ver un caso así, pero protagonizado por una mujer. La llevaban en la patrulla a la Gerdamería de París.

En fin, después de este triste episodio fuimos a descansar al hotel, pero antes pudimos ver nuevos trabajos de embellecimiento, me refiero a la construcción de una nueva estación del Metro Les Halles. Es una remodelación que incluirá tiendas y otras atracciones.



El Museo Louvre, impresionante
para toda la eternidad



Dormimos y nos preparamos para empezar el siguiente día en el Museo Louvre. Estaba muy emocionada de visitarlo por primera vez con nuestras hijas. Nosotros ya lo conocíamos, pero una visita al Louvre, siempre es emocionante.  Así que bonne nuit Paris!  ¡Hasta mañana!



Pasando medio día en el Louvre


Y como siempre, tengo que agradecerle a mi esposo su trabajo de planeación en los viajes. Esta vez, escogió un hotel que estaba a tres minutos del Museo Louvre. Para evitar una larga espera en la fila del museo, planeamos llegar temprano el sábado por la mañana. Y así fue, llegamos a las 9:15 a la entrada del mismo. Con 15 minutos de retraso, porque abren a las 9:00 de la mañana. Una vez adentro, dos horas después, nos dimos cuenta de la tremenda fila que enmarcaba la plaza del museo.



La Victoria de Samotracia



Fue increíble ver la Pirámide, mandada construir por el presidente Francois Mitterrand. Este edificio, es esplendoroso e increíble. Tanta historia en sus muros. Lo primero que visitamos fue la Sala  Denon, donde está La Gioconda. La Victoria de Samotracia, fue la primera obra que nos recibió. Obviamente la pregunta de nuestras hijas fue: ¿por qué no tiene cabeza?

Continuamos nuestro recorrido por el Louvre. Vimos la Venus de Milo y la famosa estatua del escriba. La Gioconda, por supuesto. También la estatua de Ramsés II y los fosos del Louvre, pero lo que nos emocionó ver, fueron las habitaciones de Napoleón. Increíble la belleza de los muebles y cándiles. Especialmente nos encantó su comedor para dar cabida a todo un ejército, bueno, a sus generales. El cuadro de J.L. David, la coronación del emperador, es uno de mis favoritos.


Las bodas de Caná


Las bodas de Canán es también un estupendo cuadro. Este se encuentra frente a la Mona Lisa. Llegamos a la sala Sully y ahí admiramos el cuadro de la Encajera, que resultó ser muy pequeño. Nos lo imaginamos un poco más grande. En esta misma sala, está la pintura la Vírgen del Canciller y otra polémica, el retrato de Gabrielle d´Estrées y de su hermana. 


El tiempo de la visita terminó, y mi recuerdo del Louvre, era lo que venía, las tiendas en vestíbulo. Ahora con nuestras hijas, la prioridad era la librería para niños, en dónde encontramos un libro para cada una. Después, entramos en una tienda de diseño y ahí encontramos otro producto para ellas. Un mantelito que podía colorearse, con las principales atracciones turísticas de la ciudad. Con la ventaja de que puede lavarse e iniciar de nuevo con su coloreo.




Insuperable y misteriosa, la Gioconda



Regresamos a la ciudad y cerca de nuestro hotel, encontramos otra brasería para comer una ensalada. El bistro se llama la Taverne de l'arbre sec. Nos dio gusto escuchar sólo francés. El mesero nos habló lento y le entendimos bien. Así también se aprende, bueno lo digo por mí, porque mi esposo habla francés.

El Louvre no era lo único que teníamos cerca del hotel, las tiendas, estaban ahí de tentación. Pero no, nuestro siguiente punto a recorrer era la Torre Eiffel, así es que después de una minipausa en el hotel, viajamos en Metro hasta la estación del mismo nombre.



El Comedor de Napoléon


Ese fue el momento de hacerle miles de fotos a este monumento tan especial. No teníamos planeado entrar a la torre, porque ya lo habíamos hecho en noviembre del 2011, cuando celebramos un aniversario de casados, el número 14. Además, este año había una huelga de los operadores que atendían los elevadores de la torre.



La Taverne de l ´arbre sec, estaba en la calle del hotel


Caminamos por la avenida Kleber hasta el Arco del Triunfo. Compramos los boletos para subir caminando hasta el mirador del edificio y poder ver la ciudad desde las alturas. Y así fue, pero antes, tomamos un refrigerio en uno de los restaurantes que están en los Campos Elíseos, Salon le Cristal.



La Torre desde Trocadero


Tuvimos unas lindas vistas de toda la ciudad. El Sagrado Corazón, la Torre Eiffel, La Plaza de la Concordia y claro, los Campos Elíseos.  

Era tiempo de continuar y el siguiente punto en nuestro recorrido fue caminar hasta el Obelisco. Lo que vino después fue el Parque de Les Tuileries, mejor dicho, le Jardin des Tuileries. Ahí descansamos en su lago para seguir el paseo hasta la Plaza del Carrusel, a unos metros del Museo de Louvre.

La hora de la cena estaba por apróximarse, así es que buscamos otra brasería. No teníamos ninguna en mente, pero quisimos una típica, una poco alejada del área turística. Y la encontramos, con la mejor de las suertes en este viaje a París. 



El Arco del Triunfo


Nos dieron una mesa en le Petit Mâchon. Esta vez el mesero nos habló en inglés, pero nosotros probamos con nuestro insípido francés, bueno, al menos su servidora.  Aquí no había nada para niños, pues hay que recordar que los niños franceses aprenden a disfrutar de la buena comida de sus padres. Así es que el mesero nos recomendó para nuestras querubinas, una portata. Unas bolsitas de pasta crujiente sobre puré de papá. ¿Saben una cosa? A veces no es nada malo hacerle caso al mesero y aceptar su recomendación.




El Sagrado Corazón desde el mirador del Arco del Triunfo



Esta bolsita de pasta crujiente, tenía en su interior una mezcla de carne de pollo y ternera, pero no sólo eso, sino el recuerdo culinario de un tamal de dulce estilo mexicano. Me remonté a mi país. Mi hija la mayor, comió toda su mitad. Nuestra hija menor, probó la mitad de su plato, por lo cual mi esposo y yo pudimos saborear esta muestra de la cocina francesa. ¡Esa salsa del puré de papa! Me declaro amante de la cocina francesa en lo que se refiere a lo salado. Sus panes de chocolate también me gustan, pero sus platillos son deliciosos. ¡Ese sazón!

Mi esposo probó una carne de ternera y yo, lo mismo que la noche anterior, Filet de Bouef. Deliciosa, término medio, â point. ¿Y el postre? Nada, imposible. Mi esposo probó de entrada el fois gras, como en la brasería de anoche.




Esta portata fue la estrella de la noche



La cena terminó y nuestro día en París también. Nos quedaba medio día para disfrutar un poco más de la ciudad. ¡Hasta mañana!



Conociendo la Bastilla y un lugar secreto para los turistas

El domingo lo iniciamos empacando porque el taxi nos recogería al cuarto a las dos, para llevarnos al aeropuerto, así es que tendríamos un poco de tiempo para esta visita.




Glorificada por el sol: la Bastilla


Desayunamos y nos encontramos con la sorpresa, de que las tiendas estaban abiertas. Bajo esta circunstancia, de comprar en domingo, en París, cuando normalemente todo está cerrado, era perdonable robarle unos minutos a nuestra caminata por la ciudad. Ese fin de semana iniciaban las rebajas de verano, así es que por eso la excepción de encontrar las tiendas abiertas en pleno domingo.

Luego tomamos el Metro desde la estación Louvre Rivoli hasta la estación La Bastille. Después de explicarles un poco a las niñas sobre este monumento histórico, caminamos hasta el Place de Vosges, Plaza de los Vosgos, uno de los lugares más secretos para los turistas. 




Un secreto oculto a los turistas: La Plaza de Vosges


Este lugar, fue una residencia imperial, pero ahora está constituído por viviendas. En el centro hay un parque. Ahí nos mezclamos entre los parisinos que disfrutaban de su domingo. Niños jugando, otros comiendo estilo picnic, en fin, era domingo. Es un lugar que ningún turista se puede perder, porque ahí se puede encontrar la verdadera alma parisina. 


Desde el bistro se aprecia la
Torre de Saint-Jacques


Caminamos por la Rue de Rivoli buscando otra brasería para comer una ensalada antes de irnos al aeropuerto. Antes visitamos la chocolatería Maison Larnicol y compramos seis caramelos. Sí, sólo seis caramelitos. Seguimos caminando por por una callecita paralela a la Rivoli y llegamos a la Rue de Lombards. Nos sentamos afuera del Bistrot Auvergnat. Nos apuramos para comer y regresamos hasta el Hotel L'Empire y el taxista ya nos estaba esperando. La visita se había acabado, pero estábamos muy contentos porque el objetivo principal de la misma se había cumplido, la visita al Louvre.



La casa Larnicol: el visitante se debate entre caramelos,
 chocolates y pan de dulce



Regresamos a Basilea sin retraso, y esto es todo un milagro, considerando las huelgas que Air France suele tener normalmente. ¡Hasta pronto, París!

Les deseo un bonito verano y hasta el siguiente Aterrizando. ¡Gracias por leerme!