miércoles, 30 de octubre de 2013

La Bruselas de la Comunidad Europea




¡Hola!, ahora les presento la última parte sobre el viaje de fin de semana a Bruselas. Estuvimos en esta ciudad de Bélgica del 10 al 13 de octubre.



Parque Warande o Parc Royal



El domingo 13, después del desayuno en el hotel, nos fuimos caminando por la ciudad. Pasamos por la Gran Plaza y me tomé un foto de la escultura de Everad. Representa a un hombre mal herido, Everad, quien murió en Bélgica por defender a la ciudad de Bruselas de los abusos a los débiles.




Junto a la estatua de Everad. Tocarla da suerte y se regresa
a Bruselas. 




Tocar la estatua significa que se tendrá suerte, así como le da al turista, la oportunidad de regresar a esta ciudad. Yo ya había estado antes en esa ciudad, y no realicé el mito de tocarla y regresé de todas maneras. Pero esta vez, sí lo hice, buscando obtener la buena suerte que se pregona.

Esta estatua fue hecha Julien Dillens. Dicen que si se vuelve a tocar, te separas de tu pareja. Creo que en mi próxima visita no lo haré. Para casarse, se debe de tocar el brazo de la escultura de arriba hacia abajo.



La Comisión Europea. Edificio Berlaymont


Ese día el clima no estaba tan bonito como el sábado. Caminamos desde el hotel, pasamos por el hermoso Parc Royal y continuamos hasta nuestro destino, el edificio de la Comisión Europea.

Antes de llegar, nos agarró la lluvia de chipi chipi, y un viento, que hacía imposible el uso de las sombrillas. Había pocos turistas en la calle, y no era de sorprenderse con ese clima. En la Rue de la Loi hicimos una pausa, porque el viento se arremetió contra todo. Esperamos un poco y ya no estábamos tan lejos de la Comisión.




Esto será la sede del Consejo Europeo
en el 2015



Para nuestra sorpresa, encontramos la construcción de un nuevo edificio. Impresionante por su arquitectura. Deberá de ser una belleza cuando lo terminen. Este albergará el Consejo Europeo en el 1015. Ahí se tomarán importantes decisiones para el destino europeo.




Integrantes de la
Comisión Europea


Pudimos entrar al vestíbulo del edificio y ver la placa con el nombre de sus integrantes. Cuando se quiere entrar, el visitante debe de pasar por un detector de metales.  Nosotros no lo hicimos, sólo estuvimos en esta antesala. Pero pudimos ver los nombre de los integrantes de la Comisión, en primer lugar, el de su Presidente, el portugués José Manuel Barroso.


En la entrada del edificio Berlaymont, como también se le conoce al edificio de la Comisión, las niñas nos tomaron fotos. Mi esposo y yo nos colocamos frente a la puerta que tenía las famosas estrellas sobre fondo azul que caracterizan a la Comunidad Europea, imitando a los políticos cuando tienen aquí sus juntas. Unos se puede imaginar a la canciller alemana Angela Merkel dándole la mano al Presidente Barroso.


Deliciosos con un costo de 20 Euros.
Una exageración, pero ¡qué ricura!



Después nos regresamos al hotel con el Metro, que estaba a un lado de la Comisión.  Llegamos al hotel y nos comimos los chocolates que habíamos comprado la noche anterior en la Dulcería Mary.
¿Qué les puedo decir? Fue un reencuentro con un dulce mexicano que hay en México. El Mammut. Con la gran diferencia del chocolate. No me mal interpreten, no soy malinchista, pero es que estos dulces, con galleta tipo maría y malvavisco, cubiertos de chocolate, eran el cielo puro. Aquí les dejo esta foto y no dejen de probarlos cuando visiten Bruselas.



La Chaloupe d'or



Dejamos las maletas en la recepción y fuimos a tomar algo pequeño en un restaurant. La verdad que no teníamos apetito, pero las niñas tenían que comer antes de irnos al aeropuerto. Comimos en La Chaloupe D'or. Mi plato fue una especialidad belga. Endivia al horno, gratinada con queso de cabra, en una cama de hojaldre. Estuvo muy rica. Al principio quisé tomar una sopa, pero se había acabado. Valió la pena probar algo nuevo.



Endivia al horno




El tiempo se estaba acabando para nosotros en esta ciudad. Regresamos al Hotel Amigo y esperamos a nuestro taxi, que nos llevaría al aeropuerto. Ahí tuve mi última oportunidad de hacer compras, porque había una tienda muy surtida de la compañía Esprit. Encontré un suéter de color verde petróleo que le iba de maravilla a un pantalón de un estampado retro. Me costó 27 euros en oferta. Una ganga considerando los 20 que costaron los chocolates de la Mary.

El tiempo para abordar el avión llegó. El vuelo fue corto, no más de 50 minutos desde Bruselas hasta Basilea. Este fue un bonito viaje de fin de semana largo, que vale la pena repetirlo. Les doy mis más sinceras gracias y los invito a que me lean en el siguiente Aterrizando. ¡Que tengan una bonita semana!

miércoles, 23 de octubre de 2013

Bruselas para niños: el Atomium y el parque Mini-Europa



El Atomium visto desde el Parque
Mini-Europa


De nuevo les cuento sobre nuestro viaje a Bruselas, la llave de Europa. El sábado 12 de octubre, nos volvió a pasar lo mismo y nos despertamos casi a las nueve de la mañana. Dormimos muy bien en el cuarto del Hotel Amigo, a pesar de que está en medio de la ciudad.

Desayunamos en el hotel y después tomamos un taxi hasta la atracción del Atomium, que está a unos minutos de la ciudad.  Este edificio, representa la molécula de un átomo y se construyó para la Exposición Mundia de 1958. El Atomium tuvo la consigna de representar el uso de la energía atómica para uso pacífico.



El Sagrado Corazón de París




Antes de visitar el Atomium, decidimos ir al Parque Mini-Europa. Eran como las once de la mañana y no había muchos visitantes. Fuimos de los primeros. En este parque, están representadas todas las atracciones de los países que integran la Comunidad Europea, obviamente en miniatura.

Este parque ya lo habíamos visitado cuando nuestra primera hija tenía un año. Debo decir que estas atraciones en Bruselas, son perfectas para familias. De verdad, recomiendo visitar el Atomium y el Parque Mini-Europa.



En el interior del Atomium


Apróximadamente a la una y media de la tarde, estábamos haciendo fila para entrar al Atomium.
Este edificio es muy interesante, porque en cada una de sus cápsulas, el visitante descubre la historia del desarrollo de la energía atüomica.

Nos sorprendió ver una cápsula que es utilizada para alojar niños de escuelas primarias. Con una reservación, el grupo puede dormir en minicápsulas. ¡Debe de ser una súper experiencia!




La vista exterior del Atomium



Ese día contábamos con muchísima suerte, porque nos dieron la última mesa con vista en el restaurant del Atomium. A diferencia del viernes, este sábado brillaba con la luz del sol y no se sentía tanto frío como el día anterior. Tuvimos unas muy bonitas vistas desde el interior del Atomium. De la comida, ni qué decir. Estuvo deliciosa. Yo comí unas veneras o vieras, con verduras. Mi esposo un plato de salmón en rebanadas delgadas y pan tostado, y las niñas comieron albóndigas. ¡Delicioso! Comimos a las dos de la tarde, con tranquilidad. ¡No teníamos nada de prisa!



Bruselas, desde el restaurant Atomium



De nuevo hicimos fila, esta vez para bajar. Antes de regresar a la ciudad, entramos a la tienda de recuerditos y compramos para las niñas, un patrón para hacerle un vestido a una de sus muñequitas Barbie.



Vimos a Quentin Mosimann, una
estrella del mundo francés



Eran como las cuatro de la tarde y tuve la fortuna de tener un tiempecito para ir de compras. Tomamos un taxi hasta este lugar. En las guías había leído sobre el Centro Comercial City 2 y cuál fue mi sorpresa, que vimos a una estrella del mundo de habla francés: Quentin Mosimann, un suizo que ganó un concurso de talentos. Al divorciarse sus padres, decide irse a vivir a Francia. Ahí gana el concurso Star Academy y desde entonces es una estrella en Francia y en Bélgica.



¡Adiós Atomium



¡Y yo lo vi de cerquita en este centro comercial! Resulta que la chiquita quería ir al baño. Buscamos uno en el centro y el cantante aparece de repente rodeado de guardias y periodistas. Y a mi me pasó a un par de centímetros. Después desapareció el tumulto por un pasillo secreto, a lado de los tocadores. Obviamente no le tomé foto, pero la escena la tendré grabada por siempre. En la región alemana de Suiza no es conocido. Me imagino que sí lo es en la Suiza francesa.

Después caminamos hasta la ciudad, y tuve la fortuna de tener tiempo para continuar visitando la calle de las tiendas en Bruselas, la Calle Nueva, Nieuwstraat.




Aquí encontré unos bonitos aretes




También encontramos la tienda H&M. Entramos a buscar una chaqueta de entretiempo para nuestra hija mayor, pues la que trajo de Basilea,  ya le quedaba chiquita. Después entramos a la tienda Du pareil au meme. Ahí siempre encuentro pijamas súpercalientitas y cómodas para las niñas. Las que trajeron ya les quedaban brincacharcos.




Galerías Reales Saint Huber



Bueno, ¿Y Miguelito?, o sea ?yo? Pues encontré unos aretes muy bonitos, en forma de moño con cristales de Swarovski. En una tienda de las Galerías Reales Saint Huber. Un bonito lugar de tiendas enmarcado por un hermoso techo. La tienda se llama Les Ecuadors, y de verdad que tiene cosas hermosas a buenos precios.



Plaza de los Mártires



Antes de ir a este lugar, encontramos un lugar turístico muy bonito.  Para sacarle la vuelta a la múltitud que compraba el sábado, dejamos la calle Nieuwstraat y caminamos por una calle lateral. Ahí encontramos la Plaza de los Mártires. ¡Hermosa!



Le Marmiton



Llegamos al hotel e hicimos una pausa. A las seis y media habíamos reservado un lugar en el restaurant Le Marmiton.  El lugar es muy bonito y está en las Galerías Reales Saint Huber. El estilo es francés, con muchas mesas casi pegaditas. Tienes muy cerca a tus vecinos de mesa. Pero la comida, fue maravillosa. Las niñas no tenían mucha hambre y comieron una sopa de verduras. Mi esposo pidió un corte de carne, con una salsa de la misma, obvio, pero sazonada con queso Roquefort. ¡La probé y estaba deliciosa! Yo pedí de nuevo el corte de una noche anterior, y un platillo belga: Carbonade. Es un corte de aguayón, como en México, pero con una deliciosa salsa. ¡Incomparable!



Carbonade, un platillo típico belga


El último deseo del viaje fue probar unos chocolates de la dulcería Mary que se nos antojaron desde el primer día. En las Galerías hay un local de esta compañía. Esa noche no lo probamos, sino al día siguiente. Porque un día anterior habíamos comprado unos minichocolates de la dulcería Neuhaus, también en este edificio. ¡Unos pralines deliciosos!




Rue du Bouchers, la calle de los 
restaurantes, cerca de Le Marmiton




Y así terminaba el día. No sin antes pasar por la Gran Plaza. Mañana tendríamos un poco más de tiempo para visitar el Edificio Berlaymont, el Edificio de la Comisión Europea.



¡Buenas noches, Bruselas!



Esto se los cuento en el siguiente Aterrizando. Las últimas horas en Bruselas. ¡Que tengan una bonita semana y hasta la próxima! ¡Gracias por leerme!

miércoles, 16 de octubre de 2013

Bruselas, la llave de Europa



Del 10 al 13 de octubre estuve con mi familia en la ciudad de Bruselas, la cuna de las organizaciones europeas.  Viajamos en esta fecha, porque las niñas tuvieron vacaciones de otoño. Mi esposo tuvo la semana anterior, una semana de muchas presentaciones en su trabajo, motivo por lo cual viajamos durante la segunda semana de vacaciones. Le hacían falta unos días de descanso. ¡Y a nosotras también!


El Ayuntamiento de Bruselas en la
Gran Plaza



A Bruselas habíamos ido hace ocho años, cuando nuestra hija menor tenía un año. Durante aquéllas vacaciones visitamos Holanda, Luxemburgo y Bélgica. Fue un viaje por auto, muy cómodo, porque estos países no están muy lejos de Suiza. Con un bebé es muy agradable viajar en auto, porque se puede cargar con todo lo que el pequeño necesita. Esta vez, viajamos por avión.

El viaje empezó desde la ciudad de Basilea, donde vivimos. Tuvimos un vuelo directo con Brussels Airlines. En menos de una hora habíamos llegado a Bruselas. Sin retrasos. Llegamos por la tarde al Hotel Amigo, sí, ese es su nombre, en español. Y está situado en la calle del nombre L´amigo Vrunt.



Hotel Amigo



Este hotel pertenece a la cadena Rocco Forte y está en pleno centro de Bruselas, a unos cuantos metros de la Grand-Place, o Grote Markt, en dialecto flamenco. La Gran Plaza está considerada por la UNESCO, como una de las más bonitas del mundo.

Después de dejar nuestro equipaje, nos fuimos a cenar. Pero primero, pasamos por esta escultural plaza. Es una plaza delimitada por hermosos edificios como el Ayuntamiento y la Casa del Rey o Broodhuis.
De noche ofrece una belleza espectacular con su iluminación.

La noche era fría, muy diferente del clima en Basilea. Por suerte habíamos empacado nuestras gorras. Llegamos hasta la Bolsa de Bruselas y en la calle la Rue de la Bourse, encontramos un restaurant llamado Le Falstaff.


La Gran Plaza, tomada con la función Panorama del IPhone



Ahí empezó nuestro encuentro culinario. Yo pedí el platillo vol-au-veint.  El típico volován. Con pollo desmenuzado en una salsa de crema. Mi marido comí un platillo a base de cordero. Para la chiquita, un espaguetti boleñesa y la grande tuvo ganas de lasaña. Nada típico de Bélgica. Pero en los próximos días conoceríamos la cocina de este país.

Regresamos al Hotel Amigo, pasando de nuevo por la Gran Plaza, y esquivando todos los olores a chocolate con los que nos topábamos. Porque Bélgica es eso, el placer del chocolate. Los belgas y los suizos comparten este delicioso placer que es el chocolate. Una tentación difícil de vencer por las calles de Bruselas, porque en cada calle hay una o más de las chocolaterías más famosas como Godiva, y otras más que conocimos en este viaje. ¡Así le dimos las buenas noches a la ciudad!



Cayendo en la tentación del chocolate belga


Al día siguiente, viernes 11, nos despertamos a las nueve de la mañana. Sí, muy tarde, pero descansados y listos para iniciar nuestro recorrido por la ciudad. Como era tarde, no quisimos desayunar en el hotel y nos fuimos a buscar una cafetería por la ciudad.



El Manneken Pis, uno de los tres símbolos
de la ciudad



Estaba haciendo menos frío que en la noche, y los olores del placer nos invadían de nuevo. El olor a chocolate. Antes de desayunar, nos fuimos a buscar la estatua del famoso Manneken Pis. Esta estatua, tipo fuente,  retrata a un travieso niño que orina en el cuenco de la estatua. Originalmente, su significado simboliza el espíritu independiente de sus habitantes. Cierto o no, está representado en todo y hasta se puede comprar en forma de chocolate.


Y hablando de chocolate, llegó la hora de nuestro desayuno. Encontramos en la calle Rue du Lombard la cafetería Waffle Factory y ahí pudimos probar el antojo de los famosos waffles belgas. Mis dos hijas y yo, probamos cada quien una con el chocolate Nutella y mi esposo una con el famoso chocolate belga, oscuro.


Deliciosos estos waffles de la
cafetería Waffle Factory


Los waffles los preparan con una bolita de masa precocida que se extiende en la plancha. Por eso, en cuestión de minutos, el waffle está perfectamente cocido. Estaban deliciosos y nos dio energía para caminar por la ciudad.

Hay experiencias con la comida y ésta fue una de ellas. Nunca voy a olvidar el placer de comer este waffle después de haber caminado por las calles frías de la Europa mañanera. El frío intenso, desaparecía al probar bocado de éstos con chocolate. Hasta el frío desaparecía de nuestro cuerpo para dar paso al calor del chocolate. De verás, una explosión de los sentidos. No lo puedo describir a la perfección, pero estos deliciosos waffles belgas nos envolvieron en su manto. ¿Las niñas? Fascinadas con su panecito.

El tercer punto del programa fue visitar una tienda de disfraces. Ahí encontramos unos cuernitos de diablo para mi hija mayor. Pronto asistiremos a pedir Halloween en nuestra colonia. La tercera reunión con los vecinos.




La caricatura de pared (Comicstrip)
Fireworks



Caminamos por las calles antiguas de Bruselas, y llegamos hasta un mural, de los muchos en Bruselas. Hay que recordar que las caricaturas de Tintín y su perro Milú, son famosísimas en Europa, y aquí nacieron. En alemán son Tim y Strupi. No conocía la serie cuando era niña, pero ahora todo el mundo debe de conocer estos personajes, por la película reciente sobre estos personajes.


En fin, esta pared de caricatura que visitamos se llama Fireworks y así como ésta, hay muchas por toda la ciudad.




Hermoso el jardín del Mont des Arts.
Se tiene un buen panorama de la ciudad.
Atrás se aprecia el Ayuntamiento



Seguimos caminando por la ciudad y llegamos hasta el Monte de las Artes, Mont des Arts. Una explanada hermosa antes de llegar a dos puntos de atracción para los turistas: El Palacio Real y los Museos Reales de Bellas Artes.




Palacio Royal



Después de caminar por la Explanada, llegamos hasta el Place Royale, la Plaza Real.  El lugar oficial del rey de los belgas, Felipe. Aunque él no vive ahí. La familia real belga vive en el Castillo de Laeken, a las afueras de la ciudad. Pero sus funciones de Jefe de Estado las ejerce aquí. Todo el paseante puede saber cuando el monarca está ahí, ya que se alza la bandera de este país, sobre el palacio.

Nuestra siguiente atracción era entrar a los Museos Reales de las Bellas Artes y al Museo Magritte. Pero esto se los cuento en el siguiente Aterrizando. Por lo pronto les doy las gracias por leerme y nos vemos la próxima semana.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Por el cielo de Barcelona



Ahora sí, regresó para finalizar el viaje a Barcelona con mis hijas, del cual les he venido contando en los últimos Aterrizando.

Terminaré de describirles la tarde del martes 6 de agosto, después de haber tomado un taxi rumbo al Pueblo Español.


El Pueblo Español




¡Hernoso el Pueblo Español!



El día nos estaba rindiendo mucho, después de haber visitado la Catedral de Santa María del Mar, el Museo Picasso, el centro de Barcelona y otras atracciones como la Boquería y la Plaza Real. Teníamos la tarde entera a nuestra disposición, y así fue como llegamos a la siguiente atracción.

El Pueblo Español está situado en Montjuïc, y ya lo habíamos visitado hace seis años cuando celebramos en Barcelona el Año Nuevo. Este es una réplica arquitectónica de toda España, de sus pueblos.





La Sardana, en Montjuïc



Llegamos y nos fuimos directo al museo Fran Daurel. Caminamos por las callecitas y descansamos un poco en su Jardín de Esculturas, que ya habíamos visita de nuestra anterior visita. Nos sentamos a escuchar las chicharras, que cantaban por el calor del mediodía. Ninguna de las tres teníamos hambre, pero nos sentamos a tomar un raspado de limón. ¡Estaba delicioso!

La aventura no había terminado, así es que decidí llevar a las niñas por los cielos de Barcelona. Salimos del Pueblo y nos fuimos a buscar un taxi que estaban en la calle. Pedí que nos llevaran al Teleférico. ¡Oh, qué gran error! Ahora se los cuento.



Vistas panorámicas desde el teleférico





Por el cielo de Barcelona



El Funicular es el metro de Barcelona, en esa zona de la ciudad, si no me equivoco. Compramos los boletos y caminamos hacia los andenes. Efectivamente, de funicular no tenía nada. Para nuestra suerte, las Estaciones del Teleférico y del Funicular en Montjuïc están juntas. 



Siguiendo a nuestros compañeros de
caminata

Perdimos los boletos anteriores y entramos al teleférico. El sistema es el mismo que opera en los Alpes suizos, por suerte ya lo conocíamos. Esperamos 10 minutos, hasta que todos los de la fila que no veníamos con el grupo de turistas ingleses, nos dimos cuenta que se podía entrar. Este grupo estaba obstaculizando el paso hacia las cabinas y nadie se había dado cuenta.



Y entramos a una cabina del funicular. Sólo para nosotras. Definitivamente una muy buena decisión. Desde el cielo catalán, veíamos la Sagrada Familia, el parque de diversiones Tibidabo, el Puerto, en fin, toda Barcelona. Fue una experiencia maravillosa. Sabía que mi esposo hubiera querido estar con nosotras en ese momento, pero será para la siguiente visita, en la que regresemos todos juntos.




¡Ya casi estábamos de regreso en el hotel!


Llegamos hasta la estación Castell de Montjuïc. Lo primero que vimos fue el mirador y la increíble escultura de la Sardana, un baile catalán. De ahí caminaríamos hasta la Plaza del Armas. Quisimos tomar el siguiente teléferico antiguo, pero la estación de nuestro hotel estaba cerrada. Bajamos el parque y llegamos hasta la aduana, ya estabamos abajo de la montaña. 

Tuvimos mucha suerte, porque no caminamos nunca solas. Teníamos la compañía de dos familias inglesas. Viajaban con dos carriolas y nos acompañaron desde la estación del Castell. ¡Nos acompañamos en silencio y sin proponérnoslo!



Noche de Tapas



Arroz negro



¡Y llegamos al hotel! Ahora sí teníamos mucho apetito. Eran las dos y media de la tarde. El hotel está ubicado adelante del World Trade Center de Barcelona y es un paraíso de cafés y restaurantes. Compramos dos sandwiches y los comimos en nuestro cuarto. Después de un descanso, fuimos a la piscina del octavo piso. Las niñas estaban esperando este momento del día.




Montaditos



La noche terminó con la visita al restaurante Tapa Tapa. Tuve la fortuna de encontrar en el menú de este restaurante el famoso Arroz Negro, que ya conocía por mis anteriores visitas. Mi hija mayor probó el platillo de Montaditos, una muestra de tapas, y la menor no pudo resistirse a las papas fritas con aioli. Se las ganó, sin lugar a dudas, después de un día de caminata y natación. De postre fuimos a comer un helado tipo sunday del McDonalds.




Papas fritas con aioli


El día terminó. Volamos a Basilea al día siguiente, miércoles 7 de agosto. Ahí nos estaba esperando el papá para celebrar su cumpleaños. La mañana antes del vuelo, fue relajada, desayunando en el hotel y claro, con la última visita a la piscina. Dejamos el hotel Gran Marina al medio día.




World Trade Center Barcelona


Este viaje a Barcelona fue inolvidable. Extrañamos mucho la compañía del papá, pero usamos todo el tiempo libre para ver lo máximo de esta ciudad catalana. No tuvimos ningún contratiempo y ahora disfrutamos de los recuerdos fotográficos. Definitivamente Barcelona es una ciudad de la que uno se enamora fácilmente, en cualquier edad. Para la siguiente visita, tenemos contemplado el Tibidabo y el Zoológico. 

Hasta el próximo Aterrizando. ¡Qué tengan una bonita semana y muchas gracias por leerme!

miércoles, 2 de octubre de 2013

Barcelona de Picasso, iglesias, plazas y mercados


Todos los días desayunábamos tranquilamente
 en el hotel. ¡Hasta tapas, nos tocó probar!



El martes 6 de agosto, disfrutamos nuestro último día entero en Barcelona. El miércoles 7 volaríamos de regreso a casita, a Basilea, Suiza.

El tercer día en esta ciudad española fue súper intensivo. Lo aprovechamos al máximo por ser el último día completo. Así empezó nuestro recorrido por esta ciudad con el corazón joven.



En la Catedral del Mar



Por el Passeig de Colom caminamos hasta el
Barri Gotic



Después de un desayuno tranquilo en el hotel, donde disfrutamos de tapas españolas, caminamos hasta el Museo Picasso, en pleno centro de Barcelona. Dejamos el Hotel Gran Marina, en el Moll de Barcelona, y caminamos por el Passeig de Colom, que luego cambió el nombre por el Passeig de Isabel II.




Pasamos por la Cabeza de Barcelona, de
Roy Lichtenstein. Esto en el
Passeig de Colom



Seguimos el mapa de la ciudad y llegamos hasta la Iglesia Santa María del Mar, que tanto quería conocer, después de haber leído la novela La Catedral del Mar, del autor Idelfonso Falcones. Obra que me fascinó.
En mis visitas anteriores no había entrado al interior de esta iglesia, que está situada en el Bari Gotic. Estuve muy feliz de visitarla y de haber incluído su visita en nuestro itinerario.




La Catedral de Santa María del Mar



Eran pasadas las nueve de la mañana y nos tocó caminar entre callecitas recién lavadas. Frente a la igiesia, hay un café que atendía a los turistas que se nos habían adelantado para conocer la iglesia.
Entramos a ella y fue como revivir la historia que había leído. La disputa entre Castilla, dónde estaba el poder y el reino catalán, si no me equivoco, fue uno de los temas en esta novela. Además de la construcción de la misma.



Santa María del Mar



La iglesia estaba sola, y mis hijas y yo la disfrutamos al máximo. La luz era tenúe y sus formas arquitectónicas imponían.  Se hacía tarde, a las diez de la mañana tendríamos nuestra cita con Picasso, en su museo también ubicado en el Barri Gotic.



Las primeras en entrar al Museo Picasso




Fuimos las primeras en entrar al Museo,
gracias a que compramos los boletos en
Internet


Caminamos por las callecitas del Barri Goti y llegamos hasta el Museo Picasso. Mis hijas estaban muy emocionadas por entrar al mismo. Durante la primavera habíamos tenido la oportunidad de ver algunas obras de este autor en un museo de Basilea, en el Kustmuseum Basel. Por eso estaban muy emocionadas. Además, antes del viaje les hablé mucho del tema.

La última vez que visité Barcelona, no quisé entrar al museo. Había mucha fila y decidí utilizar el tiempo visitando otras atracciones. Esta vez, compré los boletos por Internet y estaba feliz de haberlo hecho, porque fuimos las primeras que entramos al mismo.



The Wait (Margot). Obra de Picasso



El edificio es maravilloso y qué decir de la obra de Picasso. Admiramos con todo lujo de detalles las Meninas y mis hijas se dedicaron a contar cuantas personas habían en dichos cuadros. Al terminar la visita, fuimos a la tienda del museo y encontramos un regalito para mi esposo. El jueves sería su cumpleaños.

Me encantó ver todas las obras, pero sus autoretratos me fascinaron.  Mis hijas todavía siguen hablando de las Meninas. Actualmente estoy leyendo un biografía del autor, cuyo título es: Picasso y Dora Maar. Dora Maar  fue una de sus amantes.



La Catedral de Barcelona: tiempo de pasear por la Plaza y para comer un helado



Caminamos por el Barri Goti hasta llegar a la Plaza de la Catedral. Antes nos detuvimos en la placita que está frente al Hotel Suizo, en la Estación del Metro Jaume I, porque nos enamoramos de los panecitos que exhibían en la Colmena. No pudimos comerlos, no teníamos hambre, pero les hicimos una foto. Será para nuestra siguiente visita.



Pastelitos de la Colmena. Los probaremos en
la siguiente visita



Llegamos hasta la Catedral de Barcelona y disfrutamos del espacio de su plaza. En mi primera visita a esta ciudad, con mi esposo, nos hospedamos en el Hotel Colón. Un lugar de antaño y que todavía existe. En el Google Maps no lo encontré y me dio gusto que no lo han derrumbado.



La Catedral de Barcelona


Nos tomamos unas fotos, y seguimos nuestro camino hasta el centro. Era tiempo de hacer una pausa de helado para mis hijas y de nuevo nos dirigimos hacia la Heladería Giovanni.



La Boquería, el Mercat de Sant Josep



Después de haber saboreado helados de limón y de crema catalana, seguimos nuestro camino por la Rambla hasta llegar al Mercado de la Boquería, un paseo obligatorio para todos los turistas en Barcelona.


El Gran Teatro del Liceu


Por desgracia somos molestía para los barceloneses. Y los entiendo. El mercado estaba a reventar por muchos turistas como nosotras que no compraríamos, y que  les quitábamos espacio a los verdaderos clientes. Nos quedamos unos cinco minutos y siempre caminamos por la orilla. Mis hijas se fascinaron de los puestos de frutas y verduras y claro, de los de pescados y mariscos. La fruta se puede comprar en vasito, ya cortada, pero después del helado, no teníamos nada de hambre.  Esto será también para nuestra siguiente visita. ¡Trataremos de planarlo!



Parte de la fachada del Palau Güell


El siguiente punto era el Palau Güell, ubicado en la calle Carrer Nou de la Rambla. Antes pasamos por el Gran Teatro del Liceu, toda una institución en Barcelona. Está ubicado en la Rambla y muy cerca del Palau Guell.

La siguiente atracción era la Plaza Real, que también está sobre la Rambla. Aprovechamos muy bien nuestra estancia en esta parte de la ciudad, para ver todos los lugares de atración posibles.

Me sorprendió mucho ver la seguridad de los elementos policiacos alrededor de la misma. En mi primera visita, nos desaparecieron de la mochila, mis lentes de sol, como les platiqué en otro Aterrizando. En ese entonces, la Plaza era un hervidero de gente. Esta vez estaba muy vacía.
La arquitectura de la plaza es maravillosa y me encantan los restaurantes que están situados dentro de la misma.




En la Plaza Real


No teníamos ni hambre ni sed, así es que no nos urgía hacer una pausa culinaria en un restaurante o café. Como eran pasaditas de las doce el mediodía, decidí que nuestra siguiente atracción sería el Pueblo Español, ubicado en Montjuic. Los taxis estaban al lado de la plaza, así es que tomamos un sin problema.

Pero esto se los contaré en el siguiente Aterrizando, así como nuestra aventura por los cielos catalanes. ¡Muchas gracias por leerme y hasta el próximo Aterrizando! ¡Feliz semana!