viernes, 20 de abril de 2012

Bali, entre playas y espíritus

Nos dejamos dar la bienvenida 

Despegamos de Singapur. Desde el avión veíamos las muestras arquitectónicas de esta avanzada ciudad asiática. Tremendos colosos que aún y en la distancia no se veían como miniaturas. Ahora, el destino sería muy distinto. Indonesia, también en el continente asiático, pero muy distinta de ser un tigre de Asia.

Estábamos volando con Air Asia, algo así como la aerolínea Easy Jet en Europa. Desde que abordamos el avión, nos envolvió la generosidad asiática. Uno de los asistentes del vuelo, nos recibió con una sonrisa y sus manos juntas en el pecho, en señal de bienvenida. Definitivamente, esta actitud contagia positividad.



Los dioses están en todos lados, hasta en el aeropuerto

Ya estábamos cerquita de Denpasar, una de las ciudades importantes en Indonesia. Hicimos apróximadamente una hora y cuarenta y cinco minutos de vuelo. Habíamos oído hablar tanto de Bali. Antes de hacer el viaje, leímos dos guías turísitas sobre el país. Una cultura muy interesante, dónde los espíritus tienen la palabra. Y hasta encontramos algunas similitudes con la cultura mexicana. De verdad.

Pero antes de platicarles esas características, no puedo evadir el libro de Eat Pray and Love, de la escritora americana Elizabeth Gilbert y dejar de mencionarlo como inspiración para esta visita. Aunque hace un par de años, quisimos ir mi esposo y yo a Bali. En aquél entonces, la fascinación por visitar el Oceáno Indico, le ganó la batalla al paraíso de Indonesia. Visitamos la Isla de Mauricio. Bali quedaba para otro momento, hasta que finalmente llegó este año.



Los atentados y la novela reevindicadora

El gusanito de visitar Bali no murió del todo aún y cuando el fantasma de la violencia no se apartaba de mi sensatez. Indonesia ha sido víctima de atentados. En el 2002, 2005 y 2009. Los dos primeros, en Bali y el último en Jakarta, en dos hoteles de lujo de la ciudad.
El primer atentado fue en Kuta,  dónde se concentra la población turística de la isla. Ahí murieron 200 personas, entre turistas y balineses. El blanco fue una discoteca. El del 2005 fue en un restaurant. El grupo Jemaah Islamiya, se hizo responsable de los mismos y se le vinculó con Al Qaeda.

Una amiga alemana me contaba en alguna ocasión sobre su viaje a Bali. La isla le fascinó y la visita la  realizó con su hijito. También visitó amigos en la región. Le encantó la cultura y la naturaleza. Su opinión me ayudó a querer viajar a este destino, porque me dijo que se había sentido muy segura. Pero fue la obra de Gilbert, la verdadera motivación para visitar este destino paradisiaco.

Come, reza y ama, es más que una novela sobre la superación personal y la búsqueda del yo interno. Es el encuentro entre las culturas. Amor y amistad nos unen sin importar nuestra nacionalidad. El amor y el cariño al prójimo logran vencer las barreras geográficas y culturales. Y claro, es una hermosa historia de amor, entre una americana y un brasileño, sin olvidarnos de otras dos culturas, la hindú y la italiana.

En la novela descubrimos un poco de esa cultura indonesia, de cómo los dioses y espíritus dominan a sus pobladores. En los siguientes Aterrizando les hablaré de los mismos.


Y llegamos a Denpasar 

Bali tiene fama de un lento servicio de aduana. Por eso contratamos un servicio del hotel al que llegaríamos. Un empleado nos ayudó con nuestros pasaportes. Mientras esperábamos nuestros permisos, pudimos ver que en el centro del edificio, se encontraba un altar típico. Afuera, se notaba a leguas que el sol picaba. ¡Bienvenidos al calor!



Algunas motocicletas



Necesito decir que aunque el flujo de turistas en Bali es significativo, el servicio en el control de pasaportes se me hizo rápido. Nada qué ver con el trámite de pasaportes en los Emiratos Arabes Unidos o en los Estados Unidos.


¡Y algunas más!

Una vez afuera del aeropuerto, nos impactó conocer el principal medio de transporte en Bali: la motocicleta. Es impresionante que en lugar de autos estacionados, se vean estos vehículos al por mayor. Es el mejor medio de transporte en Bali. Y no la bicicleta, como veíamos a Julia Roberts en la película, aunque ella estuvo en el interior de la isla, bueno, la protagonista y autora de la novela, Gilbert.


Una tiendita típica en el camino a Ungasan

Recogimos nuestras maletas y un empleado del Hotel Banyan Tree nos llevó en su vehículo. Al principio, no sabía a dónde mirar. Todo era interesantísimo. Tiendas, niños saliendo de la escuela, vendedores de comida, había de todo en la calle. Y ahí mismo estaba la vida de la isla, a la orilla de la carretera. Entre el asfalto y la tierra, Bali se desarrolla. Y no puedo dejar de mencionar los altares a los espíritus. En cada casa o tienda, hay uno.  Y hasta los árboles se llenan de decoración, porque los balineses los decoran con telas.

Era pleno mediodía y Bali le sonreía a la rutina. Estábamos a punto de llegar a Ungasan y conocer las bienvenidad indonesias.


Un altar para los espíritus ... 


Unos granitos de arroz para recibirnos

Llegamos a Ungasan. La recepción del hotel era un gran salón sin paredes o ventanas, y con techos altos. La empleada del hotel nos recibió con botellas de agua mineral y algo que nos fascinó. Un té de jazmín helado. Además nos trajeron unos dulces hechos de arroz y de ajonjolí. Pero lo más bonito de la recepción fue la ceremonia de bienvenida al estilo balinés. Nos puso a mi esposo y a mí, y claro, a nuestras hijas, tres granitos de arroz en la frente. Después, sin pedírselo, nos tomo una foto para el recuerdo. ¡Qué bonito detalle!


Té de jazmín frío y dulces de arroz y ajonjolí


Creo que puedo hablar en general de una amabilidad asiática. Este detalle y la reverencia en el avión, se me hicieron gestos espontáneos y no ordenados por los mandos directivos, de la compañía de aviación o del hotel. Eso fue lo que vivimos en Bali. Amabilidad. Era muy fácil platicar con su gente. Siempre estaban sonriendo.

El día estaba por terminar. Nos metimos a la piscina y fuimos a cenar al restaurant del hotel. Gracias a Dios salió todo sin contratiempos y ahora sí estábamos listos para relajarnos un poco en este lugar paradisiaco. Habíamos conocido un ángulo de Bali, pero nos faltaban muchos más. Por suerte, nos quedaríamos aquí algunos días antes de continuar la siguiente etapa del viaje.


¿Cómo poder olvidarte, atardecer balinés?


Buenas noches Bali, hasta mañana. Gracias por este maravilloso atardecer. Lo guardaremos siempre en nuestra memoria y nos calentará en nuestros días fríos de Europa.

martes, 3 de abril de 2012

Singapur tercer día: Mount Faber, Barrio Chino y visita al museo

Despertando con una mala noticia

Amanecíamos en nuestro tercer día de estancia en el continente asiático, los días pasaban rapídisimo y todavía teníamos muchas cosas qué ver.


Teleférico del Monte Faber


Ese día lo empezaríamos visitando el Monte Faber. Una mala noticia nos invadió cuando veíamos el noticiero de CNN. Ese día, el 20 de febrero, nos estábamos enterando del motín de Apodaca, Nuevo León. Como a muchos de ustedes, especialmente mis paisanos regiomontanos, me invadió también una tristeza al ir escuchando el reporte. Tan lejos y la trascendencia de la noticia a nivel internacional. Uno siempre piensa en los suyos y en aquél terruño que un día nos dio cobijo.

La vida continúaba y fuimos en taxi hasta el Mount Faber. Era nuestra última oportunidad de ver nuevas cosas antes de dejar la ciudad. Regresaríamos pronto, pero a la Isla de Sentosa. En este lugar, existe una estación de teleférico y se puede viajar hasta la dicha isla. También se puede visitar el centro comercial VivoCity, el más grande de Singapur.  Llovía a cántaros en esta ciudad asiática, así es que el paseo en teleférico era ideal, así como visitar el centro comercial. En este lugar, se encuentra también la central de autobuses y su central marítima. De ahí se pueden hacer diferentes  cruceros por Asia, como el destino de Hong Kong. Después nos fuimos de este lugar al Barrio Chino, vía Metro. Un viaje súper cómodo.


Entrada del VivoCity


En el Barrio Chino

Cuando llegamos a Mount Faber, caía una lluvia a cántaros, ni pensamos que volviera a salir el sol. Al llegar al Barrio Chino, salimos de la estación del Metro y el sol estaba súper picante. Intenso. Estas lluvias en Asia. Antes de caminar, nos pusimos crema solar y los sombreros.  En el Barrio Chino vimos muchos puestos de ropa y artesanías. Incluso vimos las ofrendas que los chinos queman en sus altares. Corbatas, dinero, cerveza, todo en papel, y que representan lo que un difunto poseía en vida. Sus parientes queman estas representaciones en papel, para que no le falte nada en la otra vida. Se puede comprar lo inimaginable. ¡Hay de todo!


Barrio Chino


En el recorrido vimos el templo hindú Sri Mariamman, con todo y la representación de las vacas sagradas. Después, caminamos de regreso al Distrito Financiero y en nuestro camino se nos atravesó un empleado que llevaba pollo cocido en un carrito. Lo trasladaba de un edificio a otro. Con ese calor, no quiero pensar en el grado de descomposición que llevaba esa comida. En fin, nada representativo de la comida de Singapur, por suerte, pues como les comentaba en la anterior edición, la cocina de singapur tiene un buen estándar de higiene. Aunque como ven, se encuentran excepciones.


Templo hindú Sri Mariamman



Llegamos al Clarke Quay, a un restaurante italiano y pedimos ensaladas de tomate y mozarella, perfectas para el calorcito que estaba haciendo. Después caminamos rumbo a la Marina y fuimos de nuevo a ver el Merlion, del que les platicaba anteriormente. De regreso, pasamos por el área financiera de Singapur y llegamos al Hotel Marina Sands y nuestro siguiente destino era visitar de nuevo la piscina Infinity en la cima del mismo. Nuestra última oportunidad porque al día siguiente viajaríamos a Bali.


Felices porque visitamos el Museo

Después de pasar la tarde en la piscina del hotel, nos decidimos para ir al Museo ArtScience y apreciar la  exposición sobre el Titanic. Entrar al museo es toda una experiencia. En Singapur hay agua por dónde quiera. El patio del museo no era una excepción y también tenía una fuentecita estilo cascada, como el centro comercial de la Marina, the Shoppes.


ArtScience Museum

Antes de entrar a la sala de la exposición, nos encontramos con una réplica de la sandalia estilo wedges, de Salvatore Ferragamo, y que estuvo inspirada en la actriz Judy Garland. Mi zapato favorito. ¡Qué belleza! Por suerte pude hacerle una foto.

La exposición sobre el Titanic, conmemoraba los 100 años de la tragedia de este barco. Todo esto ocurrió en el mes de marzo de 1912. En la exposición encontramos una recreación del interior del Titanic, y en vitrinas cerradas, objetos originales que se encontraron en el fondo del mar, cuando el mismo naufragó.  A nuestras hijas les fascinó.



A pocas horas de dejar la ciudad

Dentro de la tragedia del Titanic, la exposición presentó un detalle muy original. Cada espectador recibió el boleto de entrada, con el nombre de un pasajero. Al final de la visita, el asistente se podía enterar sí su pasajero del Titanic sobrevivió o murió en el naufragio.

Ya casi estaba por acabarse nuestra visita a Singapur. La noche la terminamos con una cena del bufet asiático del Marina Sands Hotel. ¡Buenas noches Singapur! La despedida era para nosotros, porque la ciudad apenas despertaba.

En mi siguiente Aterrizando, les platicaré sobre el viaje a Bali, siguiente ciudad de nuestro itinerario por este viaje en el continente asiático.