Acabamos de regresar el viernes 20 de julio, tras una semana de vacaciones. Salimos rumbo a Frankfurt el 12 de julio por la tarde. Manejamos desde Basilea hasta un hotel en la cercanía del Aeropuerto de Frankfurt. El Mercure. Ahí dormiríamos una noche, para viajar por la mediodía del 13 desde esta ciudad en Alemania. Gracias a Dios todo salió bien y llegamos ya casi por la noche.
Mi esposo escogió viajar gran parte del trayecto por el lado francés, pues era viernes y el tráfico por las carreteras alemanas es de sobra conocido. Además en vacaciones, es mejor adelantarse. No quisimos salir el jueves por la mañana desde Basilea, por el temor de perder el vuelo. Nunca se sabe en las carreteras.
Esa noche dormimos y al día siguiente empezaba nuestro camino hacia México.
Su servidora rumbo a México |
Volamos con un charter de Condor, una línea de Lufthansa. Esta vez reservamos los asientos con el programa Economic Premium, y fue muy cómodo, pues estos lugares ofrecen más espacio que los asientos normales de la clase Económica. Durante las once horas de vuelo, todos nos ocupamos leyendo y con otras actividades. Yo leí un libro del psiquiatra francés Lelord, el viaje de Héctor o el secreto de la felicidad. Totalmente recomendable. No lo dejé hasta que llegue a la página final. Me tuvo picada desde principio a fin.
Un viaje mexicano con pausa de más de tres años
Desde que me casé hace casi quince años, siempre he ido a Monterrey, de dónde soy originaria. Nacieron mis dos hijas y lo seguí haciendo. Ellas conocen desde muy chiquitas lo que es viajar en avión y se han acostumbrado muy bien. La mayor viajó a Monterrey cuatro veces, y la chiquita tres. Las últimas vacaciones de playa las pasamos en Puerto Vallarta. Desde hace más de tres años, que ninguno de los cuatro habíamos regresado a Monterrey, debido a la situación de inseguridad que se vive en el país y en este estado del norte. Mi mamá nos visitó en tres ocasiones en Basilea, Suiza, por suerte.
Este viaja relámpago a Cancún, fue la mejor alternativa para volver a nuestro país y para ver a nuestra familia en Monterrey. En mayo de este año, empezamos a calentar motores y a buscar vuelos. Encontramos esta opción de Condor desde Frankfurt. Lástima, no encontramos buenos precios, porque ya estábamos muy tarde en la búsqueda. Pero aún así, estuvimos contentos de encontrar esta opción de la aerolínea alemana.
A principios de junio, encontramos nuestra opción de hotel en Cancún. El Westin Lagunamar Ocean Resort, del cual les contaré más adelante y con el que estuvimos muy contentos.
No niego que me hubiera gustado viajar a mi ciudad de origen, Monterrey, de ver al resto de la familia, a amigos, sus calles, probar su comida, visitar sus lugares turísticos, ver cómo ha cambiado en estos tres años, pero por el momento, estaba súper feliz de viajar de nuevo a mi país y mostrárselo a mi familia, además de ver a mis familiares. Cancún era el punto perfecto para reunirnos. Era nuestra Cumbre Latinoaméricana Familiar.
El viaje en avión fue relativamente rápido. Uno se va acostumbrando y con el tiempo le vas viendo las ventajas a los vuelos trasatlánticos. Nuestras hijas no protestaron y puedo decir que les gusta volar. Desde chiquitas jugaban con el avión de Playmobil. No se fastidiaron y llevaron su maleta de Minnie Mouse llena de libros y otras cosas para entretenerse. Además, teníamos el IPad y bueno, esto también es garantía de entretenimiento, sin que sea comercial.
Sobre la sección de Entretenimiento de Condor, qué les puedo decir. La mayoría de las películas las había visto durante el vuelo a Asia con Emirates. En pantallas personales. Condor, en cambio, tenía las famosas pantallas comunitarias en el avión. La grande, en el centro del avión y las pequeñas distribuidas en las tres filas de la cabina. Pero no me quejo. Por suerte tenía mi libro de Héctor.
¡Llegamos! Fue hermoso ver desde la ventana de nuestros asientos, la rivera maya. Mis hijas maravilladas. Hasta ahora, nuestro viaje relámpago estaba funcionando muy bien.
¡Tantos europeos visitando México!
Durante el vuelo de Condor, pude constatar que no sólo alemanes viajaban rumbo a Cancún. Vimos holandeses, suecos y polacos. Y también italianos en el aeropuerto. Me dio muchísimo gusto que los turistas no dejan de llegar a este destino mexicano.
Bajamos y pasamos por Inmigración. Después fuimos a recoger las maletas. Al llegar al módulo del Semáforo, el encargado nos saluda en italiano, pues en ese momento, también había aterrizado un vuelo de este país. Nosotros hablamos español, le conteste y le dimos los buenos días. ¡Nos tocó luz verde! Adelante, rumbo al hotel.
Nuestro primer amanecer en el Westin Lagunamar |
A la salida del aeropuerto, encontramos al empleado encargado que nos llevaría al lugar dónde una camioneta del hotel nos recogería. Un chico de Baja California que nos platicó sobre el turismo internacional que llega a Cancún. Estaba feliz de trabajar en en esta playa y de conocer tanta gente. Además, sorprendido porque mi esposo hablaba español. ¡Claro!, le dije, habla español norteño como yo. Le agradecí el piropo de que seguía hablando tan norteña como antes. ¡Ajúa!
Nos subimos a la camioneta y el conductor nos fue mostrando la transformación de Cancún. Después de casarnos, nos fuimos de luna de miel por la rivera maya y también viajamos a Chichén Itzá. Después, regresamos cuando estaba embarazada de mi primera hija. De esto hace ocho años. Cancún estaba cambiadísimo, especialmente después de la reconstrucción del huracán Wilma.
Nos dio mucho gusto ver la avenida Kukulcán transformada en paseo ciclista. Vimos los nuevos hoteles, pero también algunos que todavía presentan el abandono del huracán. Y claro, el color azul turquesa del mar del Caribe.
Ya estábamos bajo el cielo mexicano |
Eran las diez y media de la noche, cuando nos dormimos. La ventaja del cambio de horario, es que durante nuestra estancia en Cancún, despertamos muy temprano. Ideal para ver los amaneceres del Caribe. Esa experiencia es inolvidable y espero hacerla siempre que viaje. Darle los buenos días al mar de Cancún. Y al que madruga, Dios lo ayuda, de verdad, porque se tiene una garantía de pescar los mejores camastros de la piscina.
La separación de lugares en la piscina está prohibido, como casi todos los hoteles de playa por el mundo. Los típicos turistas que se levantan temprano, ponen sus toallas, se van y regresan por la tarde. Esto también está prohibido en el Westin, pero se hace. Desgraciadamente, me tocó ver a un empleado del hotel, reservando lugares para otros huéspedes. Un poco triste.
La playa en espera de sus visitantes |
Pero no más quejas por favor. Las vacaciones estaban empezando en nuestro México querido. Después de ver el amanecer y de arreglarnos, nos fuimos a desayunar al restaurant Oceano, en el mismo hotel. Ya quería probar unos huevos revueltos con salsas mexicanas y tortillas. Pero antes, nos fuimos a caminar por el hotel con los primeros rayos del sol. ¡Buen provecho! Una hora después, ya estábamos en la piscina y en la playa.
De nuestro segundo día en Cancún, les hablaré en el siguiente Aterrizando. Por lo pronto me voy, tengo que arreglar la ropa de mis hijas. Mi marido y yo ya terminamos con la nuestra. Esto también es parte del viaje. Les deseo feliz domingo y una buena semana. Nos vemos en la siguiente edición de Aterrizando.
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