miércoles, 4 de julio de 2012

El famoso masaje balinés

Hasta ahora les he platicado las primeras impresiones de nuestro viaje a Bali. Templos a la orilla del mar, comida muy condimentada y saludable, la amabilidad asiática, las creencias religiosas, sus problemas con el terrorismo y las particularidades de su sistema vial.

En este Aterrizando les quiero compartir una experiencia súper agradable que volvería a realizar en las tierras balinesas: la visita a un spa.

Como mi visita al spa de Disneyland en Hong Kong, mi cita en Bali empezó con las típicas preguntas de salud. Si tomaba medicamentos, si era alérgica a ciertas sustancias, si he tenido operaciones, qué es lo que me gustaría del tratamiento, si estaba embarazada, entre otras.  Después, Putri, la chica encargada de la sesión, me indicó dónde podía dejar mis pertenencias, y me pidió que usara una prenda interior como las que te dan en los hospitales. 

Me di un baño antes de iniciar el famoso masaje balinés, del que tanto había oído hablar. Me pusé un pareo de color verde y Putri inició el tratamiento. Me dio la bienvenida por mi primer nombre y lo primero que me dio a elegir, fue la esencia para mi incienso aromático. Había como 5 diferentes y escogí el de Night Queen, que prometía eliminar el estrés. ¡Perfecto!, pensé. Por eso estamos aquí en el paraíso de Bali, para relajarnos.


La flor frangipani
Putri, mi masajista, tenía una voz muy finita. Era el estereotipo de la mujer asiática. Bajita y con figura de niña.
Muy amable y simpática. Siempre me explicaba lo que sería el siguiente paso. Me preguntó si quería escuchar música. a lo cual asentí y me dio tres opciones para mi masaje. Si aplicaba poca fuerza, mediana o mucha fuerza, cuya respuesta de mi parte fue, nivel medio, por favor. Los tres niveles me los explicó presionando mi antebrazo.

Antes de subir a la cama de masaje, tuve una ceremonia de purificación. Putri colocó mis pies en una bandeja de madera y le agregó al agua caliente jugo de naranja, porque esto hacía una labor de desinfección. Su servidora desconocía las propiedades de este cítrico. Después añadió las flores del árbol típico de Bali, frangipani, una especie de magnolia y terminó el rito secándome los pies. Mientras pasaba todo esto, pude tomar un té de jazmín.
Así iniciaba mi masaje.

Este tipo de masaje es una especie de relajación muscular y disuelve la tensión de los tejidos. Es un tratamiento de cuerpo entero con aceites de sándalo, jazmín y salvia. Supuestamente ayuda a la circulación, al sistema linfático y a regenerar la piel. Es una ayuda regenerativa y devuelve la armonía del cuerpo y aumenta la capacidad inmunológica del mismo.

Tanta publicidad en este texto, ¿verdad?, pero les puedo garantizar que al salir del masaje, me sentí como vuelta a nacer. Perdón por la exageración, pero así fue. Bueno, sigamos con la descripción de mi tratamiento.


Frutas típicas de Bali


Mis ojos estuvieron cerrados por una mascarilla que estaba impregnada de esencia floral durante unos diez minutos. Durante todo el tratamiento no escuché nada, sólo la música relajante El masaje fue de una hora. Al terminar, sentía que volaba de relajada.

La ceremonia del masaje balinés terminó con  un golpecito a una mítica campana balinesa. Putri me despidió del tratamiento y me deseó un buen día. No sin antes dejarme un refrigerio de té de jazmín y un vasito de jogurt con pedacitos de manzana. 

Después regresé al cuarto a encontrarme con mi familia. Había entrado al nivel espiritual balinés.

El segundo tratamiento en Bali

Al siguiente día, mi familia y yo disfrutamos un día de piscina. Por la noche cenamos una carne asada al estilo de Bali para celebrar por adelantado nuestros quince años de casados, de lo cual les hablaré en la siguiente ocasión. Por lo pronto les contaré mi siguiente visita al spa del Hotel Bayan Tree, dos días después de la primera.

La verdad es que fue una maravilla haber ido a probar por primera vez el masaje balinés. Antes de hacer la cita, revisé el menú del spa, y decidí hacerme una limpieza fácial que incluía un masaje de cuerpo de media hora. En total la cita sería de una hora y media. Una hora para el tratamiento del rostro, y media para el masaje. 

Para no aburrirlos, les cuento que el inicio fue igual que durante el primer día, con el té y la ceremonia de purificación. En mi segundo masaje escogí el incienso de Chempaka, una especie de flor balinesa. 
Esta vez,  la cosmetóloga no fue Putri, sino Esmri, una mamá de dos niños y con una complexión media.


Decoración del spa


Ella me comentó de su visita a Rusia, y de su choque cultural con sus habitantes. Al parecer no le gustó la manera de ser de los rusos y la entiendo, porque los balineses siempre sonríen. En fin, también me dijo que el clima frío no le gustó. La comprendí inmediatamente. Me es difícil imaginarme a un indonesio soportando el gélido clima ruso.

También me preguntó con que nivel de presión quería mi masaje. Medio, le dije. Ahí empecé a notar las diferencias. No es que no me haya gustado el masaje de Putri, pero el nivel medio de Esmri fue el nivel intenso de Putri. La fuerza en los brazos de esta mamá masajista, fue más fuerte y me gustó más, pues al terminar, sentí un verdadero trabajo en mis músculos. Si un día vuelvo a probar un masaje y la chica es de la complexión de Putri, le diré que sea un masaje extra fuerte.

Los techos altos predominan en Bali
Después tuve mi tratamiento fácial. ¡Qué lástima que uno no siempre se pueda dar estas muestras de apapacho más seguido! Bueno, estuve súper contenta de haberlo hecho en estas vacaciones. Aunque no niego que ahora que escribo desde Basilea, tenga las ganas de buscar un masaje balinés a mi alrededor. Lo recomiendo por completo.


Mi segundo y último día en el spa terminó. Regresé al cuarto y mi familia me estaba esperando para chapotear en la alberca.  Ahora entiendo porque Asia se ha especializado tanto en el renglón de tratamientos de spa. Eso es lo suyo. Una combinación de productos estéticos basados en sus recursos naturales, y técnicas de sabiduría milenarias. Una tradición balinesa con influencias chinas e hindús.

Nuestro viaje por Bali estaba a punto de terminar. Sólo nos quedaba un día.  Por lo pronto les adelanto mi siguiente experiencia en la isla: la carne asada en el cuarto, para celebrar nuestros quince años de casados, con las hijas, por supuesto.

Por lo pronto me despido y cerraré los ojos para volver a recordar los olores de los inciensos y aceites que tuve la oportunidad de probar en este país de Asia.

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