jueves, 28 de abril de 2016

Oporto, una destinación de moda en Europa


Puente de Arrabida, muy cerca del Hotel Vincci



¡Hola! Esta vez estoy de regreso para contarles sobre el viaje que hicimos a Oporto, Portugal, el 18 de marzo del 2016. Un fin de semana antes de los Días Santos de Cuaresma.

Viajamos desde Basilea, Suiza. Llegamos con un vuelo de Easy Jet casi por la noche al Hotel Vincci. Esa noche cenamos en el Restaurante 33 Alameda, del mismo hotel.



El Restaurante del Vincci



Oporto se está convirtiendo en el destino de moda para visitar en Europa. Esta ciudad avanza en su economía y en ofrecer mucho al turista. Desde su lado culinario hasta las facilidades de visitarla. Es por eso que desde hace buen tiempo queríamos hacer este viaje. Y no nos arrepentimos, ¡Nos ha encantado!



A partir de ese día, probamos las delicias de la comida portuguesa. El primer pulpo del viaje nos supo delicioso. Los portugueses tienen una dieta a base de pescados y mariscos. También comen tapas, como en España.



El primer pulpo del viaje, en el 33 Alameda




Esa noche dormimos como angelitos y nos alegramos mucho de visitar la ciudad por la mañana.




Hotel Vincci






La herencia arquitectónica en peligro de pasar a manos chinas


El río Duero



Después de desayunar la típica comida de un desayuno continental, más las delicias portuguesas, como su pastel de nata, caminamos hasta la ciudad. 30 minutos de respirar el aire fresco de esa mañana del 19 de marzo, llegamos hasta la Iglesia de San Francisco.





Las casas a la orilla del Duero, en peligro de caer en manos
de los empresarios chinos


Durante nuestra caminata fuimos viendo las famosas casas o cascarones típicos de Oporto. Ahora deshabitadas, pero con toda la tradición arquitectónica como los azulejos. Las malas lenguas cuentanq que muchos empresarios chinos las tienen en mente para comprarlas y convertirlas en negocios redituables. Pero sus propietarios no se quieren deshacer de ellas, lo cual hace felices a la mayoría de los porteños. Sería una lástima porque un cambio rompería con toda la nostalgia portuguesa.




La Iglesia de San Francisco


Una vez en la Iglesia, compramos nuestro boleto de entrada. Su construcción está basada en cemento y en madera, además de sus adornos en oro. 

Desde ahí pudimos ver otra perspectiva del Río Duero.




Vista del Duero desde la Iglesia de San Francisco



Al terminar nuestra visita en la Iglesia de San Francisco, nos dirigimos hasta el Mercado Ferreira Borges. En su interior vimos los puestos de ropa para bebés. El lugar es muy impresionante, pero más lo es, el Palacio de la Bolsa. En medio de estos dos edificios, se encuentra el Parque del Infante Don Enrique. Desde ahí, hicimos fotos muy bonitas del Duero.


Vista desde el Parque del Infante
Don Henrique

Seguimos caminando hasta la Estación Ferroviaria. Pero antes, pasamos por la calle Largo de Santo Domingo. Ahí nos detuvimos para entrar a ver la Iglesia de la Misericordia, en la que también encontramos hermosas decoraciones en la pared de azulejos. Descansamos unos minutos en su atrio, en una de las bancas de color rojo. Seguimos nuestro paseo hasta la Estación Ferroviaria por esta calle de tiendas.





Calle Largo de Santo Domingo



Interior de la Iglesia de la Misericordia




La Estación Ferroviaria, llena de azulejos




Detalle de una de sus paredes




Los andenes



Las famosas casas al lado del Puente de Don Luis,
en el Barrio Miragaia



El paseo prosiguío hasta las famosas casitas a lo largo del Río Duero, a un lado del Puente de Don Luis, en el Barrio Miragaia Ahí haríamos una pausa para comer. Esto se los contaré en la siguiente entrada. Por lo pronto les doy las gracias por leerme. ¡Buenas noches!





sábado, 23 de abril de 2016

Adiós Viena





Los caballos, al final del paseo

Hola, de regreso para terminar de contarles sobre el viaje a Viena. Era el 21 de febrero y habíamos llegado el 17.


El coche de caballos en la Catedral


El día lo iniciamos con paseo en carruaje, como es usual en esta ciudad. El frío continuaba y por desgracia el cielo nublado también. Tomamos un paseo de 45 minutos por el centro. Esta vez, el coche de caballos estaba cerrado. Normalmente habíamos hecho este paseo en verano, pero estuvimos felices de no pasar frío.

El regreso fue en el mismo punto en dónde habíamos subido. En la Plaza de la Catedral de San Esteban.


Hora de comer



El tiempo en Viena se nos estaba acabando. Para calentarnos un poco, nos fuimos a comer al Cafe de L´ Europe, en el Graben. Era la primera vez que visitábamos este café.



Sopa estilo Gulash



Las niñas antojadizas pidieron una rebanada de pastel Sacher, con la bebida Almdudler. MI esposo ordenó su última milanesa empanizada y yo una sopa de Gulash.


La bolsa, un bonito recuerdo
 aparte de las galletas



El café estaba lleno, tuvimos mucha suerte en conseguir una de las últimas mesas. El tiempo apuraba y nos fuimos a caminar por el centro. Esta vez, no fue la excepción y regresamos a la tienda de galletas Manner, toda una tradicion en Viena.



La Opera



Era tiempo de regresar al hotel para recoger las maletas y dirigirnos al aeropuerto, pero antes, nos dimos una vuelta por la Opera. Un hermoso edificio digno de la cultura vienesa.



De regreso al hotel

De regreso a casita


Fue así como terminó el viaje. Esperamos regresar en verano, bueno, quizá, habrá que hacer otros viajes primero antes de regresar a esta bella ciudad, de la que tan bonitos recuerdos tenemos. Mil gracias por leerme y hasta el siguiente Aterrizando.











martes, 19 de abril de 2016

Día soleado en Viena, perfecto para ir a Schönbrunn

Por fin salió el sol en Viena

¡Hola!, estoy de regreso para continuar el relato sobre el viaje a Viena, Austria, en febrero del 2016.




La Iglesia de San Pedro



Era el sábado 20 de febrero y finalmente ese día se asomó el sol. Después de nuestros dos días de lluvia intensa, nos pudimos calentar y dejar de mojarnos cuando caminábamos por las calles del centro.



La Catedral de San Esteban



El día lo iniciamos mi esposo, las hijas y su servidora, paseando por  la Columna de la Peste y la Catedral de San Esteban. Todo era brillo y calor. Nos hizo bien una pausa con sol.







El siguiente punto a visitar, era el restaurante Figlmüller. Ahí nos estaba esperando la tradicional milanesa austriaca empanizada. Era algo que no podíamos dejar de hacer en esta visita. No visitamos el tradicional local, el original, estuvimos en la sucursal ubicada en la calle Bäckerstrasse.



Las famosas milanesas del Figlmüller



Llegamos al Castillo de Schönbrunn


Lo siguiente en el programa era visitar el Castillo de Schönbrunn. Con ese clima la vista de la ciudad sería maravillosa. Para esto viajamos en el Metro. En el Castillo, encontramos centenares de turistas con la misma idea que nosotros y alguno que otro vienés.  Nuestra hija mayor quiere regresar en verano a esta ciudad, porque en el castillo existe un laberinto que en invierno est=a cerrado.




Visitamos el Zoológico de Viena, ubicado
al lado de el Castillo de Schönbrunn



En esta visita conocimos el zoológico. Nunca antes lo habíamos recorrido y esa tarde de sábado era el momento perfecto. El clima empezaba a transformarse de color gris. Pero por suerte no tuvimos lluvia.



Nos gustó mucho




El castillo visto desde la Glorieta


El tiempo en el zoológico fue corto. Eran casi las seis de la tarde y estaban a punto de cerrarlo. Caminamos hacia la Glorieta de Schönbrunn. Nuestro deseo era tomar un café ahí mismo, pero no fue posible, ya lo estaban cerrado. Un motivo para regresar pronto a esta ciudad.




La Glorieta. El café estaba cerrando. Habrá qué regresar



Tomamos el Metro de regreso a la ciudad, a la estación Herrengasse en donde estaba nuestro hotel Steigenberger. Pero decidimos ir directo a comer, al Café Central, ubicado a unos cuantos pasos del mismo. No teníamos mucho apetito después de las milanesas gigantes del Figlmüller. Por eso sólo comimos una sopa, de verduras, para nuestras hijas, y estilo Gulash, para mi esposo y para mí.




De cena, sopitas de verdura y Gulash



Hasta tuvimos música en vivo en el
Cafe Central



Imposible dejar de probar un postre



Toda una tradición esta cafetería


Fue así como termino este día. Maniana nos quedarían algunas horas antes de tomar el vuelo de regreso a casa. Por lo pronto los dejo y en la próxima entrada de Aterrizando se los cuento. Mil gracias por leerme!




viernes, 15 de abril de 2016

La Casa de las Mariposas de Viena


Schmetterlinghaus


¡Hola!, de regreso para platicarles la segunda mitad de aquél viernes 19 de febrero del 2016 en Viena.
Esa tarde visitamos la Casa de las Mariposas, Schmetterlingshaus.


Esta se dejó fotografiar



Seguía lloviendo y era la mejor opción viajando con niños.  Este lugar de observación se encuentra en el pleno centro de Viena. A un lado casi de la Biblioteca Nacional, en la avenida de circunvalación, conocido como Wiener Ring, en el jardín Burggarten.



Su mirador



Afortunadamente no había muchos visitantes en ese momento. Casi tuvimos el lugar para nosotras. Observamos los capullos que al nacer tienen todo un espacio verde para moverse en plena ciudad. Por desgracia vimos algunas mariposas aplastadas.

Fuera de esto, la Casa de las Mariposas es un lugar ideal para huír del mal clima.  El lugar también ofrece al visitante la proyección de una película en su miniauditorio.




El Pozo de los Deseos




En el centro del complejo, encontramos un mirador. Desde ahí el visitante puede arrojar una moneda para pedir un deseo. En este pozo de los deseos, casi le doy a una mariposa cuando aventé mi monedita. ¡Suerte#  no le atiné. Si hubiera pasado un microsegundo antes, estuviera contando una triste historia. ¡Hubiera sido una tragedia para mis hijas!


Flores, pero de plástico y cubiertas de miel



La Casa de las Mariposas está llena de vegetación, y de hermosas flores. Eso pensamos, hasta que nos dimos cuenta de que eran de plástico. Sí, pero por lo menos estaban cubiertas de miel, para darle una apariencia más natural y lograr que las mariposas se les acerquen.



Pastel estilo Sacher del Café Mozart



Cuando terminamos el recorrido, nos fuimos a buscar una cafetería porque nos faltaba probar de nuevo el delicioso pastel estilo sacher. Entramos a la Cafetería Mozart, un café muy turístico, pero con toda la tradición austriaca. Pedimos tres rebanadas de este pastel, un capuchino y dos botellitas de jarabe para las hijas. Pagué 34 euros. Creo que a precio turístico, no para los locales. Pero el precio fue el correcto según el menú.



Vino espumoso, regalo del hotel y para
celebrar con el marido que llegaba el viernes



En fin, no conviertas para que te diviertas. Caminamos por la ciudad, compramos algo para comer en el hotel, pues no teníamos mucho apetito y disfrutamos de la pausa de lluvia que habíamos tenido en los últimos dos días.


Esa noche llegaba mi esposo de Basilea, Suiza, con retraso de una hora. Llegó casi a la medianoche. El hotel me había recibido con una botella de vino espumoso, que guardé para celebrar con mi marido la noche de ese viernes.


El día terminó pero nos faltaba el sábado y parte del domingo. Esto se los contaré en el siguiente Aterrizando. ¡Gracias por leerme y buen fin de semana!











miércoles, 13 de abril de 2016

Visitando el Museo Imperial en Viena

¡Hola!, de regreso para continuar mi relato sobre las vacaciones en Viena, en el mes de febrero del 2016.

Seguía lloviendo en la ciudad. Nada mejor como visitar un museo con las hijas. El día anterior quisimos visitar el Museo Imperial, pero ya estaba cerrado. Fue así como el viernes 19 entramos por la mañana a este lugar.



Sus colecciones de vajillas. ¡Todo un lujo!




Estos eran los tesoros de la realeza


En el primer piso, úbicado en el Palacio llamado Hofburg, encontramos vitrinas llenas de cubiertos, loza y mantelería de lujo. Además de candelabros, dorados, que sin duda estaban cubiertos de oro. Todo lo que la realeza austriaca necesitaba para sus encuentros culinarios.




Candelabros, de oro probablemente



Después de admirar las obras de arte, llegamos al siguiente piso a recorrer. Estaba dedicado a la Emperatriz Elizabeth, mejor conocida como Sisi.  Desgraciadamente ahí no pudimos tomar ninguna foto, pues estaban prohibidas.


Las escaleras reales



En esta área descubrimos el mobiliario imperial así como los vestidos de la emperatriz y leímos sobre lo desafortunada que fue su vida en la Corte Real.  Fue impresionante ver los vestidos con cintura de avispa. En una biografía sobre Elizabeth de Austria, leí que se empeñaba en ser delgada y sólo quería comer caldos, como los de res.



La Biblioteca Nacional de Viena



Llego la hora de volver a caminar por el centro de Viena. Recorrimos la periferia conocida como Wienering. Seguía lloviendo, pero teníamos que aprovechar el día. Después llegamos a la Plaza de María Teresa, la suegra de Elizabeth. Un lugar majestuoso, aún y en días lluviosos.



La Plaza de María Teresa




De ahí nos fuimos a caminar a la calle de compras Mariahilfer. Mi esposo y yo vivimos un año y medio en esta ciudad, hace 18 años.  Fue bonito caminar con las hijas y enseñarles las tiendas que frecuentábamos.



Calle Mariahilfer



Aquí les comparto los lugares que eran nuestros favoritos.


De esta mueblería todavía tenemos algunas
adquisiciones



Aquí compramos algunos enceres domésticos



En este edificio vivimos. En la calle
Kirchengasse



Fue bonito recordar viejos tiempos. Después caminamos por las callecitas aledañas y pasamos por la calle de los típicos mercados navideños, Spittelberg. De ahí seguimos hasta el teatro Volkstheater y llegamos hasta el impresionante edificio del Parlamento y al Palacio Municipal, Rathaus.



El Parlamento




Palacio Municipal



Iglesia Votiv



Seguimos caminando por la periferia o Wienerring. Llegamos hasta la Universidad y la Iglesia Votiv. De ahí decidimos tomar el tranvía hasta la estación más cercana del hotel, Hofburg. De ahí caminamos hasta nuestro hotel. ¡Y la lluvia seguía!



Escultura de W. A. Mozart



Después de una pausa para comer, decidimos visitar la casa de las mariposas, Schmetterlinghaus, pues seguía lloviendo. Esto se los cuento en el siguiente Aterrizando. ¡Muchas gracias por leerme!