jueves, 25 de octubre de 2012

Bolzano o Südtirol, un lugar dónde te apapachan


Hola amigos de Aterrizando. Les había prometido la reseña del viaje a la ciudad de Hamburgo, Alemania, pero se las debo después de esto que les voy a contar. Y es que entre Oslo y Hamburgo estuvimos en una región del norte de Italia, en Bolzano. La visitamos cuatro días, pero esta visita nos llenó de energía, precisamente, porque no tuvimos un programa muy amplio. El estrés del viaje, por decirlo así, estuvo entre nadar e ir a la cena. En fin, ahora les cuento.



Estas vacaciones fueron para descansar


Por increíble que parezca, en el norte de Italia hablan alemán. La región es conocida en alemán como Südtirol, o el Tirol del sur. Suena confuso, pero Bolzano, el nombre en italiano de la región, está pegadito a Austria. Y por suerte, no muy lejos de Suiza. La ciudad representativa es Merano, a la cual ya habíamos visitada en un viaje anterior.

El viaje lo iniciamos casi saliendo nuestras hijas de vacaciones de otoño. Planeamos ir el viernes 28 de septiembre, pero mi esposo no pudo adelantar la salida. Así, con un poco más de tiempo para preparar la maleta, salimos de Basilea el sábado 29 por la mañana. Tratamos de no llevar mucho equipaje, pero empacamos hasta los zapatos para la caminata, porque por eso es conocido Bolzano, por sus pasajes en la montaña para los excursionistas.

La ruta fue la siguiente. Viajamos desde Basilea hasta el cantón de los Grisones. Después seguimos hacia la ciudad de Klosters. Ahí viajamos con un autotren, por el túnel conocido como Vereina. Llegamos a Engadin, en Suiza y manejamos hasta la ciudad fronteriza con Italia, Mustair. De ahí atravesamos el país hasta una ciudad en Bolzano conocida como San Martin, ahí estaba nuestro hotel.


Un apapacho culinario


Al llegar a Bolzano, nos dimos cuenta que la manzana es uno de sus principales productos agrícolas. Había árboles esperando la cosecha de hermosas manzanas rojas y verdes. Era la época de la recolección y por la carretera principal hacia San Martin, circulaban los vehículos que llevaban dichas frutas a su destino final. Así es que la llegada al Hotel Andreus, fue un poco más tarde de lo que planeamos, por la velocidad lenta de estos transportes.

Ya estábamos de vacaciones, así es que a relajarse. El Hotel nos recibió con una bebida de bienvenida y nos dieron toda la información. Este lugar tiene una piscina al aire libre y en su interior. Aunque ya no era verano, pudimos nadar muy cómodamente por su agua caliente. Realmente así transcurrieron nuestros días, entre los desayunos, las mañanas en la piscina y en las cenas. En este hotel nos consintieron.  Si Austria es famosa por su cocina, Bolzano no se queda atrás con sus atractivos culinarios.

Sin ganas de irnos de este oasis de tranquilidad


Las niñas fueron una mañana a su Club de Niños, y por primera vez se quedaron a comer. Ellas lo disfruron mucho, pero el chiste era también que disfrutaran el tiempo con nosotros, por eso, sólo fueron una mañana.

Como ven, esta vez no puedo darles muchos detalles de los lugares para ir de excursión, porque nuestros zapatos se quedaron guardados en la maleta. Tenemos que hacer otro viaje a esta parte de Italia para conocer su paraíso de montañas.

Todos nos relajamos, pero en especial el papá, quien cargó sus pilas, ya que a la semana siguiente tendría una presentación anual en su trabajo, y tendría uno de sus tiempos más extenuantes en la oficina. Así es que disfrutamos estos días de estar solamente en el hotel.

El Jardín Trautmannsdorf y su Panorama para intrépidos

Y bueno, para no quedarnos sin ver nada nuevo, decidimos ir a un jardín botánico a unos veinte minutos de San Martin, el Trautmansdorf, en Merano. Cerca de nuestro hotel se encuentra esta ciudad, famosa por sus piscinas termales. Enj un viaje anterior visitamos su centro y en éste, decidimos ir a ver este jardín.


El Jardin Trautmannsdorf


Y no fuimos los únicos, el estacionamiento estaba lleno de visitantes y en especial de autobuses. El clima templado invitaba a visitarlo, en especial porque tuvimos una pausa de la lluvia y esto nos permitió a todos caminar por sus hermosos jardines.

En este lugar se encuentra un castillo con el mismo nombre, que ha sido famoso porque ahí vacacionó la emperatriz austriaca, Elizabeth, mejor conocida como Sisi. Los jardines rodean un lago y lo maravilloso para mí, fue encontrar un área dedicada a los diferentes tipos de cactús. Recordemos que aunque Italia no es un desierto, tiene un clima cálido y agradable muchos meses del año.


La famosa plataforma

Sí yo estaba feliz con los cactús que me recordaban a México, mi esposo lo estuvo aún más porque había una plataforma de dónde se podía contemplar el jardín y la ciudad de Merano. Estaba súpersegura en la construcción, pero ofrecía a quien la visitara, la sensación de caminar en el aire. Lo mejor es no ver hacia abajo y listo, ¡prueba superada! Nuestras hijas salieron al papá y caminaron sin ningún problema, en cambió yo, sentí que me iba a caer.


Hasta tunas encontramos

De regreso al hotel, me encontré con una imagen que sólo pude guardar en mi memoria y no en mi cámara. A un lado de la avenida, vimos a un grupo de 4 trabajadores recolectando manzanas, en una especie de plataforma. Este fue uno de los pocos contactos con los bolzanos. Nos sonríeron y yo les dije adiós. De verdad que estaban para una foto de revista.

Nos encontramos a un ángel 

Los días se acababan y el regreso era inminente. Por desgracia no escuchamos mucho italiano, sólo alemán. Lo interesante de esta ciudad en Italia, es que sus habitantes son bilingües. También su apariencia es media italiana, porque muchos tienen los típicos rasgos de los alemanes o austriacos.


Vista desde el restaurant del Hotel
Bella Vista, una panorámica para
sentarse y contemplarla

Dejamos el hotel y mi esposo tomó una ruta que nos llevó a contemplar un panorama especial de las montañas. Debo decir que manejar en las montañas, me lleva a dormir. Tantas vueltas y con el calor del sol, pues me resultan inevitables, y a mi hija menor le sucede lo mismo.

Cuando despierto, mi esposo me muestra el lugar dónde haremos la pausa del mediodía. Lo primero que veo es una montaña con la punta nevada y un hotel enfrente de la misma, el Bella Vista. Es el hotel de la leyenda italiana de esquí,  Gustav Thöni. Ahí pudimos ver un minimuseo en su honor. El lugar se llama Trafoi.


Bellos alpes

Ahí comemos y nuestras hijas se olvidan de la comida para ir a los juegos del restaurant. Las tenemos a nuestro alcance. En este restaurant, pude intercambiar palabras con su mesera, una señora de media apariencia italiana, pero con facciones de austriaca. O al revés, bueno, mezclada, pero con la simpatía que caracteriza a los italianos. Nos preguntó de dónde veníamos. Le aclaré que de Bolzano y que iríamos a Basilea. Claro, sin olvidarme de decirle que era mexicana.


De regreso a casa por los alpes:
ahora sí, nadie me cuenta lo que es estar arriba de las
 montañas.

Lo peculiar de su personalidad para mí, fue que se veía como un ángel. No puedo decir a ciencia cierta, que era lo que me lo transmitía. Aquí encontré un cliché de los Bolzanos. Se dice que el Südtirol es famoso por su cordialidad, y de verdad es cierto. Los hoteles en Austria y Bolzano, son famosos por su amabilidad y por su comprensión con los niños.


Mientras comíamos, vimos al cocinero que salío al área de mesas y le entrego un plato a la mesera. Después ella se acercó a nuestra mesa y nos regaló dos platos extras de papas fritas. De verdad, un bello detalle. Mis hijas y mi marido pidieron una milanesa al estilo austriaco, Wienerschnitzel y yo pedí una sopa. La verdad es que se me antojó tanto el famoso pay de manzana, Apfelstrudel, pero no pude, será para la próxima visita a esta bella región en el norte de Italia. Por lo pronto, aquí les dejo unas fotos y mi añoranza por esta bella región de Europa. Hasta el próximo Aterrizando en dónde les presentaré la ciudad norteña de Hamburgo, tierra de marineros y la consentida de Alemania.


viernes, 12 de octubre de 2012

Oslo, la ciudad del Nobel

Ahora les sigo platicando del viaje de fin de semana que hicimos a Oslo, el 22 de septiembre de este año.

Después de comer en el área del puerto Aker Brygge, caminamos por su explanada hasta el Centro Nobel, Nobels Fredssenter, en noruego. Este museo alberga la historia de la entrega de los Premios Nobel de la Paz. Como muchos de ustedes saben, los premios se entregan en Suecia. Los reyes suecos entregan cada año este premio que el jurado del mismo ha elegido.


El pavillón dedicado a todos los ganadores del
Premio Nobel de la Paz

Sólo el Premio Nobel de la Paz, se entrega en Oslo, Noruega. ¿Por qué? Pues nadie lo sabe a ciencia cierta. Existe una explicación sobre la decisión de Alfredo Nobel de entregar este premio fuera de Suecia. Supuestamente admiraba el sistema político de Noruega, por eso decidió otorgar este famoso Premio Nobel de la Paz en este país vecino a Suecia. Así, todos los 10 de diciembre, se hace la entrega de este galardón.

Y precisamene el Centro Nobel nos ofrecía un refugio a la llovizna que ese sábado 22 de septiembre. Entramos y visitamos a las actuales ganadoras del 2011: Ellen Johnson Sirleaf, Leymah Gbowee y Tawakkol. Temerarias mujeres luchando contra un destino adverso.

Lo que más nos gustó del centro, fue el Area de los Ganadores. En un cuarto oscuro, iluminado como si fueran estrellas, estaban los retratos electrónicos de todos los ganadores. Verdaderas estrellas de la paz. Curiosamente estoy escribiendo este nuevo Aterrizando el viernes 12 de octubre, y hoy se ha dado a conocer que la Comunidad Europea ha sido el ganador de este año.

Al salir, vimos el Palacio Municipal, pues está enfrente.

Ahora venía una pausa de compras. Caminamos de regreso al hotel y visitamos algunas tiendas en la ciudad. Nos gustaron las tiendas dedicadas al hogar. Precioso el diseño de los muebles y accesorios para el hogar. No por nada los escandinavos son famosos por sus creaciones.

En el camino, vimos un restaurante que mi esposo había visto en uno de nuestros libros-guía, el Stortorverts gjestgiveri. Llegamos y reservamos una mesa para cenar. Después regresamos al cuarto del hotel y descansamos un poco, ya eran casi las seis de la tarde.


Un típico restaurant noruego del siglo XVIII


En este restaurant, tuvimos la típica comida noruega. Mi esposo cenó un platillo preparado con reno, qué bárbaro, ¿verdad? El mío fue uno con salmón. Los dos tomamos de entrada una sopa de cebolla. Nuestras hijas no comieron nada, estaban satisfechas de la comida del medio día, sólo tomaron leche.

De postre, pedí un pastel de chocolate estilo fondante, con un jarabe de gengibre. Mi esposo pidió un típico postre noruego y quedó fascinado, ya quiere que le busque la receta. Era una especie de crema combinada con un crumble y frutas del bosque. La verdad, el ambiente del restaurante fue muy acogedor, que recordaba la Noruega del siglo XVIII, en el que se fundó.

Caminamos hasta el hotel y listo, ¡buenas noches!, ya era hora de dormir.


Operahuset


La mañana siguiente la comenzamos visitando la Opera, la Nueva Opera, un edificio sorprendente por la innovación arquitectónica. Está construido a base de mármol blanco y de cristal y tiene una capacidad para 1,364 espectadores. El edificio ganó el Festival Mundial de Arquitectura en Barcelona, en el año 2008. Su arquitecto fue el estudio de arquitectura Snøhetta.

 ¡Adiós oslo!

Se nos estaba acabando el tiempo en esta ciudad. Ya era domingo y volaríamos a Basilea por la tarde, a las cinco, apróximadamente.



Fortaleza Akershus


Después de dejar el hotel, caminamos de nuevo a la ciudad, para visitar la Fortaleza Akershus, de ahí tuvimos una bonita vista del puerto. Después, caminamos de nuevo al puerto y visitamos la nueva área en Tjuvholmen, que todavía está en proceso de construcción. Esta nueva área está formada por edificios habitacionales y un nuevo museo, el Museo de Arte Contemporáneo Astrup Fearnley, esto al final de la esplanada del puerto. El museo estaba todavía en construcción cuando estuvimos ahí, pero lo inaugurarían a finales del mes.  De verdad, una hermosa área para vivir, pues la vista debe ser maravillosa si se tiene un departamento en las alturas.



Museo y edificios en el Tjuvholmen


Tiempo de correr. Sí, teníamos que buscar un restaurante antes de regresar al aeropuerto. Encontramos el café Sorgenfri, algo así como Café sin preocupaciones. Este no era un restaurante noruego, sino danés. Para nuestra sorpresa, nuestra hija menor pidió una sopa de mariscos. Mi esposo y mi hija mayor compartieron un plato de albóndigas y yo pedí tres tipos diferentes de arenque en salsa, sin el aquavit, una especie de licor que se toma después del pescado. Este pescado lo sirven crudo en diferentes salsas. Un poco pesado, mejor lo hubiera pedido con los digestivos. En fin, después caminamos hasta el hotel. De ahí nos dirigimos a la Estación de Trenes, que está enfrente del hotel y finalmente documentamos para volar de regreso a Basilea.

De verdad que fue un bonito fin de semana. Una visita exprés a Oslo, pero que nos ha abierto el apetito por conocer más del país. Probablemente en verano, cuando no haga tanto frío.

Hasta aquí mi Aterrizando. En el próximo, les contaré del viaje que hice con mis hijas al Puerto de Hamburgo, en Alemania, dónde vivimos hace ocho años. Me dio gusto ver la ciudad y en especial, volver a ver  mis amigas que entonces, ahí conocí. ¡Hasta pronto y feliz fin de semana!



jueves, 4 de octubre de 2012

Oslo, la que un día fue llamada Cristianía

Y empezaba el recorrido en el segundo día, de ese fin de semana en Oslo. Lo que no sabíamos, es que ese fin de semana había un evento muy importante en la ciudad. Ahora les cuento.

Su Catedral. Aquí se casaron los
 príncipes Harkon y Mette-Marit

Desayunamos en el Hotel Clariond, con no sé cuántos turistas más. Y claro, ese día se celebraría también el Maratón Noruego. No éramos los únicos visitantes que caminaríamos por la ciudad. Era el sábado 22 de septiembre, a las diez de la mañana y nos esperaban muchos lugares interesantes por conocer de Oslo.


In Memoriam


El día sería largo, pues queríamos aprovechar al máximo nuestra corta estancia. Lo primero que vimos fue la Catedral del Salvador, ahí se casaron los actuales herederos al trono noruego: el príncipe Harkon y Mette-Marit. Su matrimonio es un ejemplo de la apertura de esta sociedad. Ella tuvo un pasado que la distanciaba de la familia real. La prensa la calificó como una partygirl. Fiestas y drogas, así como la maternidad antes del matrimonio, fueron las cartas de presentación de la actual princesa. Pero el amor triunfó y esta cenicienta escandinava ha cumplido once años casada con el heredero.

En fin, lo único que quiero destacar es la apertura de la sociedad noruega. Pero por desgracia, no todo ha sido oro en este país escandinavo. Recordemos los acontecimientos de Utoya, el año pasado. En la Catedral, pudimos ver un corazón en recuerdo a los caídos de la masacre. La herida está ahí, y no ha cicatrizado. Nadie imaginó este acontecimiento, especialmente en un país tan abierto cultural y políticamente.


El Parlamento. Storting


Pasando a temas menos tristes, les cuento que la ciudad estaba preparándose para su marathon. Nos llamó mucho la atención escuchar el himno noruego en las bocinas que habían instalado en una de sus avenidas principales, la Karl Johans gate. Con el himno me refiero a la canción Take on me, del grupo A-ha. De seguro están muy orgullosos del mismo, y con razón. Curiosamente los vimos hace un año en Basilea. Este grupo dejó una huella fuerte en Europa, y en el mundo.


Palacio Real. Det kongelige slott

Después caminamos hacia el Palacio Real, que realmente es el palacio del pueblo, porque ahí se dan cita todos los noruegos inmediatamente brille el sol. Ese día, estaba nublado y con lluvia a la chipichipi, así es que no vimos a mucha gente. Normalemente los noruegos vienen aquí a sentarse en sus prados verdes. La entrada está vigilada por unos estrictos guardias, pero de alguna manera el palacio da una sensación de que cualquiera puede entrar y visitar a la familia real. Pero a pesar de esta percepción, de seguro está muy vigilado.
Seguimos caminando y llegamos a la entrada trasera dónde hay un bonito estanque. Un ejercito, pero de patos, nos recibió.

Aquí vemos la plataforma en Holmenkohlen

Continuamos hacia los siguientes dos puntos de nuestro recorrido. El primero fue la montaña Holmenkohlen, a unos cuantos kilómetros de la ciudad, y que alberga a la plataforma de salto de esquí. Bueno, no tuvimos que ir hasta allá,  porque la vimos desde el barrio Uranienborg, en dónde se encuentran muchas embajadas, y casas antiguas.


Finalmente llegamos a una de las principales atracciones de Oslo, el Parque Frogner, en cuyo interior se encuentra el Parque de Vigeland, dedicado a las esculturas del noruego Gustav Vigeland, con unas doscientas esculturas de granito y bronce. Quizá para muchos algo inusual, pues son desnudos. Las esculturas no están solas, el visitante puede admirar sus hermosos jardínes. Aunque nos tocó un mal clima, nos maravillamos por estas obras de arte.


Y llegamos al Parque Frogner. Al fondo, su famoso
monolito compuesto de figuras humanas

Una amiga americana me dijo que no le gustó el parque, se le hizo grotesco. Bueno, ¿será que me he acostumbrado a las manifestaciones artísticas europeas? Ya tengo 15 años viviendo en este continente. Fuera de este tema, el parque es muy recomendable. También aquí se dan cita todos los noruegos, claro, con buen clima, por supuesto.

Infantes al estilo Vigeland


Cuentan las guías de libros sobre Oslo, que en el verano muchas camas están vacías en este país, y es que no es raro, nada más imaginarse que casi todo el año hay poca luz. Por eso los entiendo de que aprovechan al máximo la vida en el verano.


Perfección en granito


Después de recorrer el parque, entramos al Café del mismo. Fue muy reconfortante descansar después de la caminata. Ahora nos esperaba de nuevo la ciudad. Así es, que a caminar otra vez entre el chipichipi, al estilo Hamburgo, ciudad alemana dónde vivimos y con este tipo de clima. Un clima marítimo. Quizá cansa tanta lloviznita, pero el premio es respirar aire marino. ¡Muy saludable!


Biblioteca Nacional


Y bueno, el propósito de no ir de compras no se llevó a cabo, porque vimos una tienda muy tentadora de cosas para el hogar. En nuestra visita a Oslo, nos dimos cuenta que este tipo de tiendas de artículos para el hogar y decoración son muy representativas. Probablemente porque el noruego, como el resto de los escandinavos, pasa mucho tiempo en el hogar durante el invierno. La que salió ganando, fue nuestra pequeña hija, porque encontramos una lanchera para su jardín de niños con la figura de un caballito. Adora los equinos.


Los atletas en el área del Aker Brygge

Caminamos y nos encontramos con el edificio de la Biblioteca Nacional. Después empezamos a ver corredores del maratón. Fialmente llegamos a la región del puerto de Oslo, conocida como Aker Brygge, en dónde se encuentran restaurantes y tiendas. Ahí, elegimos el restaurant Jacob All para comer, pues ya era mediodía. Nos sentamos afuera, porque toda la terraza del restaurante tenía calentadores en el techo, y hasta mantas, para los friolentos como yo.


Hay muchas leyendas sobre los osos polares en Noruega.
Esplanada del Aker Brygge

La comida, no fue noruega, eso nos esperaría en la noche, pero tuvimos la mejor vista para ver a los atletas del maratón. Después de esta pausa, buscamos el famoso Centro Nobel, del cual les hablaré en el siguiente Aterrizando. Por lo pronto la ciudad, que en algún momento se llamó Cristiania, nos estaba gustando mucho y todavía encontraríamos muchos detalles por ver y apreciar. ¡Hasta luego y buenas noches!



martes, 25 de septiembre de 2012

Oslo, de ciudad de pescadores, a urbe con poder adquisitivo


En este Aterrizando les voy a platicar sobre nuestro viaje al norte de Europa, a la ciudad de Oslo, en Noruega, país perteneciente a la región de Escandinavia, conocida también como los países nórdicos. El corto tiempo que estuvimos en la capital de Noruega, fue suficiente para querer regresar de nuevo.  Y es que el norte de Europa no sólo es frío, es el aire marino, puro, fresco. Es el color especial del cielo, un azul celeste sin comparación. Es el fenómeno de la aurora boreal. Es la vanguardia en el diseño arquitectónico y en el caso de Noruega, es la vanguardia en su multiculturalismo. Aunque los hechos insensatos de Utoya, todavía están plasmados en el corazón de sus habitantes.

Llegamos el viernes 22 de septiembre por la tarde, casi al anochecer. Volamos desde Zurich durante dos horas. Antes de partir, nos informamos de los principales lugares que visitaríamos. La ciudad es pequeña, así es que la recorreríamos caminando.


¡Bienvenidos a Noruega!


Y la verdad que fue posible. Las predicciones del clima eran favorecedoras. 14 grados la temperatura máxima. Sí, pero la verdad, no me confíe. Para eso, mis hijas y yo, llevamos las chaquetas de invierno, los guantes y las bufandas. Y claro, las botas. Buena decisión, porque allá arriba del continente europeo, un viento gélido nos daba la bienvenida. 14 grados, pero se sentían como 8. Como dicen en estas tierras de Europa: no hay mal clima, sino ropa inadecuada para el mismo. Además, había un poco de lluvia. El famoso ¡chipichipi! Mi esposo, llevó solamente una chaqueta ligera, un impermeable. El es el europeo al cien porciento y no es tan friolento como nosotras tres.


Un aeropuerto modelo que proveé de bebidas más baratas

Bueno, más que el aeropuerto, su sistema de trenes. Resulta que el Aeropuerto Gardemoen, está a 15 minutos de la ciudad, viajando por tren. ¡Maravilloso! Compramos los boletos en las máquinas expendedoras. El turista se ahorra el pago del taxi, y considerando los precios noruegos, es un súper ahorro. Hay que recordar que Noruega no pertenece a la Comunidad Europea. Tiene un nivel de vida muy alto, buenos salarios y la gente está satisfecha con sus ingresos. Su moneda son las Coronas. Más adelante les hablaré de su historia económica.


Aquí empezaríamos el recorrido de
 ese fin de semana


En muchos lugares de este mundo, comprar en las tiendas del Aeropuerto representa un ahorro. Pero para los noruegos, regresar de un viaje, es la oportunidad de surtirse de sus vinitos o cervezas. Resulta que estas bebidas con alcohol, son carísimas, no sólo para los turistas, sino también para los propios noruegos. El impuesto a estos productos es muy alto, así es que eso nos llamó la atención. Desde que subimos al avión en Zurich, vimos a muchos con sus bolsas transparentes con tres botellitas, selladas por la tienda libre de impuestos. Lo primero que se me ocurrió cuando supe del impuesto, es que a Noruega le urge tener controlado el consumo de alcohol. Lo mismo pasa con el impuesto a los cigarros. ¿Será que por eso han avanzado tanto en lo económico? ¿Por qué el alcohol es carísimo? Buena pregunta para investigar más a fondo.


Mientras esperábamos nuestras maletas en la banda de equipaje, uno a uno iban llegando los pasajeros noruegos de nuestro vuelo. Tres botellas e incluso hasta seis. Bueno, cada quien en su derecho. Hacer y dejar hacer. Pero nos llamó mucho la atención este acontecimiento que no habíamos visto en ningún otro aeropuerto. El noruego de verdad que aprovecha su estancia en este lugar para ahorrar.


Lo primero que ve el visitante cuando deja la estación de trenes


Pero qué les puedo decir, mi marido, que es suizo, habla maravillas de los escandinavos. El los ha tenido como compañeros de trabajo y dice que es muy agradable trabajar con ellos. Y bueno, nuestra primera experiencia del viaje fue en la compra de los boletos de tren. Inmediatamente una chica empleada del sistema ferroviario, se acercó a decirnos que nuestras hijas no necesitaban pagar boleto. Después, mi marido quizó dejar a un lado el carrito, antes de bajar al andén del tren rumbo a la ciudad. Inmediatamente ella comentó algo que no entendí, y supusé que estaba prohibido bajar con el carrito de las maletas hacia el tren. No, sorpresa, estaba preocupada porque no quería que cargaramos las maletas hasta el andén. El carrito podía llevarse más allá de la entrada. ¡Qué amabilidad, se preocupaba por nosotros! Oslo nos daba la bienvenida.


Claro que tienen buen servicio de transporte público,
pero nosotros decidimos caminar


Quisiera comentarles algo que me pasó en el jardín de niños de mi hija menor. Resulta que hay una niña de papás norteamericanos, ella y mi hija se han hecho buenas amigas. El papá de la amiguita tiene raíces noruegas. Cuando la mamá supo que viajaríamos a Oslo, me dijo que los noruegos son gente súper amable y simpática, como los mexicanos. De verdad que me dio mucho gusto oír esto. Ya ven, también somos famosos por otras cosas, y no por los problemas que actualmente se viven en nuestro país. No hay que olvidarnos de los factores que nos hacen grande como pueblo. Definitivamente no.


Tolerantes con los niños

Noruega es conocida como un país que acepta mucho a los infantes, a diferencia de otros países europeos. Eso lo noté, especialmente porque vi a muchas noruegas súper jovencitas cargando a sus bebés, en carreola o con la bolsa cangurera. Esto no lo había visto mucho por la Europa del Norte. Claro hay papás jóvenes, pero son contados.

Legalmente, la mujer escandinava  goza de muchas prestaciones cuando está embarazada. Primero, disfruta de un año de permiso en su trabajo, con remuneración para dedicarlo a su bebé. Después de esta etapa, tiene un lugar de guardería asegurado para que continúe su vida laboral. Por eso no es raro ver tantos niños en la ciudad de Oslo. De seguro habrá más beneficios para las familias en Noruega. A nosotros nos tocó ver muchas carreolas por los alrededores y muchas familias en los restaurante. La cosa más normal del mundo. ¿Verdad? Así debe deser. Los niños son el futuro de cualquier sociedad. Aunque no todo mundo lo entienda así.


De cómo les cambió la vida a los Noruegos$$$$$$$$$

Resulta que Noruega hace algunos años, era un país de pescadores. Al menos así nos lo cuenta la historia. Esta situación cambió cuando los noruegos encontraron yacimientos de  de petróleo. Lo cual ha colocado a Noruega en el tercer país exportador del oro negro después de Rusia y Arabia Saudita. De ahí que su moneda sea fuerte y esté afuera del bloque de la Comunidad Europea. El estandar de vida de los Noruegos cambió rotundamente.


Los escandinavos son famosos por sus diseños.
Y los noruegos no se quedan atrás


Un aspecto famoso de la industria en Noruega, es su creatividad en el diseño. Nos gusto mucho visitar tiendas departamentales  y otras dedicadas al diseño de muebles. Todos los países escandinavos son famosos por sus diseños vanguardistas, que combinan la comodidad de la madera con el metal y la piel. En especial, me gustaron los diseños de objetos decorativos como jarrones y claro, las lámparas. No hay que olvidar que el invierno en Noruega es largo y hay pocas horas de sol, o de plano, no hay sol. La luz artificial es un elemento básico en la vida de un escandinavo.


Aquí desayunamos el sábado. Después, la caminata
por la ciudad nos estaba esperando

El sábado fue el único día para  visitar tiendas. Obviamente, el domingo está todo cerrado. Quien mejor se aprovecho de la situación, fue nuestra hija menor. Ella ama los alces de peluche y Noruega, como los otros países escandinavos, está lleno de alces, y los de peluche son uno de sus más solicitados recuerditos de viaje.  ¡Suertuda!, alcanzó dos. El primero se llama Norli y Alfred. Norli es el  nombre de una tienda que vimos en el centro y el segundo es en honor de Alfredo Nobel, el científico sueco benefactor de la humanidad, quien institucionalizó la ceremonia de Premiación del Nobel de la Paz en esta ciudad de Noruega, y no en su país, tema del cual les hablaré en mi siguiente Aterrizando.

Por lo pronto los dejo. Llegamos a la Estación Central de Trenes de Oslo. El Hotel Clariond nos estaba esperando a un metros de ahí. Fue muy cómodo trasladarnos así, a pie. Mañana nos esperaba todo un sábado de caminata por toda la ciudad, rodeados de deportistas, sí, había un maratón. ¡Hasta el próximo Aterrizando!

sábado, 8 de septiembre de 2012

El templo en la montaña: Batu Caves

Y Aterrizamos en Kuala Lumpur. Después de estar en Bali, viajamos hasta la capital de Malasia por segunda vez. Esto fue el 26 de febrero de este año. ¡Dios mio, qué rápido pasa el tiempo!

Entrada de las Cuevas. Su Dios Murugan, las vigila


En el último Aterrizando les contaba sobre la hermosa visita a Cancún, México. Ahora retomo el tema de Asia Express. En esta ocasión, les presento la experiencia que tuvimos mientras visitamos las Cuevas Batu, un templo dentro de una montaña. Les voy a platicar más al respecto.



Las escaleras que conducen al templo


Un noche, mientras veía mi programa español favorito, Españoles en el Mundo, transmitieron un reportaje de Malasia. Ahí conocí estas famosas cuevas, que describió un español casado con una mujer de este país. Era un guía de turistas. El programa, lo vimos mi esposo y yo de nuevo en Internet, y un día, regresó del trabajo con la idea de hacer un viaje a China y de paso ir a esta ciudad en Malasia. Al principio pensé que era un poco loco, pero me encontré un país muy interesante, como ya les había platicando sobre el primer viaje a Malasia. Lo pueden volver  a leer en mis archivos.


Empezaban a llegar para darnos la bienvenida 


Pues ésta es la razón por la cual aterrizamos en Kuala Lumpur. La verdad, era la segunda vez que la visitábamos, y durante nuestra primera instancia, no visitamos las cuevas. Gracias a Dios que pudimos regresar para contemplar un lugar impresionante. Toda una reliquia histórica, situada a menos de veinte minutos de la ciudad.


Ya dentro de la cueva


Llegamos a Kuala Lumpur saliendo del aeropuerto Denpasar, en Bali, la noche del 26 de febrero. Al día siguiente, fuimos a la recepción y solicitamos un taxi especial para ir a este lugar. El taxi nos llevaría después a otras atracciones, porque al día siguiente partiríamos de nuevo. De verdad, esta idea resultó ser maravillosa para poder visitar sus principales lugares turísticos.


En el centro de la misma


Un año antes, en el 2010, nos tocó ver toda la ciudad de Kuala Lumpur, en un autobús turístico de dos pisos. Ese día que planeamos el recorrido, amaneció lloviendo. Fue una famosa lluvia tropical, porque el clima seguía siendo caliente.

En fin, felices porque ese día brillaba el sol, nos subimos al taxi y llegamos en el tiempo considerado a las famosas Cuevas Batu.


Maravillosas esculturas

En nuestros libros o guías turísticas, habíamos leído que las cuevas estaban llenas de changuitos macacos. Así es que ya sabíamos lo que nos esperaba. Por un lado, era una emoción que nuestras dos hijas de seis y ocho años, experimentaran este encuentro. Por el otro, había que tener precauciones.  Por fortuna todo salió bien.


La vegetación en la montaña

Primero subimos las escaleras hasta el templo. 272 escalones. Fue impresionante ver la cantidad de monos paséandose y haciendo de las suyas en los pasamanos de la escalera. Vimos a muchos con comida y hasta con botellas de diferentes bebidas. Fue cuando entramos al templo hindú, que nos dimos cuenta que el problema de la basura es el principal motivo de esta atración de changuitos.


De cerquita

Pues resulta que el templo está lleno de ofrendas, como en Bali, de comida. Además, existen botes para depositar la basura, lo cual no es nada malo. El problema es que los monos los pueden abrir fácilmente y sacar el contenido de los mismos. Así es que ya se imaginarán a dónde va a parar todo eso.


¡Ni cómo ayudarlo!

Realmente ellos no son agresivos con los turistas. Al contrario, no les importan, porque en ocasiones se pelean por las cosas que encuentran. Eso sí, salen por todos lados. Como Malasia es selva, se puede uno imaginar que transitan por las cuevas Batu sin problema. Van y viene por todos lados y se internan en la selva.


Vista de Kuala Lumpur desde el Templo

Fuera de esta peculiaridad de los monos, quisiera decirles que es espectacular la vista dentro de la montaña. La cueva que visitamos estaba llena de figuras de dioses. En el centro de esta cueva, se estaba llevando a cabo una ceremonia cuando nosotros llegamos. En el interior existen pequeñas entradas que también están adornadas con las esculturas de dioses. Toda una experiencia, escuchar la ceremonia religiosa.


El Dios Marugan


Dentro de la cueva, también se pueden comprar recuerditos del Dios Marugan, pues hay un local que funciona como tienda. Me imagino que dentro de la cueva, viven murciélagos y otros animales. Por lo pronto, estábamos fascinados con la presencia de los monos.

Estas cuevas son de piedra caliza, y se encuentran en el distrito de Gombak, a 13 kilómetros al norte de la ciudad de Kuala Lumpur. Se llaman Batu, porque al internarse dentro de la galería de cuevas, se llega hasta un río del mismo nombre.


Un pequeño oasis a los pies de la montaña


Como dato curioso, encontré en un libro que la estatua del Dios Marugan mide 42.7 metros y que se terminó de construir en el año 2006, después de tres años. La historia cuenta que dicho dios ganó la batalla contra el demonio Soorapadam.

Hay una fiesta hindú, llamada Thaipusan, dónde celebran al Dios Marugan con ritos masoquistas, es decir, los martires se colocan por ejemplo objetos punzantes en sus cuerpos. No es raro ver fotos de lenguas perforadas con agujas, o frutas sujetadas a la espada de los feligreses con seguritos.

En fin, de seguro debe de ser toda una experiencia vivir esta celebración hindú. Por lo pronto, quedamos súper contentos de haber visto este templo en la cueva. Como les comentaba, a lo largo de la montaña hay otras. El visitante puede ir con guía y encontrarse con toda la fauna de Malasia, como unas arañas tipo tarántula. ¿Alguién se anima?


Uno se puede imaginar que las figuras te dicen:
¡Adiós, vuelve pronto!

Terminamos el recorrido visitando un hermoso jardín al inicio de la montaña y de ahí, nos fuimos con el taxi a la ciudad para seguir conociendo los lugares que un año atrás, habíamos visto desde el autobús turístico.

Les deseo un feliz fin de semana y hasta el próximo Aterrizando, dónde les presentaré la historia de un parque de aves en esta ciudad. ¡Hasta luego!






domingo, 26 de agosto de 2012

Viena al estilo Imperial

Y el sábado 4 de agosto llegamos a Viena desde Bratislava. El paseo en barco nos relajó un poco y nos dio energías para ir a visitar nuestra antigua colonia. La Maria Auxiliadora. Maria Hilfer. Ahí vivimos hace doce años apróximadamente. Así es que llegamos al hotel Sofitel, nos dimos un regaderazo y listos, nos fuimos a cenar.

En esta calle estuvo nuestro departamento. Da Michelle
fue nuestra pizzería favorita y estaba casi enfrente 


Recorrimos los rincones más queridos, como el Spittelberg, muy cerquita del Teatro Popular (Volksteather) y del área de los Museos (Museumsquartier). Siempre nos gusta pasear por las calles aledañas a dónde vivimos. Ver cuáles negocios existen todavía, y cuáles son nuevos. Recordamos con mucho cariño esta ciudad. Mi esposo y yo vivimos muy contentos ahí. En aquel entonces no teníamos auto y caminábamos lo más que podíamos. El centro nos quedaba a unos veinte minutos caminando. También podíamos viajar en su cómodo Metro, o bien, tomar el tranvía.

Cenamos en el restaurant Bohème. Unas milanesas (Wiener Schnitzel), por supuesto. Después, cómo en los viejos tiempos, regresamos caminando al hotel, por la calle Maria Hilfer. Como una de nuestras hijas, tenía que ir al baño, hicimos una escala en la mejor heladería de toda Viena: Paolo Bortolotti. Esa visita estaba planeada para el domingo, pero bueno, la adelantamos. Mi esposo pidió dos bolitas de chocolate. Siempre pide el mismo sabor. Para él éste es el mejor helado de chocolate del mundo.  Yo pedí también dos de una mezcla de crema con cerezas (Kirschobers). Las niñas se deleitaron con un helado de payasito y con chispas de chocolate.



Esa noche de verano nos encontramos a la luna
con este mágico color. Edificio Urania, en el Danubio

Después caminamos por el famoso Anillo de Viena (Ringstrasse), y pasamos su famoso Jardín Imperial  (Volksgarden). Ya casi era de noche, pero nos gustó caminar por sus prados. La atmósfera era muy romántica en ese día de verano. Seguimos hasta llegar a la Catedral de Viena y buscamos el camino hacia la plaza Schwedenplatz. Y ahí estaba, de nuevo el Sofitel, que nos ofrecía la iluminación de su restaurante en las alturas. Era hora de ir a dormir. Sólo nos quedaba menos de un día para recorrer nuestra hermosa Viena.

Después de esa caminata, las niñas durmieron sin chistar y nosotros vimos los inicios de una tormenta de verano. Había tantos relámpagos sobre la catedral, que le daban un exagerado toque gótico, por no decir grotesco o maquiavélico. ¡Uy, qué miedo! ¡A dormir!


Paseo en coche de caballos


A la mañana siguiente volvimos a tomar el desayuno en Le Loft. Sería la última vez. Después nos decidimos tomar un recorrido en coche de caballos por el cuadro turístico de la ciudad. Hace un año y medio lo hicimos en pleno octubre. Esta vez sin frío, pero con solecito. Las niñas estaban muy emocionadas.


Recorriendo la ciudad en un coche de
caballos, paseo típico para turistas


Caminamos hacia la Catedral y ahí preguntamos por un coche. El recorrido nos llevó a los edificios más famosos como El Palacio Municipal, el Parlamento, el famoso Palacio Imperial (Hofburg), que alberga lo que antes fui la residencia de los Habsburgo, la Bibioteca a dónde yo iba para buscar material de mi tesis,  y por las hermosas calles del centro. Por suerte mis hijas y yo teníamos un gorrito para protegernos del sol intenso. Este paseo es típico de los turistas y así uno puede darse cuenta de cómo eran los tiempos en los que reinaba la emperatriz Elizabeth, mejor conocida como Sisi.

Terminamos felices el recorrido y nos decidimos ir a comer pizza cerca de la Catedral. Pizza Bizi.  Al terminar, en lugar de ir a los famosos paseos del Castillo Belvedere o o del Castillo Schönbrunn, como normalmente lo hacemos, decidimos ir a visitar un museo. Escogimos el Museo Albertina y vimos la exposición de Monet a Picasso.


Biblioteca Nacional Austriaca: Aquí pasé horas tranquilas
buscando material para mi tesis de Maestría en Comunicación


El edificio es fascinante. Primero nos recibieron unos escalones de colores, escenario perfecto para que el papá nos tomará a las tres fotos. El Edificio es impresionante y el interior todavía más. Escaleras con piso de mármol y majestuosas columnas. Las hijas estuvieron muy atentas a las obras. A mí esposo y a mí nos impresionaron los trabajos de Picasso y a las niñas los cuadros Magritte.


Escaleras del Museo Albertina

Se nos estaba acabando el tiempo y después de visitar la tienda del Museo, nos fuimos a nuestro café favorito, el Tirolerhof, que estaba a unos cuantos pasos del Museo Albertina. Ahí nos esperaba el famoso pastel Sacher. Cuando vivíamos en Viena, mi esposo y yo íbamos todos los domingos a este café a leer el periódico y a comer un pastel Sacher (Sachertorte). Mi esposo tomó un cafe especial llamado grosser Brauner, que es un café doble moca, con crema servido en una taza grande. Yo tomé un refresco de cola, porque hacía mucho calor. Las niñas quisieron comer un helado, que no terminaron, y un refresco típico austriaco: Almdudler. Siempre que vamos a Austria, lo pedimos. Un clásico.


Pastel Sacher, un pedacito de Viena

Después de esta pausa, caminamos de nuevo al hotel y nos fuimos al aeropuerto. Se había acabado oficialmente el tiempo en nuestra ciudad favorita europea. Esperamos volver pronto. No importa si es invierno o verano. Viena es impresionante los 365 días del año. Y visitar a nuestros amigos.  Por lo pronto, aquí les dejo estas imágenes y les platico de mi siguiente Aterrizando: Kuala Lumpur, en Malasia. Feliz inicio de semana.


Palacio Imperial. Hofburg


Parlamento


Palacio Municipal


Catedral de San Estebán. Stephansdom