miércoles, 3 de julio de 2013

París de Louvre

¡Hola! Hoy retomo este Aterrizando para platicarles sobre la visita de fin de semana a París, la ciudad de la luz o del amor, casi iniciando las vacaciones escolares. Un viaje para celebrar el cumpleaños de mi hija y el mío.




Primer encuentro de la Torre Eiffel en este viaje



Dejamos Basilea, Suiza, la mediodía del 28 de junio. Recogimos a nuestras hijas de la escuela, y nos fuimos directamente al aeropuerto. El vuelo sería a las dos de la tarde. Una vez que documentamos nuestros boletos, nos sentamos a comernos nuestro tentenpié, unas banderillas que había hecho durante la mañana.  Salimos sin retrasos, por suerte, porque nadie sabe con Air France.




Visitando la Catedral de Nuestra Señora



Y Aterrizamos. Tomamos un taxi hasta la ciudad. Era viernes por la tarde, y ya podrán imaginar el tráfico vespertino de fin de semana. Normalemente son 50 minutos desde el aeropuerto, pero esta vez hicimos como una hora y veinte minutos para llegar al Hotel L´ Empire, ubicado en la Rue de l'Arbre Sec. a una calle del Museo Louvre.


Dejamos las maletas y nos fuimos a caminar un poco por la ciudad. Ya eran las seis de la tarde. Ese día, celebrabamos el cumpleaños de nuestra segunda hija, sus siete añitos.



Lo que aprendieron a decir nuestras hijas:
Jus de pomme


Lo primero que hicimos fue caminar por el río Sena, a lo lejos vimos la Torre Eiffel, la cual visitaríamos al día siguiente. El clima estaba fresco, pero sin lluvia, totalmente como lo habían pronosticado en la página de wetter.com.

Hicimos una visita a la Catedral de Nuestra Señora de París, antes de cenar. Nos gustó verla totalmente renovada. Había unas tarimas que nos servían a los turistas para tomarnos fotos frente a la Iglesia.

Caminamos por la región de Saint Germain, y llegamos hasta el restaurant le Twickenham, una brasería típica. Nos deleitamos con el corte de carne conocido como Filet de Bouef. Eso en mi opinión, es una especialidad de un bistro parisino y digno de recomendar. Además, la mesera nos habló en francés con mucha paciencia, así pude aprender nuevas palabras, como el término medio de la carne, á point. 




En el Centro Pompideu


Regresamos caminando al Hotel, pero antes pasamos por el Centre Pompidou. La gente disfrutaba su viernes por la noche. Me llamó mucho la atención, ver como dos ladrones eran conducidos por la policía esposados, mientras estábamos en un cajero automático. Cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, acompañaban al grupo. Nos dimos cuenta que en París, los carteristas son muy comunes. Pero me sorprende que entre tanta gente, sean capturados, lo cual habla bien de la policía parisina. Al día siguiente volví a ver un caso así, pero protagonizado por una mujer. La llevaban en la patrulla a la Gerdamería de París.

En fin, después de este triste episodio fuimos a descansar al hotel, pero antes pudimos ver nuevos trabajos de embellecimiento, me refiero a la construcción de una nueva estación del Metro Les Halles. Es una remodelación que incluirá tiendas y otras atracciones.



El Museo Louvre, impresionante
para toda la eternidad



Dormimos y nos preparamos para empezar el siguiente día en el Museo Louvre. Estaba muy emocionada de visitarlo por primera vez con nuestras hijas. Nosotros ya lo conocíamos, pero una visita al Louvre, siempre es emocionante.  Así que bonne nuit Paris!  ¡Hasta mañana!



Pasando medio día en el Louvre


Y como siempre, tengo que agradecerle a mi esposo su trabajo de planeación en los viajes. Esta vez, escogió un hotel que estaba a tres minutos del Museo Louvre. Para evitar una larga espera en la fila del museo, planeamos llegar temprano el sábado por la mañana. Y así fue, llegamos a las 9:15 a la entrada del mismo. Con 15 minutos de retraso, porque abren a las 9:00 de la mañana. Una vez adentro, dos horas después, nos dimos cuenta de la tremenda fila que enmarcaba la plaza del museo.



La Victoria de Samotracia



Fue increíble ver la Pirámide, mandada construir por el presidente Francois Mitterrand. Este edificio, es esplendoroso e increíble. Tanta historia en sus muros. Lo primero que visitamos fue la Sala  Denon, donde está La Gioconda. La Victoria de Samotracia, fue la primera obra que nos recibió. Obviamente la pregunta de nuestras hijas fue: ¿por qué no tiene cabeza?

Continuamos nuestro recorrido por el Louvre. Vimos la Venus de Milo y la famosa estatua del escriba. La Gioconda, por supuesto. También la estatua de Ramsés II y los fosos del Louvre, pero lo que nos emocionó ver, fueron las habitaciones de Napoleón. Increíble la belleza de los muebles y cándiles. Especialmente nos encantó su comedor para dar cabida a todo un ejército, bueno, a sus generales. El cuadro de J.L. David, la coronación del emperador, es uno de mis favoritos.


Las bodas de Caná


Las bodas de Canán es también un estupendo cuadro. Este se encuentra frente a la Mona Lisa. Llegamos a la sala Sully y ahí admiramos el cuadro de la Encajera, que resultó ser muy pequeño. Nos lo imaginamos un poco más grande. En esta misma sala, está la pintura la Vírgen del Canciller y otra polémica, el retrato de Gabrielle d´Estrées y de su hermana. 


El tiempo de la visita terminó, y mi recuerdo del Louvre, era lo que venía, las tiendas en vestíbulo. Ahora con nuestras hijas, la prioridad era la librería para niños, en dónde encontramos un libro para cada una. Después, entramos en una tienda de diseño y ahí encontramos otro producto para ellas. Un mantelito que podía colorearse, con las principales atracciones turísticas de la ciudad. Con la ventaja de que puede lavarse e iniciar de nuevo con su coloreo.




Insuperable y misteriosa, la Gioconda



Regresamos a la ciudad y cerca de nuestro hotel, encontramos otra brasería para comer una ensalada. El bistro se llama la Taverne de l'arbre sec. Nos dio gusto escuchar sólo francés. El mesero nos habló lento y le entendimos bien. Así también se aprende, bueno lo digo por mí, porque mi esposo habla francés.

El Louvre no era lo único que teníamos cerca del hotel, las tiendas, estaban ahí de tentación. Pero no, nuestro siguiente punto a recorrer era la Torre Eiffel, así es que después de una minipausa en el hotel, viajamos en Metro hasta la estación del mismo nombre.



El Comedor de Napoléon


Ese fue el momento de hacerle miles de fotos a este monumento tan especial. No teníamos planeado entrar a la torre, porque ya lo habíamos hecho en noviembre del 2011, cuando celebramos un aniversario de casados, el número 14. Además, este año había una huelga de los operadores que atendían los elevadores de la torre.



La Taverne de l ´arbre sec, estaba en la calle del hotel


Caminamos por la avenida Kleber hasta el Arco del Triunfo. Compramos los boletos para subir caminando hasta el mirador del edificio y poder ver la ciudad desde las alturas. Y así fue, pero antes, tomamos un refrigerio en uno de los restaurantes que están en los Campos Elíseos, Salon le Cristal.



La Torre desde Trocadero


Tuvimos unas lindas vistas de toda la ciudad. El Sagrado Corazón, la Torre Eiffel, La Plaza de la Concordia y claro, los Campos Elíseos.  

Era tiempo de continuar y el siguiente punto en nuestro recorrido fue caminar hasta el Obelisco. Lo que vino después fue el Parque de Les Tuileries, mejor dicho, le Jardin des Tuileries. Ahí descansamos en su lago para seguir el paseo hasta la Plaza del Carrusel, a unos metros del Museo de Louvre.

La hora de la cena estaba por apróximarse, así es que buscamos otra brasería. No teníamos ninguna en mente, pero quisimos una típica, una poco alejada del área turística. Y la encontramos, con la mejor de las suertes en este viaje a París. 



El Arco del Triunfo


Nos dieron una mesa en le Petit Mâchon. Esta vez el mesero nos habló en inglés, pero nosotros probamos con nuestro insípido francés, bueno, al menos su servidora.  Aquí no había nada para niños, pues hay que recordar que los niños franceses aprenden a disfrutar de la buena comida de sus padres. Así es que el mesero nos recomendó para nuestras querubinas, una portata. Unas bolsitas de pasta crujiente sobre puré de papá. ¿Saben una cosa? A veces no es nada malo hacerle caso al mesero y aceptar su recomendación.




El Sagrado Corazón desde el mirador del Arco del Triunfo



Esta bolsita de pasta crujiente, tenía en su interior una mezcla de carne de pollo y ternera, pero no sólo eso, sino el recuerdo culinario de un tamal de dulce estilo mexicano. Me remonté a mi país. Mi hija la mayor, comió toda su mitad. Nuestra hija menor, probó la mitad de su plato, por lo cual mi esposo y yo pudimos saborear esta muestra de la cocina francesa. ¡Esa salsa del puré de papa! Me declaro amante de la cocina francesa en lo que se refiere a lo salado. Sus panes de chocolate también me gustan, pero sus platillos son deliciosos. ¡Ese sazón!

Mi esposo probó una carne de ternera y yo, lo mismo que la noche anterior, Filet de Bouef. Deliciosa, término medio, â point. ¿Y el postre? Nada, imposible. Mi esposo probó de entrada el fois gras, como en la brasería de anoche.




Esta portata fue la estrella de la noche



La cena terminó y nuestro día en París también. Nos quedaba medio día para disfrutar un poco más de la ciudad. ¡Hasta mañana!



Conociendo la Bastilla y un lugar secreto para los turistas

El domingo lo iniciamos empacando porque el taxi nos recogería al cuarto a las dos, para llevarnos al aeropuerto, así es que tendríamos un poco de tiempo para esta visita.




Glorificada por el sol: la Bastilla


Desayunamos y nos encontramos con la sorpresa, de que las tiendas estaban abiertas. Bajo esta circunstancia, de comprar en domingo, en París, cuando normalemente todo está cerrado, era perdonable robarle unos minutos a nuestra caminata por la ciudad. Ese fin de semana iniciaban las rebajas de verano, así es que por eso la excepción de encontrar las tiendas abiertas en pleno domingo.

Luego tomamos el Metro desde la estación Louvre Rivoli hasta la estación La Bastille. Después de explicarles un poco a las niñas sobre este monumento histórico, caminamos hasta el Place de Vosges, Plaza de los Vosgos, uno de los lugares más secretos para los turistas. 




Un secreto oculto a los turistas: La Plaza de Vosges


Este lugar, fue una residencia imperial, pero ahora está constituído por viviendas. En el centro hay un parque. Ahí nos mezclamos entre los parisinos que disfrutaban de su domingo. Niños jugando, otros comiendo estilo picnic, en fin, era domingo. Es un lugar que ningún turista se puede perder, porque ahí se puede encontrar la verdadera alma parisina. 


Desde el bistro se aprecia la
Torre de Saint-Jacques


Caminamos por la Rue de Rivoli buscando otra brasería para comer una ensalada antes de irnos al aeropuerto. Antes visitamos la chocolatería Maison Larnicol y compramos seis caramelos. Sí, sólo seis caramelitos. Seguimos caminando por por una callecita paralela a la Rivoli y llegamos a la Rue de Lombards. Nos sentamos afuera del Bistrot Auvergnat. Nos apuramos para comer y regresamos hasta el Hotel L'Empire y el taxista ya nos estaba esperando. La visita se había acabado, pero estábamos muy contentos porque el objetivo principal de la misma se había cumplido, la visita al Louvre.



La casa Larnicol: el visitante se debate entre caramelos,
 chocolates y pan de dulce



Regresamos a Basilea sin retraso, y esto es todo un milagro, considerando las huelgas que Air France suele tener normalmente. ¡Hasta pronto, París!

Les deseo un bonito verano y hasta el siguiente Aterrizando. ¡Gracias por leerme!



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