martes, 22 de marzo de 2011

Hong Kong, segunda parte

Caminando hacia el romántico Star Ferry y la visita a nuestro sastre


De nuevo estoy aquí para continuar con la narración de nuestro viaje por Asia.
Quisiera comentar sobre las impresiones del camino hacia el hotel. El aeropuerto de Hong Kong, se encuentra en la Isla de Lantau. Esta, es muy interesante porque además de contar con este medio de transporte y comunicación, ofrece a sus turistas y claro, a sus ciudadanos, dos atracciones: Disneyland Hong Kong y la estatua del Budda gigante.


El teleférico dónde está el Gran Budda: Tian Tan

De Disneylandia, el visitante puede observar sólamente las señales viales desde la comodidad de su auto, en cambio, del Gran Budda (Big Budda), se pueden ver los cables del teleférico que empiezan en la estación del Metro Tung Chung. Es increíble ver este paisaje entre montañas. Eso es Hong Kong, fascinación entre mar, rascacielos y montañas, con el misticismo de la cultura oriental, que se abre hacia el mundo occidental, debido a su condición de excolonia inglesa.


Vista desde el Cafe Grey


Volviendo al tema del segundo día, y después de un reparador sueño, aunque muy corto para su servidora, pues me levante a las dos de la mañana por el cambio de horario, procedimos a desayunar, en punto de las siete de la mañana, hora en la que se abría el Cafe Grey, en el mismo Upper House.

Al llegar, la chica que nos otorgó la mesa, nos preguntó si acabábamos de llegar a la ciudad y si teníamos "Jetlag", por aquéllo de madrugar. Después de pedir las bebidas, las niñas pudieron jugar con unos bloquecitos de madera que representaban cada uno de los edificios más famosos de Hong Kong. Así podíamos nosotros disfrutar de la panorámica desde el restaurant. Ese día estaba nublado. Nuestro deseo era ver la ciudad con sol, pues en nuestro primer viaje, casi la vimos siempre con cielo gris. Habría que rezar un poco.


Nublado,  pero agradable si lo comparamos con el clima de Europa
Parque Harcourt

Después de comer panecillos tostados, pan de dulce, y unos hot cakes, nos fuimos caminando hacia la Estación de Star Ferry Hong Kong Island. Caminamos entre los pasillos del centro comercial Pacific Places. La verdad lo hicieron muy bien, pues se evita caminar entre el tráfico. Después, atravesamos el Parque Harcourt parque y llegamos hacia la misma.


Caminando hacia la estación del Ferry, ubicada en la Isla de Hong Kong


Durante el recorrido por el parque, pudimos ver a varios ancianos practicando el Tai Chi o a familias jugando en los alrededores del Centro de Convenciones. Estaba nublado, pero bochornoso. Había como unos 19 grados, que a nosotros nos sabían como a deliciosos. Para Hong Kong eso era invierno, pues en el verano se alcanzan más de 30 grados, que con la humedad del agua se pueden sentir como 40.


El famoso Star Ferry

El Ferry de Hong Kong tiene un horario maravilloso. Cada cinco minutos llega un barco entre cada estación. Nosotros queríamos cruzar hacia Hung Hom, en la Isla de Kowloon. Toda la nostalgia de la época colonialista inglesa se ve reflejada en sus barcos. Es maravilloso sentarse durante el recorrido, de hecho, es obligatorio, y dejarse llevar entre las olas que casi arrullan. La vista de los dos lados, Hong Kong Island y la península es maravillosa. Especialmente durante la noche. A las ocho en punto todos los rascacielos de la ciudad se engalanan con un espectáculo de luces y de láser (más o menos como el del Faro del Comercio, de Monterrey, cuando las había). Es como si en ese momento, la ciudad bailara.


Y llegamos a tierra. Es muy interesante ver la estación y observar todas las máquinas expendedoras que tiene por ahí. Desde venta de fundas para el celular, bebidas, hasta paragüas. Yvaya que sí son práticas.


Creaciones del diseñador Ermenegildo Zegna


Entonces, iniciamos nuestro camino por las calles de la ciudad para llegar a Raja Fashion, una compañía de sastres que hacen sus creaciones a la medida. Aunque casi cuestan lo mismo que en Europa, los trajes en Hong Kong son a la medida y a mejores precios que las marcas de alta costura, como Ermenegildo Zegna. Raja le produce trajes al mismo.

El año pasado estuvimos ahí. A mi esposo le terminaron dos y a mi unos vestidos de seda. La seda es de muy buena calidad, y no se le va el hilo. De verdad que los sastres chinos son estupendos. Quien no ha escuchado sobre la famosa seda china. Basta ya de publicadad, pero qué puedo decir, recomiendo verdaderamente la compañía pues los trajes de mi esposo están enteritos.

Tranvía de Hong Kong

Después de que le tomaran las medidas a mi esposo, nos fuimos. Esta vez fue imposible para mí la confección de un vestido, pues no estaríamos más de 5 días seguidos en Hong Kong. Ni hablar, será para la próxima. Mi esposo tuvo la ventaja de que el harían el mismo modelo de traje, por eso, no era necesaria una prueba.
El siguiente paso era buscar una estación de Metro y comprar nuestros boletos de transporte público, Octopus, para viajar por todo Hong Kong.

La comida china: el arte de la tentación, pero saludable

Una vez comprados los boletos, regresamos al hotel de nuevo con el Star Ferry. Había que dormir unas dos horas para reponer nuestro sueño. ¿Que por qué era urgente dormir? Pues porque nuestra pequeña hija se quedo dormida mientras probábamos unos Dim Sum en el restaurant Jade Garden.

La primera comida china del viaje

Esas anécdotas con los hijos. Primero dijo que no tenía hambre. Después, se le fueron cerrando los ojitos y definitivamente la tuve que cargar pues amenazaba en desplomarse en cualquier momento. Todo eso ante los ojos asombrados de una familia china que primero tuvo que ver cómo nos las arreglábamos con los palillo. "Es el cambio de horario", les aclaraba. Ellos, como la mayoría de los habitantes de Hong Kong, muy sonrientes y abiertos con nosotros los extranjeros.
Desde entonces, le decimos a nuestra segunda hija Dumpling, por aquéllo de la dormidita. En el menú del restaurante Jade Garden, también había Dumpling, además de Dim Sum. En tu honor, mi Dumpling.

Por suerte caminamos, pues lo único que nos esperaba esa tarde de Hong Kong, era su lado culinario.


El famoso pato pequinés, platillo predilecto de nuestras hijas

Después de la siesta, que duró dos horas, nos despertamos por la alarma que puso mi marido y nos dirigimos al Peking Garden, restaurant hermano del Jade Garden, en el Pacific Center y nos dispusimos a disfrutar del Pato Pequinés, la verdadera especialidad de Asia. Y claro, de nuestro segundo platillo favorito desde la primera visita: camarones con chile. Los camarones fueron para mi esposo y para su servidora, pero nuestras hijas, devoraron el pato.  ¡Casi no le dejaron al papá¡


Los famosos camarones: Sólo para mí, y bueno, para mi esposo

El tercer día en Hong Kong nos esperaba con algunas sorpresas, como la experiencia de su mirador the Peak y otra, en especial para nuestras hijas.

Esto se los contaré en el siguiente Aterrizando. ¡Buenas noches!

1 comentario:

  1. Ay Yanet ya se me antojaron todas esas delicias chinas, es que has de saber que hace meses que no como platillos chinos, o al menos algo parecido. Aquí entre nos, no me animo a probar la comida china en mi pueblo, dicen que son gaviotas en vez de pollo :S

    en fin, algún día me desquitaré y le daré placer a mi cuerpecito latino. Gracias por compartir tus experiencias de viaje! Muy amena tu escritura y como narras las viviencias ;D

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