miércoles, 19 de diciembre de 2012

Praga, más de un motivo para ser la Ciudad de Oro



La mañana del 8 de diciembre, despertamos después de un sueño muy reparador. Los cuatro dormimos como piedra. ¡A las ocho de la mañana! ¡Esas sí son vacaciones! Bueno, muy temprano, pero aquéllos tiempos en que las hijas despertaban a las seis y media, quedaron atrás.

Desayunamos en el bufet del Hotel Intercontinental. Había muchos grupos de turistas, en especial, españoles. A lo que me pregunté: ¿y dónde está la crisis? En fin, me daba gusto oír mi idioma.

Bien abrigaditos, dejamos el hotel y nos fuimos caminando por la ciudad. Había unos cinco grados bajo cero, pero el sol brillaba como en verano, pero el aire era gélido.


El Puente Carlos


Llegamos hasta el Puente Carlos, sobre el río Moldavia. Ya empezaban a verse los turistas. Cada estatua es única y tiene su historia. Cómo la de San Juan Bautista. Había una fila de peregrinos que esperaban su turno para tocar la figura del santo. El puente lo mandó construir el Rey Carlos IV y está formado por treinta estatuas y 16 arcos.


San Juan Bautista


Nosotros, seguimos caminando entre turistas y vendedores de recuerditos, hasta la Iglesia de Santa María de la Victoria, en el barrio de Malá Strana, o Barrio Pequeño. Este Niño Dios fue donado por España a Praga en el Siglo XVII. Por mi familia conocí su historia, y la segunda vez que fui a Praga, con mi esposo y mi primera hija, fui a agradecerle el nacimiento de la primogénita y a pedirle un hermanito. El Santo Niño de Praga es el guardián de las embarazadas.  Curiosamente, cuando regresamos a Basilea, nos dimos cuenta que la hermanita venía en camino y que también había estado en Praga. Por eso, esta tercera vez que visité Praga, no dude en dejar de ir a visitar el Santo Niño y darle de nuevo las gracias porque todo salió bien.


Santo Niño de Praga


Entramos a la iglesia, fundada por los Carmelitas Descalzos, y tuvimos la suerte de encontrar pocos peregrinos. Los grupos de turistas, todavía no llegaban a la iglesia, así es que tuvimos casi en exclusividad, la contemplación de esta figura de cera.



El Castillo y la Catedral


Terminó la visita, y caminamos hacia el Castillo. Los turistas ya se dejaban ver y no éramos los únicos. Con la caminata, se nos quitó el frío y el sol seguía calentando la ciudad. Llegamos y vimos un cambio de guardia de los soldados.

A las afueras del Castillo, encontramos un cafe y nos sentamos a tomar algo caliente. Después de la pausa, continuamos el paseo por los alrededores.

El Castillo, es la muestra gótica más grande del mundo y albergó en el siglo IX a los reyes de Bohemia. Frente a él, se encuentra la Catedral de Praga. En su cima, el visitante tiene el privilegio de admirar una hermosa vista de la ciudad. Ese día, el clima estuvo de nuestro lado y tuvimos una imagen maravillosa.


La Iglesia de Nuestra Señora de Týn enmarcada
con el ambiente navideño

Antes de descender a la ciudad, entramos a la tienda de productos naturales. Manufaktura. Ahí, encontramos regalos navideños, figuras para el arbolito de navidad y yo encontré una champú elaborado a base de cerveza checa. La verdad que tienen productos artesanales de todo tipo. Desde cosméticos, hasta juguetes con la figura de su topo famoso llamado Krteček. La caricatura oficial checa.


Interior del Café Imperarial

Regresamos a la ciudad, pasamos por su mercado navideño y mi esposo nos llevó a un café-restaurante que conocía muy bien por sus visitas a Praga. El Cafe Imperial. El lugar estaba repleto. Decidimos esperar por nuestra mesa. Después de nosotros, llegaron más personas, pero el empleado les dijo que no había lugar y que tardarían en tener lugares libres. Eran otros turistas como nosotros que también habían oído hablar del café.


Centro Comercial

Después de casi 20 minutos, tuvimos nuestra mesa para cuatro frente una ventana. Ahí descasamos a gusto. Mi marido pidió un platillo típíco a base de carne de res, llamado en checo Chilský Sea Bass na marinované cuketě, yo una milanesa empanizada, conocida como Telecí líčka na červeném víně . Hasta pedimos un postre. El lugar era muy acogedor y nos recordaba los cafés de Viena.

Después de esta amena tarde, visitamos el Centro Comercial Palladium, que mi esposo también conocía, y que no estaba muy lejos del lugar. Ahí visitamos una tienda de juguetes para alegría de nuestras hijas.

Plaza Wenceslao

Regresamos al hotel a hacer una minipausa. Después, decidimos no ir a cenar, porque comimos tarde. pero caminamos hasta el mercado navideño ubicado en la Plaza Wenceslao. La noche anterior, vimos un pan dulce horneado a fuego lento, llamado Trdelník. Lo probamos y vimos un poco los puestos navideños. El frío nos estaba calando y regresamos a nuestro calientito cuarto de hotel. Mañana tendríamos medio día antes de regresar a Basilea.


Trdelník

El 9 de diciembre lo empezamos caminando del hotel hasta una montañita no muy lejos de ahí . Hacía mucho frío, pero tuvimos una hermosa vista desde su mirador. Se llama Metronome. En este parque, estuvo una estatua dedicada a Stalin, durante la época comunista. Pero fue destruida y ahora es un punto de reunión para los jóvenes checos.


Vista del Puente Carlos desde el Metronome


El tiempo se nos estaba acabando y tuvimos que regresar por nuestras maletas para ir al aeropuerto. Pero antes, recorrimos las calles del centro. Tuvimos mucha suerte con el clima, pues el sol brillaba, aunque también hacía mucho frío. Pero así es Europa en invierno.

Regresamos al hotel, tomamos un taxi y fuimos al aeropuerto. La buena suerte se estaba acabando, porque de repente, empezó a nevar. ¡Increíble!, así de rápido. El vuelo iba a ser directo hasta Basilea. Estaba nevando intensamente y tuvimos que esperar unas cuatro horas. Tuvieron que limpiar las pistas del aeropuerto y quitarle como dos veces la capa de hielo al avión. Pero siempre es mejor así. Por suerte los empleamos tomaron muchas precauciones, antes de que pudieramos despegar.


Monumento a Kafka

La nevada de Basilea llegó finamente a Praga. Pero estuvimos muy contentos por el tiempo que pasamos ahí, conociendo la cultura checa, en plena época navideña. Por lo pronto los dejo con esta imagen del escritor Franz Kafka y por esta fachada tan especial que nos encontramos de regreso al hotel


Guardianes


¡Adiós Praga!

Ah, y Felices Fiestas!


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