domingo, 13 de enero de 2013

La nueva cara de Hamburgo

El 9 de octubre del 2012, el segundo día de nuestra visita a la ciudad alemana de Hamburgo, comenzó del todo bien. Teníamos sol, aunque era frío. Y recalco lo del sol, porque en mis cuatro años y medio en los que viví ahí, era cuestión de suerte verlo. Claro, no niego que viví hermosos y calientes veranos.

Los cisnes del Alster nos recibieron como si
estuvieran desfilando

Por eso, salimos del hotel muy contentas a pasear en el Río Alster y claro, no podía faltar la visita a los cisnes en el área llamada Binnenalster. Los cisnes se han acostumbrado muy bien a los visitantes y lugareños y se acercan mucho para saludarlos.

Después de bañarnos de sol, visitamos de nuevo el centro comercial Europa Passage y entramos a una cadena de farmacías. Después, nos fuimos a Niendorf, a unos 20 minutos de la ciudad, con el Metro. Ahí vivimos casi dos años, cuando recién llegamos a Hamburgo. En esta ocasión, visitaríamos a nuestra amiga Romelia, en su nuevo departamento.


En el Europa Passage, encontramos esta
linterna para el día de San Martin, en una tienda especializada en manualidades


Parece que en Niendorf el sol se había escondido. Tuvimos suerte porque llegamos a su casa sin mojarnos por la lluvia. Disfrutamos mucho el tiempo con ella, platicando y recordando los viejos tiempos y saboreando su deliciosa comida. Nuestras amigas nos estaban consintiendo.

Dejamos su casa para ir a reunirnos con otra amiga al Puerto de Hamburgo. Natalie nos vería en la ciudad, en el Gänsemarkt, como antes lo hacíamos ella y yo en los viejos tiempos. Fuimos a un museo dedicado al mundo de trenes en miniatura. El Miniatur Wunderland Hamburg.


Miniatur Wunderland 


En primera instancia, pensé que era ideal para mis hijas, pero qué equivocada estaba. Ese museo es más para los adultos con corazón de niño. Estaba saturadísimo.  Por suerte pudimos ver la exposición. En el museo se puede ver toda la ciudad de Hamburgo en miniatura, con su sistema de trenes. El patrocinio es de Suiza y por eso están ahí los trenes de montaña que recorren el país suizo. Es impresionante. También existe una miniatura del aeropuerto de Zurich, con todo y despegue de avión. Es de esperarse que nadie se vaya de sus lugares por un largo tiempo.


Llegando al Speicherstadt



Después nos fuimos caminando por el puerto, respirando ese aire fresco marítimo. Frío, pero puro. Muy saludable, que se lleva toda la contaminación.  Entramos a un restaurant llamado Überseebrücke.


Lo que será la Filarmónica de Hamburgo


Cuando terminamos de cenar, fuimos caminando por el área conocida como Speicherstadt, y tuvimos la oportunidad de ver la Filarmónica de Hamburgo. Hermoso edificio en construcción. Cuando estuve en la ciudad, leí que la construcción del techo está dando mucho de qué hablar, pues se está llevando mucho tiempo en ello.

Nos fuimos en el Metro hacía la ciudad, y ahí nos despedimos de Natalie. Prometimos visitarla en la ciudad de Lüneburger Heide, donde ahora vive. No muy lejos de Hamburgo.

El día terminó y mañana nos esperaba el último día en la ciudad, antes de viajar de regreso a Basilea y ver al papá.

La mañana del 10 de octubre, la iniciamos con un buen desayuno y luego fuimos de compras a la ciudad. Al papá le compramos una camisa para ir a la oficina de su marca favorita Eterna. Camisa de elaboración alemana con telas de algodón suizo. Casi se planchan solas, de ahí la preferencia por quien escribe. Definitivamente, una buena cooperación binacional.

Para Bianca, compramos una bonita camiseta con una figura de alce, de la marca Elkline, en la boutique del mismo nombre. Para Janina, unos libros de la tienda Thalia, sucursal Grosse Bleichen, que es todo un paraíso para niños, por su sección de libros y curiosidades. Aprovechando que estaba cerca de mi perfumería favorita, fui a buscar un maquillaje y labiales. Recordé cuando me iba de compras por esta ciudad. La ciudad me quedaba a unos minutos de nuestro departamento. ¡Qué bonitos tiempos!

Ese día volveríamos a ver a Romelia en el restaurant del Europa Passage, Se7ven Oceans. De verdad que vale la pena visitarlo, por la hermosa vista del Río Alster. Además, el menú del mediodía tiene precios muy accesibles, con todo y buenas opciones para niños. Claro, el típico espagueti.


Vista desde el Se7en Oceans


Tuve la suerte de ver a otra gran amiga, Mili, quien nos fue a visitar, antes de ir a su trabajo que está por el centro. Me dio mucho gusto verla y claro, a Rome también. Después tomamos un café en la cafetería Julius Meinl y luego caminamos un poco por la ciudad con ella, disfrutando del buen clima. Con un maravilloso sol. Fuimos especificamente a la calle Neuer Wall.

Desgraciadamente nos tuvimos que despedir de Rome, y fuimos a recoger nuestras maletas al hotel. Ahí tomamos algo, mientras esperamos a nuestra amiga Valeria, quien nos llevaría al Aeropuerto.
Por suerte tuvimos tiempecito para platicar antes de despedirnos. Nos tenía preparada una súper sorpresa para llevar a Basilea.

Sí, las despedidas son tristes, pero estuvimos muy felices de ver a nuestras amigas y claro, pasear por los lugares por dónde vivíamos. Me gustó mucho poder compartirlos con nuestras hijas.


Palacio Municipal


En el aeropuerto facturamos nuestros pases de abordar en las máquinas de servicio al cliente. Después entregamos nuestras maletas y esperamos a que saliera nuestro avión. Todo me era familiar, porque no sé cuántas veces caminé y esperé por el Aeropuerto de Hamburgo. Mi esposo me recomendó visitar el restaurante de pescado y mariscos Gosh, que conocimos en la isla del norte de Alemania Sylt, pero nos era imposible a las niñas y a mí pensar en comida. Será para la próxima visita.

Y así fue como terminaron estas vacaciones de otoño en Hamburgo. Extrañamos mucho al papá, pero él se quedó a trabajar preparando una junta importante de trabajo.  Me dio mucho gusto que nosotras viajamos a Hamburgo, pues eran vacaciones escolares. Además, juntos habíamos visitado Oslo, Noruega y Bolzano, al norte de Italia. Desde ahorita me preguntó, cuáles serán las vacaciones con mis hijas el próximo otoño. ¿Viena? Sí, sería maravilloso.

Les deseo una bonita semana y hasta el próximo Aterrizando.


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