Y llegamos A Dubái. Después de pasar unos días en Estambul, llenos de la herencia turca, la playa y la alberca de este emirato árabe, nos estaba esperando.
Buenos días Burj al Arab |
Nuestro vuelo por la aerolínea Turkish Airline llegüo a la medianoche. Empezaba el domingo 7 de julio. Después de registrarnos, subimos a nuestro cuarto del Jumeirah Beach Hotel, que estaba en el piso número doce. Las niñas estaban muy emocionadas porque irían a la piscina al día siguiente. Mi temor era que no durmieran, pero por fortuna la travesía las había cansado. ¡Y a nosotros también! Cerramos los ojos a las 2:30 de la mañana.
Amanecimos a las nueve de la mañana. Recuperados y listos para empezar nuestro contacto con el abrasador sol en esta parte del planeta. Era nuestro cuarta visita a esta ciudad y la tercera a este hotel. En febrero del 2012 estuvimos en el Radisson Blue, cerca del Río Creek.
Conociendo el verdadero Chef Gómez
¡Vámonos pa´la noche mexicana! |
Nos fuimos a desayunar. El Ramadán, estaba a punto de comenzar la siguiente semana. En estas fechas, los musulmanes ayunan desde que amanece, hasta que el sol se oculta. El Iftar, momento en que el sol se oculta completamente, es el punto en que se reúnen las familias y amigos a compartir mesa. Es un tiempo de meditación en la religión musulmana, en donde se acostumbra donar a los que no lo tienen. De esto ya les había platicado en otro Aterrizando.
Gracias al folleto que nos dejaban todos los días en la habitación, nos dimos cuenta que esa noche habría buffet mexicano en el restaurant Latitude. Pues ni lo pensamos un minuto y reservamos una mesa.
¡Viva México en los Marvellously Mexican Sundays! |
Y así fue. Después de pasar todo el día en la piscina, por la tarde nos arreglamos y llegamos puntuales a la cena. Con la sorpresa de encontrarnos piñatas de decoración en forma de sombreritos y un burrito. Algunas chicas del restaurant vestían a la mexicana. Faldas amplias de colores y blusas blancas de algodón. En el menú de bebidas, encontramos margaritas y cerveza Sol, al tres por dos. ¡Dios mío, los árabes aman la comida mexicana! ¡Qué suerte para nosotros!
Pues fuimos a dar un vistazo al bufet. Claro que el comensal contaba con otras opciones como comida china y pasta para los niños. Pero esa noche, la reina fue la comida mexicana. Para empezar, nos servimos nachos con guacamole y salsas picantes.
Después fui a dar un vistazo, buscando los tamales que engalanaban la descripción del tríptico promocional. Nos encontramos con el mole poblano, el arroz blanco y las carnes asadas. Pero eso no fue lo único, nos encontramos al chef poblano Gómez, quien se disculpó por no tener tamales, ya que los hacen una sola vez al mes. Y también se disculpó por las tortillas de harina. - Pero no se preocupe, me dijo, ahorita mismo le mando a la mesa unas tortillas de maíz. Y así fue como disfrutamos esta Noche Mexicana, en una noche árabe.
3 por dos. La última la compartimos
En Brisbane, Australia, conocimos el restaurant Guzmán y Gómez, propietario de un norteaméricano, quien encontró estos nombres ficticios para su negocio. Pero nosotros, conocimos al verdadero Gómez en Dubái, quien cocinó con el sazón mexicano.
Al despedirnos, el Chef Gómez nos prometió prepararnos unos tamales. De pollo, porque en la cultura árabe no se come el puerco. Sólo nos pidió que le avisaramos para preparlos un día antes. Le quedé en confirmar el día. Mi esposo tenía un programa culinario para los días que nos faltaban.
Comiendo en el Burj al Arab gratis, pero antes, a la clase de Zumba con Eric
Al día siguiente, nos esperaba el mismo programa. Con la diferencia de que las niñas se fueron un ratito al Kidsclub a hacer manualidades. Y a mí, me esperaba bailar Zumba en el gimnasio del hotel que se llama Talise Fitness. Desde Basilea me informé en su página en Internet y mi deseo fue visitarlo. Las instalaciones son gratis para los huéspedes de los hoteles Jumeirah.
Aquí, en el Talise Fitness, fui a dos clases de Zumba |
Pues dicho y hecho, al diez para las cinco, estaba muy sentadida esperando al instructor. Me presenté con Eric, un instructor filipino que hablaba un poco de español. Y así fue su programa, con pegajosas melodías en español, para bailar. Ese día conocí a una chica de Singapur y a otra de Japón.
Me despedí de él y le di las gracias y a él le intereso que en la próxima sesión del jueves por la tarde, bailara un par de canciones de mi repertorio, porque en Basilea también soy instructora de clases de Zumba. Me fui muy feliz a prepararme para ir a cenar.
¡Por fin, dentro del Burj al Arab! |
Y nos fuimos al restaurant Al Iwan. Pues resulta que mi esposo siempre se informa, y con los puntos que la cadena Jumeirah otorga a los huéspedes, reserva en los restaurantes de los mismos hoteles. Fue así que esa noche del lunes, fuimos a cenar al Burj al Arab, ¡gratis! Las niñas sólo pagaron la mitad del precio.
Ya no se puede visitar el Burj al Arab, así porque sí. Solamente se deja entrar aquellas personas que tengan una reservación el algún restaurante del hotel. En este viaje se nos hizo y pudimos admirarlo por dentro.
¡Cenando al estilo de las mil y una noches! |
El hotel tiene un restaurant no con vista al mar, en el mar. Sí, el visitante cena entre gruesos vidrios en donde observa todas las especies marinas del Golfo Pérsico. Pero nosotros nos conformamos con este restaurant que decía tener un ambiente casual. Si a casual le llaman a eso, no quiero saber cómo son los demás que sí son de lujo.
Nos recibieron con una bebida refrescante hecha a base de rosas. El menú era totalmente árabe. ¡Aquéllo sí fue como vivir las mil y una noches! Los meseros, eran las personas más atentas que yo he visto. Teníamos a tres a nuestro alrededor. Pero si hasta parecía que leían nuestros pensamientos. Un poco exagerado, pero me gustaría mucho que esta cultura se extendiera a todo el mundo, porque te hacen sentir como rey. Como dicen los americanos, el cliente es el que manda.
¡Buen provecho Aladino! |
Llegamos y había una familia china, cuya hija más tarde le tomó fotos a nuestras hijas. Después, vino un chico y nos habló en español perfecto. Le interesaba saber qué idioma hablábamos y en dónde vivíamos. Después le trajeron a la hija más pequeña una tortuguita de peluche, porque la cadena Jumeirah tiene en uno de sus hoteles, un proyecto de protección a esta especie. Todos disfrutamos esta noche, hasta parece que Aladino nos prestó a su Genio y nos dejó vivir un poquito con una minilista de deseos.
La magia terminó cuando el buggy, o transporte interno del hotel, nos recogió y nos llevó hasta nuestro hotel. La ola del Jumeirah, the Jumeirah Beach Hotel. ¡Buenas noches Burj al Arab!
Restaurant bajo el mar Al Mahara |
Antes de que lo olvidé, ¿saben que me encontré en el tocador de damas? Pues nada más ni nada menos que una loción de manos de la marca Hermes. De regreso, me tocó ver a una pareja comprando joyas en la tienda de diamantes Bulgari. Y posiblemente nos faltó ver todavía más exageración del lujo. Además, el restaurant exige ropa formal, como un vestido para las mujeres, zapato cerrado para los varones y nada de pantalones cortos y sandalias, al contrario, pantalón largo, saco y camisa. Si la mujer decide llevar un pantalón formal, la blusa también debe ir de acuerdo al atuendo.
Por lo pronto, regresé con mi familia. El postre nos esperaba. Las niñas pidieron helado y yo probé un postre egipcio estilo pudín-atole. ¡Muy ricos los sabores de esta cultura!
Regresando al Jumeirah Beach Hotel |
Y así acabó nuestro lunes. Mañana visitaríamos de nuevo el centro comercial más grande del mundo: el Dubai Mall. La mejor noticia de la semnana: empezaban las ofertas del verano. Claro, nos faltaba nuestro tiempo en la playa y en la piscina. Mañana era nuestro último día de libertad culinaria, porque el miércoles empezaría el Ramadán y habría que respetar los horarios del ayuno fuera del hotel. En el hotel siempre se podía comer.
En el próximo Aterrizando les contaré éste y otros detalles. Por lo pronto les deseo un muy bonito fin de semana y mil gracias por leerme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario