jueves, 25 de octubre de 2012

Bolzano o Südtirol, un lugar dónde te apapachan


Hola amigos de Aterrizando. Les había prometido la reseña del viaje a la ciudad de Hamburgo, Alemania, pero se las debo después de esto que les voy a contar. Y es que entre Oslo y Hamburgo estuvimos en una región del norte de Italia, en Bolzano. La visitamos cuatro días, pero esta visita nos llenó de energía, precisamente, porque no tuvimos un programa muy amplio. El estrés del viaje, por decirlo así, estuvo entre nadar e ir a la cena. En fin, ahora les cuento.



Estas vacaciones fueron para descansar


Por increíble que parezca, en el norte de Italia hablan alemán. La región es conocida en alemán como Südtirol, o el Tirol del sur. Suena confuso, pero Bolzano, el nombre en italiano de la región, está pegadito a Austria. Y por suerte, no muy lejos de Suiza. La ciudad representativa es Merano, a la cual ya habíamos visitada en un viaje anterior.

El viaje lo iniciamos casi saliendo nuestras hijas de vacaciones de otoño. Planeamos ir el viernes 28 de septiembre, pero mi esposo no pudo adelantar la salida. Así, con un poco más de tiempo para preparar la maleta, salimos de Basilea el sábado 29 por la mañana. Tratamos de no llevar mucho equipaje, pero empacamos hasta los zapatos para la caminata, porque por eso es conocido Bolzano, por sus pasajes en la montaña para los excursionistas.

La ruta fue la siguiente. Viajamos desde Basilea hasta el cantón de los Grisones. Después seguimos hacia la ciudad de Klosters. Ahí viajamos con un autotren, por el túnel conocido como Vereina. Llegamos a Engadin, en Suiza y manejamos hasta la ciudad fronteriza con Italia, Mustair. De ahí atravesamos el país hasta una ciudad en Bolzano conocida como San Martin, ahí estaba nuestro hotel.


Un apapacho culinario


Al llegar a Bolzano, nos dimos cuenta que la manzana es uno de sus principales productos agrícolas. Había árboles esperando la cosecha de hermosas manzanas rojas y verdes. Era la época de la recolección y por la carretera principal hacia San Martin, circulaban los vehículos que llevaban dichas frutas a su destino final. Así es que la llegada al Hotel Andreus, fue un poco más tarde de lo que planeamos, por la velocidad lenta de estos transportes.

Ya estábamos de vacaciones, así es que a relajarse. El Hotel nos recibió con una bebida de bienvenida y nos dieron toda la información. Este lugar tiene una piscina al aire libre y en su interior. Aunque ya no era verano, pudimos nadar muy cómodamente por su agua caliente. Realmente así transcurrieron nuestros días, entre los desayunos, las mañanas en la piscina y en las cenas. En este hotel nos consintieron.  Si Austria es famosa por su cocina, Bolzano no se queda atrás con sus atractivos culinarios.

Sin ganas de irnos de este oasis de tranquilidad


Las niñas fueron una mañana a su Club de Niños, y por primera vez se quedaron a comer. Ellas lo disfruron mucho, pero el chiste era también que disfrutaran el tiempo con nosotros, por eso, sólo fueron una mañana.

Como ven, esta vez no puedo darles muchos detalles de los lugares para ir de excursión, porque nuestros zapatos se quedaron guardados en la maleta. Tenemos que hacer otro viaje a esta parte de Italia para conocer su paraíso de montañas.

Todos nos relajamos, pero en especial el papá, quien cargó sus pilas, ya que a la semana siguiente tendría una presentación anual en su trabajo, y tendría uno de sus tiempos más extenuantes en la oficina. Así es que disfrutamos estos días de estar solamente en el hotel.

El Jardín Trautmannsdorf y su Panorama para intrépidos

Y bueno, para no quedarnos sin ver nada nuevo, decidimos ir a un jardín botánico a unos veinte minutos de San Martin, el Trautmansdorf, en Merano. Cerca de nuestro hotel se encuentra esta ciudad, famosa por sus piscinas termales. Enj un viaje anterior visitamos su centro y en éste, decidimos ir a ver este jardín.


El Jardin Trautmannsdorf


Y no fuimos los únicos, el estacionamiento estaba lleno de visitantes y en especial de autobuses. El clima templado invitaba a visitarlo, en especial porque tuvimos una pausa de la lluvia y esto nos permitió a todos caminar por sus hermosos jardines.

En este lugar se encuentra un castillo con el mismo nombre, que ha sido famoso porque ahí vacacionó la emperatriz austriaca, Elizabeth, mejor conocida como Sisi. Los jardines rodean un lago y lo maravilloso para mí, fue encontrar un área dedicada a los diferentes tipos de cactús. Recordemos que aunque Italia no es un desierto, tiene un clima cálido y agradable muchos meses del año.


La famosa plataforma

Sí yo estaba feliz con los cactús que me recordaban a México, mi esposo lo estuvo aún más porque había una plataforma de dónde se podía contemplar el jardín y la ciudad de Merano. Estaba súpersegura en la construcción, pero ofrecía a quien la visitara, la sensación de caminar en el aire. Lo mejor es no ver hacia abajo y listo, ¡prueba superada! Nuestras hijas salieron al papá y caminaron sin ningún problema, en cambió yo, sentí que me iba a caer.


Hasta tunas encontramos

De regreso al hotel, me encontré con una imagen que sólo pude guardar en mi memoria y no en mi cámara. A un lado de la avenida, vimos a un grupo de 4 trabajadores recolectando manzanas, en una especie de plataforma. Este fue uno de los pocos contactos con los bolzanos. Nos sonríeron y yo les dije adiós. De verdad que estaban para una foto de revista.

Nos encontramos a un ángel 

Los días se acababan y el regreso era inminente. Por desgracia no escuchamos mucho italiano, sólo alemán. Lo interesante de esta ciudad en Italia, es que sus habitantes son bilingües. También su apariencia es media italiana, porque muchos tienen los típicos rasgos de los alemanes o austriacos.


Vista desde el restaurant del Hotel
Bella Vista, una panorámica para
sentarse y contemplarla

Dejamos el hotel y mi esposo tomó una ruta que nos llevó a contemplar un panorama especial de las montañas. Debo decir que manejar en las montañas, me lleva a dormir. Tantas vueltas y con el calor del sol, pues me resultan inevitables, y a mi hija menor le sucede lo mismo.

Cuando despierto, mi esposo me muestra el lugar dónde haremos la pausa del mediodía. Lo primero que veo es una montaña con la punta nevada y un hotel enfrente de la misma, el Bella Vista. Es el hotel de la leyenda italiana de esquí,  Gustav Thöni. Ahí pudimos ver un minimuseo en su honor. El lugar se llama Trafoi.


Bellos alpes

Ahí comemos y nuestras hijas se olvidan de la comida para ir a los juegos del restaurant. Las tenemos a nuestro alcance. En este restaurant, pude intercambiar palabras con su mesera, una señora de media apariencia italiana, pero con facciones de austriaca. O al revés, bueno, mezclada, pero con la simpatía que caracteriza a los italianos. Nos preguntó de dónde veníamos. Le aclaré que de Bolzano y que iríamos a Basilea. Claro, sin olvidarme de decirle que era mexicana.


De regreso a casa por los alpes:
ahora sí, nadie me cuenta lo que es estar arriba de las
 montañas.

Lo peculiar de su personalidad para mí, fue que se veía como un ángel. No puedo decir a ciencia cierta, que era lo que me lo transmitía. Aquí encontré un cliché de los Bolzanos. Se dice que el Südtirol es famoso por su cordialidad, y de verdad es cierto. Los hoteles en Austria y Bolzano, son famosos por su amabilidad y por su comprensión con los niños.


Mientras comíamos, vimos al cocinero que salío al área de mesas y le entrego un plato a la mesera. Después ella se acercó a nuestra mesa y nos regaló dos platos extras de papas fritas. De verdad, un bello detalle. Mis hijas y mi marido pidieron una milanesa al estilo austriaco, Wienerschnitzel y yo pedí una sopa. La verdad es que se me antojó tanto el famoso pay de manzana, Apfelstrudel, pero no pude, será para la próxima visita a esta bella región en el norte de Italia. Por lo pronto, aquí les dejo unas fotos y mi añoranza por esta bella región de Europa. Hasta el próximo Aterrizando en dónde les presentaré la ciudad norteña de Hamburgo, tierra de marineros y la consentida de Alemania.


viernes, 12 de octubre de 2012

Oslo, la ciudad del Nobel

Ahora les sigo platicando del viaje de fin de semana que hicimos a Oslo, el 22 de septiembre de este año.

Después de comer en el área del puerto Aker Brygge, caminamos por su explanada hasta el Centro Nobel, Nobels Fredssenter, en noruego. Este museo alberga la historia de la entrega de los Premios Nobel de la Paz. Como muchos de ustedes saben, los premios se entregan en Suecia. Los reyes suecos entregan cada año este premio que el jurado del mismo ha elegido.


El pavillón dedicado a todos los ganadores del
Premio Nobel de la Paz

Sólo el Premio Nobel de la Paz, se entrega en Oslo, Noruega. ¿Por qué? Pues nadie lo sabe a ciencia cierta. Existe una explicación sobre la decisión de Alfredo Nobel de entregar este premio fuera de Suecia. Supuestamente admiraba el sistema político de Noruega, por eso decidió otorgar este famoso Premio Nobel de la Paz en este país vecino a Suecia. Así, todos los 10 de diciembre, se hace la entrega de este galardón.

Y precisamene el Centro Nobel nos ofrecía un refugio a la llovizna que ese sábado 22 de septiembre. Entramos y visitamos a las actuales ganadoras del 2011: Ellen Johnson Sirleaf, Leymah Gbowee y Tawakkol. Temerarias mujeres luchando contra un destino adverso.

Lo que más nos gustó del centro, fue el Area de los Ganadores. En un cuarto oscuro, iluminado como si fueran estrellas, estaban los retratos electrónicos de todos los ganadores. Verdaderas estrellas de la paz. Curiosamente estoy escribiendo este nuevo Aterrizando el viernes 12 de octubre, y hoy se ha dado a conocer que la Comunidad Europea ha sido el ganador de este año.

Al salir, vimos el Palacio Municipal, pues está enfrente.

Ahora venía una pausa de compras. Caminamos de regreso al hotel y visitamos algunas tiendas en la ciudad. Nos gustaron las tiendas dedicadas al hogar. Precioso el diseño de los muebles y accesorios para el hogar. No por nada los escandinavos son famosos por sus creaciones.

En el camino, vimos un restaurante que mi esposo había visto en uno de nuestros libros-guía, el Stortorverts gjestgiveri. Llegamos y reservamos una mesa para cenar. Después regresamos al cuarto del hotel y descansamos un poco, ya eran casi las seis de la tarde.


Un típico restaurant noruego del siglo XVIII


En este restaurant, tuvimos la típica comida noruega. Mi esposo cenó un platillo preparado con reno, qué bárbaro, ¿verdad? El mío fue uno con salmón. Los dos tomamos de entrada una sopa de cebolla. Nuestras hijas no comieron nada, estaban satisfechas de la comida del medio día, sólo tomaron leche.

De postre, pedí un pastel de chocolate estilo fondante, con un jarabe de gengibre. Mi esposo pidió un típico postre noruego y quedó fascinado, ya quiere que le busque la receta. Era una especie de crema combinada con un crumble y frutas del bosque. La verdad, el ambiente del restaurante fue muy acogedor, que recordaba la Noruega del siglo XVIII, en el que se fundó.

Caminamos hasta el hotel y listo, ¡buenas noches!, ya era hora de dormir.


Operahuset


La mañana siguiente la comenzamos visitando la Opera, la Nueva Opera, un edificio sorprendente por la innovación arquitectónica. Está construido a base de mármol blanco y de cristal y tiene una capacidad para 1,364 espectadores. El edificio ganó el Festival Mundial de Arquitectura en Barcelona, en el año 2008. Su arquitecto fue el estudio de arquitectura Snøhetta.

 ¡Adiós oslo!

Se nos estaba acabando el tiempo en esta ciudad. Ya era domingo y volaríamos a Basilea por la tarde, a las cinco, apróximadamente.



Fortaleza Akershus


Después de dejar el hotel, caminamos de nuevo a la ciudad, para visitar la Fortaleza Akershus, de ahí tuvimos una bonita vista del puerto. Después, caminamos de nuevo al puerto y visitamos la nueva área en Tjuvholmen, que todavía está en proceso de construcción. Esta nueva área está formada por edificios habitacionales y un nuevo museo, el Museo de Arte Contemporáneo Astrup Fearnley, esto al final de la esplanada del puerto. El museo estaba todavía en construcción cuando estuvimos ahí, pero lo inaugurarían a finales del mes.  De verdad, una hermosa área para vivir, pues la vista debe ser maravillosa si se tiene un departamento en las alturas.



Museo y edificios en el Tjuvholmen


Tiempo de correr. Sí, teníamos que buscar un restaurante antes de regresar al aeropuerto. Encontramos el café Sorgenfri, algo así como Café sin preocupaciones. Este no era un restaurante noruego, sino danés. Para nuestra sorpresa, nuestra hija menor pidió una sopa de mariscos. Mi esposo y mi hija mayor compartieron un plato de albóndigas y yo pedí tres tipos diferentes de arenque en salsa, sin el aquavit, una especie de licor que se toma después del pescado. Este pescado lo sirven crudo en diferentes salsas. Un poco pesado, mejor lo hubiera pedido con los digestivos. En fin, después caminamos hasta el hotel. De ahí nos dirigimos a la Estación de Trenes, que está enfrente del hotel y finalmente documentamos para volar de regreso a Basilea.

De verdad que fue un bonito fin de semana. Una visita exprés a Oslo, pero que nos ha abierto el apetito por conocer más del país. Probablemente en verano, cuando no haga tanto frío.

Hasta aquí mi Aterrizando. En el próximo, les contaré del viaje que hice con mis hijas al Puerto de Hamburgo, en Alemania, dónde vivimos hace ocho años. Me dio gusto ver la ciudad y en especial, volver a ver  mis amigas que entonces, ahí conocí. ¡Hasta pronto y feliz fin de semana!



jueves, 4 de octubre de 2012

Oslo, la que un día fue llamada Cristianía

Y empezaba el recorrido en el segundo día, de ese fin de semana en Oslo. Lo que no sabíamos, es que ese fin de semana había un evento muy importante en la ciudad. Ahora les cuento.

Su Catedral. Aquí se casaron los
 príncipes Harkon y Mette-Marit

Desayunamos en el Hotel Clariond, con no sé cuántos turistas más. Y claro, ese día se celebraría también el Maratón Noruego. No éramos los únicos visitantes que caminaríamos por la ciudad. Era el sábado 22 de septiembre, a las diez de la mañana y nos esperaban muchos lugares interesantes por conocer de Oslo.


In Memoriam


El día sería largo, pues queríamos aprovechar al máximo nuestra corta estancia. Lo primero que vimos fue la Catedral del Salvador, ahí se casaron los actuales herederos al trono noruego: el príncipe Harkon y Mette-Marit. Su matrimonio es un ejemplo de la apertura de esta sociedad. Ella tuvo un pasado que la distanciaba de la familia real. La prensa la calificó como una partygirl. Fiestas y drogas, así como la maternidad antes del matrimonio, fueron las cartas de presentación de la actual princesa. Pero el amor triunfó y esta cenicienta escandinava ha cumplido once años casada con el heredero.

En fin, lo único que quiero destacar es la apertura de la sociedad noruega. Pero por desgracia, no todo ha sido oro en este país escandinavo. Recordemos los acontecimientos de Utoya, el año pasado. En la Catedral, pudimos ver un corazón en recuerdo a los caídos de la masacre. La herida está ahí, y no ha cicatrizado. Nadie imaginó este acontecimiento, especialmente en un país tan abierto cultural y políticamente.


El Parlamento. Storting


Pasando a temas menos tristes, les cuento que la ciudad estaba preparándose para su marathon. Nos llamó mucho la atención escuchar el himno noruego en las bocinas que habían instalado en una de sus avenidas principales, la Karl Johans gate. Con el himno me refiero a la canción Take on me, del grupo A-ha. De seguro están muy orgullosos del mismo, y con razón. Curiosamente los vimos hace un año en Basilea. Este grupo dejó una huella fuerte en Europa, y en el mundo.


Palacio Real. Det kongelige slott

Después caminamos hacia el Palacio Real, que realmente es el palacio del pueblo, porque ahí se dan cita todos los noruegos inmediatamente brille el sol. Ese día, estaba nublado y con lluvia a la chipichipi, así es que no vimos a mucha gente. Normalemente los noruegos vienen aquí a sentarse en sus prados verdes. La entrada está vigilada por unos estrictos guardias, pero de alguna manera el palacio da una sensación de que cualquiera puede entrar y visitar a la familia real. Pero a pesar de esta percepción, de seguro está muy vigilado.
Seguimos caminando y llegamos a la entrada trasera dónde hay un bonito estanque. Un ejercito, pero de patos, nos recibió.

Aquí vemos la plataforma en Holmenkohlen

Continuamos hacia los siguientes dos puntos de nuestro recorrido. El primero fue la montaña Holmenkohlen, a unos cuantos kilómetros de la ciudad, y que alberga a la plataforma de salto de esquí. Bueno, no tuvimos que ir hasta allá,  porque la vimos desde el barrio Uranienborg, en dónde se encuentran muchas embajadas, y casas antiguas.


Finalmente llegamos a una de las principales atracciones de Oslo, el Parque Frogner, en cuyo interior se encuentra el Parque de Vigeland, dedicado a las esculturas del noruego Gustav Vigeland, con unas doscientas esculturas de granito y bronce. Quizá para muchos algo inusual, pues son desnudos. Las esculturas no están solas, el visitante puede admirar sus hermosos jardínes. Aunque nos tocó un mal clima, nos maravillamos por estas obras de arte.


Y llegamos al Parque Frogner. Al fondo, su famoso
monolito compuesto de figuras humanas

Una amiga americana me dijo que no le gustó el parque, se le hizo grotesco. Bueno, ¿será que me he acostumbrado a las manifestaciones artísticas europeas? Ya tengo 15 años viviendo en este continente. Fuera de este tema, el parque es muy recomendable. También aquí se dan cita todos los noruegos, claro, con buen clima, por supuesto.

Infantes al estilo Vigeland


Cuentan las guías de libros sobre Oslo, que en el verano muchas camas están vacías en este país, y es que no es raro, nada más imaginarse que casi todo el año hay poca luz. Por eso los entiendo de que aprovechan al máximo la vida en el verano.


Perfección en granito


Después de recorrer el parque, entramos al Café del mismo. Fue muy reconfortante descansar después de la caminata. Ahora nos esperaba de nuevo la ciudad. Así es, que a caminar otra vez entre el chipichipi, al estilo Hamburgo, ciudad alemana dónde vivimos y con este tipo de clima. Un clima marítimo. Quizá cansa tanta lloviznita, pero el premio es respirar aire marino. ¡Muy saludable!


Biblioteca Nacional


Y bueno, el propósito de no ir de compras no se llevó a cabo, porque vimos una tienda muy tentadora de cosas para el hogar. En nuestra visita a Oslo, nos dimos cuenta que este tipo de tiendas de artículos para el hogar y decoración son muy representativas. Probablemente porque el noruego, como el resto de los escandinavos, pasa mucho tiempo en el hogar durante el invierno. La que salió ganando, fue nuestra pequeña hija, porque encontramos una lanchera para su jardín de niños con la figura de un caballito. Adora los equinos.


Los atletas en el área del Aker Brygge

Caminamos y nos encontramos con el edificio de la Biblioteca Nacional. Después empezamos a ver corredores del maratón. Fialmente llegamos a la región del puerto de Oslo, conocida como Aker Brygge, en dónde se encuentran restaurantes y tiendas. Ahí, elegimos el restaurant Jacob All para comer, pues ya era mediodía. Nos sentamos afuera, porque toda la terraza del restaurante tenía calentadores en el techo, y hasta mantas, para los friolentos como yo.


Hay muchas leyendas sobre los osos polares en Noruega.
Esplanada del Aker Brygge

La comida, no fue noruega, eso nos esperaría en la noche, pero tuvimos la mejor vista para ver a los atletas del maratón. Después de esta pausa, buscamos el famoso Centro Nobel, del cual les hablaré en el siguiente Aterrizando. Por lo pronto la ciudad, que en algún momento se llamó Cristiania, nos estaba gustando mucho y todavía encontraríamos muchos detalles por ver y apreciar. ¡Hasta luego y buenas noches!