Schmetterlinghaus |
¡Hola!, de regreso para platicarles la segunda mitad de aquél viernes 19 de febrero del 2016 en Viena.
Esa tarde visitamos la Casa de las Mariposas, Schmetterlingshaus.
Esta se dejó fotografiar |
Seguía lloviendo y era la mejor opción viajando con niños. Este lugar de observación se encuentra en el pleno centro de Viena. A un lado casi de la Biblioteca Nacional, en la avenida de circunvalación, conocido como Wiener Ring, en el jardín Burggarten.
Su mirador |
Afortunadamente no había muchos visitantes en ese momento. Casi tuvimos el lugar para nosotras. Observamos los capullos que al nacer tienen todo un espacio verde para moverse en plena ciudad. Por desgracia vimos algunas mariposas aplastadas.
Fuera de esto, la Casa de las Mariposas es un lugar ideal para huír del mal clima. El lugar también ofrece al visitante la proyección de una película en su miniauditorio.
El Pozo de los Deseos |
En el centro del complejo, encontramos un mirador. Desde ahí el visitante puede arrojar una moneda para pedir un deseo. En este pozo de los deseos, casi le doy a una mariposa cuando aventé mi monedita. ¡Suerte# no le atiné. Si hubiera pasado un microsegundo antes, estuviera contando una triste historia. ¡Hubiera sido una tragedia para mis hijas!
Flores, pero de plástico y cubiertas de miel |
La Casa de las Mariposas está llena de vegetación, y de hermosas flores. Eso pensamos, hasta que nos dimos cuenta de que eran de plástico. Sí, pero por lo menos estaban cubiertas de miel, para darle una apariencia más natural y lograr que las mariposas se les acerquen.
Pastel estilo Sacher del Café Mozart |
Cuando terminamos el recorrido, nos fuimos a buscar una cafetería porque nos faltaba probar de nuevo el delicioso pastel estilo sacher. Entramos a la Cafetería Mozart, un café muy turístico, pero con toda la tradición austriaca. Pedimos tres rebanadas de este pastel, un capuchino y dos botellitas de jarabe para las hijas. Pagué 34 euros. Creo que a precio turístico, no para los locales. Pero el precio fue el correcto según el menú.
Vino espumoso, regalo del hotel y para celebrar con el marido que llegaba el viernes |
En fin, no conviertas para que te diviertas. Caminamos por la ciudad, compramos algo para comer en el hotel, pues no teníamos mucho apetito y disfrutamos de la pausa de lluvia que habíamos tenido en los últimos dos días.
Esa noche llegaba mi esposo de Basilea, Suiza, con retraso de una hora. Llegó casi a la medianoche. El hotel me había recibido con una botella de vino espumoso, que guardé para celebrar con mi marido la noche de ese viernes.
El día terminó pero nos faltaba el sábado y parte del domingo. Esto se los contaré en el siguiente Aterrizando. ¡Gracias por leerme y buen fin de semana!
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