Después de comer en el área del puerto Aker Brygge, caminamos por su explanada hasta el Centro Nobel, Nobels Fredssenter, en noruego. Este museo alberga la historia de la entrega de los Premios Nobel de la Paz. Como muchos de ustedes saben, los premios se entregan en Suecia. Los reyes suecos entregan cada año este premio que el jurado del mismo ha elegido.
El pavillón dedicado a todos los ganadores del Premio Nobel de la Paz |
Y precisamene el Centro Nobel nos ofrecía un refugio a la llovizna que ese sábado 22 de septiembre. Entramos y visitamos a las actuales ganadoras del 2011: Ellen Johnson Sirleaf, Leymah Gbowee y Tawakkol. Temerarias mujeres luchando contra un destino adverso.
Lo que más nos gustó del centro, fue el Area de los Ganadores. En un cuarto oscuro, iluminado como si fueran estrellas, estaban los retratos electrónicos de todos los ganadores. Verdaderas estrellas de la paz. Curiosamente estoy escribiendo este nuevo Aterrizando el viernes 12 de octubre, y hoy se ha dado a conocer que la Comunidad Europea ha sido el ganador de este año.
Al salir, vimos el Palacio Municipal, pues está enfrente.
Ahora venía una pausa de compras. Caminamos de regreso al hotel y visitamos algunas tiendas en la ciudad. Nos gustaron las tiendas dedicadas al hogar. Precioso el diseño de los muebles y accesorios para el hogar. No por nada los escandinavos son famosos por sus creaciones.
En el camino, vimos un restaurante que mi esposo había visto en uno de nuestros libros-guía, el Stortorverts gjestgiveri. Llegamos y reservamos una mesa para cenar. Después regresamos al cuarto del hotel y descansamos un poco, ya eran casi las seis de la tarde.
Un típico restaurant noruego del siglo XVIII |
De postre, pedí un pastel de chocolate estilo fondante, con un jarabe de gengibre. Mi esposo pidió un típico postre noruego y quedó fascinado, ya quiere que le busque la receta. Era una especie de crema combinada con un crumble y frutas del bosque. La verdad, el ambiente del restaurante fue muy acogedor, que recordaba la Noruega del siglo XVIII, en el que se fundó.
Caminamos hasta el hotel y listo, ¡buenas noches!, ya era hora de dormir.
Operahuset |
La mañana siguiente la comenzamos visitando la Opera, la Nueva Opera, un edificio sorprendente por la innovación arquitectónica. Está construido a base de mármol blanco y de cristal y tiene una capacidad para 1,364 espectadores. El edificio ganó el Festival Mundial de Arquitectura en Barcelona, en el año 2008. Su arquitecto fue el estudio de arquitectura Snøhetta.
¡Adiós oslo!
Se nos estaba acabando el tiempo en esta ciudad. Ya era domingo y volaríamos a Basilea por la tarde, a las cinco, apróximadamente.
Fortaleza Akershus |
Después de dejar el hotel, caminamos de nuevo a la ciudad, para visitar la Fortaleza Akershus, de ahí tuvimos una bonita vista del puerto. Después, caminamos de nuevo al puerto y visitamos la nueva área en Tjuvholmen, que todavía está en proceso de construcción. Esta nueva área está formada por edificios habitacionales y un nuevo museo, el Museo de Arte Contemporáneo Astrup Fearnley, esto al final de la esplanada del puerto. El museo estaba todavía en construcción cuando estuvimos ahí, pero lo inaugurarían a finales del mes. De verdad, una hermosa área para vivir, pues la vista debe ser maravillosa si se tiene un departamento en las alturas.
Museo y edificios en el Tjuvholmen |
Tiempo de correr. Sí, teníamos que buscar un restaurante antes de regresar al aeropuerto. Encontramos el café Sorgenfri, algo así como Café sin preocupaciones. Este no era un restaurante noruego, sino danés. Para nuestra sorpresa, nuestra hija menor pidió una sopa de mariscos. Mi esposo y mi hija mayor compartieron un plato de albóndigas y yo pedí tres tipos diferentes de arenque en salsa, sin el aquavit, una especie de licor que se toma después del pescado. Este pescado lo sirven crudo en diferentes salsas. Un poco pesado, mejor lo hubiera pedido con los digestivos. En fin, después caminamos hasta el hotel. De ahí nos dirigimos a la Estación de Trenes, que está enfrente del hotel y finalmente documentamos para volar de regreso a Basilea.
De verdad que fue un bonito fin de semana. Una visita exprés a Oslo, pero que nos ha abierto el apetito por conocer más del país. Probablemente en verano, cuando no haga tanto frío.
Hasta aquí mi Aterrizando. En el próximo, les contaré del viaje que hice con mis hijas al Puerto de Hamburgo, en Alemania, dónde vivimos hace ocho años. Me dio gusto ver la ciudad y en especial, volver a ver mis amigas que entonces, ahí conocí. ¡Hasta pronto y feliz fin de semana!
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