jueves, 21 de julio de 2011

Mi primera excursión en la montaña

En esta ocasión hago un paréntesis en mi narración sobre Kuala Lumpur, para escribir sobre la primera experiencia que tuve en las montañas suizas.
Resulta que la segunda semana de julio nos fuimos de vacaciones viajando por Suiza, dónde vivimos y de dónde es originario mi esposo.

Manejamos hasta la ciudad de Schaffhausen, famosa por sus catáratas, por la isla Mainau en Alemania, que se encuentra cerca de Schaffhausen; para luego continuar por Altdorf, la cuna del héroe suizo Guillermo Tell. ¿Quien no ha escuchado la historia de la manzana? Después visitamos la ciudad de Brunnen, en el Cantón de Lucerna.


Edelweiss, la flor de las montañas
Pero la visita principal en estas vacaciones, fue a Zermatt, ciudad localizada en el Cantón de Wallis. Wallis es famosa por sus montañas, pero en especial por aquélla que todo mundo conoce o quiere conocer, el monte Matterhorn. 

Este fue el tercer año que visitamos Zermatt. Llegar hasta ahí no es fácil.  El visitante de Zermatt se tiene que acoplar a una norma de esa región. En esta comunidad suiza están prohibidos los automóbiles, sólo transitan autos eléctricos, bicicletas, caballos y todo aquél que llegue en tren.

En la región hay innumerables hoteles y albergues. Claro que el amante de la naturaleza puede acampar en una área establecida. Los dos primeros años nos quedamos en el chalet A la Casa, que estaba a unos 15 minutos del centro. Pero esta vez nos hospedamos en uno de los departamentos del edificio La Boheme, específicamente, en el departamento Carmen. El dueño del edificio es un amante de la ópera. Todos los departamentos tienen el nombre de una.  La ventaja en este lugar es que se está casi en pleno centro.

El primer día de nuestra visita estuvo marcado por un aguacero. Después de vivir un calor de 33 grados en Altdorf, caminamos bajo la lluvia. Fuimos al centro a comprar nuestra cena. A la mañana siguiente el cielo se despejó y las nubes descobijaron el Matterhorn. Todo una belleza.

La experiencia especial de este viaje fue la caminata en la montaña o wandern, como se le conoce en alemán. Yo había tenido la experiencia de caminar por los bosques en Austria, con nuestros amigos Andreas, Angélica y su hijo Alex, que en aquel entonces tendría dos años. Esta vez, en Zermatt, empezaba la aventura, pues ya no era terreno plano. Un par de semanas antes, habíamos caminado por el  pueblo de Adelboden, en Berna, para ver sus cataratas, pero aquéllo fue una excursioncita, en comparación a lo que estabamos por hacer.

Y así subimos hasta la estación Sunnegga, un mirador situado a unos 3,000 metros, y que se alcanza gracias a un tren especial que sale desde Zermatt.


Estación Sunnegga

Lo primero que hicimos fue comer en su restaurante. Yo escogí un Rösti, platillo típico suizo a base de papá dorada. Vino acompañado de una montaña de tocino que no comí, pero creo que es recomendable para una excursión como la que hicimos.

Y después empezó la caminata. Mi marido, con las experiencias que sus papás le transmitieron en su infancia, escogió el Camino de las Marmotas, una excursión recomendada para niños para ir a observar a estos animalitos.


Las cuatro pistas del camino de las Marmotas


Nuestro caminito

Así empezó el recorrido. Nos fuimos ataviados con nuestras chaquetas. Nuestra primogénita, quien ha hecho más caminatas con su grupo del jardín de niños, portaba orgullosamente su chaqueta Jack Wolfskin, marca alemana. Martin, una que yo le regalé de Eddie Bauer, imprescindible para el montañista norteamericano o canadiense, probablemente. Su servidora, una chaqueta de la cadena suiza Manor, para principiantes como yo, y nuestra segunda hija un sencillo impermeable de Hello Kitty de la cadena sueca H&M. No soy tan desalmada, pero pronto va a entrar al jardín de niños y le compraré la suya.

Y claro, lo elemental en esta actividad en la naturaleza, son los zapatos. Sin ellos, estás desarmado contra  la montaña. En esto conviene invertir y comprarse un par que servirán por muchos años, a excepción de los de los niños. En la última visita a Zermatt, me prometí que los iría comprando poco a poco, para todos. Así es que no podía pasar nada, ya estábamos equipados. Con todo y chocolate que el papá nos había comprado en el restaurante de la estación Sunnegga. Toblerone, claro, la réplica del Matterhorn.


Caminando entre las nubes
No les voy a mentir. A partir de ese momento empezó mi respeto a la montaña. Claro que seguimos un camino seguro. No se podía caer uno al vacío, porque los caminos están bien delimitados. Pero la sensación de que por dónde caminas estás cerca del vacío, es incómoda, especialmente si llevas niños. El papá, con su experiencia, me tranquilizó y el fue nuestro guía. Además, cuántas familias o grupos de niños no atraviesan a diario por ahí.

Déjando esos miedos infundados, no quedaba otra cosa de disfrutar de la montaña. Nuestra hija mayor tuvo una explosión de emociones porque caminaba entre nubes. Y es que las nubes rodeaban la montaña. Para ella fue casi como tocarlas. El aire de la montaña reconforta y revitaliza. Ahora entiendo la fascinación que tienen los excursionistas.

El Camino de las Marmotas tiene cuatro parajes en dónde los excursionistas pueden conocer un poco de la vida de las marmotas, de sus enemigos, de su permanencia bajo la tierra para defenderse de las águilas y de otros animales. La naturaleza las ha dotado de un color de pelo que les permite perderse entre las rocas de la montaña. Pasó mucho tiempo para que vieramos una, pero las vimos. Pueden permanecer inmóviles por minutos. Y sus gritos se escuchan por toda la montaña. Son enormes, dan ganas de abrazarlas. Pero sus crías, son todavía más lindas. Ahí estábamos, en el silencio de la montaña, contemplando a estos animalitos.

La caminata por esta montaña nos permitío ver lagos, que brillaban con su color verde turqueza. De encontrar a otros montañistas, a quienes saludábamos con un Grüezi, como se saluda por estos rumbos suizos. De regreso y después de cuatro horas de caminata, tuve ganas de besar el piso plano del restaurante. ¡Lo logré, vencer ese miedo y poder disfrutar de la montaña!


Un lago en la montaña


¿Podemos pasar, queridas Cabritas?
Mis hijas van a retener en sus memorias por mucho tiempo esta primera excursión. El papá les preguntó qué cosa les había gustado más del Camino de las Marmotas y ellas respondieron que fue su experiencia con las cabras de la montaña. La más pequeña le comentó: - me gustó cuando tú le preguntaste a las cabritas si nos dejaban pasar. ¡El papá es un héroe!

Y es que por un tramo, encontramos a una manadita de cabras pastando. Estaban todas reunidas justamente por el camino dedicado a los excursionistas. Los machos, tenían unos cuernos que impresionaban. Ahí venía mi siguiente preocupación. Pero el papá, con su personalidad tranquila, nos abrió paso entre estos animalitos y pasamos sin complicaciones. Nuestro comentario fue:  Danke, danke danke. Mil gracias hermosas cabritas por dejarnos pasar. Y después de nuestra travesía, ellas se volvieron a acomodar en el mismo lugar.




Una de las marmotas que vimos
Así, había terminado la primera excursión del día. Regresamos al Departamento Carmen y dormimos profundamente. Mi cuerpecito estaba todo molido, pero haber vivido esta experiencia con las hijas, fue indescriptible. Creo que también para para nuestras hijas

La estación Gornergrat nos esperaba al día siguiente ...







martes, 5 de julio de 2011

Malasia, ¿un Déjà-vu?

Si yo les contara de dónde se nos ocurrió la idea de viajar a Malasia, no me lo creerían. Una de esas noches  en las que mi esposo andaba de viaje, me acurruqué en mi sillón y muy interesada presencié una edición más de Españoles en el Mundo, uno de los mejores programas que en mi opinión Televisión Española tiene.


Las Torres Petronas, el orgullo Malayo


A su regresó, le conté fascinada sobre Kuala Lumpur, la ciudad emergente en la selva, rodeada de culturas diferentes y de modernidad. Las Torres Petronas me habían dejado boquiabierta, así como las bellezas naturales en el interior del país. Le animé a que viera el programa por internet, en la sección A la Carta, de TVE. Pero hasta ahí quedó. Vinieron otros programas y por supuesto, llegaron las vacaciones de invierno. Todo mundo se alegra de un descanso y empezamos a planear unas vacaciones por segunda vez a Hong Kong, que tanto nos habían gustado el año pasado.

Y así se dedicó a buscar vuelos y hoteles, entre otras cosas. Ya queríamos huír del frío en Suiza y volar hacia el otro lado del mundo, dónde sí hubiera cálidez en las temperaturas.
- Te tengo una sugerencia, me comentó muy ánimado. De Hong Kong se puede volar fácilmente a Kuala Lumpur, y de ahí a una playa. No niego que la precupación me invadió y pensé en la salud de las hijas. Malasia se me hacía muy exótica para sus cuerpecitos acostumbrados al frío. Y ni qué decir de las enfermedades contagiosas. En fin, después de escuchar un no te preocupes, ya me informé, como unas diez veces, le di un rotundo ¡sí, vamos!


Vista del parque desde el hotel


En este blogg les conté ya del viaje a Hong Kong y de nuestra llegada a Kuala Lumpur.
Ala mañana siguiente, cuando salimos del hotel y caminamos por los alrededores de la ciudad, no dejó de invadirme esa sensación de un casi Déjà-vu gracias al medio de comunicación español. Las Torres nos acompañaron en nuestro sueño, pues se veían desde la ventana del hotel, pero salir esa mañana y empezar a recorrer un poco la ciudad, fue un poco curioso, porque antes de ver la producción española, ni se nos había ocurrido atravesar el continente en dónde vivimos y visitar Malasia. Pero ahí teníamos la cultura malasia frente a nuestros ojos. Obviamente el calor, que tanto deseábamos y el sol.

Lo primero que visitamos fue un parque a los pies de las Torres Petronas, y valga lo cursi, todo un oasis en la ciudad. El panorama verde alberga a muchas especies de flora y fauna. Sí, fauna, pues en muchos parques de Kuala Lumpur, los macacos proliferan en sus árboles y le dan ese carácter exótico a la ciudad. Deseamos ver de lejos a alguno, pero creo que las autoridades se han encargado de tener a estos animalitos un poco lejos de la vida urbana, pues se les considera una plaga que ha perdido el miedo del hombre.


El Centro Comercial Suria


En fin, en este parque, ubicado frente al centro comercial Suria, nuestras niñas disfrutaron el paraíso de los juegos infantiles. Al lado de estos, está una minipiscinita para chicos y grandes, quienes pueden refrescarse en el bochorno de la selva de Malasia.También el parque ofrece un espacio para los amantes deportistas con pistas especiales para corrrer.

Después de caminar por el área verde, entramos a uno de los centros comerciales más grandes de Asia. Suria.  6 pisos de tiendas y atraccions co todas las marcas internacionales. Malasia ofrece a su visitante un turismo de compras, pues los precios son mucho más accesibles que en otros países. Su moneda oficial es el Ringgit. Y bueno, sí ya estábamos ahí, había que aprovechar si se comparan los precios en Hong Kong, dónde habíamos estado un par de días antes.


La familia en Aquaria


Pero antes de darle rienda suelta a nuestros impulsos consumidores, entramos a comer al restaurant Chili's. Para recordar un poco nuestras visitas a este restaurante en México. Además, no se encuentran muchas sucursales de esta cadena norteamericana en el mundo. Así es que teníamos qué aprovechar.

En Kuala Lumpur estaríamos dos días, ese día tratamos de aprovecharlo al máximo y visitamos con las niñas el Acuario que está en ese mismo centro comercial, Aquaria, dónde pudimos ver las especies marinas del ecosistema malayo.

Después de la visita, nos dimos a la tarea de explorar un poco la ciudad a pie. Caminamos hacia la Oficina de Turismo de Malasia y conocimos el tráfico en esta ciudad. También entendimos por qué mucha gente no camina, y es que hay muy poca banquetas que lo permitan. Obviamente las motocicletas son un medio importante de transporte y se ven como si fueran moscas por todas sus calles.


Las Torres vistas desde la Oficina de Turismo

Al llegar a las oficinas, nos encontramos con todas las posibilidades que el viajero puede realizar en este paradisiaco país. En pocas palabras, el encuentro con la selva. Quien se interne en ella, podrá ver todos sus secretos, y hasta conocer al temible Tigre de Malasia

Nosotros nos habíamos decidido antes por una opción tranquila, Lankawi, ciudad de la cual hablaré después.

En Madam Kwans


La caminata nos abrió el apetito y esa noche era una obligación. Buscar un restaurante de comida malaya. Y bueno, no batallamos mucho para encontrarlo, pues en el Centro Comercial Suria, estaba el restaurant Madam Kwans. Creo que la comida en Asia proporciona al turista una explosión de sabor cuando la prueba. Ya queríamos conocerla.

Llegamos temprano a Madam Kwans y nos otorgaron una mesa sin problemas. Nuestras hijas prefirieron un platillo tradional del menú infantil, espagueti a la boloñesa, algo que siempre deja contentos a sus paladares. En cambio nosotros, tuvimos un encuentro con Nasi Lemak, el platillo más representativo malayo.


Nasi Lemak


Esta comida está compuesta de arroz bañado en leche de coco, nuez tostada y pollo en una salsa de chile y otros condimentos. La fruta es parte de este platillo, como el mango. Dos elementos son importantes también, los pepinos y el huevo, que puede ser duro o estrellado.

Para mi gusto, este último ingrediente se puede dejar fuera. Buen provecho, fue una deliciosa comida. Mi esposo trató otro platillo,  el chicken Rendang, un tipo de curry. También delicioso, pero un poco más picante. 

Explanada del Centro Comercial

La noche terminó con un paseo en el parque. Así contemplamos también las Torres Petronas iluminadas. El calor ya no era sofocante y fue muy agradable pasear bajo una noche de verano en Asia.

Las Torres de noche

El día siguiente nos esperaba e iríamos a conocer un poco más de la ciudad, aunque los pronósticos del  el clima no se veían nada favorables. Tendríamos un encuentro con la lluvia en el paraíso tropical. Tanto calor se puede soportar con un poco de lluvia.

Hasta mañana Malasia.

sábado, 18 de junio de 2011

Kuala Lumpur: la ciudad dónde las razas se funden

De Hong Kong a Malasia se hacen solamente cuatro horas por avión. Y aunque no están tan lejos, las diferencias entre el clima y la cultura sí son notorias. Hong Kong es un respiro entre el régimen autoritario chino y la libertad occidental. El clima en Hong Kong durante el mes de marzo fue templado, mientras que en la ciudad de Malasia, ya era un poco bochornoso. Lo que me impresionó al llegar a Kuala Lumpur fue observar cómo las diferentes razas humanas se están mezclando. La sociedad me pareció muy abierta.

Al aterrizar en su aeropuerto, nos recibió el calor de su gente y de su país. La vegetación nos abría paso entre los caminos de asfalto que han atravesado sus selvas. Al ir en el taxi, fuimos descubriendo las áreas pobladas. Casas habitadas en dónde el aire acondicionado no puede faltar. De seguro entre los árboles se podría ver la fauna exótica de este país asiático. A medida que nos acercábamos, crecía el deseo de ver a las Torres Petronas.

Así, entre la exhuberancia de su vegetación, una motocicleta estilo Vespa se iba abriendo paso entre los otros vehículos. Esa escena me pareció que estaba saliendo de una película de Bollywood. Su conductora, una chica de la cultura hindú, valga la redundancia, iba manejándola a toda velocidad. El Sari rosa barbie iba jugando con el viento, en especial su mascada. Hasta me imaginé la música que se escucha en estas películas y me imaginé a cientos de hindúes bailando en la carretera.

Bienvenidos a Kuala Lumpur, un país dónde sus visitantes de culturas remotas, van creando su propia civilización enmarcada por la tecnología. Eso es Kuala Lumpur,  la selva enredándose con el asfalto y la tecnología. Y las culturas. Pues en Kuala Lumpur viven malayos, chinos, hindús, euroasiáticos y europeos, entre otros.

Estas mezclas se fueron dando debido a las minas de estaño que en siglos anteriores habían atraído a los habitantes de Nepal, Birmania, Tailandia y China, entre otros. Aunque hay muchas culturas, el idioma oficial es el Malayo. Es muy divertido tratar de entender las palabras escritas en el país. Por suerte, muchos de sus pobladores hablan muy bien el inglés. El chino tiene una enorme presencia, así como el tamil y el cantonés. Curiosamente el idioma inglés es el oficial en las escuelas.




Esta fue una de las primeras fotos que tomamos mientras duraba nuestro trayecto del aeropuerto a la ciudad. Prometo otras mejores en el siguiente blogg

Y después de la imagen de la chica del Sari, aparecían a lo lejos las Torres Petronas. A partir de ahí, empezó la cacería de fotos. No sé cuántas hicimos.

Llegamos a la ciudad. La selva alejaba sus brazos verdes y daba paso al asfalto fundido entre las razas.
Era casi el anochecer y fue maravilloso ver  las torres iluminadas.

Fue en el Hotel Traders dónde nos hospedamos. Las Torres vigilaron nuestros sueños durante los tres días que duró nuestra estancia en la ciudad.

Y en Kuala Lumpur volvímos a vivir la presencia de las mezquitas que cantan, como en Dubái. Y el espejismo del viaje fue imaginarse que las Torres Petronas cantaban a los musulmanes, o mejor dicho, a su dios.

Iglesias, eso representaron para mí las Torres Petronas. Dos mezquitas imponentes que elevaban los cantos al Todopoderoso. ¡Buenas noches Kuala Lumpur, mañana te descubriremos!

sábado, 9 de abril de 2011

Hong Kong, cuarta parte

En el país de Mickey Mouse

Y después de ver la maravillosa vista de la ciudad, engalanada del astro Sol, dejamos el Hotel y nos fuimos en un taxi a la isla de Lantau, dónde está ubicada Hong Kong Disneylandia.

Los días se estaban pasando de volada, por suerte, durante nuestra estancia en Disneylandia, pudimos detener un poco el paso del tiempo y disfrutar de la inocencia que es dedicarse sólamente a visitar este parque de atracciones.

Hace un año, con la gran cantidad de turistas chinos en Disneylandia, les tocó a mis hijas ser el centro de atención. Todo el mundo las miraba y les tomaba foto. Querían salir con ellas. Este año, al parecer había más turistas y nuestras hijas pudieron pasar desapercibidas, lo cual hizo muy agradable la estancia, aunque esta vez también les hicieron fotos, pero no de manera masiva, como la última vez. Estoy segura de que a ellas les encanta posar para las chicas de China, que quieren fotografiarse con ellas.

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Disneyland Hotel

El primer día en Disneylandia, no teníamos planeado visitar el parque, pero debido al ofrecimiento del paquete del Hotel, decidimos entrar al parque.
En febrero del 2010, Disneylandia no estaba vacía, pero este mes de marzo del 2011, fue muy placentero porque no tuvimos que hacer largas filas.

Productos de tocador del Hotel

Antes de cenar, fuimos a tomar algo a uno de sus restaurantes, y las empleadas del Spa estaban ofreciendo un minimasaje de unos 10 minutos en la espalda. Oh, que delicia. A partir de ese momento decidí que tenía que ir a hacerme algún tratamiento. La chica me recomendó el masaje linfático porque beneficiaba al organsmo completo. Así es que iría el tercer día, antes de volar a Kuala Lumpur.

Ese día en Disneylandia, la visita a la atracción de Dumbo fue obligatoria, igual que al Small World. Ya no recuerdo cuántas veces nos formamos para entrar. El Carrusel de Cenicienta también estuvo en nuestro plan, así como el Mundo de Winnie the Pooh. Nuestra hija mayor fue con su papá a la atracción de Cars, y manejaron su propio auto.

El Carrusel de la Bella Durmiente

Si todo en la vida fuera de color de rosa como en Disneylandia, tendríamos otro mundo. Por eso, no nos arrepentimos y reservamos una mesa en el restaurant del hotel, para cenar acompañados de Mickey Mouse, Minnie, Goofie, Piglet y compañía. Obviamente, quienes más lo disfrutaron, fueron nuestras hijas, pues antes de dormir, fueron a escuchar la lectura de un cuento sobre Mickey Mouse, y luego éste hizo acto de presencia para darles las buenas noches.

Un segundo día en compañía de Mickey

Y la fiebre por el mundo mágico del ratón Mickey todavía no terminaba.  El 7 de marzo la alegría de las hijas nos iluminaba, y todos fuimos muy contentos de nuevo al parque. Ese día lo iniciamos con el Safari  en barco. Lo han hecho tan bien, que los cocodrilos, elefantes, hienas y hasta los aborígenes africanos, no pueden ser más real de lo que se ven. El efecto Disney, es sin lugar a dudas la explosión del volcán.


El Safari: más auténtico no podría ser

Uno de las atracciones que el año pasado no hicimos, fue el cine en tercera dimensión. Todos nos pusimos nuestros lentes y acompañamos a Donald en su paseo por el mundo musical. Olores de pasteles y otras delicias, viento y hasta gotas de agua, fascinaron a nuestras hijas, que gracias a dios, no se asustaron por el moderno espectáculo.




 Momentos del Desfile Celebration in the Air

El paseo por el parque lo terminamos con el Desfile de sus estrellas. Este año, Disneyland Hong Kong celebra sus primeros cinco años. El desfile al final del día se llama Celebration in the Air. Este parque tiene su área tradicional Fantasyland, Adventureland, Tomorrowland y la tradicional calle Main Street.

De nuevo el día terminó, con una cena en compañía de los personajes de Walt Disney y la lectura del cuento antes de ir a la cama y por supuesto, por la visita del ratón más famoso en el mundo infantil. Obviamente la lectora se dio cuenta de que nuestras hijas no entendían el cuento del todo, pues lo estaba leyendo en inglés. Después le dijeron de dónde eran y los idiomas que hablaban, y sorpresa, la chica era de Filipinas y entendía un poco español, hay que recordar que este país fue una colonia de España.

La mañana siguiente fue para preparar el siguiente punto en el viaje. Nos iríamos de Hong Kong, para visitar Kuala Lumpur, pero no sin antes pasar al Spa del hotel. Mientras estaba ahí, el papá entretenía a las hijas por las instalaciones del hotel. Por suerte tienen su área de juegos y un laberinto de arbustos muy divertido.

Cómo no van a estar felices los niños, si hasta hay Winnie Pooh en el búfet de postres

El masaje fue maravilloso, y aunque tuve un poco de estrés porque ya estábamos a punto de irnos, la experiencia fue inolvdable y recomendable. Estaba cargando energías para la futura mudanza que se acercaba en nuestra vida de Basilea, Suiza.

Adiós Disneylandia, que sigas creando fantasías y podamos olvidar un poco las desgracias en este mundo. Esperamos volver y pensar que el mundo es un mundo pequeño y sin problemas.

En el próximo Aterrizando les contaré de nuestras esperiencias en Malasia.
Que tengan un buen domingo y gracias por leerme.


sábado, 26 de marzo de 2011

Hong Kong, tercera parte

Se nos hizo el milagro

El tercer día, era nuestro día en Hong Kong. Cuando fuimos de nuevo a desayunar al Cafe Gray, vimos a la ciudad reluciendo, el sol había salido. Se nos hizo el milagro de ver la ciudad con su lado cálido.


Y salió el sol

Ni lo pensamos un segundo y nos fuimos lo más rápido que pudimos al mirador The Peak. El año pasado ya habíamos estado ahí. Y cual fue la sorpresa, que al bajar del taxi, vimos que en la entrada no había nadie. Hace un año, vimos la ciudad con más turistas de China, que se habían quedado en Hong Kong después de celebrar el Año Nuevo Chino. Así es que moraleja, el mejor tiempo para ir a visitar esta ciudad, es como lo hicimos este año, mucho después de las celebraciones.

Esta vez ni hicimos fila. Directo nos subimos al tranvía, que estaba ahí casi sólo para nosotros, a excepción de una una pareja china con los papás de uno de los dos, quienes ya le había echado ojito a las niñas. En el mirador, se tomaron fotos con ellas.

El tranvía llegó

Y llegamos. Fuimos a su mirador y sacamos todas las fotos con sol que quisimos de la ciudad.
Después, nos sentamos a tomar unos jugos y un cafecito y disfrutamos de la vista del sol. Hong Kong, esta vez no nos dejaste ir sin verte engalanado. Y de verdad que es otra vista.

Vista desde el mirador the Peak

El tiempo se nos estaba acabando y regresamos al hotel para empacar. Los días en la ciudad se acabaron para dar paso a una sorpresa más: la visita a Disneyland Hong Kong. Un paseo para las hijas, y también para nosotros. Dejamos la isla de Hong Kong para irnos a la isla de Lantau, en busca de las orejas de Mickey Mouse.

En la próxima edición, les contaré sobre nuestro encuentro con Miguelito y compañía.
¡Buenas noches!


martes, 22 de marzo de 2011

Hong Kong, segunda parte

Caminando hacia el romántico Star Ferry y la visita a nuestro sastre


De nuevo estoy aquí para continuar con la narración de nuestro viaje por Asia.
Quisiera comentar sobre las impresiones del camino hacia el hotel. El aeropuerto de Hong Kong, se encuentra en la Isla de Lantau. Esta, es muy interesante porque además de contar con este medio de transporte y comunicación, ofrece a sus turistas y claro, a sus ciudadanos, dos atracciones: Disneyland Hong Kong y la estatua del Budda gigante.


El teleférico dónde está el Gran Budda: Tian Tan

De Disneylandia, el visitante puede observar sólamente las señales viales desde la comodidad de su auto, en cambio, del Gran Budda (Big Budda), se pueden ver los cables del teleférico que empiezan en la estación del Metro Tung Chung. Es increíble ver este paisaje entre montañas. Eso es Hong Kong, fascinación entre mar, rascacielos y montañas, con el misticismo de la cultura oriental, que se abre hacia el mundo occidental, debido a su condición de excolonia inglesa.


Vista desde el Cafe Grey


Volviendo al tema del segundo día, y después de un reparador sueño, aunque muy corto para su servidora, pues me levante a las dos de la mañana por el cambio de horario, procedimos a desayunar, en punto de las siete de la mañana, hora en la que se abría el Cafe Grey, en el mismo Upper House.

Al llegar, la chica que nos otorgó la mesa, nos preguntó si acabábamos de llegar a la ciudad y si teníamos "Jetlag", por aquéllo de madrugar. Después de pedir las bebidas, las niñas pudieron jugar con unos bloquecitos de madera que representaban cada uno de los edificios más famosos de Hong Kong. Así podíamos nosotros disfrutar de la panorámica desde el restaurant. Ese día estaba nublado. Nuestro deseo era ver la ciudad con sol, pues en nuestro primer viaje, casi la vimos siempre con cielo gris. Habría que rezar un poco.


Nublado,  pero agradable si lo comparamos con el clima de Europa
Parque Harcourt

Después de comer panecillos tostados, pan de dulce, y unos hot cakes, nos fuimos caminando hacia la Estación de Star Ferry Hong Kong Island. Caminamos entre los pasillos del centro comercial Pacific Places. La verdad lo hicieron muy bien, pues se evita caminar entre el tráfico. Después, atravesamos el Parque Harcourt parque y llegamos hacia la misma.


Caminando hacia la estación del Ferry, ubicada en la Isla de Hong Kong


Durante el recorrido por el parque, pudimos ver a varios ancianos practicando el Tai Chi o a familias jugando en los alrededores del Centro de Convenciones. Estaba nublado, pero bochornoso. Había como unos 19 grados, que a nosotros nos sabían como a deliciosos. Para Hong Kong eso era invierno, pues en el verano se alcanzan más de 30 grados, que con la humedad del agua se pueden sentir como 40.


El famoso Star Ferry

El Ferry de Hong Kong tiene un horario maravilloso. Cada cinco minutos llega un barco entre cada estación. Nosotros queríamos cruzar hacia Hung Hom, en la Isla de Kowloon. Toda la nostalgia de la época colonialista inglesa se ve reflejada en sus barcos. Es maravilloso sentarse durante el recorrido, de hecho, es obligatorio, y dejarse llevar entre las olas que casi arrullan. La vista de los dos lados, Hong Kong Island y la península es maravillosa. Especialmente durante la noche. A las ocho en punto todos los rascacielos de la ciudad se engalanan con un espectáculo de luces y de láser (más o menos como el del Faro del Comercio, de Monterrey, cuando las había). Es como si en ese momento, la ciudad bailara.


Y llegamos a tierra. Es muy interesante ver la estación y observar todas las máquinas expendedoras que tiene por ahí. Desde venta de fundas para el celular, bebidas, hasta paragüas. Yvaya que sí son práticas.


Creaciones del diseñador Ermenegildo Zegna


Entonces, iniciamos nuestro camino por las calles de la ciudad para llegar a Raja Fashion, una compañía de sastres que hacen sus creaciones a la medida. Aunque casi cuestan lo mismo que en Europa, los trajes en Hong Kong son a la medida y a mejores precios que las marcas de alta costura, como Ermenegildo Zegna. Raja le produce trajes al mismo.

El año pasado estuvimos ahí. A mi esposo le terminaron dos y a mi unos vestidos de seda. La seda es de muy buena calidad, y no se le va el hilo. De verdad que los sastres chinos son estupendos. Quien no ha escuchado sobre la famosa seda china. Basta ya de publicadad, pero qué puedo decir, recomiendo verdaderamente la compañía pues los trajes de mi esposo están enteritos.

Tranvía de Hong Kong

Después de que le tomaran las medidas a mi esposo, nos fuimos. Esta vez fue imposible para mí la confección de un vestido, pues no estaríamos más de 5 días seguidos en Hong Kong. Ni hablar, será para la próxima. Mi esposo tuvo la ventaja de que el harían el mismo modelo de traje, por eso, no era necesaria una prueba.
El siguiente paso era buscar una estación de Metro y comprar nuestros boletos de transporte público, Octopus, para viajar por todo Hong Kong.

La comida china: el arte de la tentación, pero saludable

Una vez comprados los boletos, regresamos al hotel de nuevo con el Star Ferry. Había que dormir unas dos horas para reponer nuestro sueño. ¿Que por qué era urgente dormir? Pues porque nuestra pequeña hija se quedo dormida mientras probábamos unos Dim Sum en el restaurant Jade Garden.

La primera comida china del viaje

Esas anécdotas con los hijos. Primero dijo que no tenía hambre. Después, se le fueron cerrando los ojitos y definitivamente la tuve que cargar pues amenazaba en desplomarse en cualquier momento. Todo eso ante los ojos asombrados de una familia china que primero tuvo que ver cómo nos las arreglábamos con los palillo. "Es el cambio de horario", les aclaraba. Ellos, como la mayoría de los habitantes de Hong Kong, muy sonrientes y abiertos con nosotros los extranjeros.
Desde entonces, le decimos a nuestra segunda hija Dumpling, por aquéllo de la dormidita. En el menú del restaurante Jade Garden, también había Dumpling, además de Dim Sum. En tu honor, mi Dumpling.

Por suerte caminamos, pues lo único que nos esperaba esa tarde de Hong Kong, era su lado culinario.


El famoso pato pequinés, platillo predilecto de nuestras hijas

Después de la siesta, que duró dos horas, nos despertamos por la alarma que puso mi marido y nos dirigimos al Peking Garden, restaurant hermano del Jade Garden, en el Pacific Center y nos dispusimos a disfrutar del Pato Pequinés, la verdadera especialidad de Asia. Y claro, de nuestro segundo platillo favorito desde la primera visita: camarones con chile. Los camarones fueron para mi esposo y para su servidora, pero nuestras hijas, devoraron el pato.  ¡Casi no le dejaron al papá¡


Los famosos camarones: Sólo para mí, y bueno, para mi esposo

El tercer día en Hong Kong nos esperaba con algunas sorpresas, como la experiencia de su mirador the Peak y otra, en especial para nuestras hijas.

Esto se los contaré en el siguiente Aterrizando. ¡Buenas noches!

domingo, 20 de marzo de 2011

Hong Kong: una mirada hacia el futuro

Normalmente pensé en escribir este blog, sobre los viajes pasados, pero no puedo dejar de pasar más tiempo para contarles los detalles de nuestro último paseo, aprovechando que tengo dos días de haber regresado a Basilea. Las viviencias están calientitas, como si fueran un pan recién horneado.

Viajamos a Hong Kong. Esta es la segunda vez que visitamos una de las ciudades más modernas de Asia. La primera vez la visitamos en febrero del 2010, justo cuando acababan de pasar las celebraciones del Año Nuevo Chino. Esta segunda vez, la ciudad nos cautivó de nuevo.

La aventura comenzó el 4 de marzo, justo cuando Janina había terminado sus actividades del jardín de niños, y empezaban las vacaciones de la temporada del Carnaval en Basilea (Fasnacht). Era viernes. Por suerte, ella vivió muy intensamente las actividades y un día anterior, había participado en su desfile de Carnaval, Fasnachtumzug, como se le llama en alemán. Así es que sin mala conciencia por perdernos esta actividadad, nos fuimos a la ciudad alemana de Múnich, para de ahí salir rumbo a Asia.


Mi hija mayor, segunda de izquierda a derecha, en su desfile del Carnaval, un día antes de viajar. Todos hicieron sus máscaras y disfraces. Increíble. Sus maestras son unas auténticas admiradoras del Fastnacht.  ¡Felicidades! *


En el aeropuerto de Basilea, el empleado de Lufthansa, nos informó que probablemente no podría viajar, pues com mexicana necesitaba una visa. Nosotros habíamos investigado bien, y ya había ido el año anterior. Finalemente, revisó bien y nos dijo que no había problema. Así, sin problemas, las maletas se fueron y nosotros teníamos los pases de abordar hasta Hong Kong.

En Múnich, Alemania, partimos a las diez de la noche. Una hora más tarde, nuestras dos querubinas se habían quedado dormidas. Después de ver la película "el discurso del rey" (the King's speech), dormimos también. Esa es la ventaja de un vuelo en la noche. No siempre se puede escoger, pero es muy recomendable viajar a esta hora.

Y llegamos a Hong Kong. Todo el vuelo estuvo súper tranquilo. Los pasajeros, compuestos entre europeos, asiáticos y esta mexicana, ignoro si iba otro latino, disfrutamos ese viaje. La diferencia entre las pantallas individuales y las colectivas es enorme. En ese vuelo de Lufthansa, hasta las niñas pudieron ver sus caricaturas y jugar vídeojuegos. Viva la individualidad y los vuelos nocturnos.

Fue muy agradable volver a ver las instalaciones del Aeropuerto Chek Lap Kok. En ese momento, las filas de migración no fueron largas y de nuevo fuimos "escaneados" por los empleados, quienes se aseguraban de que nadie llegara a Hong Kong con fiebre. Todavía hay que recordar el caso de la fiebre A1H1. La pregunta para nosotros en ese momento era : y si tienes gripe, ¿qué pasa? Mejor no averiguarlo, se los aseguro.

Las maletas llegaron y alguien del hotel nos estaba esperando.
Salimos al estacionamiento y una suave brisa de 18 grados acarició nuestras mejillas. Ah, que bello es distanciarse un poco del invierno en Europa. ¡Buenas noches Hong Kong! Eran las cuatro de la tarde. Todavía teníamos un poco de tiempo para ver la ciudad antes de ir a dormir. Y eso sólo era posible porque dormimos en el vuelo.


Vista desde el cuarto

Llegamos al hotel Upper House, situado en la parte de la Isla de Hong Kong. Después de un rápido regaderazo, nos fuimos al Centro Comercial Pacific Place, que está frente al hotel y todos emocionados, preguntamos por una mesa en el restaurant Pekin Garden, porque deseabamos probar el Pato Pekin de nuevo. Era sábado en la noche, y la espera duraría hasta las ocho y media. Una verdadera pena, pero la cena china tendría que esperar hasta el domingo. Buscamos otro restaurant en el centro comercial, pues no queríamos alejarnos del hotel y llegamos hasta el restaurant italiano Domani. No necesitabamos pasta, pero el antipasti, la lasaña y el risotto estuvieron maravillosos. Un autentico sazón de Italia, confirmado por la degustación de sus capuchinos.

Un capuchino en Hong Kong

Así terminaba esa noche. Las hijas estaban muy emocionadas y de buen humor. Nos dormimos a las diez de la noche y despertamos a las cuatro de la mañana. Nos fuimos a desayunar a las siete de la mañana al restaurant del hotel Cafe Grey, y la chica nos pregunto si teníamos problemas con el cambio de horario. Eramos los únicos. Disfrutamos un rico desayuno encabezado por unos hot cakes, que probamos el año anterior. Así comenzaba el primer día.


Buenas noches, nos vemos mañana


Caminando hacia el romántico Star Ferry y la visita a nuestro sastre

Este tema, se los platicaré la siguiente ocasión. Ahora mismo son las nueve y media de la noche y pronto tendré que ir a la cama. Llevamos dos días durmiendo temprano. Es la primera vez en mucho tiempo que no tenemos cambio de horario. El regreso nos ayudó, porque llegamos a las once de la noche a Basilea.
Buenas noches, que tengan dulces sueños y pronto les seguiré contando.

* Nota, el personaje que representaron todos el grupo del jardín de niños de mi hija, se llama Waggis.