sábado, 28 de julio de 2012

Casi durmiendo en el Templo del Alacrán


De regreso a Cancún, a México. Bueno, en el relato, porque hoy cumplimos una semana de haber regresado. Lástima, se acabaron las vacaciones, pero continúan los recuerdos en este relato de Aterrizando y en la mente vamos planeando la siguiente visita.



El Templo del Alacrán, a un lado del Hotel Westin Lagunamar


A diferencia de otros viajes a Cancún, éste sería únicamente para ver a la familia de Monterrey, y claro, para descansar y disfrutar de la playa mexicana. En Cancún y sus alrededores hay tanto por hacer, pero desde la planeación de este viaje relámpago a México, algo diferente a la vida playera y de alberca no estaba contemplado. Seguro en nuestra próxima visita, que ya estamos contemplando para el verano del 2013.


Casi viviendo en la ruina

Hace ocho años hicimos lo mismo. Tranquilidad, porque estaba embarazada. Nos la pasamos de la playa a la piscina y recorriendo algunos lugares de Cancún. Por suerte, en nuestro viaje de luna de miel, conocimos los lugares turísticos de la rivera maya. Akumal, Playa del Carmen, Tulúm y la ciudad de Mérida, sin olvidar Chichén Itzá.


Hermoso su mar



Este viaje fue casi como en mi embarazo, como les comenté. Era una prueba de reunión familiar, y funcionó muy bien. Realmente no anduvimos de un lado a otro. Descansamos y disfrutamos de la playa y de las instalaciones del hotel. Nos cargamos de sol y especialmente, disfrutamos del verano de México, porque el verano de Europa, se ha ido de vacaciones. En Basilea hemos tenido bonitos días veraniegos, pero no tantos, como en otros años. Todavía no perdemos las esperanzas de que regrese por más tiempo. No debo de quejarme, porque los últimos dos días han sido maravillosos. Hemos ido a una piscina cerca de la casa, pero nada se le puede comparar con el mar de Cancún. A las niñas les pareció fría el agua de la piscina del balneario de Sankt Jacob. No las culpo. Como Cancún no hay dos.



Toda una experiencia para las hijas y sobrinos.
Y para nosotros también


Volviendo a las instalaciones del hotel, en esta visita descubrimos la ruina arqueológica del Templo del Alacrán, Yamil Lu´um. Dice la descripción del mismo, que se le ha dado este nombre, porque cerca del altar se encontró una figura del mismo animalito.

Si el descubrimiento hubiera sido la mañana en que lo conocimos, yo le hubiera puesto el templo de la iguana, porque no muy lejos de la plataforma del mismo, nos encontramos un animalito de esta especie tomando el sol, bien cómodo. Al parecer era la mamá de otros dos que vimos por ahí.



Me parece maravillosa la tarea de protección en este hotel


Realmente esta experiencia fue para nuestras hijas y nuestros dos sobrinos, maravillosa. Y claro, también para nosotros los adultos. Si bien es cierto que Cancún es un complejo turístico moderno, es agradable ver que la naturaleza está en los alrededores. Nos gustó mucho también encontrar en la playa del hotel Westin Lagunamar, un área de protección para las tortuguitas marinas. En un cerco se encuentran los huevos de las mismas. En un folleto especial que encontramos en el cuarto del hotel, se le pide al turista que no las moleste. Sobre todo que no utilice el flash cuando éstas han roto el cascarón y dirigen su camino hacia el mar por la noche. Nuestras hijas y sobrinos no vieron las tortuguitas en su recorrido nocturno, pero la experiencia estuvo muy latente al ver el área dónde las cuidan.


Tuvimos nuestra piñata

El Hotel Westin está muy orientado para las familias. Desde temprano se puede llevar a los niños a eventos como clases de español, decoración de quequitos, de camisetas, explorando con las iguanas, paseos por la playa y otro sin fin de actividades, que los niños pueden realizar mientras sus papás van de compras o descansan en la playa. Las nuestras no quisieron experimentar ninguna actividad porque para ellas estaba muy claro que querían nadar y platicar con la familia. Pero necesito decir que es una súper ayuda para los papas y una súper opción para que los niños no se aburran. Si acaso les llega a suceder. Más bien es para la comodidad de los papás, quienes incluso se pueden ir a cenar solos.



¡Dale, dale, dale ...!


Obviamente el hotel ofrece otras actividades para grandes como cursos de cocina mexicana, torneos de golf para mujeres, clases de salsa, juegos acuáticos, paseos turísticos, compras en los mercados, lotería. En fin, nadie se aburre en este hotel, si el descanso playero toca a la puerta.

Pero lo que nos llamó la atención desde el primer momento, fue la Fiesta Mexicana con piñata. Todos los miércoles por la noche, el restaurant Oceáno organiza una noche de antojitos mexicanos, con mariachi y con una piñata. Ese miércoles cenamos con mi familia. Para mí fue muy agradable comer la comida típica de México como mole, tamales, tacos de res, pescado a la veracruzana y nopalitos, entre otros. A mi esposo también le gustó mucho volver a probar la comida en mi país de origen y a mis hijas les fascinó. Es bonito comerla en casa, pero se disfruta diferente en el país de origen. La mayor adora desde entonces los tamales. Además, que tuvimos la oportunidad de comer tamales cien porciento regiomontanos porque la abuela nos trajo para cenar el primer día en que llegó a visitarnos.



Paraíso mexicano



¿Y qué decir de la piñata, nuestras hijas y sobrinos también la disfrutaron con los tradicionales dulces mexicanos como Sonrics, que pintaron sus bocas y lenguas de azul turquesa como el mar de Cancún? El viaje nos estaba sentando de maravilla. Exactamente la combinación que esperábamos. Vacaciones, tradiciones mexicanas y familia. Con un elemento extra, que es la playa. Más no podíamos pedir.

Bueno, se hace tarde y tenemos que ir a cenar. Pasearemos por la ciudad, pero en el siguiente Aterrizando les contaré más sobre el encuentro familiar y otros detalles de nuestra visita. Que tengan un bonito domingo y un hermoso inicio de semana. Nos vemos en el próximo Aterrizando.

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