domingo, 22 de julio de 2012

Nuestra cumbre familiar en Cancún

En este Aterrizado haré una pausa de mi narración sobre Kuala Lumpur, para contarles nuestro viaje relámpago a Cancún, la bella playa mexicana.

Acabamos de regresar el viernes 20 de julio, tras una semana de vacaciones. Salimos rumbo a Frankfurt el 12 de julio por la tarde. Manejamos desde Basilea hasta un hotel en la cercanía del Aeropuerto de Frankfurt. El Mercure.  Ahí dormiríamos una noche, para viajar por la mediodía  del 13 desde esta ciudad en Alemania.  Gracias a Dios todo salió bien y llegamos ya casi por la noche.

Mi esposo escogió viajar gran parte del trayecto por el lado francés, pues era viernes y el tráfico por las carreteras alemanas es de sobra conocido. Además en vacaciones, es mejor adelantarse. No quisimos salir el jueves por la mañana desde Basilea, por el temor de perder el vuelo. Nunca se sabe en las carreteras.

Esa noche dormimos y al día siguiente empezaba nuestro camino hacia México.


Su servidora rumbo a México


Volamos con un charter de Condor, una línea de Lufthansa. Esta vez reservamos los asientos con el programa Economic Premium, y fue muy cómodo, pues estos lugares ofrecen más espacio que los asientos normales de la clase Económica. Durante las once horas de vuelo, todos nos ocupamos leyendo y con otras actividades. Yo leí un libro del psiquiatra francés Lelord, el viaje de Héctor o el secreto de la felicidad. Totalmente recomendable. No lo dejé hasta que llegue a la página final. Me tuvo picada desde principio a fin.


Un viaje mexicano con pausa de más de tres años

Desde que me casé hace casi quince años, siempre he ido a Monterrey, de dónde soy originaria. Nacieron mis dos hijas y lo seguí haciendo. Ellas conocen desde muy chiquitas lo que es viajar en avión y se han acostumbrado muy bien. La mayor viajó a Monterrey cuatro veces, y la chiquita tres. Las últimas vacaciones de playa las pasamos en Puerto Vallarta. Desde hace más de tres años, que ninguno de los cuatro habíamos regresado a Monterrey, debido a la situación de inseguridad que se vive en el país y en  este estado del norte. Mi mamá nos visitó en tres ocasiones en Basilea, Suiza, por suerte.

Este viaja relámpago a Cancún, fue la mejor alternativa para volver a nuestro país y para ver a nuestra familia en Monterrey. En mayo de este año, empezamos a calentar motores y a buscar vuelos. Encontramos esta opción de Condor desde Frankfurt. Lástima, no encontramos buenos precios, porque ya estábamos muy tarde en la búsqueda. Pero aún así, estuvimos contentos de encontrar esta opción de la aerolínea alemana.

A principios de junio, encontramos nuestra opción de hotel en Cancún. El Westin Lagunamar Ocean Resort, del cual les contaré más adelante y con el que estuvimos muy contentos.

No niego que me hubiera gustado viajar a mi ciudad de origen, Monterrey, de ver al resto de la familia, a amigos, sus calles, probar su comida, visitar sus lugares turísticos, ver cómo ha cambiado en estos tres años, pero por el momento, estaba súper feliz de viajar de nuevo a mi país y mostrárselo a mi familia, además de ver a mis familiares. Cancún era el punto perfecto para reunirnos. Era nuestra Cumbre Latinoaméricana Familiar.

El viaje en avión fue relativamente rápido. Uno se va acostumbrando y con el tiempo le vas viendo las ventajas a los vuelos trasatlánticos. Nuestras hijas no protestaron y puedo decir que les gusta volar. Desde chiquitas jugaban con el avión de Playmobil. No se fastidiaron y llevaron su maleta de Minnie Mouse llena de libros y otras cosas para entretenerse. Además, teníamos el IPad y bueno, esto también es garantía de entretenimiento, sin que sea comercial.

Sobre la sección de Entretenimiento de Condor, qué les puedo decir. La mayoría de las películas las había visto durante el vuelo a Asia con Emirates. En pantallas personales. Condor, en cambio, tenía las famosas pantallas comunitarias en el avión. La grande, en el centro del avión y las pequeñas distribuidas en las tres filas de la cabina.  Pero no me quejo. Por suerte tenía mi libro de Héctor.

¡Llegamos! Fue hermoso ver desde la ventana de nuestros asientos, la rivera maya. Mis hijas maravilladas. Hasta ahora, nuestro viaje relámpago estaba funcionando muy bien.


¡Tantos europeos visitando México!

Durante el vuelo de Condor, pude constatar que no sólo alemanes viajaban rumbo a Cancún. Vimos holandeses, suecos y polacos. Y también italianos en el aeropuerto.  Me dio muchísimo gusto que los turistas no dejan de llegar a este destino mexicano.

Bajamos y pasamos por Inmigración. Después fuimos a recoger las maletas. Al llegar al módulo del Semáforo, el encargado nos saluda en italiano, pues en ese momento, también había aterrizado un vuelo de este país. Nosotros hablamos español, le conteste y le dimos los buenos días. ¡Nos tocó luz verde! Adelante, rumbo al hotel.


Nuestro primer amanecer en el Westin Lagunamar


A la salida del aeropuerto, encontramos al empleado encargado que nos llevaría al lugar dónde una camioneta del hotel nos recogería. Un chico de Baja California que nos platicó sobre el turismo internacional que llega a Cancún. Estaba feliz de trabajar en en esta playa y de conocer tanta gente. Además, sorprendido porque mi esposo hablaba español. ¡Claro!, le dije, habla español norteño como yo. Le agradecí el piropo de que seguía hablando tan norteña como antes. ¡Ajúa!

Nos subimos a la camioneta y el conductor nos fue mostrando la transformación de Cancún. Después de casarnos, nos fuimos de luna de miel por la rivera maya y también viajamos a Chichén Itzá. Después, regresamos cuando estaba embarazada de mi primera hija. De esto hace ocho años. Cancún estaba cambiadísimo, especialmente después de la reconstrucción del huracán Wilma.

Nos dio mucho gusto ver la avenida Kukulcán transformada en paseo ciclista. Vimos los nuevos hoteles, pero también algunos que todavía presentan el abandono del huracán. Y claro, el color azul turquesa del mar del Caribe.


Ya estábamos bajo el cielo mexicano


Llegamos ya al anochecer y sin ningún contratiempo al Hotel Westin Lagunamar. Nos instalamos en el lado nuevo del hotel. Curiosamente, hace ocho años nos hospedamos en el mismo. Entonces, era el Sheraton. Hoy Westin. Una parte del Sheraton se quedó igual, pero bajo el nombre de Hotel Park Royal. Todavía en el diseño de pirámides. La otra parte del hotel, se demolió para dar parte al Westin. Este hotel nos gustó, en primer lugar por su piscina principal, porque nuestro plan era quedarnos la mayor parte del tiempo en este hotel. Además, tiene cuartos estilo Villas, con cocineta incluída, muy cómodas para familias. Nos hospedamos en una villa del edificio once, en la habitación tres del piso cinco. Con una hermosa vista al mar y a la piscina pequeña. Mi familia se quedó en dos cuartos del edificio número cuatro. A ellos les tocó la vista de la súper piscina. Ellos llegarían el sábado.

Eran las diez y media de la noche, cuando nos dormimos. La ventaja del cambio de horario, es que durante nuestra estancia en Cancún, despertamos muy temprano. Ideal para ver los amaneceres del Caribe. Esa experiencia es inolvidable y espero hacerla siempre que viaje. Darle los buenos días al mar de Cancún. Y al que madruga, Dios lo ayuda, de verdad, porque se tiene una garantía de pescar los mejores camastros de la piscina.

La separación de lugares en la piscina está prohibido, como casi todos los hoteles de playa por el mundo. Los típicos turistas que se levantan temprano, ponen sus toallas, se van y regresan por la tarde. Esto también está prohibido en el Westin, pero se hace. Desgraciadamente, me tocó ver a un empleado del hotel, reservando lugares para otros huéspedes. Un poco triste.


La playa en espera de sus visitantes

Pero no más quejas por favor. Las vacaciones estaban empezando en nuestro México querido. Después de ver el amanecer y de arreglarnos, nos fuimos a desayunar al restaurant Oceano, en el mismo hotel. Ya quería probar unos huevos revueltos con salsas mexicanas y tortillas. Pero antes, nos fuimos a caminar por el hotel con los primeros rayos del sol. ¡Buen provecho! Una hora después, ya estábamos en la piscina y en la playa.

De nuestro segundo día en Cancún, les hablaré en el siguiente Aterrizando. Por lo pronto me voy, tengo que arreglar la ropa de mis hijas. Mi marido y yo ya terminamos con la nuestra. Esto también es parte del viaje. Les deseo feliz domingo y una buena semana. Nos vemos en la siguiente edición de Aterrizando.

miércoles, 11 de julio de 2012

Despidiéndonos de los espíritus balineses

A lo lejos, se ve el pescador 
Playa de Ungasan



Todo lo que empieza acaba, y esta visita en Bali no fue la excepción. Después de la cena de aniversario y la visita al spa, el penúltimo día en esta isla de Indonesia estuvo compuesto por la visita a la playa.


Desde la playa, se podía ver nuestro cuarto



 Para esto, bajamos las escaleras, pues el Hotel Banyan Tree está localizado en una montañita. Nuestra habitación, estaba en el mirador. 

¡Ah, qué tranquilidad!

En la playa nos sorprendió su altar a los espíritus. Bien arregladito, y con las típicas ofrendas.  Las niñas pudieron jugar con la arena, gracias a los accesorios playeros que el hotel les prestó. Mientras ellas jugaban, mi esposo y yo descansamos en las sillas reclinables, viendo a los pescadores buscar en sus redes, la pesca del día. Ya estaba bajando la marea y los arrecifes se podían apreciar también.


Una cuevita 


Después, recorrimos un poco la orilla y apreciamos las cuevas en la playa.  Tuvimos una tranquila cena, y lo que seguía era empacar para nuestro siguiente destino, Kuala Lumpur, en Malasia.


Las hijas se divirtieron buscando conchitas, pero no se las llevaron


A la mañana siguiente, el transporte hotel-aeropuerto nos estaba esperando. Estuvimos un rato en el vestíbulo del hotel y nuestra pequeña capturó el corazón de uno de los empleados. Tenemos una foto de nuestra hija con él, Andi, en brazos. Un chico de una sonrisa envidiable.


Durante el camino, mis ojos iban capturando las últimas imágenes de la isla. Esculturas, vegetación, gente, en fin, me quería llevar todo grabado como recuerdo de nuestra estancia en esta isla.


En la sombrita

Una compañerita del jardín de niños de mi hija menor, es indonesia. Su papá me dijo cuando le conté que ibamos a ir a esta isla, que una vez que se visita Bali, siempre se quiere regresar. Le dije que sí, totalmente, cuando me lo encontré de regreso en Basilea. Espero volver un día a esta isla y seguir conociendo un poco de su cultura, mitos y saborear de nuevo su deliciosa comida. En especial, el tamal de atún.  Les prometo investigar su nombre en indonesio.


La espera en el aeropuerto fue tranquila, sin contratiempos. Compramos unas playeras para las niñas y unos shorts para las tres. Lo único que les recomiendo, es tener cuidado con el regateo, porque siempre quieren pedir más de lo que cuestan las cosas.

Un altar 


En fin, fuera de este pequeño detalle, les puedo decir que fue una muy bonita experiencia, aún y cuando su servidora no se quitaba de la cabeza las noticias sobre los atentados. Espero que Bali continúe con esa ola de paz, y que ningún grupo extremisa invada la isla con sus actos destructivos, porque la gente y el país, no se lo merecen.


¡Adiós Bali!

¡Bienvenidos a Kuala Lumpur, Malasia!

Con esta edición de Aterrizando terminó mi relato sobre Bali. En los siguientes les contaré de la visita a Kuala Lumpur, en especial, sobre el templo hindú dentro de la montaña. Pero antes, les platicaré de mi visita a Cancún, México, dónde pasaremos una semana de vacaciones y veremos a nuestra familia mexicana. Salimos hoy por la noche. ¡Hasta pronto y feliz semana!

jueves, 5 de julio de 2012

Cena de Aniversario en Bali

Hoy les voy a platicar en este Aterrizando un acontecimiento muy importante en la vida de su servidora. Este 14 de noviembre, cumpliremos 15 años de casados. Y lo empezamos a celebrar en Bali, con una cena en el cuarto, y lo mejor de todo, es que nuestras dos hijas estuvieron presentes con nosotros.

Además, un extra de la celebración adelantada, porque a Bali fuimos en febrero, fue que tuvimos buen clima. Una perfecta velada idílica de verano, considerando que noviembre en Suizaes gélido y gris, con sus excepciones soleadas, claro.

Este fue el principal motivo de adelantar los festejos. Les voy a platicar en qué consistió.


Este fue el asador, nada más le faltaba la parrilla

Mi esposo reservó casi a nuestra llegada la fecha para tener esta carne asada. A eso de las seis y media de la tarde, nos llevaron un asador y todo lo que se necesitaba. Nos pusieron una mesita en el jardín, bien arregladita con flores de las que les había mencionado, frangipani y unos tipos deliciosos de botanas. Lo que más me gustó fue una especie de totopos como los mexicanos, pero con pedacitos de nuez. ¡Deliciosos!, con las salsas picositas. Me sentía como en México. Esta es una de las similitudes de las que ya les había contado.


Los totopos balineses

Antes de empezar, Gusti, se presentó con nosotros. El sería el chef que nos introduciría en la celebración de la carne asada. La velada con él fue muy interesante, porque también aprendimos mucho de la cultura balinesa, por ejemplo, sobre las salamandras que se paseaban en nuestro cuarto.


Las visitas de los espíritus


Resulta que por las noches escuchábamos unos ruidos de animales, y nunca logramos identificar exactamente de quién provenían. Primero pensamos que eran los changuitos que jugueteaban en los tejados. Efectivamente, sí eran los changos que daban marometas en el techo del cuarto, pero el sonido provenía de las salamandras.

Gusti nos explicó sobre la creencia balinesa de la reencarnación. Se supone que los muertos regresan a este mundo como salamandras y así pueden visitar a sus familias. Para los balineses es un honor tener salamandras en sus jardínes, porque significan el retorno de sus seres queridos. Lejos de tenerles miedo, tratan de que no les pase nada.

La mesa, lista para la cena

En fin, el olor a carne asada empezaba a abrirnos el apetito.  La mesa quedó muy bien decorada y poco a poco el cielo balinés se estaba poniendo rojo. Nos estabamos rodeando de una atmósfera muy romántica. La principal decoración fueron las flores frangipani.


La flor de Frangipani en mi color favorito

Un día, en el desayuno, una chica de la recepción nos explicó que la flor de frangipani se puede observar en Bali en diferentes colores. La amarilla con ribete blanco es la típica, y es la mezcla de la blanca con la amarilla. También hay un tipo frangipani de color rosa mexicano. Para mí, la amarilla es mi favorita. La creencia balinesa es que una mujer se vuelve más bonita cuando coloca una flor en su cabello. Y eso fue lo que mis dos hijas y yo hicimos esa noche, nos colocamos flores prangipani como adorno en nuestras orejas.

De regreso a la cena. Además de los totopos, la carne asada incluía una ensalada y una pasta asiática. Obviamente, las niñas tomaron un platillo del menú de niños. La mayor, dedos de pescado empanizado, y la chiquita, pizza.


Comimos tamales balineses


¿Verdad que son tamales?

Pues el momento especial de la noche, y del viaje, fue cuando comimos un tamal balinés. No me pregunten por favor el nombre del platillo. Tengo que ir de nuevo a Bali y comer otro tamal. Les prometo que me grabaré el nombre. ¿Por qué digo que es un tamal balinés? Pues porque el platillo está presentado en hojas de plátano, como si fuera un tamal del sur de México.

¿Y el relleno? Pues nada más ni nada menos que un filete de atún sazonado a la balinesa.  Claro, picosito, y lo mejor de todo súper saludable, porque no tiene ningún otro ingrediente, más que las especias.  Además, el menú incluía pierna de pollo asada, camarones y los famosos alambres asiáticos, conocidos como saté. ¡Provecho! De postre, unos dulces balineses a base de arroz.

Esto fue la experiencia culinaria, pero que no se nos olvidé el motivo de la celebración, quince años de casados. No tengo idea de cómo ni en dónde lo celebraremos, viviendo en Basilea. Por eso, esa noche fue especial, porque eran vacaciones en la playa, con un hermoso atardecer muy propio para la ocasión.


¡Buenas noches Ungasan, Bali!

Ahora que les cuento esto, se me antoja el tamal de atún que comí. Lo bueno es que pronto estaremos en Cancún, México, para saborearlos. Pero mientras empaco maletas, les prometo que en el próximo Aterrizando, les compartiré las fotos de nuestro último día en Bali. Todo principio tiene su fin, lástima.

Buenas noches y que disfruten de la noche, en dónde quiera que se encuentren y hasta el próximo Aterrizando

miércoles, 4 de julio de 2012

El famoso masaje balinés

Hasta ahora les he platicado las primeras impresiones de nuestro viaje a Bali. Templos a la orilla del mar, comida muy condimentada y saludable, la amabilidad asiática, las creencias religiosas, sus problemas con el terrorismo y las particularidades de su sistema vial.

En este Aterrizando les quiero compartir una experiencia súper agradable que volvería a realizar en las tierras balinesas: la visita a un spa.

Como mi visita al spa de Disneyland en Hong Kong, mi cita en Bali empezó con las típicas preguntas de salud. Si tomaba medicamentos, si era alérgica a ciertas sustancias, si he tenido operaciones, qué es lo que me gustaría del tratamiento, si estaba embarazada, entre otras.  Después, Putri, la chica encargada de la sesión, me indicó dónde podía dejar mis pertenencias, y me pidió que usara una prenda interior como las que te dan en los hospitales. 

Me di un baño antes de iniciar el famoso masaje balinés, del que tanto había oído hablar. Me pusé un pareo de color verde y Putri inició el tratamiento. Me dio la bienvenida por mi primer nombre y lo primero que me dio a elegir, fue la esencia para mi incienso aromático. Había como 5 diferentes y escogí el de Night Queen, que prometía eliminar el estrés. ¡Perfecto!, pensé. Por eso estamos aquí en el paraíso de Bali, para relajarnos.


La flor frangipani
Putri, mi masajista, tenía una voz muy finita. Era el estereotipo de la mujer asiática. Bajita y con figura de niña.
Muy amable y simpática. Siempre me explicaba lo que sería el siguiente paso. Me preguntó si quería escuchar música. a lo cual asentí y me dio tres opciones para mi masaje. Si aplicaba poca fuerza, mediana o mucha fuerza, cuya respuesta de mi parte fue, nivel medio, por favor. Los tres niveles me los explicó presionando mi antebrazo.

Antes de subir a la cama de masaje, tuve una ceremonia de purificación. Putri colocó mis pies en una bandeja de madera y le agregó al agua caliente jugo de naranja, porque esto hacía una labor de desinfección. Su servidora desconocía las propiedades de este cítrico. Después añadió las flores del árbol típico de Bali, frangipani, una especie de magnolia y terminó el rito secándome los pies. Mientras pasaba todo esto, pude tomar un té de jazmín.
Así iniciaba mi masaje.

Este tipo de masaje es una especie de relajación muscular y disuelve la tensión de los tejidos. Es un tratamiento de cuerpo entero con aceites de sándalo, jazmín y salvia. Supuestamente ayuda a la circulación, al sistema linfático y a regenerar la piel. Es una ayuda regenerativa y devuelve la armonía del cuerpo y aumenta la capacidad inmunológica del mismo.

Tanta publicidad en este texto, ¿verdad?, pero les puedo garantizar que al salir del masaje, me sentí como vuelta a nacer. Perdón por la exageración, pero así fue. Bueno, sigamos con la descripción de mi tratamiento.


Frutas típicas de Bali


Mis ojos estuvieron cerrados por una mascarilla que estaba impregnada de esencia floral durante unos diez minutos. Durante todo el tratamiento no escuché nada, sólo la música relajante El masaje fue de una hora. Al terminar, sentía que volaba de relajada.

La ceremonia del masaje balinés terminó con  un golpecito a una mítica campana balinesa. Putri me despidió del tratamiento y me deseó un buen día. No sin antes dejarme un refrigerio de té de jazmín y un vasito de jogurt con pedacitos de manzana. 

Después regresé al cuarto a encontrarme con mi familia. Había entrado al nivel espiritual balinés.

El segundo tratamiento en Bali

Al siguiente día, mi familia y yo disfrutamos un día de piscina. Por la noche cenamos una carne asada al estilo de Bali para celebrar por adelantado nuestros quince años de casados, de lo cual les hablaré en la siguiente ocasión. Por lo pronto les contaré mi siguiente visita al spa del Hotel Bayan Tree, dos días después de la primera.

La verdad es que fue una maravilla haber ido a probar por primera vez el masaje balinés. Antes de hacer la cita, revisé el menú del spa, y decidí hacerme una limpieza fácial que incluía un masaje de cuerpo de media hora. En total la cita sería de una hora y media. Una hora para el tratamiento del rostro, y media para el masaje. 

Para no aburrirlos, les cuento que el inicio fue igual que durante el primer día, con el té y la ceremonia de purificación. En mi segundo masaje escogí el incienso de Chempaka, una especie de flor balinesa. 
Esta vez,  la cosmetóloga no fue Putri, sino Esmri, una mamá de dos niños y con una complexión media.


Decoración del spa


Ella me comentó de su visita a Rusia, y de su choque cultural con sus habitantes. Al parecer no le gustó la manera de ser de los rusos y la entiendo, porque los balineses siempre sonríen. En fin, también me dijo que el clima frío no le gustó. La comprendí inmediatamente. Me es difícil imaginarme a un indonesio soportando el gélido clima ruso.

También me preguntó con que nivel de presión quería mi masaje. Medio, le dije. Ahí empecé a notar las diferencias. No es que no me haya gustado el masaje de Putri, pero el nivel medio de Esmri fue el nivel intenso de Putri. La fuerza en los brazos de esta mamá masajista, fue más fuerte y me gustó más, pues al terminar, sentí un verdadero trabajo en mis músculos. Si un día vuelvo a probar un masaje y la chica es de la complexión de Putri, le diré que sea un masaje extra fuerte.

Los techos altos predominan en Bali
Después tuve mi tratamiento fácial. ¡Qué lástima que uno no siempre se pueda dar estas muestras de apapacho más seguido! Bueno, estuve súper contenta de haberlo hecho en estas vacaciones. Aunque no niego que ahora que escribo desde Basilea, tenga las ganas de buscar un masaje balinés a mi alrededor. Lo recomiendo por completo.


Mi segundo y último día en el spa terminó. Regresé al cuarto y mi familia me estaba esperando para chapotear en la alberca.  Ahora entiendo porque Asia se ha especializado tanto en el renglón de tratamientos de spa. Eso es lo suyo. Una combinación de productos estéticos basados en sus recursos naturales, y técnicas de sabiduría milenarias. Una tradición balinesa con influencias chinas e hindús.

Nuestro viaje por Bali estaba a punto de terminar. Sólo nos quedaba un día.  Por lo pronto les adelanto mi siguiente experiencia en la isla: la carne asada en el cuarto, para celebrar nuestros quince años de casados, con las hijas, por supuesto.

Por lo pronto me despido y cerraré los ojos para volver a recordar los olores de los inciensos y aceites que tuve la oportunidad de probar en este país de Asia.

viernes, 1 de junio de 2012

Bali, el templo de la playa y algunas similitudes con México

El placer de no hacer nada

Pues el segundo día en Bali estuvo compuesto como dicen los italianos, del dolci farniente, es decir, del placer de no hacer nada. Bueno, sí hacer algo, disfrutar un día de vacaciones en la piscina. Levantarse un poco más tarde de lo normal, desayunar sin prisas y disfrutar del sol.

Así fue nuestro segundo día. Sólo las hijas tuvieron un programa. Ellas se fueron al área para los niños que tiene reservado el hotel. Es una especie de club infantil en dónde los niños hacen manualidades y otros juegos.  Para mis hijas, visitar estos lugares les ayuda a su práctica del inglés. Las dos asistieron por casi dos años a un curso de inglés. La mayor es quien mejor se comunica, pero la pequeña también entiende.  Este día tuvieron suerte porque cuando lo visitaron, fueron las únicas. Y las chicas del hotel fueron súper amables con ellas.


Un ejemplo de la cocina balinesa, en otro
 Aterrizando les platicaré más al respecto

El resto del día nos lo pasamos en la pisicina, con la compañía de un buen bronceador, porque el sol es intenso. Además de gorritas para las niñas, y unas playeras de manga larga, especiales para prevenir quemaduras del sol, cuando se está en el agua.


De lo que podría platicarles sin cansarme, es de la comida de Bali. La cocina asiática es famosa por lo saludable de sus ingredientes, y Bali no es la excepción. Un platillo me impresionó. Una especie de tamal de pescado. Sí, como en el sur de México. Una vez tomé algo del menú de uno de sus restaurantes, y como todos los platillos, ese que pedí estaba compuesto de varios elementos, como arroz, verdura, sopa y eso, un tamal. El atún estaba cocinado con especias de Bali y envuelto en una hoja de plátano. Cocinado al vapor. Delicioso y saludable. Es mi platillo favorito de Bali. Si un día regreso, lo comeré todos los días. En los siguientes Aterrizando les compartiré más fotografías sobre la cocina de esta isla.



Música para amenizar la cena


Para terminar el segundo día en esta isla, disfrutamos de su música típica, en el jardín del hotel. Fue un poco del misticismo de Bali

Visitando el templo sobre el mar en Uluwatu


Creo que él estaba un poco enojado

Bueno, el tiempo del relajamiento terminó, y nuestro tercer día lo empezamos tempranito realizando un recorrido por el sur de la isla. El primer lugar que visitamos fue Uluwatu, dónde se encuentra un templo a la orilla del mar. Mejor dicho, en una montañita, cerca del mar. Exactamente como Tulúm, en México.

Pura Luhur, en Uluwatu

Nuestra primer experiencia del día fue haber visto dos monos cerca de nuestro cuarto.  Resulta que ese día, mi esposo y yo nos levantamos primero que nuestras hijas y nos fuimos a sentar al jardín. Su servidora estaba medio dormida todavía, mientras que mi marido se puso a observar el mar.  - Ven rápido, me dijo, he visto a dos monos, en el techo de los otros cuartos. Y me levanto de volada para verlos. Resulta que eran un macho y una hembra y estaban en su época reproductiva. Al vernos, se separaron y el macho desapareció. - Mejor entramos, le dije a mi esposo, no vaya a ser que esté de mal humor y quiera visitarnos. Las niñas tuvieron la suerte de verlos unos minutos después, en el mismo tejado, a algunos metros de distancia. Así conocimos a quienes hacían ruido por nuestro techo.


Balineses preparando las ofrendas


En fin, después de esta experiencia, registrada en fotos, nos fuimos a desayunar. Nuestro tercer día de aventuras por Bali, estaba empezando.

El templo desde un acercamiento


El recorrido lo realizamos de la siguiente manera. Un día antes fuimos a la recepción a solicitar un taxi. Esto es una práctica común en Bali, pues con el tráfico que existe, no es muy recomendable manejar solos. Así es que estuvimos desde las diez de la mañana, hasta las dos de la tarde, visitando algunos sitios turísticos.

Balinesa con la típica ofrenda para los dioses.
¡Linda blusa! Toda una manualidad


Tuvimos suerte cuando llegamos a Uluwatu. Ese día se estaba celebrando una ceremonia tradicional. Nosotros no entramos al templo, pero hicimos un recorrido por los alrededores. Al llegar a la caseta de vigilancia, nos dieron unos cinturones de seda para que los usáramos. Creo que les gustó mucho nuestra vestimenta, pues no teníamos mucha piel descubierta. Todos vestíamos pantalones. Mis dos hijas y yo, pesqueros y unas blusas muy parecidas a las que usan las balinesas. Blancas, de algodón y de manga larga. Perfectas para el calor y para protejernos del sol de Bali.


Patio del templo

Con el visto bueno de los guardianes del templo, iniciamos un recorrido. Ya habíamos leído que en ese templo viven monos. La playa se mezcla con la selva. Por eso, decidimos hacerle caso a uno de los empleados y lo contratamos como guía. No nos encontramos con ningún mono. Por suerte. Era ya casi mediodía y los monos le huyen al calor, partiendo a la selva. Para los que quieran el contacto con ellos, les recomendamos que visiten el templo o muy temprano, o por la tarde, cuando regresan a sus casas. Pero precaución, se supone que los monos son amigos de lo ajeno y les encanta tomar tus anteojos, bolsas, joyas, en fin, todo aquello que llame la atención. Exactamente como los monos brasileños, los de la película de Blue.


Otra vista del templo

Fue maravilloso encontrarnos con este templo ubicado en un acantilado de la playa. El calor no estaba solo, no. Los cánticos de los feligreses, acompañaban a las olas del mar, cuando chocaban con la pared de la montaña. El agua turqueza del Océano Indico. Cuantas generaciones habían ido a rezar hasta este lugar. Tan mitológico como el templo de Tulum.


Hermosa la vista del Océano Indico

El templo de Pura Luhur, está dedicado al Dios del Mar. Desgraciadamente la naturaleza no está sola. Con la religión de Bali, han llegado las ofrendas. El hinduísmo balinés, consiste en darles ofrendas a sus dioses, y esto en forma de los mejores manjares que un balinés podría comer. Estas ofrendas, se colocan en cestas de mimbre, hechas a mano. Toda una artesanía. Y se les deja a los alrededores del templo. Esto es motivo para que algunos animales como los monos, vengan por ellas. Y por desgracia, la comida se descompone y acaba en basura.


En fin, son sus costumbres. Nosotros nos limitamos a admirar la belleza de este lugar. Uno de los más visitados en Bali. Por el guía descubrimos que existen alrededor de dos mil monos en el templo.


Siguiendo a nuestro guía. En estos arbustos
viven los monos

El Dios Elefante Ganesha, proteje el templo en el segundo patio. Este templo está en la península de Bukit, y está situado a cien metros sobre el nivel del mar. Los turistas no pueden entrar, pero sí caminar por los alrededores del mismo y observar la ceremonia desde lejos. Comprensible. Toda una experiencia observar estas tradiciones a lo lejos.

El Dios Ganesha

Bali tiene muchos parecidos con la cultura mexicana. El fervor religioso, la comida, la geografía. Para mí Bali es una mezcla entre Quintana Roo y Oaxaca.  Hasta existen peleas de gallos. ¡Increíble!, ¿no creen? En los siguientes Aterrizando les platicaré más sobre las mismas y sobre la continuación de nuestra excursión a Kuta y a la famosa playa de Jimbaran. Toda una experiencia haber comido pescado en este último lugar. Más fresco no podía haber sido. Directo del mar, al instante, casi.

Pura Luhur me recordó mucho a Tulum
Por lo pronto, les dejo estas fotos y los recuerdos de este tercer día. ¡Hasta la próxima! y ¡feliz fin de semana!



viernes, 20 de abril de 2012

Bali, entre playas y espíritus

Nos dejamos dar la bienvenida 

Despegamos de Singapur. Desde el avión veíamos las muestras arquitectónicas de esta avanzada ciudad asiática. Tremendos colosos que aún y en la distancia no se veían como miniaturas. Ahora, el destino sería muy distinto. Indonesia, también en el continente asiático, pero muy distinta de ser un tigre de Asia.

Estábamos volando con Air Asia, algo así como la aerolínea Easy Jet en Europa. Desde que abordamos el avión, nos envolvió la generosidad asiática. Uno de los asistentes del vuelo, nos recibió con una sonrisa y sus manos juntas en el pecho, en señal de bienvenida. Definitivamente, esta actitud contagia positividad.



Los dioses están en todos lados, hasta en el aeropuerto

Ya estábamos cerquita de Denpasar, una de las ciudades importantes en Indonesia. Hicimos apróximadamente una hora y cuarenta y cinco minutos de vuelo. Habíamos oído hablar tanto de Bali. Antes de hacer el viaje, leímos dos guías turísitas sobre el país. Una cultura muy interesante, dónde los espíritus tienen la palabra. Y hasta encontramos algunas similitudes con la cultura mexicana. De verdad.

Pero antes de platicarles esas características, no puedo evadir el libro de Eat Pray and Love, de la escritora americana Elizabeth Gilbert y dejar de mencionarlo como inspiración para esta visita. Aunque hace un par de años, quisimos ir mi esposo y yo a Bali. En aquél entonces, la fascinación por visitar el Oceáno Indico, le ganó la batalla al paraíso de Indonesia. Visitamos la Isla de Mauricio. Bali quedaba para otro momento, hasta que finalmente llegó este año.



Los atentados y la novela reevindicadora

El gusanito de visitar Bali no murió del todo aún y cuando el fantasma de la violencia no se apartaba de mi sensatez. Indonesia ha sido víctima de atentados. En el 2002, 2005 y 2009. Los dos primeros, en Bali y el último en Jakarta, en dos hoteles de lujo de la ciudad.
El primer atentado fue en Kuta,  dónde se concentra la población turística de la isla. Ahí murieron 200 personas, entre turistas y balineses. El blanco fue una discoteca. El del 2005 fue en un restaurant. El grupo Jemaah Islamiya, se hizo responsable de los mismos y se le vinculó con Al Qaeda.

Una amiga alemana me contaba en alguna ocasión sobre su viaje a Bali. La isla le fascinó y la visita la  realizó con su hijito. También visitó amigos en la región. Le encantó la cultura y la naturaleza. Su opinión me ayudó a querer viajar a este destino, porque me dijo que se había sentido muy segura. Pero fue la obra de Gilbert, la verdadera motivación para visitar este destino paradisiaco.

Come, reza y ama, es más que una novela sobre la superación personal y la búsqueda del yo interno. Es el encuentro entre las culturas. Amor y amistad nos unen sin importar nuestra nacionalidad. El amor y el cariño al prójimo logran vencer las barreras geográficas y culturales. Y claro, es una hermosa historia de amor, entre una americana y un brasileño, sin olvidarnos de otras dos culturas, la hindú y la italiana.

En la novela descubrimos un poco de esa cultura indonesia, de cómo los dioses y espíritus dominan a sus pobladores. En los siguientes Aterrizando les hablaré de los mismos.


Y llegamos a Denpasar 

Bali tiene fama de un lento servicio de aduana. Por eso contratamos un servicio del hotel al que llegaríamos. Un empleado nos ayudó con nuestros pasaportes. Mientras esperábamos nuestros permisos, pudimos ver que en el centro del edificio, se encontraba un altar típico. Afuera, se notaba a leguas que el sol picaba. ¡Bienvenidos al calor!



Algunas motocicletas



Necesito decir que aunque el flujo de turistas en Bali es significativo, el servicio en el control de pasaportes se me hizo rápido. Nada qué ver con el trámite de pasaportes en los Emiratos Arabes Unidos o en los Estados Unidos.


¡Y algunas más!

Una vez afuera del aeropuerto, nos impactó conocer el principal medio de transporte en Bali: la motocicleta. Es impresionante que en lugar de autos estacionados, se vean estos vehículos al por mayor. Es el mejor medio de transporte en Bali. Y no la bicicleta, como veíamos a Julia Roberts en la película, aunque ella estuvo en el interior de la isla, bueno, la protagonista y autora de la novela, Gilbert.


Una tiendita típica en el camino a Ungasan

Recogimos nuestras maletas y un empleado del Hotel Banyan Tree nos llevó en su vehículo. Al principio, no sabía a dónde mirar. Todo era interesantísimo. Tiendas, niños saliendo de la escuela, vendedores de comida, había de todo en la calle. Y ahí mismo estaba la vida de la isla, a la orilla de la carretera. Entre el asfalto y la tierra, Bali se desarrolla. Y no puedo dejar de mencionar los altares a los espíritus. En cada casa o tienda, hay uno.  Y hasta los árboles se llenan de decoración, porque los balineses los decoran con telas.

Era pleno mediodía y Bali le sonreía a la rutina. Estábamos a punto de llegar a Ungasan y conocer las bienvenidad indonesias.


Un altar para los espíritus ... 


Unos granitos de arroz para recibirnos

Llegamos a Ungasan. La recepción del hotel era un gran salón sin paredes o ventanas, y con techos altos. La empleada del hotel nos recibió con botellas de agua mineral y algo que nos fascinó. Un té de jazmín helado. Además nos trajeron unos dulces hechos de arroz y de ajonjolí. Pero lo más bonito de la recepción fue la ceremonia de bienvenida al estilo balinés. Nos puso a mi esposo y a mí, y claro, a nuestras hijas, tres granitos de arroz en la frente. Después, sin pedírselo, nos tomo una foto para el recuerdo. ¡Qué bonito detalle!


Té de jazmín frío y dulces de arroz y ajonjolí


Creo que puedo hablar en general de una amabilidad asiática. Este detalle y la reverencia en el avión, se me hicieron gestos espontáneos y no ordenados por los mandos directivos, de la compañía de aviación o del hotel. Eso fue lo que vivimos en Bali. Amabilidad. Era muy fácil platicar con su gente. Siempre estaban sonriendo.

El día estaba por terminar. Nos metimos a la piscina y fuimos a cenar al restaurant del hotel. Gracias a Dios salió todo sin contratiempos y ahora sí estábamos listos para relajarnos un poco en este lugar paradisiaco. Habíamos conocido un ángulo de Bali, pero nos faltaban muchos más. Por suerte, nos quedaríamos aquí algunos días antes de continuar la siguiente etapa del viaje.


¿Cómo poder olvidarte, atardecer balinés?


Buenas noches Bali, hasta mañana. Gracias por este maravilloso atardecer. Lo guardaremos siempre en nuestra memoria y nos calentará en nuestros días fríos de Europa.

martes, 3 de abril de 2012

Singapur tercer día: Mount Faber, Barrio Chino y visita al museo

Despertando con una mala noticia

Amanecíamos en nuestro tercer día de estancia en el continente asiático, los días pasaban rapídisimo y todavía teníamos muchas cosas qué ver.


Teleférico del Monte Faber


Ese día lo empezaríamos visitando el Monte Faber. Una mala noticia nos invadió cuando veíamos el noticiero de CNN. Ese día, el 20 de febrero, nos estábamos enterando del motín de Apodaca, Nuevo León. Como a muchos de ustedes, especialmente mis paisanos regiomontanos, me invadió también una tristeza al ir escuchando el reporte. Tan lejos y la trascendencia de la noticia a nivel internacional. Uno siempre piensa en los suyos y en aquél terruño que un día nos dio cobijo.

La vida continúaba y fuimos en taxi hasta el Mount Faber. Era nuestra última oportunidad de ver nuevas cosas antes de dejar la ciudad. Regresaríamos pronto, pero a la Isla de Sentosa. En este lugar, existe una estación de teleférico y se puede viajar hasta la dicha isla. También se puede visitar el centro comercial VivoCity, el más grande de Singapur.  Llovía a cántaros en esta ciudad asiática, así es que el paseo en teleférico era ideal, así como visitar el centro comercial. En este lugar, se encuentra también la central de autobuses y su central marítima. De ahí se pueden hacer diferentes  cruceros por Asia, como el destino de Hong Kong. Después nos fuimos de este lugar al Barrio Chino, vía Metro. Un viaje súper cómodo.


Entrada del VivoCity


En el Barrio Chino

Cuando llegamos a Mount Faber, caía una lluvia a cántaros, ni pensamos que volviera a salir el sol. Al llegar al Barrio Chino, salimos de la estación del Metro y el sol estaba súper picante. Intenso. Estas lluvias en Asia. Antes de caminar, nos pusimos crema solar y los sombreros.  En el Barrio Chino vimos muchos puestos de ropa y artesanías. Incluso vimos las ofrendas que los chinos queman en sus altares. Corbatas, dinero, cerveza, todo en papel, y que representan lo que un difunto poseía en vida. Sus parientes queman estas representaciones en papel, para que no le falte nada en la otra vida. Se puede comprar lo inimaginable. ¡Hay de todo!


Barrio Chino


En el recorrido vimos el templo hindú Sri Mariamman, con todo y la representación de las vacas sagradas. Después, caminamos de regreso al Distrito Financiero y en nuestro camino se nos atravesó un empleado que llevaba pollo cocido en un carrito. Lo trasladaba de un edificio a otro. Con ese calor, no quiero pensar en el grado de descomposición que llevaba esa comida. En fin, nada representativo de la comida de Singapur, por suerte, pues como les comentaba en la anterior edición, la cocina de singapur tiene un buen estándar de higiene. Aunque como ven, se encuentran excepciones.


Templo hindú Sri Mariamman



Llegamos al Clarke Quay, a un restaurante italiano y pedimos ensaladas de tomate y mozarella, perfectas para el calorcito que estaba haciendo. Después caminamos rumbo a la Marina y fuimos de nuevo a ver el Merlion, del que les platicaba anteriormente. De regreso, pasamos por el área financiera de Singapur y llegamos al Hotel Marina Sands y nuestro siguiente destino era visitar de nuevo la piscina Infinity en la cima del mismo. Nuestra última oportunidad porque al día siguiente viajaríamos a Bali.


Felices porque visitamos el Museo

Después de pasar la tarde en la piscina del hotel, nos decidimos para ir al Museo ArtScience y apreciar la  exposición sobre el Titanic. Entrar al museo es toda una experiencia. En Singapur hay agua por dónde quiera. El patio del museo no era una excepción y también tenía una fuentecita estilo cascada, como el centro comercial de la Marina, the Shoppes.


ArtScience Museum

Antes de entrar a la sala de la exposición, nos encontramos con una réplica de la sandalia estilo wedges, de Salvatore Ferragamo, y que estuvo inspirada en la actriz Judy Garland. Mi zapato favorito. ¡Qué belleza! Por suerte pude hacerle una foto.

La exposición sobre el Titanic, conmemoraba los 100 años de la tragedia de este barco. Todo esto ocurrió en el mes de marzo de 1912. En la exposición encontramos una recreación del interior del Titanic, y en vitrinas cerradas, objetos originales que se encontraron en el fondo del mar, cuando el mismo naufragó.  A nuestras hijas les fascinó.



A pocas horas de dejar la ciudad

Dentro de la tragedia del Titanic, la exposición presentó un detalle muy original. Cada espectador recibió el boleto de entrada, con el nombre de un pasajero. Al final de la visita, el asistente se podía enterar sí su pasajero del Titanic sobrevivió o murió en el naufragio.

Ya casi estaba por acabarse nuestra visita a Singapur. La noche la terminamos con una cena del bufet asiático del Marina Sands Hotel. ¡Buenas noches Singapur! La despedida era para nosotros, porque la ciudad apenas despertaba.

En mi siguiente Aterrizando, les platicaré sobre el viaje a Bali, siguiente ciudad de nuestro itinerario por este viaje en el continente asiático.