jueves, 19 de marzo de 2015

Río de Janeiro, visitando el Pâo de Açúcar y la incomparable Ipanema




Rumbo al mirador del Pâo de Açucar


¡Hola! Estoy de regreso para platicarles la visita a la montaña de Río de Janeiro Pâo de Açúcar. Era nuestro tercer día en esta ciudad carnavalesca de febrero. Fue toda una aventura positiva, especialmente por las vistas de la ciudad, que ofrece esta montaña.



Maravillosa la vista de Río desde este punto



Quiero comentarles sobre el desfile de Carnaval por la calle de nuestro hotel, la noche anterior. Como siempre, vimos la gente cantando, bailando, tocando los tambores, con la diferencia de que el desfile fue interrumpido por la lluvia. Se soltó un temporal que provocó a todos correr hasta el techo más cercano. Ese día estuvo nublado. Nosotros tuvimos mucha suerte porque pudimos ver el Corcovado de Río sin aguacero. Me imagino que para muchos el desfile no se interrumpió y siguieron caminando. En fin, ¿a quién le importa un poco de lluvia cuando el clima es bochornoso? Al contrario, es una bendición la lluvia en medio del Carnaval.




Funicular hecho por suizos



Pues el martes 17 amanecimos con la propuesta de ir a visitar el Pâo de Açúcar. Llegamos antes de las diez de la mañana al inicio de la estación del funicular. A diferencia del día anterior, esa mañana pintaba para ser un típico día bochornoso, iluminado por el sol. Y así fue al mediodía. Al inicio de nuestro paseo, tuvimos cielo nublado, pero no limitó nuestra posibilidad de hacer maravillosas fotos de la ciudad. Además, no fuimos los únicos, en la cima vimos a montones de turistas.



Lugar ideal para la sesión de fotos




Llegamos al primer punto del paseo



Clima ideal, un poco nublado para no sufrir en pleno sol


Cabe señalar que el funicular del Pâo fue hecho por ingenieros suizos. Así es que la seguridad está asegurada, perdón por el pleonasmo, pero uno se puede sentir seguro cuando se encuentra a estas alturas. Pues una de las mejores cosas en Suiza son los funiculares. 




Así es Río de Janeiro



Empezaba a mostrarse el sol


En la cima tomamos un refrigerio y aprovechamos todo el tiempo posible para admirar las vistas de la ciudad. Cuando nos acercábamos a la montaña, vimos a una montañista a mitad de la montaña. Cuando regresamos a la ciudad, la vimos que casi alcanzaba la cima. Increíble, pero posible llegar de esta manera a la montaña.



Vegetación del Parque Morro Da Urca, en
donde está el Pâo de Açúcar



Montañista en plena práctica


Durante nuestra visita en la cima, también vimos a un grupo de montañistas practicando el descenso, desde un lado seguro del Pâo de Açúcar. Y bueno, al estar contemplando la naturaleza, específicamente a una lagartija de montaña, tuvimos un encuentro con una abeja que casi le pica a nuestra hija menor. No le dejó el aguijón, pero un piquetito que aminoramos con un gel que en todas estas vacaciones siempre cargué en mi bolsa. Se los recomiendo, porque estando en climas veraniegos, uno no se escapa de las picaduras de insectos. La abeja se fue y gracias a este gel, no se arruinó el día. El piquete desapareció en minutos y nuestra hija siguió disfrutando el paseo, y nosotros también. 





¿Y ahora? A contemplar la maravilla


Desde este mirador se observa el
Corcovado de Río


Playa y montañas en la ciudad carioca



Otra vista desde el Mirador del Pâo de Açúcar




Regresamos a la ciudad y tomamos un taxi hasta el hotel. El calor invitaba a hacer una pausa en la piscina del Hotel Miramar, y así lo hicimos. Por la tarde iríamos a caminar por la playa y visitaríamos un café con una vista preciosa de la Copacabana



Visitando el Fuerte de Copacabana


Terminó la pausa en la piscina, y nuestro paseo por Río de Janeiro continúo. La gente estaba en pleno ambiente de Carnaval.  En nuestro hotel veíamos a los cariocas bailando a ritmo de samba.  Nuestro siguiente punto en la agenda era visitar el Fuerte de Copacabana para tomar un refrigerio.




Los cariocas en Copacabana

El empedrado portugués, presente en
el malecón de Copacabana


Con mi Zumbawear en Copacabana 




Llegamos al Fuerte, un espacio histórico



Hermosas las vistas desde el Fuerte



Churros estilo brasileños



Nuestra intención era visitar la Confeitaria Colombo, pero no había ni un lugar libre. Pero en el Café 18 do Forte, encontramos una mesa frente a la playa de Copacabana. Las niñas comieron un helado de  chocolate, de la casa y yo los famosos churros con chocolate. ¡Delicioso!  Pero lo incomparable fueron las vistas de Copacabana.




Estuvimos agradecidos esa tarde por esta
panorámica




Finalmente en Ipanema



En Ipanema



Después de la merienda, caminamos de nuevo al Hotel Miramar y tomamos un taxi hasta la playa de Ipanema. La famosa playa. Llegamos y qué les puedo decir. Era un hervidero de gente. La vista, incomparable. Disfrutamos un poco de la maravillosa vista y después caminamos hasta el Centro Comercial Leblon.



Afortunados los cariocas por tener este tesoro




Vista del Morro de los Dos Hermanos 




El Centro Comercial estaba cerrado por Carnaval, solamente su área de restaurantes y cines estaba abierta.  Esa noche cenamos en el restaurant italiano Ráscal. Cenamos pizzas.  Fue un poco decepcionante encontrar cerradas las tiendas. Ni modo, no siempre se puede hacer shopping. En lugar de eso, vimos el Carnaval brasileño en todo su apogeo por las calles. 




Un día volveremos. ¡Lo prometo!


Lo vivimos a flor de piel, porque esa noche fue difícil encontrar un taxi de regreso. Todo mundo esperaba afuera de el Leblon, sin éxito alguno. Decidimos caminar para tener mejor suerte. Pasaron veinte minutos y mejor decidimos caminar en dirección al hotel. La verdad eran antes de las ocho de la noche y nos sentíamos seguros por Río.  Por suerte pasó un libre, después de una media hora de caminar y nos llevó al Miramar. ¡Justo a tiempo!, porque una vez en el taxi, se desató un aguacero. Así los participantes del Carnaval de esa noche, volvieron a mojarse. El tráfico estaba densó, pero el taxista encontró un buen camino hacía nuestro hotel.



Cerveza mexicana y brasileña en el
restaurant Ráscal



Después de esta aventura, llegamos la habitación. Era nuestra última noche en Río de Janeiro. Al día siguiente saldría nuestro avión rumbo a las Cataratas de Iguazú, nuestra gran aventura por Sudamérica. Por lo pronto nos quedaban un par de horas a la mañana siguiente, para vivirlas en Copacabana. Pero esto se los cuento en el siguiente Aterrizando. ¡Gracias por leerme y que tengan una bonita semana!

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