sábado, 24 de marzo de 2012

Singapur, entre arquitectura, tecnología y un toque gastronómico

... Y dormimos toda la noche. Nada de jet lag. Las 7 horas de diferencia entre Europa y Asia no las sentimos. Esta vez tuvimos suerte de llegar por la tarde al destino, y continuar despiertos hasta las diez de la noche. Por eso, a las seis de la mañana del lunes 20 de febrero, ya estábamos listos para empezar el día.


Terraza del Sky on 57


Desayunamos a las siete de la mañana, en el restaurant Sky on 57, sí, en el piso número 57 y al lado de la piscina. El día nos recibía con rayos del sol. Después, ya estábamos listos para caminar del hotel a la ciudad.


Arquitectura por todos lados

El recorrido empezó desde la Marina. Nos daba mucho gusto dejar esta región de Singapur para conocer otros rincones.  Atravesamos el Puente Double Helix, una muestra más de su arquitectura. Este país se está desarrollando muy rápidoy con mucha modernidad. Necesito decir que el color blanco del ArtScience Museum, me recordó a Vancouver, Valencia y claro, Sidney, con su Opera. Agua y color blanco, una chispa de armonía para el ojo del visitante y de los habitantes de estas metrópolis.


Double Helix


Cerca del puente, el visitante puede admirar la famosa rueda de la fortuna de Singapur, el Singapore Flyer, cuya funcionalidad me recordó a la rueda de la fortuna (das Riesenrad) que está en Viena, en el parque del Prater. Obviamente es de esperarse que la de Singapur es moderna, sin la nostalgia de la de Viena. Ahí se puede subir para contemplar la ciudad, pero también se puede rentar para cumpleaños, para celebrar una cena romántica o incluso, para tomar una clase de yoga. Eso me da ideas, si alguna vez regreso a Singapur.

Después, caminamos hacia la Esplanade. Primero vimos lo que parecía ser un estadio construido a la mitad. Era el Marina Bay City Gallery, con capacidad para más de veinte mil espectadores. Ya empezaba a subir la temperatura, por eso nos alegrábamos de haber hecho este paseo bien tempranito. Teníamos como treinta. Nos sentíamos muy bien disfrutando del calor.


Theaters on the Bay


Después llegamos al área de los teatros. Un conjunto arquitectónico cuyo techo o domo es de metal. Singapur es famoso por los eventos que ahí se presentan. Durante nuestra visita, se podía presenciar el musical Wicked, basado en el Mago de Oz, a Chorus Line y One Night of Queen. Nada para aburrirse.

Después seguimos caminando. Nuestro destino era llegar a la ciudad antigua y ver al Merlion. Pero antes de llegar a él, se nos presentó en el horizonte, el Swissotel, en dónde nos quedamos durante nuestra primera visita. Antes se conocía como The Westin, y era el edificio más alto de Singapur. En aquel entonces, la Marina no existía.


Merlion


Y llegamos al Merlion, todo mundo estaba ahí, viendo al simbólo de la ciudad. Merlión es un león de mar, por así decirlo, pues su cabeza es de este felino y el cuerpo de pescado. Merlion le dio el nombre de Singapura a esta ciudad, o ciudad de leones. Ya estábamos del otro lado del hotel y estábamos por adentrarnos al centro de la ciudad.



¿De dónde viene la tierra y el agua de Singapur?


Duck Tours


¡Y que hacemos un tour en autobús! Pero no en uno cualquiera, sino en un anfibio. Recorreríamos la ciudad por sus calles históricas, y después por la Marina. El negocio conocido como Duck Tours está ubicado en el Suntec City Mall. Necesito decir que el guía fue buenísimo en las explicaciones sobre la ciudad. Por él conocimos que la tierra que han usado para la construcción es de Indonesia. La importan y la dejan reposar durante treinta años antes de utilizarla para la construcción.
Además de la importación de tierra, Singapur importa el agua potable de Malasia, por eso, explicaba el guía, el agua es dinero. Dinero para pagar la posesión de un inmueble en Singapur, si está cerca de la Marina. Los departamentos son carísimos, pero han de tener unas vistas maravillosas de la ciudad.


Antigua y nueva Suprema Corte


Singapur es estricto. Si le ha ido bien en su economía es por todas las prohibiciones que tiene. Me llamó mucho la atención el caso de la inmigración. Resulta que cuando a un extranjero se le acaba un contrato en una empresa, inmediatamente está programada su salida del país. Nadie le cuesta un dólar de más al país. Singapur es el padre o madre estricto con el hijo al que reprende por hacer algo malo, y finalmente, le hace un bien. Un tigre de Asia, cómo se le conoce en la economía.

El paseo se estaba volviéndo interesantísmo. Además de que nuestro guía nos hablaba con un muy bonito acento americano. Le entendí casi al noventa porciento. Además que era un perfecto comunicólogo, un buen orador.


Hora de comer: mantaraya asada

Chilli crab


Y se llegó la hora de ir a comer con las niñas. Llegamos al Boat Quay, un lugar el turista con restaurantes. Y no nada más para el turista, sino también para el empleado, pues alrededor está el Centro Financiero de Singapur y vimos a muchos empleados de las oficinas durante la pausa del medio día. Nuestro organizador del viaje y guía, conocido como Papilulo, quería ir a comer la comida típica  de Singapur. Así es que para las doce del día, ya estabamos sentados frente al Singapore River, en un local de comida china. Esta cultura es la predominante en Singapur.

La verdad que no teníamos mucha hambre. Las niñas sólo querían beber algo y yo sólo quería comer arroz frito. Pero nuestro Papilulo pidió cangrejo y mantaraya. Sí, como lo leyeron. Chilli Crab, el platillo típico por excelencia y mantaraya a la barbacoa, como le conocen por allá, es decir, asada. De verás que mi esposo es bien valiente y siempre anda probando las novedades.

¡Y que va llegando el cangreso en salsa y la mantaraya asada. ¡Ah, pero ambos platillos súper picositos, súper sazonados¡ Yo probé un poco de cangrejo y la salsa fue el acompañante de mi arroz. Esa vez no me aventé a comer mantaraya, quizá para la próxima. ¿Y las niñas? Ellas sólo querían un helado. Vacaciones son vacaciones y no hay qué ser tan estrictos.

Civic District
Singapur es famoso por su comida. Además de la influencia china, encontramos platillos de la India, de Indonesia y de Malasia, más todas las cadenas americanas, para los expats o anglosajones que trabajan en el país. Normalmente se va a un centro llamado hawker, de los muchos que hay en la ciudad, y ahí se vive el Singapur gastronómico, como nosotros lo hicimos en nuestro primer viaje.  Con las niñas nos quedamos en los restaurantes del hotel o en las cafeterías, pero por nuestra experiencia en los hawker, comer en uno también es súperseguro, porque Singapur es una ciudad súper ordenada y limpia. La higiene en estos centros es de lo mejor y se puede ver cómo lo cocinan.

Además de disfrutar la comida exótica, disfrutamos la brisa marina. Hacía mucho calor, pero bajo la sombre fue muy reconfortante. Después de pagar, caminamos de regreso al hotel, pero antes pasamos por el centro histórico. En el área Civil District, dónde está el Hotel Raffles, la Catedral St. Andrew, el Swissotel, el Ayuntamiento y los dos edificios de la Suprema Corte, el antiguo y el moderno. Este último se ve como un objeto volador no identificado.

Caminamos de regreso al hotel por el área financiera de Singapur. a todos regresaban de la pausa del mediodía. Nuestro destino era descansar un poco y pasar el resto de la tarde en la piscina del hotel. Las niñas estaban desesperadas por chapotear.


Los chorritos del Wonder Full

Wonder Full
Al terminar nuestra estancia en la piscina, con un clima nublado, por suerte, por aquéllo del sol asiático, regresamos de nuevo al centro comercial the Shoppes, a cenar ensaladas y sandwiches.
El segundo momento culminante del día (el primero fue la piscina), fue la proyección Wonder Full, frente al hotel. Este espectáculo es una mezcla de imágenes proyectadas en el agua, con salidas de agua y hasta burbujas. Fascinación para chicos y grandes. Y lo mejor de todo, es que es gratis.

Belleza nocturna

Con esto terminamos el día. Nos estábamos enamorando de Singapur. Por desgracia al día siguiente, nos estábamos despertando con una mala noticia. Pero el show debe continuar, como dicen por ahí. De esto, les voy a platicar en el siguiente Aterrizando. ¡Buenas noches!

miércoles, 14 de marzo de 2012

Singapur, la ciudad que creíamos conocer

Pues ahora les cuento la primera etapa de nuestro viaje a Asia, que empezó en Singapur, como les había platicado en mi anterior Aterrizando.

Volamos el sábado 18 de febrero, cuando comenzaron las vacaciones en Basilea y llegamos el domingo 19 por la tarde a esta ciudad de Asia. De Basilea, viajamos con el tren a la ciudad de Zurich y de ahí volamos con la línea áerea Emirates con destino a Dubái. Fueron unas siete horas.

En Dubái, esperamos dos horas en su terminal antes de tomar el vuelo a Singapur. Necesito decir que el viaje no fue nada cansado, al contrario, es muy agradable hacer una pequeña pausa, caminar y tomar algo en la terminal. El Aeropuerto de Dubái nos impactó por su tránsito de pasajeros. Dubái es la casa de Emirates y de ahí salen y llegan vuelos a y de todas partes del planeta. Los Emiratos Arabes Unidos se están convirtiendo en una puerta importante para conocer el mundo árabe. ¡Dios mio, qué gentío!


Vista de la ciudad desde la piscina del hotel


Durante el vuelo, me dediqué a ver todas las películas que estaban a mi alcance. Me di una muy buena actualizada. Las niñas jugaron vídeojuegos y también vieron películas infantiles. La verdad que las horas pasan volando y se vuela muy cómodo. Uno no se puede quejar en esta línea, pues encontré más de cien películas a mi alcance. Ya les había contado del maravilloso trato al cliente que tiene la compañía Emirates. En cada Aterrizando les iré contando detalles.

En esta edición, les cuento que de repente me quedé medio dormida, ya para llegar a Singapur, y al lado del pasillo de mi esposo, veo que las azafatas les están tomando una instantánea a él y a mi hija mayor. Después de que se reveló, la enmarcan y la firman las dos. Obviamente Bianca no salió en la foto, porque estaba dormida, igual que yo. ¿No creen que es un detallazo? Y en el vuelo de regreso, Dubái-Singapur, lo mismo, pero está vez si salieron mis dos hijas.

Y aterrizamos. El aeropuerto se encuentra ordenadamente limpio, impecable, y su servicio de aduanas es rápidísimo. Hasta te regalan mentitas en lo que esperas a que sellen tu pasaporte. De verdad, un modelo a seguir para otros países como en Dubái, en los Emiratos Arabes Unidos. Vaya que si le toca a uno
esperar. Sólo una vez tuve suerte y uno de sus oficiales nos pasó de inmediato.

Finalmente recogimos las maletas y buscamos el lugar dónde el autobús del hotel nos estaría esperando.  Nos quedaríamos en el Hotel Marina Sands, ese que tiene la alberca enorme en el techo del mismo. Este hotel no es otra cosa, que la principal prueba del progreso arquitectónico en Singapur.


Nuestro primer encuentro con el Marina Bay Sands

El viaje no fue tan largo y en un dos por tres ya estábamos en el Hotel Marina Bay Sands. ¿Pueden imaginarse cuántos cuartos tienen? Yo no pude. Resulta que en sus tres torres, se encuentran 2, 561 habitaciones. Cuando llegamos a la recepción, se imaginarán que no fuimos los únicos. Esperamos unos 20 minutos antes de subir a nuestro cuarto. En el futuro se planea que los huéspedes realicen su entrada al cuarto desde el viaje en el autobús, así no tendrán que esperar demasiado.

Y llegamos a nuestra habitación. Era domingo por la tarde y el cambio de hora se estába presentando de maravilla. Tomamos un regaderazo, nos pusimos monas y monos, y nos fuimos a dar la vuelta. De regreso, después de cenar, estaríamos listos para ir a la cama y de esta forma nos adaptaríamos mejor al cambio de horario.


Paseo dominical


Chapoteando en las alturas


Antes de continuar, les platico que este hotel pertenece a la compañía las Vegas Sands. Así es que el hotel es una pequeña estructura de Las Vegas. Tiene Casino y un teatro dónde la obra permanente es El Rey León. Enfrente del hotel, está el centro comercial The Shoppes at Marina Bay Sands. Todo esto pertenece a las atracciones de la Marina como el ArtScience Museum, una serie de teatros y los pavillones de la tienda Louis Viutton y otro que es un bar, Pangea.

Lo primero que hicimos cuando estuvimos listos, fue ir a ver esa piscina que el hotel la ha llamado Infinity porque tiene una longitud e 150 metros. Todo visitante puede ir a la plataforma del hotel y ver Singapur desde ahí, pagando la entrada. Nosotros también lo hicimos, aunque la entrada ya estaba incluída como huéspedes del hotel. Fue muy agradable ponerse vestidos veraniegos, sandalias y salir a disfrutar del calorcito asiático ese domingo casi al atardecer.


El centro comercial con sus barquitos. ¡Viva Las Vegas!


La tarde se estába terminando y después fuimos al centro comercial, dónde cenamos algo ligerito. No podíamos acabar el día sin volver a caminar por la Marina antes de irnos a la cama.

Queríamos comernos a Singapur de un sólo bocado durante estas tres horas. Imposible, pero por suerte nos faltaban otros dos días enteros para encontrarnos con Singapur después de 11años. Al tercer día, estaríamos volando hacia Bali, Indonesia.



La explanada


El reencuentro después de 11 años

Resulta que en octubre del 2001, mi esposo compró un boleto especial para viajar por varios países. Ese año recorrimos durante dos semanas y media Japón, Nueva Zelanda, Australia y Singapur. Tantos países en tan poco tiempo. El viaje nos gustó mucho y estuvimos maravillados con lo que vimos.

Es lógico pensar que las ciudades evolucionan. Cuando llegamos a Singapur, la Marina no existía. Singapur apuntaba como una ciudad rodeada de centros comerciales. En aquélla visita, recorrimos durante un día, muchísimos centros comerciales ubicados en toda una súper larga avenida llamada Orchard Road. Los conocimos de todos los tamaños. Claro que también conocimos sus principales atracciones. En aquél entonces estuvimos dos días y no visitamos la isla de Sentosa. Esta vez, en el 2012 ni siquiera llegamos a la famosa avenida de los centros comerciales.


En el 2014, quedará listo este nuevo parque ubicado en la Marina 

Singapur nos dio otra cara, la cara de la modernidad arquitectónica. En el próximo Aterrizando les mostraré fotos de nuestra visita durante estos dos días.


Los orígenes de la ciudad

Estas fueron las primeras imágenes. Les adelanto que durante el segundo día, nos subimos por primera vez en un vehículo anfibio. Fue toda una atracción para las niñas. Primero paseamos por las calles antiguas de Singapur, y luego, el autobús se dirigió al mar y el vehículo de transformó en un bote. En el viajamos alrededor de la Marina. Toda una locura.


¿Saben ustedes de dónde viene el agua que se toma en Singapur, o la tierra para construir sus edificios? En el próximo Aterrizando les platicaré estas respuestas y otros temas. Por lo pronto, adiós y buen día, les dejo esta útima foto del Museo ArtScience.


ArtScience Museum 

domingo, 4 de marzo de 2012

Asia Express

No, esta vez no les voy a contar sobre algo relacionado a la comida rápida, sino de nuestro viaje de dos semanas al continente asiático, con una pausa en el mundo árabe.  14 días de impresiones llenas de la vida asiática, o por lo menos, de lo que estuvo a nuestro alcance.

Un mundo lleno de amabilidad y tranquilidad, fue lo que descubrimos en nuestro recorrido por cuatro países: Singapur, Indonesia y Malasia,  salpicado por la atmósfera árabe de Dubái, en los Emiratos Arabes Unidos.


El Hotel Marina Sands y el Museo de Ciencia del Arte


En Singapur tuvimos la modernidad y la perfección asiática, por algo se le conoce como la Suiza de Asia. Singapur se apunta como un representante de la arquitectura moderna. Todo perfecto, limpio y lleno de prohibiciones, que hacen de esta ciudad, una comunidad ordenada.


Y llegamos a Indonesia. El país de los espíritus. Nada se hace sin consultárseles.  Estuvimos en Bali, ciudad que apunta a las manecillas contrarias del reloj asiático. Encontramos un caos en sus calles, pero que para los balineses funciona de maravilla. La motocicleta es la reina de la selva y entre más personas lleve, mejor. No dos ni tres, sino hasta cinco hemos visto en una de ellas. 


Ungasan, Bali


Bali es selva y playa. En cada rincón hay un altar para los espíritus que reciben comida de los lugareños hasta saciarse por completo. En Bali, no nos recibieron con un apretón de manos, nos recibieron con las manos en el corazón.



Las cuevas Batu, con su Dios Murugan


En la ciudad de Kuala Lumpur, Malasia, conocimos la mezcla de culturas: Chinos, hindúes, malayos y anglosajones, entre otras minorías. . Es una ciudad cosmopolita que tampoco se queda atrás en el progreso. No tan perfeccionista como Singapur, pero rodeada de la amabilidad asiática de sus habitantes. La mezcla perfecta entre progreso y naturaleza. Un ejemplo son sus cuevas Batu, dónde la religión hindú encontró un altar.


La Isla Sentosa


Y regresamos a Singapur, a la isla de Sentosa, a unos 15 minutos de la gran ciudad, y el lugar perfecto para vacacionar. Una mezcla al estilo americano y asiático. Sentosa tiene de todo, atracciones para chicos y grandes. Para los habitantes de Singapur, un lugar perfecto para vivir de vacaciones en constante tiempo y para los turistas, como nosotros, una oportunidad de disfrutar el Océano Indico.

El tiempo se acababa y para no tener un vuelo intercontinental interminable, decidimos hacer una pausa en Dubái, casa de la compañía áerea Emirates. Con esta compañía, conocimos la perfección del servicio. Después de estas vacaciones, sólo quiero viajar con Emirates, que ofrece por un mismo vuelo en la clase económica, el trato de primera clase. Lo siento, no es comercial, es cómo lo conocí, ya les platicaré más adelante.


El Creek en Dubái


Dubái, la ciudad en el desierto. Nuestra tercera visita. Estuvimos los últimos dos días ahí, antes de viajar a Basilea. Disfrutamos del aire fresco, por la mañana y por la noche, cosa que nos fue desconocida, porque antes la habíamos visitado en el verano de 45 grados. Caminamos mucho por la ciudad antigua, rodeada del Río Creek. El desierto nos recibió a principios de marzo, con una máxima de 30 grados.  Toda una diferencia.

Y ahora estamos en Basilea. Las vacaciones se acabaron. Ya no tendremos más Asia Express. Su clima, su comida, su gente. Pero para seguir disfrutando de este viaje, les contaré a detalle y compartiré con ustedes en los próximos Aterrizando, algunas experiencias e imágenes. Me despido, no con un apretón de manos, sino, con las manos frente al pecho, a la altura del corazón, como me acostrumbraron por este continente, al estilo de Bali.