Ahora sí, regresó para finalizar el viaje a Barcelona con mis hijas, del cual les he venido contando en los últimos Aterrizando.
Terminaré de describirles la tarde del martes 6 de agosto, después de haber tomado un taxi rumbo al Pueblo Español.
El Pueblo Español
¡Hernoso el Pueblo Español! |
El día nos estaba rindiendo mucho, después de haber visitado la Catedral de Santa María del Mar, el Museo Picasso, el centro de Barcelona y otras atracciones como la Boquería y la Plaza Real. Teníamos la tarde entera a nuestra disposición, y así fue como llegamos a la siguiente atracción.
El Pueblo Español está situado en Montjuïc, y ya lo habíamos visitado hace seis años cuando celebramos en Barcelona el Año Nuevo. Este es una réplica arquitectónica de toda España, de sus pueblos.
La Sardana, en Montjuïc |
Llegamos y nos fuimos directo al museo Fran Daurel. Caminamos por las callecitas y descansamos un poco en su Jardín de Esculturas, que ya habíamos visita de nuestra anterior visita. Nos sentamos a escuchar las chicharras, que cantaban por el calor del mediodía. Ninguna de las tres teníamos hambre, pero nos sentamos a tomar un raspado de limón. ¡Estaba delicioso!
La aventura no había terminado, así es que decidí llevar a las niñas por los cielos de Barcelona. Salimos del Pueblo y nos fuimos a buscar un taxi que estaban en la calle. Pedí que nos llevaran al Teleférico. ¡Oh, qué gran error! Ahora se los cuento.
Vistas panorámicas desde el teleférico
Por el cielo de Barcelona |
El Funicular es el metro de Barcelona, en esa zona de la ciudad, si no me equivoco. Compramos los boletos y caminamos hacia los andenes. Efectivamente, de funicular no tenía nada. Para nuestra suerte, las Estaciones del Teleférico y del Funicular en Montjuïc están juntas.
Siguiendo a nuestros compañeros de caminata |
Perdimos los boletos anteriores y entramos al teleférico. El sistema es el mismo que opera en los Alpes suizos, por suerte ya lo conocíamos. Esperamos 10 minutos, hasta que todos los de la fila que no veníamos con el grupo de turistas ingleses, nos dimos cuenta que se podía entrar. Este grupo estaba obstaculizando el paso hacia las cabinas y nadie se había dado cuenta.
Y entramos a una cabina del funicular. Sólo para nosotras. Definitivamente una muy buena decisión. Desde el cielo catalán, veíamos la Sagrada Familia, el parque de diversiones Tibidabo, el Puerto, en fin, toda Barcelona. Fue una experiencia maravillosa. Sabía que mi esposo hubiera querido estar con nosotras en ese momento, pero será para la siguiente visita, en la que regresemos todos juntos.
¡Ya casi estábamos de regreso en el hotel! |
Llegamos hasta la estación Castell de Montjuïc. Lo primero que vimos fue el mirador y la increíble escultura de la Sardana, un baile catalán. De ahí caminaríamos hasta la Plaza del Armas. Quisimos tomar el siguiente teléferico antiguo, pero la estación de nuestro hotel estaba cerrada. Bajamos el parque y llegamos hasta la aduana, ya estabamos abajo de la montaña.
Tuvimos mucha suerte, porque no caminamos nunca solas. Teníamos la compañía de dos familias inglesas. Viajaban con dos carriolas y nos acompañaron desde la estación del Castell. ¡Nos acompañamos en silencio y sin proponérnoslo!
Arroz negro |
¡Y llegamos al hotel! Ahora sí teníamos mucho apetito. Eran las dos y media de la tarde. El hotel está ubicado adelante del World Trade Center de Barcelona y es un paraíso de cafés y restaurantes. Compramos dos sandwiches y los comimos en nuestro cuarto. Después de un descanso, fuimos a la piscina del octavo piso. Las niñas estaban esperando este momento del día.
Montaditos |
La noche terminó con la visita al restaurante Tapa Tapa. Tuve la fortuna de encontrar en el menú de este restaurante el famoso Arroz Negro, que ya conocía por mis anteriores visitas. Mi hija mayor probó el platillo de Montaditos, una muestra de tapas, y la menor no pudo resistirse a las papas fritas con aioli. Se las ganó, sin lugar a dudas, después de un día de caminata y natación. De postre fuimos a comer un helado tipo sunday del McDonalds.
Papas fritas con aioli |
World Trade Center Barcelona |
Este viaje a Barcelona fue inolvidable. Extrañamos mucho la compañía del papá, pero usamos todo el tiempo libre para ver lo máximo de esta ciudad catalana. No tuvimos ningún contratiempo y ahora disfrutamos de los recuerdos fotográficos. Definitivamente Barcelona es una ciudad de la que uno se enamora fácilmente, en cualquier edad. Para la siguiente visita, tenemos contemplado el Tibidabo y el Zoológico.
Hasta el próximo Aterrizando. ¡Qué tengan una bonita semana y muchas gracias por leerme!
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