viernes, 26 de julio de 2013

Torre Gálata y Plaza Taksim: Ultimo día en Estambul

Pues el sábado 6 de julio nos estábamos despidiendo de nuestra visita por Estambul. En la tarde tomaríamos el avión que nos llevaría hasta los Emiratos Arabes Unidos, a la ciudad de Dubái.



La Torre Gálata, en el barrio Beyoğlu


Pero todavía teníamos la mañana hasta los dos de la tarde para disfrutar la visita de esta ciudad. Después de desayunar, nos fuimos con el taxi hasta el barrio de Beyoğlu, para visitar la Torre Gálata, un auténtico tesoro de los genoveses cuando vivían en el Imperio Otomano , que sirvió de torre de vigilancia de todos los barcos que entraban a la ciudad, y que ahora nos permite a los turistas de ver un panorama de Estambul.


Vista desde la Torre. Atrás se aprecia la región
de Sultanahmet


La torre cuenta con casi 63 metros de altura. Tiene un restaurante y una cafetería y un salón para celebrar eventos sociales. Llegamos muy temprano, bueno, antes de las diez de la mañana, no tan temprano y no había mucha gente. Las vistas fueron maravillosas, aunque en la cúspide de la misma, fue un desastre. Porque el pasillo para transitar es muy estrecho y no hay quién controle el paso. Pero fuera de esto, es una atracción totalmente recomendable para luego entrar a su cafetería para seguir disfrutando de la vista, siempre y cuando haya un huequito entre todos los turistas. Pero tomar un café ahí y hacer una pausa, es muy reconfortante.


Tiempo para un cafecito en la Torre



Al terminar la visita, nos dimos cuenta de que ya había fila para entrar. Y bueno, ya se empezaba a sentir el calorcito. Lo siguiente en el programa, era conocer una de las principales calles de Estambul, la Avenida Istiklal o istiklal Caddessi, en turco. Por suerte, estaba cerca de la torre y la caminata fue muy placentera.



Nos encontramos esta bandera turca por
nuestro camino hacia la Avenida
Istiklal


Esta calle tiene tres kilómetros de longitud y es la principal calle de tiendas. Existen las cadenas internacionales, pero también las nacionales, con moda casi hippie. Así es que vale la pena perderse un buen tiempo por aquí. Como teníamos prisa y además, el tiempo de compras vendría en Dubái, sólo buscamos un restaurant para comer antes de viajar al aeropuerto.

Necesito decir que mi esposo repartió muy bien las atracciones durante estos días en Estambul y así pudimos caminar desde la Torre Gálata, hasta esta calle. Nuestro siguiente punto era encontrar un restaurante. Por el momento no encontrábamos ninguno que tuviera mesas al aire libre. Aquellas mesas de los restaurantes que tenían sus ventanales abiertos, ya estaban ocupadas, así es que seguimos buscando.



Un oasis en medio de la ciudad:
Ikinci Bahar Restaurant en el
Cicek Pasaji


Y de pronto volteo a ver una callecita lateral y ahí estaba, un restaurante de comida típica con mesas afuera. El lugar era refrescante y casi éramos los únicos clientes. El restaurant se llama Ikinci  Bahar  y de verdad que se los recomiendo, porque tiene mesas al aire libre, en una galería abierta.Está en el pasillo entre dos edificios que le proporcionan sombra y al mediodía no le da el sol. Perfecto para refrescarse del solecito del mediodía.

Originalmente, este pasaje fue un mercado de flores. Ahora, este lugar lo conforman bares, restaurantes y cafeterías. Un bonito lugar para disfrutar el ambiente de Estambul. La comida estuvo muy buena. Y todavía más el aire fresco.



Por esta calle dizque peatonal transita también el tranvía


La verdad que no teníamos mucha hambre, por eso yo me quedé con la opción del humus. Las niñas comieron unos tortellini y mi esposo un alambre de cordero, exactamente como el día anterior. Claro, acompañó su platillo con la cervecita turca, llamada Efes, sí, ¡de verdad! Efes.

Seguimos caminando hasta la Plaza Taksim. Por esta calle peatonal, transitan tres millones de personas por día, además del tranvía.



3 millones de peatones transitan por la
Istiklal Cadessi


Al llegar al final de esta avenida, nos encontramos con un grupo de manifestantes que estaban llamando a concentrarse por la tarde en la Plaza Taksim. Me consta que invitaban a las personas a manifestarse en paz y estaban entregando boletines.

Llegamos a esta Plaza, e inmediatamente vimos los camiones con las mangueras que la Policía ha estado usando contra los manifestantes, quienes protestan por la construcción en el Parque Gezi, no muy lejos de la plaza, de un centro comercial, entre otras demandas.





Panecitos típicos. No tuvimos el gusto de
probarlos. En la siguiente visita


No nos quedamos mucho tiempo en la plaza. Buscamos un taxi para que nos llevara de regreso al hotel. Para esto, caminamos unos tres minutos hacía el otro lado, porque los taxistas que estaban más cerca no nos quisieron llevar. En fin, no fue nada peligrosa la caminata, pero sí se veía que los policías estaban preparados para disolver los disturbios.

Esta plaza significa en turco distribución. Aquí es dónde se repartía el agua entre sus habitantes. Ahora, lejos de esta actividad, es el punto de protesta de la nación turca.

Nos cambiamos nuestros atuendos y nos preparamos para subir al avión.  Pero antes, nos refrescamos un poco con un típico té turco. Un poco fuerte para mí. Por suerte lo sirven con otra tetera de agua caliente, para regular la intensidad del mismo. Después nos fuimos al aeropuerto con un transporte que proporciona el hotel. Era sábado, así es que por suerte el tráfico no era tan pesado.



Este es el Monumento a la República, en la
Plaza Taksim


Ya en el aeropuert,o tuvimos una larga espera en el control de pasaportes y después buscamos una mesa en un café para esperar a que se publicara nuestra puerta de embarque hacia Dubái.



El Centro Cultural de Atatürk en
la misma Plaza


Para matar el tiempo, compramos dos minihelados del carrito típico turco. Estos se llaman Dondurma. El muchacho amasaba el helado con una cuchara enorme en el barril de nieve. Claro, vestido con traje típico. Tiene otro tipo de consistencia, pero nos gustó mucho. Es como un helado elástico. Finalmente, abordamos la nave de Turkish Airlines, muy felices de haber conocido esta ciudad que no estaba planeada, pero gracias a la ruta de la aerolínea turca, pudo cruzarse en nuestro camino.



Hora del té turco en el Swissötel


Estambul vale mucho la pena para conocer sus tesoros bizantinos y otomanos, y para conocer esa población que se mueve en la época moderna, dejando un poco atrás los pilares de la religión. Me atrevería a decirlo.

Les agradezco su lectura y les deseo un bonito fin de semana. En el próximo Aterrizando les platicaré de nuestra quinta visita a los Emiratos Arabes Unidos. ¡Hasta pronto!






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