miércoles, 25 de septiembre de 2013

Barcelona: entre Gaudí, Picasso, el Acuario y hasta el Corte Inglés





La Sagrada Familia, siempre en construcción



Nuestro segundo día en Barcelona, el 5 de agosto, continuó con la visita a la iglesia la Sagrada Familia, obra del arquitecto Antoni Gaudí.  Después de caminar desde el Parque Güell, llegamos hasta la calle Carrer de la Provença y ahí, estaba. Majestuosa y como siempre, en construcción, la Iglesia del orgullo catalán.

Era pleno mediodía y grupos de turistas estaban en la plaza con el mismo nombre, Plaza de la Sagrada Familia. Un artista de la calle, alegraba a los niños con sus burbujas de jabón gigantes. Mis hijas se habían cansado de caminar y por eso les compré un helado. Había un puesto en este parque. Hasta hubo uno para mí, de la marca La Lechera. ¡Um, refrescante en ese calor del mediodía! Nos tomamos las fotos obligatorias y caminamos de nuevo para ir hasta la siguiente obra de Gaudi, la Pedrera.



En la Vinoteca Torres, probamos unas
deliciosas tapas catalanas



Caminamos en círculo, y sin darnos cuenta, llegamos hacia el otro lado de dónde queríamos ir. Lo bueno de que nos perdimos, fue que vimos la Torre Agbar. Para no hacer  caminar  a mis hijas antes de la comida, pues ya tenían hambre, decidí que tomaríamos un taxi hasta la Casa Mila.

Llegamos a la esquina del Paseo de Gracia. Ahí encontramos un restaurante para comer. Nos sentamos en una de sus mesitas de la calle. Después nos dimos cuenta que el interior era maravilloso. Muy moderno el local. Totalmente apropiado para la Barcelona que estábamos visitando.



Casa Milà o la Pedrera



Probamos deliciosas tapas: tortilla española, croquetas, patatas bravas, aceitunas y el famoso pan con tomate. Realmente el calor en Barcelona es agradable, por su cercanía con el mar. De repente nos llegaba una brisita refrestante.


Casa Batlló


El siguiente paso fue conocer la Casa Batlló, otro de los edicios de Gaudi. Caminamos todo el Paseo de Gracia hasta llegar a ella. Después, caminamos hasta la Plaça Catalunya para tener nuestro tiempo de compras, claro, en el Corte Inglés.

Nos fuimos directamente al departamento de niños y ahí le encontré una chaqueta tipo impermeable a mi hija mayor y una playera de perritos, para la chiquita. Estaba a reventar, con tantos turistas. Después de ver la ropa, fuimos a su área de abarrotes, para llevarle un encargo al papá, un embutido español.






Caminar por el Paseo de Gracia es observar los aparadores de sus tiendas. Las hay para todos los bolsillos, desde Zara hasta las de lujo. A mí me encantó ver el aparador de Louis Vuitton. ¡Parecía un caramelo!



Heladería Giovanni, en la
Plaza de la Cucurulla



¡Y llegamos hasta el centro de Barcelona! Mis hijas volvieron a comer helado. Esta vez en la heladería que ha sido mi favorita en Barcelona, desde que hice mi primera visita a esta ciudad, los Helados Giovanni, en la Plaza de la Cucurulla. Mi sabor favorito es dulce de leche. También tienen el sabor de crema catalana.



Plaza del Pi, con la Iglesia de
Santa Maria del Pi



Al terminar el helado, caminamos hasta la iglesia del Pi, en la plaza del mismo nombre. Después caminamos por las callecitas del centro, hasta llegar de nuevo al Hotel Gran Marina. Mis hijas estaban muy entusiasmadas por ir de nuevo a la alberca del hotel, así es que hicimos una pausa para que chapotearan un poco. Estuvimos en el hotel hasta las seis de la tarde y después nos fuimos a cenar.


La paella de Gustos, en Maremagnum



Esta vez se nos hizo ir a cenar al Maremagnum, el centro comercial que se encuentra frente al hotel. Ese lunes conocimos su nueva sección de restaurantes, La Terraza. Ahí mis hijas comieron una pasta con tomate, y yo me decidí por una paella del restaurant Gustos, un buen ejemplo de comida española. Nos sentamos al aire libre, disfrutando un poco el fresco de la tarde, y viendo hacia el puerto.

Después hicimos algunas compras en el centro comercial. La visita obligatoria fue la tienda de niños Imaginarium. Ahí les compré una réplica de la famosa cámara de diapositivas que todos tuvimos cuando éramos niños y que por suerte la han vuelto a poner en el mercado.



En el Acuario de Barcelona


Eran casi las ocho de la noche, y todavía traíamos energía. Mejor dicho, queríamos aprovechar al máximo el tiempo en esta ciudad. Fue así que visitamos el Acuario de Barcelona, ubicado en este centro comercial.


¡Buenas noches , Barcelona!



Ya lo habíamos visitado en diciembre del 2007, y como era invierno estaba llenísimo. Esta vez tuvimos mucha suerte y pudimos ver detenidamente todo. A mis hijas les encantó y se subieron a la rana que estaba en el área de juegos. Hermosa la exposición del acuario. ¡Hasta tienen pingüinos!

Fue así como terminó nuestro segundo día. El martes nos esperaba el Museo de Picasso y muchas otras cosas más que les contaré en el siguiente Aterrizando. Muchas gracias por leerme y que tengan una bonita semana.


miércoles, 18 de septiembre de 2013

Barcelona, una ciudad para enamorarse


En el Moll de España: un puerto de mucha vida



El Gran Marina, con la estación de Funicular
Moll de España, que se encuentra cerrada. ¡Lástima!


¡Hola amigos lectores! Aquí estoy de regreso para compartirles el viaje que cerró las vacaciones del verano pasado. Fui a Barcelona con mis hijas, durante la primera semana de agosto. Del 4 al 7. Barcelona estaba inundada de turistas, y es que ¿quién no quiere visitar Barcelona?

A mi esposo ya se le habían terminado las vacaciones, pero a nosotras nos quedaba la última semana. Las clases empezarían el 12 de agosto. Además, viajar a Barcelona es muy cómodo desde Basilea, pues el vuelo es directo. Viajamos con la aerolínea Swiss, el domingo por la mediodía. Estos días fueron de caminar en una alegre ciudad, llena de belleza arquitectónica, con un bello clima, con la visita a un museo y con un acercamiento a su cultura culinaria y hasta con un poco de tiempo para irnos de compras. Y bueno, hasta se pudo disfrutar un poco de la piscina del hotel.



El Monumento de Cristóbal Colón en
la Plaza del Portal de la Pau


El catalán está orgulloso de su ciudad, y la presume siempre que puede. Para nosotros, los turistas, es una ventaja, pues podemos preguntar sin tener miedo a ser ignorados.

Llegamos a las tres de la tarde a la ciudad catalana. Después de registrarnos en el Hotel Gran Marina, mis hijas estaban desesperadas por ir a la piscina. Ya les había adelantado la noticia de que en ese hotel había una en el octavo piso y no me dejaron descansar mucho. ¡Así fue como iniciaron estas vacaciones, bajo el cielo veraniego español.



Imposible dejar de ir a chapotear


Nuestra última visita a Barcelona fue hace apróximadamente cinco años. Ahí celebramos el Año Nuevo, bajo un invierno que no es tan cruel, en comparación del que conocíamos en el norte de Europa. Fueron unas vacaciones decembrinas muy bonitas, y en aquel entonces viajamos con la carriola de nuestra hija menor, quien tenía un año y seis meses.

Ahora regresé con mis hijas ya en edad de primaria.  Después de inspeccionar un poco el hotel y de haber visitado la piscina del octavo piso, decidimos salir a caminar  por el Moll de España, en donde está el hotel y el centro comercial Maremagnum, en el Port Vell, a un lado del mismo.  El sol de las siete de la noche era intenso, un hermoso sol del mediterráneo.  Y cual fue nuestra sorpresa, de ver ríos de gente que tuvieron la misma idea que nosotras.



¡Vámonos al Maremagnum!


Caminamos un poco por la Plaza del Portal de la Pau, que está antes de curzar el puente que conduce hasta el Maremagnum y las niñas se impresionaron de ver el Monumento a Cristóbal Colón. Decidí que cenaríamos en el hotel, porque no vi muy seguro que tuvieramos una mesa para cenar. 

Es lógico encontrar mucha gente en el Moll de España. Ahí salen y llegan cruceros. En catalán, el dialecto de esta región, Moll significa embarcadero. Durante nuestra estancia en Barcelona, aprendimos el horario en que salían los barcos, nada más de observarlos desde la ventana de nuestro balcón.

La fila de coches en las cercanía del hotel es impresionante, pues los viajeros hacen transportar sus autos en estos barcos. Impresionante. Después, los cruceros siguen su rumbo hacia el Mediterráneo. 



Uno de los cruceros de la compañía Baleària, rumbo a
Mallorca, Ibiza o Menorca



Esa noche, no cenamos en el restaurant.  Decidí comer con las niñas en una mesita del bar. A esa hora, estaba lleno de familias hospedadas en el hotel. Todos tuvimos la misma idea. Pero estoy segura que muchos iban a seguir su recorrido por las calles de Barcelona, en plena noche catalana.

Primero pedimos unas ricas tapas. Pero las tres teníamos mucha hambre. Mi hija mayor y yo compartimos un club sandwich y la menor se decidió por comer un helado de vainilla. Así terminó nuestro día. Mañana empezaríamos la visita a esta bella ciudad.



Dos orgullos catalanes: El Parque Güell y el vestirse bien



Majestuosa, la obra de Gaudí


Barcelona no se puede explicar sin la figura de un genio, Antonio Gaudí, quien se encargó de vestir su ciudad, bajo lo innovativo de sus ideas. El Parque Güell es una de sus principales obras. 

Después de desayunar, nos fuimos en taxi rumbo a este parque. El taxista, muy amable, nos dejó lo más cerca del parque, que está en una lomita. Definitivamente tuvo razón, porque fue más cómodo caminar de regreso a la ciudad, que haber subido hasta el parque.



Las bancas que rodean la placita del parque


Tuvimos suerte porque nos dio muchos consejos para visitar su ciudad. Estaba muy orgulloso de la Catedral del Mar, la cual visitaríamos el día siguiente. La verdad que no se puede quejar uno de los catalanes. Ellos muestran su ciudad y les da mucho orgullo contar sobre los detalles de la misma.

Ya en el parque, tuvimos que buscarnos tiempo y lugarcito para hacer fotografías. Estaba totalmente lleno de turistas, especialmente de grandes grupos. Y se entiende, porque nadie puede perderse la visita a este lugar. Nos sentamos en las bonitas bancas con el sello Gaudí, y después tomamos algo en el cafecito que está en el centro del mismo. 



Preciosas las vistas de la ciudad desde el Parque Güell



Caminamos y nos detuvimos en su mirador para contemplar la ciudad. Desde este mirador vimos toda Barcelona, hasta nuestro hotel. 


Por suerte recordaba la última visita, y en especial el camino que mi esposo siguió hasta la ciudad. Bajamos hasta la Calle del Escorial o Carrer del Escorial. Esta calle me gustó mucho en nuestra primera visita. Aquí es dónde uno conoce al verdadero catalán. En esta calle no vimos a ningún turista, aunque no está tan lejos del parque. Eran las once de la mañana y la gente hacía sus actividades matinales.



Carrer del Escorial



De repente, una mujer se nos acercó y me dijo:  ¡que niñas tan bellas! Nosotras tenemos un complejo y es el no poder usar siempre vestido. El verano en Suiza es bonito, pero a veces muy corto, por eso siempre que podemos, los usamos. Ese día las tres teníamos vestidos.  Dijo que se veían muy lindas con ellos. - ¡Y la mamá también!, puntualizó. Lo más curioso fue cuando se quejó que en la actualidad, las niñas ya no visten así. No lo puedo creer, con toda la moda infantil catalana. Es un placer verlas en las tiendas. Especialmente en el Corte Inglés. 

Todo esto pasó en un par de segundos.



Los catalanes visten muy elegantes.
Ella es la dama que nos chuleó
los vestidos.
Posiblemente el caballero de a lado es
un turista, sin ofender, pero tal y como
lo dicen las guías


Le di las gracias, pero no pude regresarle el piropo. En nuestras guías de turistaw, el extranjero puede leer que el catalán se viste muy bien. Bueno, el español en general, se arregla. Pues así iba vestida esta catalana, arregladísima el lunes por la mañana. Como me sacó de onda porque no espera tal piropo, desde aquí se lo digo y les compartó la foto que le tomé. Se me fue muy de prisa y no se lo pude decir. No creo que me lea, pero desde aquí le dijo lo bien que se veía. ¡Qué lástima que reaccioné tan tarde, o mejor, dicho, que ni pude reaccionar!

A Barcelona no fui con miedo, pero si con cuidado. Parece ser que por las noches, en la Rambla, ocurren muchos robos. Hay gitanos que roban a los turistas. Se visten como ellos y los bolsean. También recomiendan no aceptar ninguna flor de ninguna mujer. He ahí un poco la explicación de mi retardo con la mujer catalana. No me espera tal comentario y lo reconozco, soy un poco reservada. Pero no tuvimos ninguna mala experiencia en Barcelona.

Pero me gustaría platicarles más sobre este tema. Cuando cumplí mis 30 años, mi esposo me llevó a visitar Barcelona. Fue nuestra primera visita. Mientras caminábamos por la Plaza Real, alguien le sacó a mi marido mis lentes de sol de la marca Fielman, de su mochila.  Los compré en la primera sucursal de la compañía alemana, cuando abrieron en Viena. Me costaron casi nada, porque tenían ofertas de inauguración.


En el Passeg de Sant Joan


Así, sin que nos dieramos cuenta, nos bolsearon. Por eso me puse a leer las recomendaciones. Evitar vestir como turista, con pantalones cortos, blusas sexy y demás, porque el catalán y en especial, las mujeres catalanas, visten muy elegantes. No significa que tienen que vestir de lujo, no. Tienen gusto en el vestir y lo saben hacer muy bien. Claro, siempre hay excepciones. Pero hasta la fecha les puedo decir, que las guías tienen toda la razón.

Es por eso que los ladrones de carteras, identifican muy fácil al turista en Barcelona. Pantalones cortos, sandalias, en fin, el típico cliché como el de la foto. Claro que esto cambia cuando se está en la playa.



Rotonda del Passeg de Sant Joan



Siguiendo con la visita, después de caminar por el Carrer del Escorial, llegamos hasta el Passeg de Sant Joan. De ahí caminamos hasta la Avenida Diagonal. Durante esta caminata, mis hijas disfrutaron el parque que esta en este carrer y hasta pasamos algunos minutos en los juegos infantiles.  


Desde el Paseo de San Joan
 vimos la Sagrada Familia.
¡Nuestro siguiente punto en el programa!



Me encantó caminar por este paseo, porque mis hijas disfrutaron un poco los juegos, y porque vi a muchos catalanes sentados en las bancas. Personas de la tercera edad, disfrutando la mañana, antes del calor de la tarde. Mamás paseando sus hijos y amas de casa, haciendo una pausa en su actividad matutina. Esto es lo bonito de los viajes, mezclarse entre los habitantes de la ciudad que se visita.

Ese día caminamos mucho. Pudimos ver muchas atracciones de Barcelona y mis hijas no protestaron. Cuando se cansaban hacíamos una pausa, y ya estaba llegando el tiempo de hacer una, antes de ver nuestra siguiente atracción:  la Sagrada Familia, una obra arquitectónica, también de Gaudí. Pero esto se los contaré en el siguiente Aterrizando. Por lo pronto les deseo una bonita noche y hasta el próximo Aterrizando. ¡Gracias por leerme!


martes, 10 de septiembre de 2013

Sur de Suecia: Siguéndole la pista a un escritor


De Kosta hasta Ystad, con pausa en Simrishamn


Ahora les cuento sobre la última estación de nuestro viaje en Suecia.

Después de dejar el Hotel Kosta Boda, viajamos hacia la ciudad de Ystad, cuna del personaje Kurt Wallander, comisiario esta ciudad, y creado por la pluma del sueco Henning Mankell.


La Iglesia de la Sagrada Cruz, en Dalby


Mi esposo y yo somos admiradores de este escritor. Hemos leído todas las novelas policiacas y libros de otros géneros. Wallander es un policía sueco, solitario, con muy mala suerte en el amor, pero con una habilidad increíble para descubrir los crímenes que se realizan en la ciudad sueca de Ystad.




Vista desde su jardin


Todo mundo creería que esta ciudad es la peor del mundo en cuanto a seguridad. Sólo es ficción. Una ficción que embona muy bien el racismo en Europa y la vida solitaria de los suecos en la edad de oro. Los libros de Wallander detallan la vida de los ancianos en Suecia, dspersos en sus granjas y aislados del mundo exterior, en un país dónde la oscuridad y el frío son los protagonistas. Aunque nosotros hemos conocido el país con un súper clima. Los habitantes en esta región disfrutan mucho el verano, porque es corto. ¡Hay qué aprovechar cada rayito de sol!




Su cementerio: Vimos la tumba del impuntual Nilsson Piraten



Tomamos la carretera rumbo a Dalby y ahí visitamos un cementerio poco peculiar, pero nada qué ver con el comisario Wallander. Llegamos a la Iglesia de la Sagrada Cruz, en la provincia de Skåne.  



Idilio sueco


La Iglesia, es la más antigua de Suecia, que está contruida con piedras. Tiene un cementerio en sus jardines, como se acostumbra en las viejas ciudades europeas y lo curioso en este cementerio, es que se encuentra la tumba del escritor Fritjof Nilsson Piraten. El fue famoso porque dejó todo para el último momento, pero su muerte no, pues fue puntual, como él la pronosticó: murió el 31 de enero de 1972. Cuenta la leyenda que en sus últimos años, trató de mejorar su puntualidad, hasta que lo logró.



¡Y llegamos a Simrishamn!



El puerto de Simrishamn



En fin, después de contarles esta anécdota, continuamos manejando hacia la ciudad de 
Simrishamn, en plena costa. Encontramos estacionamiento muy rápido ciudad, y de nuevo nos encontramos con el turismo sueco. También los nacionales del país tenían vacaciones escolares de verano. El lugar estaba repleto de familias y grupos de turistas que buscaban un lugar para comer.




Restaurant Måns Byckare


Ya era plena mediodía, y nosotros teníamos apetito. Encontramos lugar en un restaurante llamado MånByckare. Las niñas pidieron los típicos nuggets de pollo con papás fritas. Yo pedí una ensalada de salmón y mi esposo el típico pan con camarones del que les hablaba en otro Aterrizando.




Puerto de Simrishamn



Terminamos de comer y caminamos un poco por la ciudad. El clima era maravilloso. La temperatura perfecta. No era bochornoso, ni fresco. Caminamos por el puerto antes de proseguir hacia la siguiente atracción.

Esta ciudad tiene influencia danesa en su arquitectura. Sus casas son de colores alegres y las callecitas hechas de piedra, igual que en Dinamarca.



Ales Stenar: una antigua formación de piedras y escondite de Wallander




La playa de Kåseberga



El tiempo corría como loco y el siguiente punto en el programa, era visitar Ales Stenar, una formación de rocas en la playa de Kåseberga, cerca de Ystad.

Estacionamos nuestro auto en un área de campamento. Caminamos hacia la playa como unos 20 minutos. Pasamos el área habitacional y llegamos a la playa de Kåseberga. El aire de mar nos invadía, en un cielo nublado, acompañado de un clima medio bochornoso. Subimos una pequeña colina y seguimos las flechas hacia Ales Stenar.



En Ales Stenar



Ales Stenar es el lugar predilecto del comisario Wallander. En esta playa viene a meditar sus casos policiacos. Es su refugio dentro de la escena del crímen de Ystad. Claro, desde la realidad literaria.

No éramos los únicos turistas. El lugar estaba lleno. Todos queríamos ver la formación de piedras. Hicimos unas fotos muy bonitas de nuestras hijas arriba de estas rocas.  Caminamos de regreso, y vimos las praderas de la playa. Había muchos borreguitos que pastaban. Era un día normal en esta playa sueca. Y las vacaciones de verano en Suecia se estaban acabando para nosotros. ¡Por desgracia!




Las piedras de cerca



Manejamos hacia Ystad, una de las principales ciudades de la provincia de Schonen, en Skåne.  Decidimos no pasar mucho tiempo aquí, porque nuestro destino final sería Copenhagen, atravesando el Puente de  Oresund desde Malmö. Planeabamos visitar el Parque de Atracciones Tivoli, para el placer de nuestras hijas.



Ystad, la ciudad de Wallander


Y así lo hicimos. Llegamos hasta Malmö y cruzamos en veinte minutos el Puente de Oresund. Fuimos directo a registrarnos al Hotel Hilton. En el mismo Aeropuerto. El plan era ir a la ciudad con el tren. Mientras mis hijas y yo nos arreglábamos, mi esposo fue a regresar el auto de renta.

Tomamos el tren hacia la ciudad y llegamos a un Tivoli que no presentaba una gran cantidad de visitantes. Nuestras hijas jugaron el el área recreativa del barquito, y se subieron a unos caballitos de mar voladores.



¡Y llegamos a Copenhagen, al Tivoli!



Buscamos un restaurante en el parque para cenar y decidimos quedarnos en el Madklubben, un restaurant con especialidad en cortes de res.  Lo que más disfrutaron nuestras hijas fue el postre. Una paleta helada llama Sol y claro, un jugo de manzana como bebida.



Lo mejor de la cena, una paleta de agua de
 la marca Sol



La noche se nos estaba acabando. Mañana saldría nuestro vuelo de regreso a Basilea. Fue así como acabó nuestro tiempo en este país y en el vecino, Suecia. Nuestro pequeño viaje a Escandinavia.  Esta región del mundo es hermosa, y muy recomendable de visitar en verano, para no congelarse si se visita en invierno.



¡Adiós Tivoli, adiós Escandinavia!



Amigos lectores, les deseo una bonita semana y una agradable entrada al otoño que parece estar asomándose en el continente europeo. Mil gracias por leerme y hasta el próximo Aterrizando.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Suecia: Un mundo de cristal en la ciudad de Kosta

El Hotel de Cristal en Kosta



Precioso el candil en el Kosta Boda


Después de pasar el día en dos parques de alces, continuamos el camino hacia Kosta, una ciudad de cristal. Sí, ciudad que alberga fábricas que producen diferentes productos de cristal. Mi esposo leyó en las guías de turista sobre la ciudad y sobre el hotel de la compañía Kosta Boda. El hotel es parte de la compañía y es una representación de todos los productos que elaboran.

Era la mañana del domingo 29 de julio y manejamos una hora desde el Parque de Alces Elingen. Después de la comida, manejamos apróximadamente menos de una hora hacia el Hotel Kosta Boda. En la recepción nos encontramos con un candil formado de muchas bolitas de cristal. En estas compañías manejan mucho el vidrio de color, tal y como lo conocemos en México.


Nos divertimos mucho visitando este outlet



Todo el hotel tiene una decoración de objetos de cristal. Los cuartos tienen la firma de los diseñadores de la compañía y cada cuarto ha sido firmado por uno de ellos. El nuestro tenía un lavabo hecho completamente de cristal.

No pudimos darnos un descanso, porque lo siguiente en nuestro itinerario, era visitar las tiendas estilo outlet de Kosta Boda. Hay de todo, boutiques, zapaterías, pero lo que el turista no se puede perder, son los locales con productos de cristal. Nos maravilló el surtido. Llegamos a la de la compañía Kosta Boda y ahí compramos algunos objetos para nuestro hogar.


Los banquitos del bar son de ese color
 azul, caracteristico del hotel



Los productos de Kosta Boda son muy caros, pero, como se trataba de un outlet, pudimos encontrar unas obras de arte a precios accesibles. En esta tienda de productos con defecto, tienen el mismo surtido que los productos de primera calidad. Nosotros no les vimos ningún defecto. Pagamos y como es lógico, no los llevamos con nosotros. Aprovechamos el servicio de envío a domicilio. Es una lástima que Suiza no pertenezca a la Unión Europea, porque tuvimos que pagar como si el envío hubiera sido a Estados Unidos. Ni hablar, padecimos esta desventaja. Pero bueno, en agosto mi esposo tendría cumpleaños, y le adelantamos el regalo. ¡Ese fue su deseo!



Hamaca de cristal en el patio del hotel



Terminamos la compra y caminamos por las otras tiendas del centro. Las niñas se divirtieron en un área de juegos y poco después regresamos al hotel a cambiarnos para la cena.



Detalle del techo del Bar de Cristal


Lo que ha hecho famoso a este hotel, es su bar. El Bar de Cristal, cuyo color azul es su sello. Ahí tomamos un aperitivo y las niñas uno de los famosos jugos de manzana suecos. Después, fuimos a cenar en el restaurante del hotel. Por suerte pudimos tener una mesa, más tarde nos daríamos cuenta que el restaurante estaría lleno.



Hermosos estos portavelitas como
centros de mesa



El restaurant del hotel también sirve sus alimentos en las vajillas producidas en la fábrica de Kosta Boda. Los platos son pesados y algunos con colores muy alegres. Los portavelas tenían un diseño muy geométrico y bueno, la comida fue excelente.

No tomamos ninguna entrada. Preguntamos por el pescado que ofrecían, pues se nos antojaba comer un salmón a la plancha y el nombre del pescado del menú estaba en sueco. Nos dijeron que era un filete de pescado, pero después nos dimos cuenta que era el salmón que se nos había antojado. No nos podemos quejar, porque nuestro filete de ternera estuvo delicioso.



Las famosas albóndigas Kotbullar



Las niñas comieron las famosas albóndigas con pasta llamadas kotbullar, sí, como las de la tienda sueca Ikea. Nos dimos cuenta que la mayoría de los comensales eran suecos. Parece ser que Kosta es un lugar para el turista nacional. Los menús estaban en inglés, pero como en el caso del salmón, tenían los nombres suecos. En fin, nos dio mucho gusto poder estar en esta ciudad típica sueca, alejada del turismo internacional.

Como tomamos una mini selección de su menú de postres, me fui a caminar por el pueblito con mi hija mayor. La chiquita, se quedó con su papá porque ya quería dormir.  Caminamos de nuevo al outlet, por su lado externo, pues ya las tiendas habían cerrado. Regresamos al hotel, pero antes de dar por terminado el paseo, pasamos por la escuela primaria. El clima en la noche ya era fresco, pero agradable. No teníamos los 30 grados de Malmö, pero para Suecia ese atardecer de unos 18 grados era muy agradable.


Hotel Kosta Boda



 El día se estaba acabando y a la mañana siguiente teníamos que madrugar, porque era nuestro último día en Suecia. Nos esperaba la ciudad de Ystad, cuna de las historias policiacas del escritor Henning Mankell y una formación de piedras llamada Ales Stenar. Y para cerrar nuestras vacaciones, visitaríamos el Parque de Diversiones Tivoli, en Dinamarca, de dónde saldría nuestro vuelo a Basilea, Suiza. Hay que recordar que Malmö está a media hora de la capital danesa.



De este lado se encuentran las habitaciones


No tardamos mucho en dormir y nos despertamos a las 7 de la mañana del lunes 30 de julio. Desayunamos en el hotel y encontramos un bufet muy rico y saludable. Dejamos el Hotel Kosta Boda casi a las nueve de la mañana y nos dirigimos hacia una iglesia muy particular, de la cual les platicaré en el siguiente Aterrizando. ¡Que tengan una bonita semana y mil gracias por leerme!