miércoles, 14 de marzo de 2012

Singapur, la ciudad que creíamos conocer

Pues ahora les cuento la primera etapa de nuestro viaje a Asia, que empezó en Singapur, como les había platicado en mi anterior Aterrizando.

Volamos el sábado 18 de febrero, cuando comenzaron las vacaciones en Basilea y llegamos el domingo 19 por la tarde a esta ciudad de Asia. De Basilea, viajamos con el tren a la ciudad de Zurich y de ahí volamos con la línea áerea Emirates con destino a Dubái. Fueron unas siete horas.

En Dubái, esperamos dos horas en su terminal antes de tomar el vuelo a Singapur. Necesito decir que el viaje no fue nada cansado, al contrario, es muy agradable hacer una pequeña pausa, caminar y tomar algo en la terminal. El Aeropuerto de Dubái nos impactó por su tránsito de pasajeros. Dubái es la casa de Emirates y de ahí salen y llegan vuelos a y de todas partes del planeta. Los Emiratos Arabes Unidos se están convirtiendo en una puerta importante para conocer el mundo árabe. ¡Dios mio, qué gentío!


Vista de la ciudad desde la piscina del hotel


Durante el vuelo, me dediqué a ver todas las películas que estaban a mi alcance. Me di una muy buena actualizada. Las niñas jugaron vídeojuegos y también vieron películas infantiles. La verdad que las horas pasan volando y se vuela muy cómodo. Uno no se puede quejar en esta línea, pues encontré más de cien películas a mi alcance. Ya les había contado del maravilloso trato al cliente que tiene la compañía Emirates. En cada Aterrizando les iré contando detalles.

En esta edición, les cuento que de repente me quedé medio dormida, ya para llegar a Singapur, y al lado del pasillo de mi esposo, veo que las azafatas les están tomando una instantánea a él y a mi hija mayor. Después de que se reveló, la enmarcan y la firman las dos. Obviamente Bianca no salió en la foto, porque estaba dormida, igual que yo. ¿No creen que es un detallazo? Y en el vuelo de regreso, Dubái-Singapur, lo mismo, pero está vez si salieron mis dos hijas.

Y aterrizamos. El aeropuerto se encuentra ordenadamente limpio, impecable, y su servicio de aduanas es rápidísimo. Hasta te regalan mentitas en lo que esperas a que sellen tu pasaporte. De verdad, un modelo a seguir para otros países como en Dubái, en los Emiratos Arabes Unidos. Vaya que si le toca a uno
esperar. Sólo una vez tuve suerte y uno de sus oficiales nos pasó de inmediato.

Finalmente recogimos las maletas y buscamos el lugar dónde el autobús del hotel nos estaría esperando.  Nos quedaríamos en el Hotel Marina Sands, ese que tiene la alberca enorme en el techo del mismo. Este hotel no es otra cosa, que la principal prueba del progreso arquitectónico en Singapur.


Nuestro primer encuentro con el Marina Bay Sands

El viaje no fue tan largo y en un dos por tres ya estábamos en el Hotel Marina Bay Sands. ¿Pueden imaginarse cuántos cuartos tienen? Yo no pude. Resulta que en sus tres torres, se encuentran 2, 561 habitaciones. Cuando llegamos a la recepción, se imaginarán que no fuimos los únicos. Esperamos unos 20 minutos antes de subir a nuestro cuarto. En el futuro se planea que los huéspedes realicen su entrada al cuarto desde el viaje en el autobús, así no tendrán que esperar demasiado.

Y llegamos a nuestra habitación. Era domingo por la tarde y el cambio de hora se estába presentando de maravilla. Tomamos un regaderazo, nos pusimos monas y monos, y nos fuimos a dar la vuelta. De regreso, después de cenar, estaríamos listos para ir a la cama y de esta forma nos adaptaríamos mejor al cambio de horario.


Paseo dominical


Chapoteando en las alturas


Antes de continuar, les platico que este hotel pertenece a la compañía las Vegas Sands. Así es que el hotel es una pequeña estructura de Las Vegas. Tiene Casino y un teatro dónde la obra permanente es El Rey León. Enfrente del hotel, está el centro comercial The Shoppes at Marina Bay Sands. Todo esto pertenece a las atracciones de la Marina como el ArtScience Museum, una serie de teatros y los pavillones de la tienda Louis Viutton y otro que es un bar, Pangea.

Lo primero que hicimos cuando estuvimos listos, fue ir a ver esa piscina que el hotel la ha llamado Infinity porque tiene una longitud e 150 metros. Todo visitante puede ir a la plataforma del hotel y ver Singapur desde ahí, pagando la entrada. Nosotros también lo hicimos, aunque la entrada ya estaba incluída como huéspedes del hotel. Fue muy agradable ponerse vestidos veraniegos, sandalias y salir a disfrutar del calorcito asiático ese domingo casi al atardecer.


El centro comercial con sus barquitos. ¡Viva Las Vegas!


La tarde se estába terminando y después fuimos al centro comercial, dónde cenamos algo ligerito. No podíamos acabar el día sin volver a caminar por la Marina antes de irnos a la cama.

Queríamos comernos a Singapur de un sólo bocado durante estas tres horas. Imposible, pero por suerte nos faltaban otros dos días enteros para encontrarnos con Singapur después de 11años. Al tercer día, estaríamos volando hacia Bali, Indonesia.



La explanada


El reencuentro después de 11 años

Resulta que en octubre del 2001, mi esposo compró un boleto especial para viajar por varios países. Ese año recorrimos durante dos semanas y media Japón, Nueva Zelanda, Australia y Singapur. Tantos países en tan poco tiempo. El viaje nos gustó mucho y estuvimos maravillados con lo que vimos.

Es lógico pensar que las ciudades evolucionan. Cuando llegamos a Singapur, la Marina no existía. Singapur apuntaba como una ciudad rodeada de centros comerciales. En aquélla visita, recorrimos durante un día, muchísimos centros comerciales ubicados en toda una súper larga avenida llamada Orchard Road. Los conocimos de todos los tamaños. Claro que también conocimos sus principales atracciones. En aquél entonces estuvimos dos días y no visitamos la isla de Sentosa. Esta vez, en el 2012 ni siquiera llegamos a la famosa avenida de los centros comerciales.


En el 2014, quedará listo este nuevo parque ubicado en la Marina 

Singapur nos dio otra cara, la cara de la modernidad arquitectónica. En el próximo Aterrizando les mostraré fotos de nuestra visita durante estos dos días.


Los orígenes de la ciudad

Estas fueron las primeras imágenes. Les adelanto que durante el segundo día, nos subimos por primera vez en un vehículo anfibio. Fue toda una atracción para las niñas. Primero paseamos por las calles antiguas de Singapur, y luego, el autobús se dirigió al mar y el vehículo de transformó en un bote. En el viajamos alrededor de la Marina. Toda una locura.


¿Saben ustedes de dónde viene el agua que se toma en Singapur, o la tierra para construir sus edificios? En el próximo Aterrizando les platicaré estas respuestas y otros temas. Por lo pronto, adiós y buen día, les dejo esta útima foto del Museo ArtScience.


ArtScience Museum 

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