jueves, 28 de marzo de 2013

Byron Bay, la playa para vacacionar



Hola, hoy les continúo el relato sobre Australia. Iniciando el viaje hacia la costa. El 11 de febrero dejamos el hotel en Brisbane y pedimos un taxi para ir al aeropuerto. No volaríamos, pero rentaríamos un coche. Manejaríamos hasta llegar a Sydney. El trayecto lo haríamos en tres días y dos noches. Dormiríamos en dos lugares localizados en New South Wales. La verdad que valíó la pena el recorrido.


Llegamos a Byron Bay


Antes de irnos, tomamos las últimas fotos desde la terraza del Quay West. El sol brillaba y el calor era agradable, de unos 30 grados. Perfectos para estos sedientos de verano que eramos nosotros.

En el Aeropuerto de Brisbane, buscamos las oficinas de Hertz. Y ahí estaba nuestro carro, que mi esposo había rentado desde Basilea, Suiza. Manejamos una hora y media, entre una Australia que parecía enorme. Te puedes tardar meses recorriéndola toda por carretera. Nuestras hijas iban jugando con sus Ipads, así es que no se aburrieron mucho. Mi esposo y yo íbamos disfrutando el paisaje. Especialmente su servidora, que cada vez que veía un letrero de ¡cuidado, canguros o koalas en los próximos 10 kilómetros!, me dedicaba a observar cada arbol o arbusto de la carretera. Por desgracia vimos un canguro atropellado. Fue una triste experiencia.


Imposible salirse de la piscina

Y llegamos a Byron Bay. Por dondequiera veíamos jóvenes con sus tablas para surfear. Todos tenían un bonito bronceado y vivían sus vacaciones. Byron Bay es un lugar para vacacionar. Pero ¿dónde no en la costa australiana?


¿Cómo hacerle el feo a una tarde
 en la alberca?


Llegamos al hotel Beach Suites.  Mi esposo se había encargado de reservar un departamento con vista directa al mar. Frente a la costa estaban estacionadas camionetas, dónde la gente acampaba. Parece ser que así es la costumbre en Australia. Tenemos una pareja amiga, cuya hija es la mejor amiga de mi hija menor. Su papá es de Perth, Australia, y cada vez que pueden, se van en su camionenta a acampar en algún lugar de Suiza. Inmediatamente me imaginé a este amigo durante su vida en Australia. Me lo imagino visitando lugares en su país cada fin de semana. Incluso duermen en el bosque. Y a veces, acampan hasta en su patio. Sí, en su jardín. No cabe duda que extraña su Australia.



La visita al Faro la haríamos a la mañana siguiente


Antes de instalarnos en el hotel, nos fiumos a recorrer el pueblito y buscar un restaurant para comer. Byron Bay es un lugar apacible, con infinidad de tiendas. Especialmente las dedicadas en vender artículos para surfear. Entramos a comer al restaurant Balcony, con un Buda de piedra que nos recibió, como siempre, sonriente. Ahí empezamos a notar que en verdad este lugar en la costa era un área para sus visitantes de la llamada corriente Flower Power. Y bueno, quién no quiere disfrutar los encantos de la naturaleza y la vida sin complicaciones.



La playa de Byron Bay


Después, caminando en la playa, encontramos muchos músicos al estilo hippie, y bueno, la manera de hacer vacaciones estilo camping frente a la playa, corresponde con esta filosofía de vida.




El restaurant Balcony


Regresamos al hotel, y nadie pudo esperar más para darse un chapuzón en la piscina. Después de cambiar los planes del papá, quien quería ir a dar una caminata hasta el faro de Byron Bay, las mujeres de la casa nos pusimos tercas y nos quedamos toda la tarde en la piscina. La caminata la haríamos mañana. Hoy nos quedaríamos asoléandonos en la alberca. Imposible dejar pasar esta oportunidad y dejar vacía la piscina del cuarto. No, imposible hacerlo de otra manera.



Algunas  tiendas



La cena la preparamos nosotros, con la ventaja de tener una cocina en el cuarto Pero nada de cocinar, el clima era perfecto para una cena ligera frente a la playa. Por suerte hay dos minisupermercados en el pueblito. Cenamos ensalada con sándwiches de atún en la terraza del hotel. Antes de cenar, nos tomamos unas bebidas de frutas tropicales. Yo me tomé una de maracuja. Fue muy relajado disfrutar el atardecer desde la terraza. De verdad que en el mar la vida es más sabrosa.


Camionetas perfectas para acampar y
dormir en la playa


Por suerte nos quedaba un mediodía

La noche la pasamos descansando un poco, lavando la ropa, porque teníamos lavadora y secadora en el cuarto. Yo me la pasé practicando unas coreografías de mi clase de zumba. ¡Lástima, mañana dejaríamos el hotel y Byron Bay, pero Sydney nos estaba esperando. Para eso, tendríamos que manejar hasta el siguiente punto: Port Macquarie.


La tormenta no dejó así al pino.
Es así, naturalito


Por lo pronto, nos fuimos a dormir y caímos como piedra, después de tanta aventura.


A la mañana siguiente, nos despertó una tormenta. Eran como las siete de la mañana, y parecía que el cielo se estaba cayendo a pedazos. Desayunamos afuera, protegidos de la terraza y nos preparamos para dejar la habitación. Antes, iríamos a caminar hasta el faro.

El Faro de Byron Bay



Y esa fue toda una súper aventura. Como teníamos prisa, manejamos hasta allá y caminamos desde el estacionamiento hasta el mirador. Todos los australianos estaban haciendo su ronda de jogging o simplemente de caminata. EL viento era fuerte, y la lluvia se había esfumado rápido, así como llegó.


¡Mira, un canguro!

En la playa, los surfistas nos deleitaban con sus piruetas. Estaba nublado, pero agradable la temperatura. Teníamos chaquetas por el viento. Caminamos por una playa preparada con escalaeras y peldaños de madera. Perfecta para caminar hasta la playa. Bajamos por una montañita. Y de repente, ocurrió algo inesperado, porque de entre los arbustos nos salió un canguro.


Impresionante


Mi esposo iba caminando adelante con la chiquita. Y sí, de repente se paran y notan su presencia. No lo vimos mi hija mayor y yo. Seguimos caminando y llegamos hasta la playa. El aire era puro y fresco. Llegamos hasta el punto más al este de Australia y nos tomamos ahí una foto. La caminata duró como una media hora hasta abajo, y otra media, de regreso.


La fuerza del océano



Fue impresionante el golpe del agua sobre las rocas de la montaña. Con toda la fuerza del océano. Los surfistas disfrútaban la fuerza de las olas y quizá era la mejor hora para practicar este deporte. ¡Al que madruga, Dios lo ayuda!


¡No te escondas cangurito!


De regreso, me detuve una vez a hacer una foto. Cuando continuamos, nos dimos cuenta que un animal había pasado antes que nosotros. Una víbora, fue lo primero que dijimos. ¡Vaya susto!, pero estábamos en Australia y eso era lo más normal del mundo. Nuestra hija mayor y yo pudimos verla y bueno, notamos que sí tenía una cara de víbora, pero el cuerpo más pequeño y con cuatro extremidades, como una lagartija. Era una Tiliqua occipitalis. 


Este animalito nos lo encontramos caminando por la playa

Aquí les dejo una foto que encontré en las páginas de la Wikipedia.  En español se le conoce como escinco. Impresionante. Toda una aventura se estaba volviendo este viaje. No hicimos esta excursión en la vida salvaje australiana. El paseo por la playa es una actividad común y corriente.

De regreso, volvimos a toparnos con el canguro, y con otro acompañante. Esta vez si le pudimos hacer fotos. Fue increíble verlos por ahí, en la playa. Parece que están en todos lados.  Nuestras hijas estuvieron fascinadas.


En el punto más al este del continente


Regresamos al hotel y fuimos a ver sus tienditas. Para mí, encontré un sombrero estilo Trillby y después entramos en una boutique de niños con ropa chica yeye, bien hippie. Buscamos una falda para mi hija mayor, con alegres flores como estampado, pero no había para su talla. Llegaba hasta la talla 7. Era  una tienda más bien para niñas pequeñas, hasta preescolar.

En fin, Byron Bay me gustó por sus tiendas. Para las chicas de la recepción del hotel, son demasiadas. Debería de haber menos en su opinión. Bueno, para mí, una semana en Byron Bay no sería nada aburrido.

Definitivamente una súper experiencia
visitar este faro


Compramos unos bocadillos y continuamos nuestro camino hacia Port Macquarie. Ahora teníamos una misión. Para el mediodía visitaríamos el pueblo de Yamba, ahí haríamos una pausa en su restaurante mexicano.  Sol Cantina.


Byron Bay, vista desde el Faro

 De esta visita les hablaré después de las vacacaciones. Por lo pronto, les deseo unas bonitas Pascuas y que la pasen bonito en familia.
¡Hasta el próximo Aterrizando!

viernes, 22 de marzo de 2013

Los 130 koalas



Muelle frente al Parque Reina Elizabeth


Nuestro  segundo día en Australia, comenzó para mí a las cinco de la mañana, cuando desperté. El cambio de hora no fue tan drástico y lo bonito fue que pude ver el amanecer, con un hermoso sol que saludaba este lado del hemisferio. ¡Buenos días verano!



El río Brisbane, sin cocodrilos


El resto de la familia se levantó un poco más tarde. Después nos fuimos a desayunar a las siete de la mañana al restaurant del hotel. Ese día, domingo 10 de febrero, iniciaríamos un programa dedicado a nuestras hijas, y bueno, también para nosotros. Iríamos a un parque de koalas. Caminanamos del hotel Quay West, hasta el Parque Reina Elizabeth, cerca del Puente Victoria. Esperamos en el embarcadero de los Cruceros Miramar para esperar nuestro barco hasta el Lone Pine Koala Santuary. Un verdadero santuario de Koalas y otros animales representativos de Australia.


Durante el recorrido escuchamos datos históricos sobre la ciudad. En especial sobre el color café del Río Brisbane. Este es café, porque el río cambia 4 veces al día de dirección, con las corrientes, la tierra del fondo sale a a la superficie.  Y no, a pesar de que puede pensarse de que en este río hay cocodrilos, uno de los animales típicos de este continente, no, no hay. El agua del Ríó Brisbane es muy fría para que puedan sobrevivir. ¡Por suerte!


El barco de los Cruceros Miramar


Llegamos con el sol del mediodía. Compramos nuestros boletos y la aventura Koalas estaba iniciando con el área de Kindergarden. Sí, vivos a los primeros koalas chiquitos del parque. ¡Sólo faltaba la maestra!


Los koalas del jardín de niños


Esperamos unos minutos antes de que iniciara el primer show de la tarde. Este sería una explicación sobre la vida de los koalas en Australia. Demasiado triste, porque la población se ha reducido considerablemente.


¿Escuchando? O más bien esperando
el almuerzo


Viven cerca de las autopistas y este también es un problema, porque algunas veces son atropellados. Lo mismo pasa con los canguros. Todos tenemos en mente, al koala cansado, e incluso dormido, en los árboles de eucalipto. Y ahí radica la respuesta de su conducta pasiva. Su alimentación saludable y de pocas calorías, los inhabilita para que lleven una vida más activa. Por eso duermen la mayor parte del día. Además, son animales que no toman agua. ¿Cómo?, sí, las ojas de eucalipto los hidratan. También, no hay que olvidar, que los koalas no son osos, sino marsupiales.



130 koalas bien atendidos por expertos 



La función terminó y llegó el turno de que nuestras hijas se formaran para cargar un koala en la sesión fotográfica, que no era gratis. Pero vale la pena pagarla.


Muy atento este dragón de agua


Llegó la hora de la comida y la hicimos en la cafetería del parque. Ahí vimos la galería de los famosos, en los que destacaba la foto de su santidad Juan Pablo Segundo. Antes de continuar el paseo, compramos dos bolsas de comida, especial para los animales del parque. Las niñas estabana muy emocionadas porque le daría de comer a los canguros.



El jefe


En el área dedicada a estos marsupiales, era la hora de la siesta. No vimos canguros muy activos, pero si un poco curiosos. Nos fuimos a visitar a los pequeños y sí, dedicamos mucho tiempo a estar con ellos. Vimos al jefe del grupo. Grande, pero gracias a dios en la siesta.


Ellas, fascinadas en darles de comer


Para nosotros fue agradable estar bajo la sombra de los árboles del parque. Ya era mediodía y nos dio gusto caminar bajo el sol de australia, pero en la sombra.


En el parque se puede comprar comida especial
para ellos

Además de los koalas, vimos emus, cocodrilos, demonios de Tasmania, wombats, dingos y ornitorincos. El parque es enorme y cada especie tiene suficiente lugar. Los demonios son como los pintan. Me acuerdo de las caricaturas de Bugs Bunny, y sí, son medios malhumorados. Vimos cuando las encargadas trataban de darles de comer. Les hablaban de lejecitos, pero no, no salían de sus escondites. Ninguna entraba a su habitat. Por algo será. El parque Lone Pine, tiene sólo dos cocodrilos. También vimos en el show del mediodía, un águila de esta continente. Quienes se llevan el show en este lugar, son definitivamente los koalas y los canguros.


¡Lindos!


La visita fue muy agradable, sólo tuvimos que esperar unos 20 minutos en la sesión fotográfica con los koalas, pero hasta eso fue interesante, porque mientras esperamos, pudimos ver a los turistas valientes que se fotografiaron con serpientes. No, nosotros no, preferimos a los koalas.

Por desgracia, nos dimos cuenta que los dingos son los animales olvidados en Australia. Será porque en verdad son un peligro, un animal salvaje que está muy cerca de la civilización. No le hacen mucho caso, ni promoción en el parque.


¡Guapo este wombat!


El regreso a la ciudad lo hicimos en taxi para ahorrar tiempo y poder aprovechar la tarde en Brisbane.  Descansamos un poco, con una siesta y nos preparamos para ir a cenar a un restaurant de carne asada, el mejor del continente australiano, según nuestros libros sobre Australia. Cha Cha Char. Lo especial de este restaurant, fue ver desde el restaurant, el Puente Story iluminado.


Demonio de Tasmania: tuvimos suerte de ver algunos
sin que se escondieran



Todos estuvimos contentos. Nosotros con los cortes de res, y las hijas con su fish and chips, que como les había dicho, uno de los platillos por excelencia en Australia, como en Inglaterra. No pedimos postre, ni café ni té. Yo sólo quisé probar un té mexicano, mexican dreams, pero sería para otra ocasión, porque nuestra hija menor se quedó dormida en la mesa, en la silla, recargadita. Ella es especialista en dormir así.



Lone Pine Koala Santuary


Pagamos y nos fuimos como Cenicienta antes de la última campanada. Fue entonces cuando volvimos a escuchar esos ruidos de la noche anterior. ¡Dios mío! ¿batman? Para nada, eran murciélagos gigantes. Los llamados fliyin foxes. Frente a nuestro hotel estaba el Jardín Botánico, y este es su hogar.  Lo trágico de su vida en Australia, es que viven cerca del río, y duermen en los árboles de los manglares. Cuando están bien dormidos, pueden caer algunas veces al agua y se ahogan. Nadie los puede salvar.



Dingos, los olvidados del parque


Y ahí estaban volando a nuestro alrededor, bajo la luna llena. Nuestro cuarto estaba en el piso 15 y nos tocó ver algunos volando. No tenemos fotos de ellos, pero fue una experiencia verlos en Brisbane.



El Puente Story, parte de la cena en el Cha Cha Char


Todavía recuerdo la segunda noche en Australia. Estábamos cansados, pero felices de haber vivido de cerca la experiencia con la fauna de este continente. ¿Qué les puedo decir de su gente? Si por algo los australianos son famosos, es por su carácter. Siempre nos encontramos a gente muy simpática a nuestro alrededor. Definitivamente el clima forma a la gente.


Quay West


En fin, mañana iríamos rumbo a Sydney, pasando por ciertos puntos turísticos entre ella y Brisbane. No nos queríamos ir, queríamos seguir disfrutando de la ciudad y su amor por vivir bajo el calor del verano. Paseando, remando, manejando bicicleta o chapoteando en su playita. Por lo pronto, a dormir, que mañana iríamos al aeropuerto para recoger nuestro carro de renta y manejar por las carreteras en Australia. ¿Veríamos koalas y canguros? Ojalá, y ahora me despido de ustedes, que tengan buen fin de semana y hasta el siguiente Aterrizando en donde les contaré la aventura en Byron Bay.

viernes, 8 de marzo de 2013

Brisbane, la ciudad del Sol


Aquí me tienen de regreso para contarles mis andanzas en el último viaje familiar que hemos hecho.
En esta ocasión, pasamos las vacaciones de febrero entre Australia, Fiji y los Emiratos Arabes Unidos. Un viaje que mi esposo planeó y que mis hijas y yo disfrutamos. Un vuelo largo de ida, pero el regreso fue en tres partes, por suerte.


Puente Story


Todo empezó el viernes 8 de febrero. Dejamos Basilea, Suiza, en tren, rumbo al aeropuerto de Fráncfort, en Alemania. El primer vuelo nos llevaría hasta Abu Dabi. Viajamos por primera vez con la aerolínea Etihad, que en árabe significa unidad. 

Llegamos con retraso a Abu Dabi. El avión daba vueltas, esperando permiso para aterrizar. UN vuelo de unas casi ocho horas, muchas de las cuales dormimos. El resto, obviamente, lo pasamos viendo películas. Me dio mucho gusto actualizarme.


Vista desde el puente Goodwill que une South Bank
Parklands y el Gardens Point.


El siguiente vuelo nos llevaría a Singapur. De ahí, tendríamos una corta espera, de más o menos una hora y luego, vendría el tercer vuelo. De Abu Dabi a Singapur, dormimos todavía más. Nuestras dos hijas también. Fue muy agradable tener estas pausas entre Europa y Oceanía. Definitivamente, con esta experiencia, volvería a hacerlo y viajar con dos escalas a Australia.


De Singapur a Australia, volvimos a dormir. Así es que llegamos casi enteritos a Australia.

Este país , nos recibió con un sol radiante. Inmediatamente nos quitamos los suéteres y disfrutamos del calor. Veníamos huyendo del frío europeo.  Habían pasado más de diez años desde que mi marido y yo visitamos este continente. Y ahora lo hacíamos con nuestras hijas. De verdad, ¡qué rápido pasa el tiempo!


Una ciudad muy verde



Y aterrizamos en Brisbane, capital de Queensland. La tercera ciudad de Australia. Llegamos en taxi al Hotel Quay West. Era casi el mediodía. Esperamos un poco la habitación. Para hacer tiempo, mi esposo y yo comimos una ensalada césar entre los dos, pues con tanta comida de los aviones, la verdad que no teníamos mucho apetito. En cambio, nuestras hijas, pudieron para las dos, su primer Fish and Chips del viaje, un platillo por excelencia inglés, y también australiano.

Media hora después, estábamos en nuestra habitación. Tomamos un baño y volvimos a dormir, sólo uno hora, para acoplarnos al horario. Al menos, mi esposo y yo. En cambio, nuestras hijas jugaron con sus Ipad. ¡Benditas Ipads! Ellas ya no estaban cansadas, porque habían dormido más que nosotros durante los tres vuelos.


El primer dragón de agua que vimos en Australia 


Nos arreglamos para ir a conocer la ciudad, iban a ser las cuatro de la tarde. El hotel estaba enfrente del Jardín Botánico. Así es que para ahuyentar el cambio de hora, caminamos por sus preciosos pastos y empezamos a conocer su flora y fauna, y vaya qué fauna.


Al lado del Jardín Botánico, se encuentra el Río Brisbane, con su peculiar color café. Al día siguiente, descubriríamos el porqué de este color. Fue maravilloso caminar y ver desde el jardín, la pared de una montaña llamada The Cliffs.



La playa, desde el Kapsali


Llegamos hasta el Puente Goodwill. Era domingo en Australia, y todo mundo estaba paseando y disfrutando la ciudad. Iban en bicicleta, trotaban, viajaban en Ferry, o simplemente disfrutaban el verano en el área llamada South Bank Parklands. Un verdadero oasis citadino con restaurantes, tiendas, mercados y claro, una playa artificial, llamada Street Beach además de piscinas para relajarse y disfrutar la vida al aire libre.


Y ahí nos quedamos nosotros, en un restaurante griego, Kapsali. El sol me había dado mucha energía, y yo sólo quisé comer una ensalada. Como entrada, porque quería ir a otro restaurante. No tenía apetito, pero quería seguir paseando por la ciudad ¡Qué inocente me vi! Ya eran las siete de la noche y bueno, el plan era adaptarse al horario y no trasnochar. 



Su rueda de la fortuna


Después de esta pausa culinaria, acompañada de una rica brisa casi marina, caminamos por su kilómetro de longitud y llegamos hasta la Rueda de la Fortuna de Brisbane. Ya estaba anocheciendo y disfrutamos de una hermosa panorámica de la ciudad. Esta área del South Bank Parklands se inauguró en el 22 de junio de 1988 para la Expo Mundial. Al lado de la rueda de la fortuna, se encuentra el Conservatorio de Queensland y una pagoda china. Y claro, el Río Brisbane.



La pagoda china, al pie de la rueda de la fortuna



De regreso al hotel, pasamos por el Puente Victoria. Llegamos hasta Queen Street, la calle comercial de Brisbane y en donde encontramos el restaurant mexicano Guzmán y Gomez. No entramos, nos fuimos directo al hotel. Dormiríamos temprano y la comida mexicana esperaría.


Vista desde la rueda de la fortuna


El primer día de las vacaciones empezó y terminó bien, ¡gracias a Dios! Estábamos en plena euforía, porque nos faltaba mucho qué ver y disfrutar.  La primera incógnita del viaje la vivimos antes de dormir, cuando nos sentamos en la terraza del cuarto y escuchamos un ruido que provenía del Jardín Botánico. ¡Changos!, fue lo primero que pensé. Un error, porque en Brisbane no eran típicos de su fauna. Ya descubriríamos quién hacía el ruido que escuchamos nuestra primera noche. ¡Toda una sorpresa!

Pero eso se los cuento en mi próximo Aterrizando. ¡Buenas noches y que tengan un bonito fin de semana!