viernes, 8 de marzo de 2013

Brisbane, la ciudad del Sol


Aquí me tienen de regreso para contarles mis andanzas en el último viaje familiar que hemos hecho.
En esta ocasión, pasamos las vacaciones de febrero entre Australia, Fiji y los Emiratos Arabes Unidos. Un viaje que mi esposo planeó y que mis hijas y yo disfrutamos. Un vuelo largo de ida, pero el regreso fue en tres partes, por suerte.


Puente Story


Todo empezó el viernes 8 de febrero. Dejamos Basilea, Suiza, en tren, rumbo al aeropuerto de Fráncfort, en Alemania. El primer vuelo nos llevaría hasta Abu Dabi. Viajamos por primera vez con la aerolínea Etihad, que en árabe significa unidad. 

Llegamos con retraso a Abu Dabi. El avión daba vueltas, esperando permiso para aterrizar. UN vuelo de unas casi ocho horas, muchas de las cuales dormimos. El resto, obviamente, lo pasamos viendo películas. Me dio mucho gusto actualizarme.


Vista desde el puente Goodwill que une South Bank
Parklands y el Gardens Point.


El siguiente vuelo nos llevaría a Singapur. De ahí, tendríamos una corta espera, de más o menos una hora y luego, vendría el tercer vuelo. De Abu Dabi a Singapur, dormimos todavía más. Nuestras dos hijas también. Fue muy agradable tener estas pausas entre Europa y Oceanía. Definitivamente, con esta experiencia, volvería a hacerlo y viajar con dos escalas a Australia.


De Singapur a Australia, volvimos a dormir. Así es que llegamos casi enteritos a Australia.

Este país , nos recibió con un sol radiante. Inmediatamente nos quitamos los suéteres y disfrutamos del calor. Veníamos huyendo del frío europeo.  Habían pasado más de diez años desde que mi marido y yo visitamos este continente. Y ahora lo hacíamos con nuestras hijas. De verdad, ¡qué rápido pasa el tiempo!


Una ciudad muy verde



Y aterrizamos en Brisbane, capital de Queensland. La tercera ciudad de Australia. Llegamos en taxi al Hotel Quay West. Era casi el mediodía. Esperamos un poco la habitación. Para hacer tiempo, mi esposo y yo comimos una ensalada césar entre los dos, pues con tanta comida de los aviones, la verdad que no teníamos mucho apetito. En cambio, nuestras hijas, pudieron para las dos, su primer Fish and Chips del viaje, un platillo por excelencia inglés, y también australiano.

Media hora después, estábamos en nuestra habitación. Tomamos un baño y volvimos a dormir, sólo uno hora, para acoplarnos al horario. Al menos, mi esposo y yo. En cambio, nuestras hijas jugaron con sus Ipad. ¡Benditas Ipads! Ellas ya no estaban cansadas, porque habían dormido más que nosotros durante los tres vuelos.


El primer dragón de agua que vimos en Australia 


Nos arreglamos para ir a conocer la ciudad, iban a ser las cuatro de la tarde. El hotel estaba enfrente del Jardín Botánico. Así es que para ahuyentar el cambio de hora, caminamos por sus preciosos pastos y empezamos a conocer su flora y fauna, y vaya qué fauna.


Al lado del Jardín Botánico, se encuentra el Río Brisbane, con su peculiar color café. Al día siguiente, descubriríamos el porqué de este color. Fue maravilloso caminar y ver desde el jardín, la pared de una montaña llamada The Cliffs.



La playa, desde el Kapsali


Llegamos hasta el Puente Goodwill. Era domingo en Australia, y todo mundo estaba paseando y disfrutando la ciudad. Iban en bicicleta, trotaban, viajaban en Ferry, o simplemente disfrutaban el verano en el área llamada South Bank Parklands. Un verdadero oasis citadino con restaurantes, tiendas, mercados y claro, una playa artificial, llamada Street Beach además de piscinas para relajarse y disfrutar la vida al aire libre.


Y ahí nos quedamos nosotros, en un restaurante griego, Kapsali. El sol me había dado mucha energía, y yo sólo quisé comer una ensalada. Como entrada, porque quería ir a otro restaurante. No tenía apetito, pero quería seguir paseando por la ciudad ¡Qué inocente me vi! Ya eran las siete de la noche y bueno, el plan era adaptarse al horario y no trasnochar. 



Su rueda de la fortuna


Después de esta pausa culinaria, acompañada de una rica brisa casi marina, caminamos por su kilómetro de longitud y llegamos hasta la Rueda de la Fortuna de Brisbane. Ya estaba anocheciendo y disfrutamos de una hermosa panorámica de la ciudad. Esta área del South Bank Parklands se inauguró en el 22 de junio de 1988 para la Expo Mundial. Al lado de la rueda de la fortuna, se encuentra el Conservatorio de Queensland y una pagoda china. Y claro, el Río Brisbane.



La pagoda china, al pie de la rueda de la fortuna



De regreso al hotel, pasamos por el Puente Victoria. Llegamos hasta Queen Street, la calle comercial de Brisbane y en donde encontramos el restaurant mexicano Guzmán y Gomez. No entramos, nos fuimos directo al hotel. Dormiríamos temprano y la comida mexicana esperaría.


Vista desde la rueda de la fortuna


El primer día de las vacaciones empezó y terminó bien, ¡gracias a Dios! Estábamos en plena euforía, porque nos faltaba mucho qué ver y disfrutar.  La primera incógnita del viaje la vivimos antes de dormir, cuando nos sentamos en la terraza del cuarto y escuchamos un ruido que provenía del Jardín Botánico. ¡Changos!, fue lo primero que pensé. Un error, porque en Brisbane no eran típicos de su fauna. Ya descubriríamos quién hacía el ruido que escuchamos nuestra primera noche. ¡Toda una sorpresa!

Pero eso se los cuento en mi próximo Aterrizando. ¡Buenas noches y que tengan un bonito fin de semana!

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