jueves, 10 de noviembre de 2011

París en tres días y dos noches

No hubo Disney esta vez ...

Este fin de semana pasado, viajamos de Basilea, Suiza, a París, Francia en lo que sería nuestro tercer viaje con nuestras dos hijas y no el primero como pareja. París fue uno de nuestros primeros destinos juntos y ahora, que estamos por cumplir el 14 de noviembre, 14 años de casados, quisimos celebrar ahí esta fecha tan especial. Y nada mejor que en la Ciudad del Amor, la Ciudad Luz.


Así la vimos el sábado por la mañana

De nuestros primeros dos viajes con las niñas habría mucho qué contar. Anéctodas divertidas con las peques, como cuando la menor, se durmió en pleno medio día frente de la Torre Eiffel. Nada la despertó de su pausa, ni el hecho de no dormir en cariola, sino en brazos de su padre. Hasta la dejó sentada en sus pies, mientras buscaba los boletos del Metro. Ahí estaba nuestra chiquita, bien acomodada arriba de sus pies y recargada en sus piernas. Ni se inmutó, seguía roncando.

De esto pasaron casi tres años. En este tercer viaje, nuestras hijas de 7 y 5 años, se concentrarían en la ciudad, y no en Disneylandia como en las visitas anteriores. Ya habían estado en Disneyland Hong Kong, y ahora las esperaba la Torre Eiffel y por lo menos, un museo, gracias a mi insistencia.

Nos fuimos el 4 de noviembre, viernes por la tarde con Air France. El vuelo iba lleno de ejecutivos que regresaban a sus hogares franceses y uno que otro turista como nosotros. Volamos por la tarde y llegamos cuando había oscurecido. Y dicho y hecho, la pequeña se durmió durante el vuelo. Sólo la mayor estaba con los ojos bien abiertos para ver la Torre desde el avión. Y se le hizo, porque ¡la vimos! Ahí estaba, toda iluminada bajo el cielo nocturno del otoño. Una señora parisina.

La llegada hasta el hotel La Résidence du Roy, muy cerquita de los Campos Elíseos, fue interminable. Era viernes por la noche, y el tráfico de lo más congestionado. Pero llegamos. Una vez instalados, decidimos explorar los alrededores, pues no conocíamos un local para cenar. Buscamos un típico bistro parisino, y lo encontramos. Cenamos en la belle ferronière, cuyo nombre hace honor a la pintura de Leonardo da Vinci, que se expone en el Louvre.


Los Campos Elíseos y el Arco del Triunfo desde la Torre


Nosotros cenamos un bistec, o como dicen por ahí, pièce du Bouef. En ese momento me acordé que estabamos en Francia. Oh la la, había que hablar francés. Por suerte mi esposo sí lo habla. Para acompañar la cena, una copita de vino rojo y agua mineral. Ah, para las niñas, pedimos unos hot dogs. Estaban contentas con la selección.


Uno de sus bistros

Y oh sorpresa, lo que llegó fue un baguete de casi 30 centímetros con dos salchichas tipo viena en la mitad y repleto de queso. Y no sólo uno, sino que venía por partida doble. Uno para cada una. En fin, de la experiencia se aprende. Siempre hay que preguntar las porciones para niños, además que nos imaginamos el típico pan americano. Porque hasta en Suiza los hot dogs son los típicos.

Fue bonito cenar en este local y ver la vida de los parisinos que empezaban su fin de semana. Ellos y nosotros disfrutábamos de un noviembre demasiado caluroso para Europa. Con eso, ya nos dábamos por satisfechos. Buenas noches París. Bonne nuit.


Bonjour Mademoiselle


Y en la noche parisina, llovió a cántaros. Dormimos como angelitos y a la mañana siguiente, vimos como todo el pavimento estaba mojado. Desayunamos y nos fuimos caminando hasta la Torre Eiffel. Dejamos los abrigos de lana, y nos vestimos con las chaquetas de lluvia, pues por todos lados habíamos leído que ese día llovería con gran seguridad.

En el camino, disfrutamos los rayos del sol, que contradecían éstas predicciones. ¡Qué bueno cuando los meteorológos se equivocan.

A diferencia del verano, París no estaba llena de turistas. Y por el parque de la Torre Eiffel, vimos a sus parisinos corriendo por la mañana. Era sábado. Llegamos a comprar nuestros boletos para ver la ciudad desde esta torre. A las niñas les encantó la experiencia de viajar en el elevador y ver la panorámica de la ciudad.

Después caminamos hasta el Trocadero, y desde ahí hicimos miles de fotos frente a la Torre, como todos los turistas que pasan por ahí. Ya era mediodía y había qué comer. Escogimos otro bistro que el papá conocía de sus visitas de trabajo a la ciudad. Le Wilson, sí, así se llama. Wilson. Las hijas comieron espagueti a la napolitana, una porción para dos, finalmente aprendimos y nosotros, un famoso Quiche Lorraine. Y para finalizar, un espreso. Al terminar la pausa, nos fuimos caminando hasta el hotel, pasando por los Campos Elíseos, que sin duda es la avenida más ancha de Europa, y que está engalanada con el Arco del Triunfo. Toda una joya de la arquitectura y pilar de la historia francesa.

Esta avenida no duerme y siempre tiene movimiento. Ahí se encuentran comercios de todo tipo, y sucursales de los diseñadores franceses más famosos, como Louis Vuitton. Vimos una fila para entrar a ver las creaciones. Pero también vimos compradores no con una, sino con varias bolsas. Increíble, como si hubieran ido a la panadería.

Abercrombie and Fitch
La fila para entrar y ver las creaciones de Vuitton, era una miseria, en comparación con la fila para entrar a otra tienda. La de Abercrombie and Fitch. En primer lugar, nos sorprendimos, al verla, pues en primera instancia, pensamos que era la fila para entrar a una gelería o museo, porque el edificio en dónde ésta se encuentra, es muy especial arquitectónicamente hablando. Jovencitos y jovencitas esperaban paciente su turno para entrar y adquirir alguna prenda de esta compañía, o varias.
En fin, seguimos nuestro recorrido y llegamos al hotel, en dónde descansamos un poco, antes de continuar nuestro paseo por la ciudad, pasando por la Plaza de la Concordia, hasta el Centro Pompidu. Era sábado por la tarde, y la gente disfrutaba de su día libre. La ciudad vivía.



Mi macaron





Pasamos por el Museo de Louvre, mismo que ya habíamos visitado un par de años atrás. Espero visitarlo con las niñas durante nuestra próxima visita. Caminamos hasta la Opera y llegamos hasta la confitería Foucher, pues las niñas ya tenían las pilas bajas y nuestra caminata todavía continuaría. En Francia el chocolate es todo un arte y se encuentran muchas empresas artesanales que lo elaboran. Ladurée, es la confitería de moda en Paris. Todo mundo quiere probar sus delicias, y hay filas para entrar. Martin me trajo unos macarons, durante un viaje a Ginebra, así que esta vez nos ahorramos una fila. Pero estos dulces son famosos en toda Francia y las compañías como Foucher también los producen. Las niñas probaron unas lunetas de chocolate en forma de lágrima, y nosotros un macaron cada quien. Mi esposo de chocolate y yo de frambuesa. ¡Deliciosos! Ahora sí, a continuar la marcha.

Y hablando de marcha, el gobierno parisino quiere fomentar entre sus visitantes y habitantes, el uso de la bicicleta. Así es que quien lo desee, puede rentar una por un par de horas. Claro es interesante, pero con todo ese tráfico, y bueno, los franceses no son famosos por su buen conducir. Así es que vimos pocos bicicleteros. Pero eso sí, las bicis están bien bonitas.



Y llegamos al Centro Pompidou. Toda una joya arquitectónica. En su plaza vimos a muchos artistas callejeros, por llamarlos así, en términos neutrales, como malabaristas y hasta un estilista cortándole el cabello a una chica.

Haciendo uso de mi poder de convencimiento, entramos al Centro Pompidou, aunque el papá se resistía, por aquéllo de que las niñas estuvieran muy cansadas. Eran las cinco y media y después de hacer fila para comprar nuestras entradas, llevamos a las niñas al área especial para pequeños. A la Bioterra de Matali. Después fuimos al área de la exposición Contemporánea. Edvard Munch tuvo que esperar. Lo bueno es que yo ya había visitado una muestra de él en Hamburgo.


La Bioterra para niños

En el área de la exposición Contemporánea, las niñas se maravillaron con un hongo gigante de Carsten Höller. Vimos también un cuadro de Wharhol, el retrato de Elizabeth Taylor. Al salir del museo, las niñas estaban fascinadas, pero hambrientas. Así que esta vez no comimos en un bistro, sino en una pizzería. Finalmente llegamos al hotel. El tiempo se nos estaba acabando en la ciudad del amor.


El Sagrado Corazón en pleno domingo

Esa noche dormimos tan bien y tan profundo que nos despertamos a las ocho de la mañana. Caramba, esas sí que eran vacaciones. Eso fue lo bueno de la caminata, las niñas acabaron agotadas. Y ni qué decir de la experiencia del Museo.


Ahí estuvimos un poco y contemplamos la panorámica de la ciudad. Después tuvimos un poco de prisa por regresar, pero de todas maneras decidimos caminar. Caminando se conoce muy bien una ciudad. Y la lluvia no hizo acto de presencia.

En esa área de París, vimos a los parisinos ir por su baguete dominguero, mientras se mezclaban con los turistas que terminaban su paseo por la iglesia. La ciudad empezaba a despertarse.


París tiene un encanto para mí. Es cierto que es una ciudad inmensa, con un índice de población alto y con los problemas de las grandes ciudades. Pero una de sus cualidades, es ese estilo, su ambiente elegante, bohemio, ese no sé qué. Un misterio y una elegancia al mismo tiempo. El parisino o parisina tiene un estilo muy peculiar al vestir. Creo que al igual que los romanos, los franceses de París no necesitan experimentar mucho con la moda, tienen estilo que no lo delimita su condición económica. Con o sin prendas caras, se saben vestir con elegancia. Una elegancia atemporal que para las mujeres va desde la ropa hasta el inmaculado corte de pelo. Para mí no es un cliché, es una realidad. París es elegancia y clase, sin importar el estatus socioeconómico. Para otros europeos, los franceses son muy pedantes, pero de acuerdo a nuestras experiencias no podemos decir lo mismo. Siempre tuvimos buenas experiencias.

General Charles de Gaulle

Tristemente dejamos el hotel y no tuvimos tiempo de ir a un restaurant en la ciudad. Llegamos al Aeropuerto Charles de Gaulle, sin retraso. Aunque era domingo, ya circulaban muchos coches por las grandes avenidas. Documentamos las maletas en la misma terminal por dónde aterrizamos, misma que no conocíamos, pues estaba recién renovada y es especial para los vuelos en Europa.
Nuestra comida de mediodía fueron unos sandwiches para los tres miembros de mi familia, y para mi un quiche de berenjena y queso de cabra. De postre, ellos comieron un mararon gigante. Todo esto en la cafetería de la cadena de panaderías Paul, en la terminal internacional. Para llegar a ella, viajamos en autobús. Hay que recordar que el aeropuerto es enorme, uno de los más grandes del mundo.


En la Plaza de la Concordia

Todo salió bien y llegamos a Basilea el domingo por la tarde. Para nosotros fue muy hermoso volver a viajar a esta ciudad, pero para las niñas también fue un viaje para recordar. Las dos quedaron maravilladas de la Torre Eiffel, pues no sólo la contemplaron desde lejos, sino que vieron la ciudad dentro de ella. Ya quiero regresar a París con ellas, y claro, con su papá. ¿Acaso para el aniversario número 15 de casados?

Au revoir Paris, à bientôt!


Posdata: Nunca se les ocurra decirle a un italiano o italiana que París es la ciudad del amor. A mi regreso a Basilea, les platiqué a dos amigas de este país vecino lo que París era para mí y con todo el temperamento latino, me dicen, ¿qué te pasa?, Venecia es la ciudad del amor. No, dijo la otra, Roma. En fin, quizá cada quien hace de su ciudad favorita, la ciudad del amor. 

martes, 11 de octubre de 2011

Bajo la lluvia Malaya


El tercer día durante nuestra visita a Kuala Lumpur, nos sorprendió la lluvia. Ese día teníamos planeado conocer la ciudad viajando en el autobús turístico y viajar bajo la lluvia, era una buena idea.
El recorrido lo iniciamos desde la Estación número uno, ubicada en el Centro Comercial Suria.
¡Qué suerte teníamos, pues el hotel estaba enfrente del mismo!

Caminamos por el pasaje del Centro de Convenciones que lleva hasta el Centro. El clima seguía siendo caliente esa mañana. La lluvia tropical refrescaba un poco la ciudad, pero sólo eso, un poco. Estábamos en el calor asiático.

En este autobús viajamos


Gracias a dios cargamos con nuestras chaquetas de lluvia, mismas que no necesitamos, pero qué bien nos sirvieron para cobijarnos en ese autobús. Parece ser que el turista occidental ha exigido la utilización de los aires acondicionados. Nosotros, viviendo en Suiza, no estábamos acostumbrados a estas gélidas temperaturas en los vehículos. No sé qué hubieramos hecho sin nuestras chaquetas.

He escuchado que Tailandia, tiene un tráfico imposible. Kuala Lumpur no se queda atrás. En unos tramos del recorrido, el autobús permaneció detenido por minutos, que nos parecieron horas. A nosotros esto nos sirvió para observar a sus habitantes durante un día normal de trabajo y de escuela.

Vimos a sus niños en uniformes, a los que acudían a oficinas públicas para realizar un trámite burocrático. A los malasios vestidos en sus faldas-pantalón, con la típica gorrita y a los vendedores ambulantes que hacían su agosto durante la hora de la comida. Pasamos por sus callecitas del centro, hasta las grandes avenidas.

Gracias al autobús, la lluvia no limitó nuestro paseo ese día. Lo único que lamentamos, fue no entrar a un parque de aves,  el Bird Park, pero quizá  esa sea la primera actividad que realicemos durante nuestra siguiente visita, si un día regresamos.



Su torre de televisión
El segundo edificio más grande en esta ciudad, después de las Torres Petronas, es la torre de televisión Menara. Cuando vi el programa de Españoles en el Mundo, recuerdo que un mexicano apareció en la edición, y que se preparaba para saltar en paracaídas desde esta torre.

Otro punto interesante y que nos perdimos, fue el parque llamado Lake Gardens, que está cerca del Parlamento de Malasia. Esperamos ver esta atracción en nuestra próxima visita. Este parque y el Bird Park, del que les hablaba, están muy cerca uno del otro. Así es que mataremos a dos pájaros de un tiro, por decirlo de algún modo.

En la ciudad, hay un monumento histórico llamado Merdeka Square, y que reconoce la independencia de este país en Asia del mando inglés. En Kuala Lumpur se pueden visitar muchos templos hinduistas y mezquitas, pero la que más llama la atención es la mezquita Masjid Negara, y que pudimos observar durante nuestro recorrido.

Cómo comenté en los anteriores artículos sobre Kuala Lumpur, esta ciudad está creada bajo una mezcla de razas. De esta manera el visitante se topa también con un Barrio Chino. Es increíble como las diferentes culturas conviven en este país. La china, árabe, hindú, más otras de expatriados de todo el mundo.


Y el sol volvió a brillar
Al terminar el recorrido, nos sentimos satisfechos de haber conocido un poco más la ciudad y de sus mezclas arquitectónicas. Mientras habíamos pasado una mezquita, nos topábamos con unas esculturas de los dioses hindués, que le servían de fondo a un restaurant de comida china. Sin olvidarnos también de la presencia de los templos budistas. Todo esto es Malasia y lo estábamos conociendo.

Cuando nos bajamos del autobús, atravesamos una de sus avenidas principales. Era mediodía y la gente había terminado de comer. Volvían al trabajo.

Y bueno, las Torres Petronas se inundan de trabajadores al mediodía. Justo cuando entramos a ellas, a su centro comercial Suria, vimos un mar de empleados que regresaban a sus oficinas. Caminamos contra la corriente. Impresionante ver a los empleados dirigirse a los elevadores del centro. Toda una masa. Lo que me gustó fue ver a sus mujeres musulmanas que también están integradas en el campo laboral malayo. Así terminó nuestro paseo del día. Por la tarde, la lluvia había terminado. Parece que así pasa con las lluvias tropicales.

A la mañana siguiente el sol volvió a brillar, y con él, regresó el bochorno. Lástima, pensamos. Pero nos consolamos con la idea de ir al mar. Ese día partíamos hacia la costa norte de Langkawi. Adiós Kuala Lumpur, nos vamos a la playa. De esto, les contaré en la siguiente ocasión. Mientras tanto, me quedó con el recuerdo del sol sobre las Torres Petronas.

martes, 6 de septiembre de 2011

Visitando otras atraciones que no fueran las Torres Petronas

Viajando en Autobús para conocer Kuala Lumpur

El tercer día de nuestra visita a Kuala Lumpur, lo dedicamos a realizar un viaje en autobús turístico. Resulta que las predicciones del tiempo se confirmaron y ese día lluvió toda la mañana, y parte de la tarde.
Para que nuestro humor viajero no decayera, decidimos realizar el típico paseo del turista y viajamos en el autobus Hop-on hop-off.

En este autobús recorrimos la ciudad en plena lluvia

Pasamos un poco de frío, porque el autobús estaba totalmente climatizado. Parece ser que la mayoría de los turistas provienen de Inglaterra y disfrutan de este fresquecito exagerado. Por suerte teníamos nuestros impermeables y nos pudimos defender de los gélidos grados.

La primera estación está localizada en el Centro Comercial Suria. De ahí en adelante vimos sus principales atracciones durante un recorrido de dos horas, porque al parecer, el tráfico en Kuala Lumpur, es al estilo Tailandia, país no muy distante. Durante el tiempo del recorrido, hubo momentos en que nos sentimos abandonados en el espacio del autobús. Con este ritmo lento, fuimos descubriendo sus atractivos, dejando atrás a las imponentes Torres Petronas, que ya de por sí, predominan en el panorama de esta ciudad. Imposible que pasen desapercibidas.

En esta ciudad se filmo la película de Sean Connery y Catherine Zeta Jones, la escena del metro

miércoles, 31 de agosto de 2011

Ramadan Kareem

Es cierto que ya les había contado de nuestras vacaciones el verano pasado en la ciudad de Dubái, en los Emiratos Arabes Unidos. Pero resulta que nos gustó muchísimo, y este verano 2011 decidimos regresar y repetir la aventura por el mundo árabe.
Lo especial de nuestra visita lo marcó la mayor fiesta de todos los musulmanes en el mundo. El Ramadán. El período de ayuno, oración y sacrificio en la comunidad del mundo árabe.
Viajamos la semana del 6 al 13 de agosto. En esta ocasión lo hicimos con la aerolínea Swiss, directo desde Zurich.

Antes de emprender el vuelo, tratamos de investigar un poco sobre esta fiesta religiosa. Al principio tuvimos un poco de temor, de viajar con la limitación del ayuno árabe. Para nuestra fortuna, en todos los hoteles de Dubái se pueden hacer las tres comidas, sin ningún problema, no así en las calles de Dubái. En todas las guías turísticas, y en las páginas de internet de algunos hoteles, se pide abstenerse de comer en público. El ayuno en el Ramadán se aplica desde el amanecer, hasta el anochecer. Y esto incluye también el consumo de bebidas. Los únicos que pueden hacerlo, son los ancianos, las embarazadas y los niños.  Aunque si lo desean, también pueden ayunar.

Antes de continuar mi relato en este Aterrizando, me gustaría señalar lo interesante que fue conocer esta fiesta. Lo que más me gustó, es que durante el Ramadán, los creyentes de Alá destinan su tiempo para hacer colectas y destinarlas a los más necesitados. Puede ser que ellos organicen sus colectas, o bien, como hizo el gobierno este año, de enviar ayuda en alimentos a Somalia, país que no está muy lejos de los Emiratos.


Burj al Arab antes de iniciar el Iftar
Con estas informaciones en nuestro equipaje, nos fuimos de vacaciones.

La llegada a Dubái no nos sorprendió como hace un año, pues ya sabíamos que el beso del desierto nos estaría esperando cuando abandonaramos las salas climatizadas del aeropuerto.  Lo que sí nos sorprendió, fue la espera en la aduana. El año pasado el trámite fue doble para mí, pues como mexicana tenía que portar una visa que el hotel nos envío sin problema. Este año nos sorprendimos al conocer que el doble trámite se había convertido en uno.

Como por arte de magia, un oficial vestido en el tradicional Thawb, llegó para cambiarnos de fila, que parecía interminable y nos pasó con él para la revisión de nuestros pasaportes. ¡Bendito!, pensé cuando salimos del aeropuerto. ¡Gracias Dubái! fue lo primero que pude decir cuando nos sentamos y vi el rostro contento de las hijas, que no habían tenido que esperar demasiado, para llegar a disfrutar sus vacaciones antes del inicio escolar.

Esa primera noche no hicimos mucho más que desempacar, acostar a las niñas y esperar al día siguiente para ir a la piscina.
Masa al- khayr, ¡buenas noches Dubái!

De vuelta al Club de Niños

Nuestras dos hijas despertaron deseosas de ir al Club de Niños Simbad, que se encuentra en el Hotel Jumeirah Beach. El año pasado quedaron fascinadas por las actividades que realizaron ahí. Esa primera mañana en Dubái, ni siquiera se interesaron en desayunar. Comieron un poco de pan y veinte minutos más tarde ya estaban en la puerta del Club Simbad. Mientras ellas se divertían, nosotros nos fuimos a la piscina, lugar apatecible con el calor de más de cuarenta grados, a descansar y a leer el periódico de la localidad en inglés, Gulf News.

Ese día nos sorprendimos al ver que la práctica del Ramadán en la piscina, es nula. Los turistas podían tomar refrigerios y hasta los empleados del hotel, repartían paletas de limón a todos los que estaban en sus piscinas. Bendito el helado de limón que aminoraba nuestra sed en el sol del desierto. A diferencia del año pasado, estas vacaciones en Dubái observamos menos turistas en el hotel y también en la ciudad. Creo que volveríamos a visitar la ciudad en las fechas del calendario árabe.

La mayoría de los turistas eran de Inglaterra o de Australia. Cabe señalar que Dubái estuvo bajo el dominio inglés. En menor cantidad, había turistas de la India o del resto de Europa. Casi no vimos huéspedes árabes en el hotel. Aunque el Ramadán es una época de meditación, también es un tiempo para viajar en el mundo árabe. En Suiza nos enteramos que Ginebra es una de las ciudades favoritas de los turistas musulmanes. Dubái también. Se supone.

Una triste noticia 

Durante esa semana en Dubái, me encontré con una muy triste noticia. Un emirati, como se les conoce a los habitantes de los Emiratos Arabes Unidos, había sido asesinado justo enfrente de su casa, en Houston, Texas. El motivo de su estancia en el país norteamericano se debía a que estaba cuidando a su padre enfermo de cáncer, quien se atendía en esta ciudad. Al parecer, la familia era una de tantas millonarias en Dubái. El hijo de este enfermo, había viajado solo para acompañar a su hermana, quien cuidaba del padre. La madre había regresado a Dubái. Este emirati había dejado a su esposa y a su hija en Dubái.

Cuando padre e hijo regresaban del tratamiento en el hospital, dos asaltantes los esperaban fuera de su casa. Desgraciadamente el atraco pasó a mayores y los asaltantes hirieron con arma de fuego al Emirati. El padre escapó y pudo protejer a su hija, quien se encontraba en el interior del domicilio.
Era de esperarse la repercusión de esta noticia en Dubái. El cuerpo del emirati, fue recibido con honores. Descansa en paz.


Tiempo para hacer un Recorrido con el Autobús turístico

Durante esta semana, hicimos un recorrido turístico por la ciudad. Así es que dejamos el tiempo de chapotear en la alberca y las visitas a los centros comerciales, y nos fuimos a conocer la ciudad, a bordo de un autobús climatizado.

Antes de iniciar el recorrido

El recorrido iniciaba en la estación ubicada en el Centro Comercial Wafi, caracterizado por sus techos en forma de pirámides. Los grandes diseñadores como Valentino, tienen sus sucursales en este centro. Así es que llegamos un poco temprano, compramos los boletos del tour y esperamos a que el autobús llegara. Para que la espera fuera más corta, nos fuimos a recorrer un poco sus tiendas. Obviamente los restaurantes y cafés se encontraban cerrados. Sólo se podía comprar comida para llevar, como en la panadería de la cadena francesa, Paul.


Wafi Mall
Y llegó el autobús. Fue muy agradable viajar en un vehículo climatizado. Mi esposo, mis hijas y su servidora, nos vestimos de blanco, con telas de algodón y un sombrero, pues temíamos al sol del desierto.  Todas las guías turísticas, recomiendan telas vaporosas para no sufrir en el calor y cubrirse la cabeza con un gorro o sombrero. Y así lo hicimos, aunque estuvumos muy poco tiempo afuera. Pero veíamos a los demás turistas que se nos unieron en las siguientes estaciones, que de verdad sufrían en el calor de la ciudad.

La mayoría de los cargamentos de estos barcos son especias, cuyo principal destino es Africa

En el recorrido, nos entereamos de que la ciudad de Dubái se formo cuando ciertos pueblos árabes se reunieron alrededor del río Creek, que desemboca en el Golfo Pérsico. La principal actividad comercial de Dubái, fue el comercio de especias, transacción que se continúa realizando.

Fue muy emocionante ver las calles de Dubái. Aunque no había mucha gente, por la celebración del Ramadán, pudimos ver cómo era un día normal en esta ciudad. Así como la vestimenta de sus habitantes, sus construcciones y lo más interesante, el Dubái antiguo enmarcado por el río Creek.


Epicentro de dos épocas, en el Creek

Según la narración del autobús, Dubái es el país más seguro del mundo. La gran mayoría de sus habitantes visitan hospitales privados y los extranjeros forman una población considerable.
Para mí Dubái representa la aldea más cosmopolita que he conocido, pues uno se encuentra con un sinfin  de nacionalidades, al parecer, conviviendo en armonía.


El nos saludaba con la tentación de las ofertas

El recorrido lo terminamos en la estación del centro comercial Deira City Center, dónde la réplica de un camello nos estaba esperando. De ahí, nos fuimos en taxi al hotel, dónde al papá le aguardaba una sorpresa de cumpleaños. Ese fue el motivo de hacer el recorrido y festejar al marido en el día de su cumpleaños.

Celebrando al esposo en un restaurante argentino

Ese día, 8 de agosto, celebrabamos al papá con el recorrido en autobús. Cuando llegamos al piso dónde nos hospedábamos, me pareció ver a alguien de nuestro cuarto. Y antes de imaginarse las peores historias, nos sorprendimos al entrar y ver una sorpresa, que para mi propia sorpresa, no había organizado su servidora, sino el personal del hotel.

Feliz Cumpleaños Papilulo

El pastel de cumpleaños esperaba al papá en la mesa del cuarto y la bebida para celebrar adecuadamente. Me dio pena no haberlo hecho yo, pero al igual que mi esposo nos dejamos consentir con este súper detalle. Fue una bonita tarde familiar.

Para terminar los festejos de aniversario, nos fuimos a cenar al restaurant argentino del hotel, la Parrilla. Tuvimos que esperar que iniciaran los festejos del Iftar, tiempo en que el musulmán termina su ayuno al anochecher y los cuatro disfrutamos de una deliciosa carne argentina y lo mejor de todo, dulce de leche en el postre.


Admirando el inicio de un día

Esa noche de tantas emociones no pude dormir muy largo. Mi fascinación por el mundo árabe continúo cuando me desperté todavía de madrugada. No tenía ninguna prisa de madrugar, pero ahí estaba yo, sin poder coinciliar el sueño. Al momento en que amanecía, antes de las seis de la mañana, decidí sentarme en la terraza del cuarto. Las noches en Dubái no conocen el sereno. No se puede decir que en el verano la temperatura baje y el medio ambiente se refresque. No, el calor continúa. ¿Quizá 37 grados? Por otro lado, sentía que ese sol intenso me estaba cargando de energía. Me sentía muy descansada y sin necesidad de intentar dormir de nuevo.


Buenos días Dubái

Y así vi la ciudad despertar. El Burj al Arab cubierto por los primeros rayos del sol, los madrugadores nadando en la playa, la ciudad con sus primeros movimientos. El cielo azul coloreado por un leve toque rojizo. ¡Buenos días Dubái!


Burj Khalifa

Ese día continúo la estancia en la alberca y el club de niños. El día lo terminamos con una visita al Dubai Mall y a su acuario. También presenciamos el show de la fuente afuera del mismo y nos enamoramos de nuevo del edificio más grande del mundo, el Burj Khalifa.

Iftar después de un día en el Wild Wadi

Las vacaciones se nos iban acabando y no nos gustaba esa verdad. Por eso, decidimos empezar el día, mejor dicho, el mediodía, con una visita al Wild Wadi, atracción perfecta para las niñas. Y me refiero al mediodía, porque durante la mañana estaban en el Club Simbad.

Esperando las olas en el Wild Wadi

El Wild Wadi Water Park es un parque acuático que pertenece al Hotel Jumeirah Beach. Wadi significa más o menos como la  ribera originada por un torrencial . También está abierto a todo el público. Paseos en tobogán, una área especial para niños y la piscina de olas, son algunas de sus atracciones. Para mí fue una gran experiencia también, porque me atreví a sumergir mis pies en una pecera llena de ejemplares Garra Ruffa, que esperan al valiente para exfoliar la capa de piel y dejarla como de recién nacido. Es el pedicure más natural de este mundo. Esta atracción se llama Fisho, the fish spa. Si quieren ver más al respecto, aquí les dejo la página en Internet: http://www.jumeirah.com/en/Hotels-and-Resorts/Wild-Wadi-Dubai-Water-Park/Services--Facilities/FISHO/

Al principio no estaba muy convencida de hacerlo, pero finalmente mi esposo dijo: - anímate, no pasa nada, sino, nadie lo intentaría. Y me convenció. Ahí estaba arriba de unos hambrientos pececitos que esperaban mis extremidades inferiores. Lo difícil son los primeros cinco minutos, en los que uno se va acostumbrando a las cosquillas que producen sus boquitas. Ahí me quedé sentada por unos veinte minutos, orgullosa de que había superado mi prueba.

Jardín del Zabeel Saray

Disfrutamos mucho ese día y nos olvidamos un poco de que pronto estaríamos volando de regreso a Basilea. La última actividad del día, fue conocer un hotel ubicado en el área de la Palmera y que pertenece al mismo grupo de hoteles en dónde nos estábamos hospedando, el Jumeirah Zabeel Saray, un hotel con un auténtico toque árabe.

Definitivamente fue una muy buena idea conocer la Palmera y este hotel. Fue ahí donde vimos más huéspedes musulmanes. Comimos en el restaurant del hotel que se llama Imperium. Este tiene una influencia francesa, especialmente por sus candiles.

Y llego la hora del Iftar. Iftar es la ceremonia en la que el musulmán termina su ayuno para comer. Esta ceremonia la inicia después del Maghrib, que siginifica puesta del sol. El primer alimento es un dátil y se acompaña de unas bebidas a base de jugo de durazno, de dátil y leche. Después, pueden empezar con los platos fuertes y postres.

En este restaurant, pudimos ver representantes de todas las corrientes árabes. Vimos una familia cuyas mujeres portaban sus atuendos negros y siempre iban al tocador, acompañadas de un varón de la familia. Vimos a mujeres portar ropa como en occidente y otras que tenían un turbante en la cabeza.


Me encanta esta foto, aunque no está muy bien tomada

Tuve la oportunidad de encontrarme en el tocador con un grupo de damas en atuendos negros y con turbantes. Una se quitó el velo de la cabeza y accionó el botón del secador de manos. Tenía una cabellera envidiable. Negra, color azabache y pesada. Muy guapas todas las chicas de este grupo. Una vez que se refrescaron, volvieron a cubrir sus cabellos en los velos negros y volvieron al restaurante.

Después vimos a una pareja con sus trajes típicos.  Altos los dos, incluso la esposa, no muy común en el pueblo árabe. Transmitían una elegancia en su andar, como si flotaran. Se veían impecablemente limpios, vaporosos, elegantes.

Ese día en particular, vimos una televisión en el restaurante, con la transmisión especial de una ceremonia religiosa, los musulmanes pudieron conocer exactamente el momento de pasar al bufet del Iftar. Así se rompía el ayuno. Todos los días en que dura el Ramadán, el periódico Gulf News publica la hora exacta del amanecer y el atardecer en Dubái.

Después regresamos al hotel, a preparar maletas, pues mañana sería el último día.


Despidiéndonos de la playa

El último día fue doloroso, pero lo quisimos aprovechar al máximo. Las niñas no fueron a su club de niños, para que disfrutaran al máximo la piscina. Para no perder tiempo, desayunamos en el cuarto hot cakes, pues las mujeres, mayoría en la familia, escogieron esta opción. Después fuimos directo a la playa, a despedirnos de su arena que arde y de su mar caliente. El resto del tiempo lo pasamos en la piscina, comiendo la última paleta de limón y visitando al Wild Wadi.

La luna, símbolo del Ramadán
Después de la comida, fuimos a la recepción a organizar el traslado al aeropuerto y a dejar las maletas por unas horas. Nuestro vuelo sería a la medianoche, así es que no nos quedaba otra más que visitar los dos centros comerciales que nos conquistaron, el Dubai Mall y el Mall of Emirates.

En el Dubai Mall cenamos. Necesito decir que no me gusto cuando en un restaurant de sushi una familia comía antes de que iniciara el Iftar. Faltaban como unos quince minutos y la familia asiática estaba ya en la degustación. Frente a ellos, una familia musulmana. En fin, ahí pudimos darnos cuenta de la increíble tolerancia hacia los turistas.

Nuestra cena la hicimos en el restaurant Cafe de Paris, que es una sucursal de la matriz ubicada en Ginebra, Suiza. Creo que la visita a este local en Ginebra no era tan accesible, pues Ginebra estsá a tres horas de Basilea. Así que aprovechamos esta oportunidad.



Se podría pensar que es un desperdicio pasar el tiempo en los centros comerciales, pero la verdad es que uno como turista puede sentarse y observar a todos los habitantes de esta ciudad que utilizan estos lugares como punto de reunión. Y es que con el calor que hace afuera, ir al centro comercial es la mejor opción para mitigar ese calor.

Así terminaba el día. Estábamos cansados, pero felices de haber aprovechado al máximo  la visita a esta ciudad. Regresamos al hotel por las maletas y nos dirigimos al Aeropuerto de Dubái. En esta ocasión, aprendimos que el Ramadán es una de las cinco columnas del Islam. Nos gustaron las creencias altruistas para los más necesitados y un detalle que nos maravilló, fue conocer que al final de este período, los niños reciben regalos, como nuestros niños en Occidente durante la Navidad.

Adiós Dubái, con gusto regresamos en un año, si nos es posible.

jueves, 21 de julio de 2011

Mi primera excursión en la montaña

En esta ocasión hago un paréntesis en mi narración sobre Kuala Lumpur, para escribir sobre la primera experiencia que tuve en las montañas suizas.
Resulta que la segunda semana de julio nos fuimos de vacaciones viajando por Suiza, dónde vivimos y de dónde es originario mi esposo.

Manejamos hasta la ciudad de Schaffhausen, famosa por sus catáratas, por la isla Mainau en Alemania, que se encuentra cerca de Schaffhausen; para luego continuar por Altdorf, la cuna del héroe suizo Guillermo Tell. ¿Quien no ha escuchado la historia de la manzana? Después visitamos la ciudad de Brunnen, en el Cantón de Lucerna.


Edelweiss, la flor de las montañas
Pero la visita principal en estas vacaciones, fue a Zermatt, ciudad localizada en el Cantón de Wallis. Wallis es famosa por sus montañas, pero en especial por aquélla que todo mundo conoce o quiere conocer, el monte Matterhorn. 

Este fue el tercer año que visitamos Zermatt. Llegar hasta ahí no es fácil.  El visitante de Zermatt se tiene que acoplar a una norma de esa región. En esta comunidad suiza están prohibidos los automóbiles, sólo transitan autos eléctricos, bicicletas, caballos y todo aquél que llegue en tren.

En la región hay innumerables hoteles y albergues. Claro que el amante de la naturaleza puede acampar en una área establecida. Los dos primeros años nos quedamos en el chalet A la Casa, que estaba a unos 15 minutos del centro. Pero esta vez nos hospedamos en uno de los departamentos del edificio La Boheme, específicamente, en el departamento Carmen. El dueño del edificio es un amante de la ópera. Todos los departamentos tienen el nombre de una.  La ventaja en este lugar es que se está casi en pleno centro.

El primer día de nuestra visita estuvo marcado por un aguacero. Después de vivir un calor de 33 grados en Altdorf, caminamos bajo la lluvia. Fuimos al centro a comprar nuestra cena. A la mañana siguiente el cielo se despejó y las nubes descobijaron el Matterhorn. Todo una belleza.

La experiencia especial de este viaje fue la caminata en la montaña o wandern, como se le conoce en alemán. Yo había tenido la experiencia de caminar por los bosques en Austria, con nuestros amigos Andreas, Angélica y su hijo Alex, que en aquel entonces tendría dos años. Esta vez, en Zermatt, empezaba la aventura, pues ya no era terreno plano. Un par de semanas antes, habíamos caminado por el  pueblo de Adelboden, en Berna, para ver sus cataratas, pero aquéllo fue una excursioncita, en comparación a lo que estabamos por hacer.

Y así subimos hasta la estación Sunnegga, un mirador situado a unos 3,000 metros, y que se alcanza gracias a un tren especial que sale desde Zermatt.


Estación Sunnegga

Lo primero que hicimos fue comer en su restaurante. Yo escogí un Rösti, platillo típico suizo a base de papá dorada. Vino acompañado de una montaña de tocino que no comí, pero creo que es recomendable para una excursión como la que hicimos.

Y después empezó la caminata. Mi marido, con las experiencias que sus papás le transmitieron en su infancia, escogió el Camino de las Marmotas, una excursión recomendada para niños para ir a observar a estos animalitos.


Las cuatro pistas del camino de las Marmotas


Nuestro caminito

Así empezó el recorrido. Nos fuimos ataviados con nuestras chaquetas. Nuestra primogénita, quien ha hecho más caminatas con su grupo del jardín de niños, portaba orgullosamente su chaqueta Jack Wolfskin, marca alemana. Martin, una que yo le regalé de Eddie Bauer, imprescindible para el montañista norteamericano o canadiense, probablemente. Su servidora, una chaqueta de la cadena suiza Manor, para principiantes como yo, y nuestra segunda hija un sencillo impermeable de Hello Kitty de la cadena sueca H&M. No soy tan desalmada, pero pronto va a entrar al jardín de niños y le compraré la suya.

Y claro, lo elemental en esta actividad en la naturaleza, son los zapatos. Sin ellos, estás desarmado contra  la montaña. En esto conviene invertir y comprarse un par que servirán por muchos años, a excepción de los de los niños. En la última visita a Zermatt, me prometí que los iría comprando poco a poco, para todos. Así es que no podía pasar nada, ya estábamos equipados. Con todo y chocolate que el papá nos había comprado en el restaurante de la estación Sunnegga. Toblerone, claro, la réplica del Matterhorn.


Caminando entre las nubes
No les voy a mentir. A partir de ese momento empezó mi respeto a la montaña. Claro que seguimos un camino seguro. No se podía caer uno al vacío, porque los caminos están bien delimitados. Pero la sensación de que por dónde caminas estás cerca del vacío, es incómoda, especialmente si llevas niños. El papá, con su experiencia, me tranquilizó y el fue nuestro guía. Además, cuántas familias o grupos de niños no atraviesan a diario por ahí.

Déjando esos miedos infundados, no quedaba otra cosa de disfrutar de la montaña. Nuestra hija mayor tuvo una explosión de emociones porque caminaba entre nubes. Y es que las nubes rodeaban la montaña. Para ella fue casi como tocarlas. El aire de la montaña reconforta y revitaliza. Ahora entiendo la fascinación que tienen los excursionistas.

El Camino de las Marmotas tiene cuatro parajes en dónde los excursionistas pueden conocer un poco de la vida de las marmotas, de sus enemigos, de su permanencia bajo la tierra para defenderse de las águilas y de otros animales. La naturaleza las ha dotado de un color de pelo que les permite perderse entre las rocas de la montaña. Pasó mucho tiempo para que vieramos una, pero las vimos. Pueden permanecer inmóviles por minutos. Y sus gritos se escuchan por toda la montaña. Son enormes, dan ganas de abrazarlas. Pero sus crías, son todavía más lindas. Ahí estábamos, en el silencio de la montaña, contemplando a estos animalitos.

La caminata por esta montaña nos permitío ver lagos, que brillaban con su color verde turqueza. De encontrar a otros montañistas, a quienes saludábamos con un Grüezi, como se saluda por estos rumbos suizos. De regreso y después de cuatro horas de caminata, tuve ganas de besar el piso plano del restaurante. ¡Lo logré, vencer ese miedo y poder disfrutar de la montaña!


Un lago en la montaña


¿Podemos pasar, queridas Cabritas?
Mis hijas van a retener en sus memorias por mucho tiempo esta primera excursión. El papá les preguntó qué cosa les había gustado más del Camino de las Marmotas y ellas respondieron que fue su experiencia con las cabras de la montaña. La más pequeña le comentó: - me gustó cuando tú le preguntaste a las cabritas si nos dejaban pasar. ¡El papá es un héroe!

Y es que por un tramo, encontramos a una manadita de cabras pastando. Estaban todas reunidas justamente por el camino dedicado a los excursionistas. Los machos, tenían unos cuernos que impresionaban. Ahí venía mi siguiente preocupación. Pero el papá, con su personalidad tranquila, nos abrió paso entre estos animalitos y pasamos sin complicaciones. Nuestro comentario fue:  Danke, danke danke. Mil gracias hermosas cabritas por dejarnos pasar. Y después de nuestra travesía, ellas se volvieron a acomodar en el mismo lugar.




Una de las marmotas que vimos
Así, había terminado la primera excursión del día. Regresamos al Departamento Carmen y dormimos profundamente. Mi cuerpecito estaba todo molido, pero haber vivido esta experiencia con las hijas, fue indescriptible. Creo que también para para nuestras hijas

La estación Gornergrat nos esperaba al día siguiente ...







martes, 5 de julio de 2011

Malasia, ¿un Déjà-vu?

Si yo les contara de dónde se nos ocurrió la idea de viajar a Malasia, no me lo creerían. Una de esas noches  en las que mi esposo andaba de viaje, me acurruqué en mi sillón y muy interesada presencié una edición más de Españoles en el Mundo, uno de los mejores programas que en mi opinión Televisión Española tiene.


Las Torres Petronas, el orgullo Malayo


A su regresó, le conté fascinada sobre Kuala Lumpur, la ciudad emergente en la selva, rodeada de culturas diferentes y de modernidad. Las Torres Petronas me habían dejado boquiabierta, así como las bellezas naturales en el interior del país. Le animé a que viera el programa por internet, en la sección A la Carta, de TVE. Pero hasta ahí quedó. Vinieron otros programas y por supuesto, llegaron las vacaciones de invierno. Todo mundo se alegra de un descanso y empezamos a planear unas vacaciones por segunda vez a Hong Kong, que tanto nos habían gustado el año pasado.

Y así se dedicó a buscar vuelos y hoteles, entre otras cosas. Ya queríamos huír del frío en Suiza y volar hacia el otro lado del mundo, dónde sí hubiera cálidez en las temperaturas.
- Te tengo una sugerencia, me comentó muy ánimado. De Hong Kong se puede volar fácilmente a Kuala Lumpur, y de ahí a una playa. No niego que la precupación me invadió y pensé en la salud de las hijas. Malasia se me hacía muy exótica para sus cuerpecitos acostumbrados al frío. Y ni qué decir de las enfermedades contagiosas. En fin, después de escuchar un no te preocupes, ya me informé, como unas diez veces, le di un rotundo ¡sí, vamos!


Vista del parque desde el hotel


En este blogg les conté ya del viaje a Hong Kong y de nuestra llegada a Kuala Lumpur.
Ala mañana siguiente, cuando salimos del hotel y caminamos por los alrededores de la ciudad, no dejó de invadirme esa sensación de un casi Déjà-vu gracias al medio de comunicación español. Las Torres nos acompañaron en nuestro sueño, pues se veían desde la ventana del hotel, pero salir esa mañana y empezar a recorrer un poco la ciudad, fue un poco curioso, porque antes de ver la producción española, ni se nos había ocurrido atravesar el continente en dónde vivimos y visitar Malasia. Pero ahí teníamos la cultura malasia frente a nuestros ojos. Obviamente el calor, que tanto deseábamos y el sol.

Lo primero que visitamos fue un parque a los pies de las Torres Petronas, y valga lo cursi, todo un oasis en la ciudad. El panorama verde alberga a muchas especies de flora y fauna. Sí, fauna, pues en muchos parques de Kuala Lumpur, los macacos proliferan en sus árboles y le dan ese carácter exótico a la ciudad. Deseamos ver de lejos a alguno, pero creo que las autoridades se han encargado de tener a estos animalitos un poco lejos de la vida urbana, pues se les considera una plaga que ha perdido el miedo del hombre.


El Centro Comercial Suria


En fin, en este parque, ubicado frente al centro comercial Suria, nuestras niñas disfrutaron el paraíso de los juegos infantiles. Al lado de estos, está una minipiscinita para chicos y grandes, quienes pueden refrescarse en el bochorno de la selva de Malasia.También el parque ofrece un espacio para los amantes deportistas con pistas especiales para corrrer.

Después de caminar por el área verde, entramos a uno de los centros comerciales más grandes de Asia. Suria.  6 pisos de tiendas y atraccions co todas las marcas internacionales. Malasia ofrece a su visitante un turismo de compras, pues los precios son mucho más accesibles que en otros países. Su moneda oficial es el Ringgit. Y bueno, sí ya estábamos ahí, había que aprovechar si se comparan los precios en Hong Kong, dónde habíamos estado un par de días antes.


La familia en Aquaria


Pero antes de darle rienda suelta a nuestros impulsos consumidores, entramos a comer al restaurant Chili's. Para recordar un poco nuestras visitas a este restaurante en México. Además, no se encuentran muchas sucursales de esta cadena norteamericana en el mundo. Así es que teníamos qué aprovechar.

En Kuala Lumpur estaríamos dos días, ese día tratamos de aprovecharlo al máximo y visitamos con las niñas el Acuario que está en ese mismo centro comercial, Aquaria, dónde pudimos ver las especies marinas del ecosistema malayo.

Después de la visita, nos dimos a la tarea de explorar un poco la ciudad a pie. Caminamos hacia la Oficina de Turismo de Malasia y conocimos el tráfico en esta ciudad. También entendimos por qué mucha gente no camina, y es que hay muy poca banquetas que lo permitan. Obviamente las motocicletas son un medio importante de transporte y se ven como si fueran moscas por todas sus calles.


Las Torres vistas desde la Oficina de Turismo

Al llegar a las oficinas, nos encontramos con todas las posibilidades que el viajero puede realizar en este paradisiaco país. En pocas palabras, el encuentro con la selva. Quien se interne en ella, podrá ver todos sus secretos, y hasta conocer al temible Tigre de Malasia

Nosotros nos habíamos decidido antes por una opción tranquila, Lankawi, ciudad de la cual hablaré después.

En Madam Kwans


La caminata nos abrió el apetito y esa noche era una obligación. Buscar un restaurante de comida malaya. Y bueno, no batallamos mucho para encontrarlo, pues en el Centro Comercial Suria, estaba el restaurant Madam Kwans. Creo que la comida en Asia proporciona al turista una explosión de sabor cuando la prueba. Ya queríamos conocerla.

Llegamos temprano a Madam Kwans y nos otorgaron una mesa sin problemas. Nuestras hijas prefirieron un platillo tradional del menú infantil, espagueti a la boloñesa, algo que siempre deja contentos a sus paladares. En cambio nosotros, tuvimos un encuentro con Nasi Lemak, el platillo más representativo malayo.


Nasi Lemak


Esta comida está compuesta de arroz bañado en leche de coco, nuez tostada y pollo en una salsa de chile y otros condimentos. La fruta es parte de este platillo, como el mango. Dos elementos son importantes también, los pepinos y el huevo, que puede ser duro o estrellado.

Para mi gusto, este último ingrediente se puede dejar fuera. Buen provecho, fue una deliciosa comida. Mi esposo trató otro platillo,  el chicken Rendang, un tipo de curry. También delicioso, pero un poco más picante. 

Explanada del Centro Comercial

La noche terminó con un paseo en el parque. Así contemplamos también las Torres Petronas iluminadas. El calor ya no era sofocante y fue muy agradable pasear bajo una noche de verano en Asia.

Las Torres de noche

El día siguiente nos esperaba e iríamos a conocer un poco más de la ciudad, aunque los pronósticos del  el clima no se veían nada favorables. Tendríamos un encuentro con la lluvia en el paraíso tropical. Tanto calor se puede soportar con un poco de lluvia.

Hasta mañana Malasia.

sábado, 18 de junio de 2011

Kuala Lumpur: la ciudad dónde las razas se funden

De Hong Kong a Malasia se hacen solamente cuatro horas por avión. Y aunque no están tan lejos, las diferencias entre el clima y la cultura sí son notorias. Hong Kong es un respiro entre el régimen autoritario chino y la libertad occidental. El clima en Hong Kong durante el mes de marzo fue templado, mientras que en la ciudad de Malasia, ya era un poco bochornoso. Lo que me impresionó al llegar a Kuala Lumpur fue observar cómo las diferentes razas humanas se están mezclando. La sociedad me pareció muy abierta.

Al aterrizar en su aeropuerto, nos recibió el calor de su gente y de su país. La vegetación nos abría paso entre los caminos de asfalto que han atravesado sus selvas. Al ir en el taxi, fuimos descubriendo las áreas pobladas. Casas habitadas en dónde el aire acondicionado no puede faltar. De seguro entre los árboles se podría ver la fauna exótica de este país asiático. A medida que nos acercábamos, crecía el deseo de ver a las Torres Petronas.

Así, entre la exhuberancia de su vegetación, una motocicleta estilo Vespa se iba abriendo paso entre los otros vehículos. Esa escena me pareció que estaba saliendo de una película de Bollywood. Su conductora, una chica de la cultura hindú, valga la redundancia, iba manejándola a toda velocidad. El Sari rosa barbie iba jugando con el viento, en especial su mascada. Hasta me imaginé la música que se escucha en estas películas y me imaginé a cientos de hindúes bailando en la carretera.

Bienvenidos a Kuala Lumpur, un país dónde sus visitantes de culturas remotas, van creando su propia civilización enmarcada por la tecnología. Eso es Kuala Lumpur,  la selva enredándose con el asfalto y la tecnología. Y las culturas. Pues en Kuala Lumpur viven malayos, chinos, hindús, euroasiáticos y europeos, entre otros.

Estas mezclas se fueron dando debido a las minas de estaño que en siglos anteriores habían atraído a los habitantes de Nepal, Birmania, Tailandia y China, entre otros. Aunque hay muchas culturas, el idioma oficial es el Malayo. Es muy divertido tratar de entender las palabras escritas en el país. Por suerte, muchos de sus pobladores hablan muy bien el inglés. El chino tiene una enorme presencia, así como el tamil y el cantonés. Curiosamente el idioma inglés es el oficial en las escuelas.




Esta fue una de las primeras fotos que tomamos mientras duraba nuestro trayecto del aeropuerto a la ciudad. Prometo otras mejores en el siguiente blogg

Y después de la imagen de la chica del Sari, aparecían a lo lejos las Torres Petronas. A partir de ahí, empezó la cacería de fotos. No sé cuántas hicimos.

Llegamos a la ciudad. La selva alejaba sus brazos verdes y daba paso al asfalto fundido entre las razas.
Era casi el anochecer y fue maravilloso ver  las torres iluminadas.

Fue en el Hotel Traders dónde nos hospedamos. Las Torres vigilaron nuestros sueños durante los tres días que duró nuestra estancia en la ciudad.

Y en Kuala Lumpur volvímos a vivir la presencia de las mezquitas que cantan, como en Dubái. Y el espejismo del viaje fue imaginarse que las Torres Petronas cantaban a los musulmanes, o mejor dicho, a su dios.

Iglesias, eso representaron para mí las Torres Petronas. Dos mezquitas imponentes que elevaban los cantos al Todopoderoso. ¡Buenas noches Kuala Lumpur, mañana te descubriremos!

sábado, 9 de abril de 2011

Hong Kong, cuarta parte

En el país de Mickey Mouse

Y después de ver la maravillosa vista de la ciudad, engalanada del astro Sol, dejamos el Hotel y nos fuimos en un taxi a la isla de Lantau, dónde está ubicada Hong Kong Disneylandia.

Los días se estaban pasando de volada, por suerte, durante nuestra estancia en Disneylandia, pudimos detener un poco el paso del tiempo y disfrutar de la inocencia que es dedicarse sólamente a visitar este parque de atracciones.

Hace un año, con la gran cantidad de turistas chinos en Disneylandia, les tocó a mis hijas ser el centro de atención. Todo el mundo las miraba y les tomaba foto. Querían salir con ellas. Este año, al parecer había más turistas y nuestras hijas pudieron pasar desapercibidas, lo cual hizo muy agradable la estancia, aunque esta vez también les hicieron fotos, pero no de manera masiva, como la última vez. Estoy segura de que a ellas les encanta posar para las chicas de China, que quieren fotografiarse con ellas.

c
Disneyland Hotel

El primer día en Disneylandia, no teníamos planeado visitar el parque, pero debido al ofrecimiento del paquete del Hotel, decidimos entrar al parque.
En febrero del 2010, Disneylandia no estaba vacía, pero este mes de marzo del 2011, fue muy placentero porque no tuvimos que hacer largas filas.

Productos de tocador del Hotel

Antes de cenar, fuimos a tomar algo a uno de sus restaurantes, y las empleadas del Spa estaban ofreciendo un minimasaje de unos 10 minutos en la espalda. Oh, que delicia. A partir de ese momento decidí que tenía que ir a hacerme algún tratamiento. La chica me recomendó el masaje linfático porque beneficiaba al organsmo completo. Así es que iría el tercer día, antes de volar a Kuala Lumpur.

Ese día en Disneylandia, la visita a la atracción de Dumbo fue obligatoria, igual que al Small World. Ya no recuerdo cuántas veces nos formamos para entrar. El Carrusel de Cenicienta también estuvo en nuestro plan, así como el Mundo de Winnie the Pooh. Nuestra hija mayor fue con su papá a la atracción de Cars, y manejaron su propio auto.

El Carrusel de la Bella Durmiente

Si todo en la vida fuera de color de rosa como en Disneylandia, tendríamos otro mundo. Por eso, no nos arrepentimos y reservamos una mesa en el restaurant del hotel, para cenar acompañados de Mickey Mouse, Minnie, Goofie, Piglet y compañía. Obviamente, quienes más lo disfrutaron, fueron nuestras hijas, pues antes de dormir, fueron a escuchar la lectura de un cuento sobre Mickey Mouse, y luego éste hizo acto de presencia para darles las buenas noches.

Un segundo día en compañía de Mickey

Y la fiebre por el mundo mágico del ratón Mickey todavía no terminaba.  El 7 de marzo la alegría de las hijas nos iluminaba, y todos fuimos muy contentos de nuevo al parque. Ese día lo iniciamos con el Safari  en barco. Lo han hecho tan bien, que los cocodrilos, elefantes, hienas y hasta los aborígenes africanos, no pueden ser más real de lo que se ven. El efecto Disney, es sin lugar a dudas la explosión del volcán.


El Safari: más auténtico no podría ser

Uno de las atracciones que el año pasado no hicimos, fue el cine en tercera dimensión. Todos nos pusimos nuestros lentes y acompañamos a Donald en su paseo por el mundo musical. Olores de pasteles y otras delicias, viento y hasta gotas de agua, fascinaron a nuestras hijas, que gracias a dios, no se asustaron por el moderno espectáculo.




 Momentos del Desfile Celebration in the Air

El paseo por el parque lo terminamos con el Desfile de sus estrellas. Este año, Disneyland Hong Kong celebra sus primeros cinco años. El desfile al final del día se llama Celebration in the Air. Este parque tiene su área tradicional Fantasyland, Adventureland, Tomorrowland y la tradicional calle Main Street.

De nuevo el día terminó, con una cena en compañía de los personajes de Walt Disney y la lectura del cuento antes de ir a la cama y por supuesto, por la visita del ratón más famoso en el mundo infantil. Obviamente la lectora se dio cuenta de que nuestras hijas no entendían el cuento del todo, pues lo estaba leyendo en inglés. Después le dijeron de dónde eran y los idiomas que hablaban, y sorpresa, la chica era de Filipinas y entendía un poco español, hay que recordar que este país fue una colonia de España.

La mañana siguiente fue para preparar el siguiente punto en el viaje. Nos iríamos de Hong Kong, para visitar Kuala Lumpur, pero no sin antes pasar al Spa del hotel. Mientras estaba ahí, el papá entretenía a las hijas por las instalaciones del hotel. Por suerte tienen su área de juegos y un laberinto de arbustos muy divertido.

Cómo no van a estar felices los niños, si hasta hay Winnie Pooh en el búfet de postres

El masaje fue maravilloso, y aunque tuve un poco de estrés porque ya estábamos a punto de irnos, la experiencia fue inolvdable y recomendable. Estaba cargando energías para la futura mudanza que se acercaba en nuestra vida de Basilea, Suiza.

Adiós Disneylandia, que sigas creando fantasías y podamos olvidar un poco las desgracias en este mundo. Esperamos volver y pensar que el mundo es un mundo pequeño y sin problemas.

En el próximo Aterrizando les contaré de nuestras esperiencias en Malasia.
Que tengan un buen domingo y gracias por leerme.