viernes, 1 de junio de 2012

Bali, el templo de la playa y algunas similitudes con México

El placer de no hacer nada

Pues el segundo día en Bali estuvo compuesto como dicen los italianos, del dolci farniente, es decir, del placer de no hacer nada. Bueno, sí hacer algo, disfrutar un día de vacaciones en la piscina. Levantarse un poco más tarde de lo normal, desayunar sin prisas y disfrutar del sol.

Así fue nuestro segundo día. Sólo las hijas tuvieron un programa. Ellas se fueron al área para los niños que tiene reservado el hotel. Es una especie de club infantil en dónde los niños hacen manualidades y otros juegos.  Para mis hijas, visitar estos lugares les ayuda a su práctica del inglés. Las dos asistieron por casi dos años a un curso de inglés. La mayor es quien mejor se comunica, pero la pequeña también entiende.  Este día tuvieron suerte porque cuando lo visitaron, fueron las únicas. Y las chicas del hotel fueron súper amables con ellas.


Un ejemplo de la cocina balinesa, en otro
 Aterrizando les platicaré más al respecto

El resto del día nos lo pasamos en la pisicina, con la compañía de un buen bronceador, porque el sol es intenso. Además de gorritas para las niñas, y unas playeras de manga larga, especiales para prevenir quemaduras del sol, cuando se está en el agua.


De lo que podría platicarles sin cansarme, es de la comida de Bali. La cocina asiática es famosa por lo saludable de sus ingredientes, y Bali no es la excepción. Un platillo me impresionó. Una especie de tamal de pescado. Sí, como en el sur de México. Una vez tomé algo del menú de uno de sus restaurantes, y como todos los platillos, ese que pedí estaba compuesto de varios elementos, como arroz, verdura, sopa y eso, un tamal. El atún estaba cocinado con especias de Bali y envuelto en una hoja de plátano. Cocinado al vapor. Delicioso y saludable. Es mi platillo favorito de Bali. Si un día regreso, lo comeré todos los días. En los siguientes Aterrizando les compartiré más fotografías sobre la cocina de esta isla.



Música para amenizar la cena


Para terminar el segundo día en esta isla, disfrutamos de su música típica, en el jardín del hotel. Fue un poco del misticismo de Bali

Visitando el templo sobre el mar en Uluwatu


Creo que él estaba un poco enojado

Bueno, el tiempo del relajamiento terminó, y nuestro tercer día lo empezamos tempranito realizando un recorrido por el sur de la isla. El primer lugar que visitamos fue Uluwatu, dónde se encuentra un templo a la orilla del mar. Mejor dicho, en una montañita, cerca del mar. Exactamente como Tulúm, en México.

Pura Luhur, en Uluwatu

Nuestra primer experiencia del día fue haber visto dos monos cerca de nuestro cuarto.  Resulta que ese día, mi esposo y yo nos levantamos primero que nuestras hijas y nos fuimos a sentar al jardín. Su servidora estaba medio dormida todavía, mientras que mi marido se puso a observar el mar.  - Ven rápido, me dijo, he visto a dos monos, en el techo de los otros cuartos. Y me levanto de volada para verlos. Resulta que eran un macho y una hembra y estaban en su época reproductiva. Al vernos, se separaron y el macho desapareció. - Mejor entramos, le dije a mi esposo, no vaya a ser que esté de mal humor y quiera visitarnos. Las niñas tuvieron la suerte de verlos unos minutos después, en el mismo tejado, a algunos metros de distancia. Así conocimos a quienes hacían ruido por nuestro techo.


Balineses preparando las ofrendas


En fin, después de esta experiencia, registrada en fotos, nos fuimos a desayunar. Nuestro tercer día de aventuras por Bali, estaba empezando.

El templo desde un acercamiento


El recorrido lo realizamos de la siguiente manera. Un día antes fuimos a la recepción a solicitar un taxi. Esto es una práctica común en Bali, pues con el tráfico que existe, no es muy recomendable manejar solos. Así es que estuvimos desde las diez de la mañana, hasta las dos de la tarde, visitando algunos sitios turísticos.

Balinesa con la típica ofrenda para los dioses.
¡Linda blusa! Toda una manualidad


Tuvimos suerte cuando llegamos a Uluwatu. Ese día se estaba celebrando una ceremonia tradicional. Nosotros no entramos al templo, pero hicimos un recorrido por los alrededores. Al llegar a la caseta de vigilancia, nos dieron unos cinturones de seda para que los usáramos. Creo que les gustó mucho nuestra vestimenta, pues no teníamos mucha piel descubierta. Todos vestíamos pantalones. Mis dos hijas y yo, pesqueros y unas blusas muy parecidas a las que usan las balinesas. Blancas, de algodón y de manga larga. Perfectas para el calor y para protejernos del sol de Bali.


Patio del templo

Con el visto bueno de los guardianes del templo, iniciamos un recorrido. Ya habíamos leído que en ese templo viven monos. La playa se mezcla con la selva. Por eso, decidimos hacerle caso a uno de los empleados y lo contratamos como guía. No nos encontramos con ningún mono. Por suerte. Era ya casi mediodía y los monos le huyen al calor, partiendo a la selva. Para los que quieran el contacto con ellos, les recomendamos que visiten el templo o muy temprano, o por la tarde, cuando regresan a sus casas. Pero precaución, se supone que los monos son amigos de lo ajeno y les encanta tomar tus anteojos, bolsas, joyas, en fin, todo aquello que llame la atención. Exactamente como los monos brasileños, los de la película de Blue.


Otra vista del templo

Fue maravilloso encontrarnos con este templo ubicado en un acantilado de la playa. El calor no estaba solo, no. Los cánticos de los feligreses, acompañaban a las olas del mar, cuando chocaban con la pared de la montaña. El agua turqueza del Océano Indico. Cuantas generaciones habían ido a rezar hasta este lugar. Tan mitológico como el templo de Tulum.


Hermosa la vista del Océano Indico

El templo de Pura Luhur, está dedicado al Dios del Mar. Desgraciadamente la naturaleza no está sola. Con la religión de Bali, han llegado las ofrendas. El hinduísmo balinés, consiste en darles ofrendas a sus dioses, y esto en forma de los mejores manjares que un balinés podría comer. Estas ofrendas, se colocan en cestas de mimbre, hechas a mano. Toda una artesanía. Y se les deja a los alrededores del templo. Esto es motivo para que algunos animales como los monos, vengan por ellas. Y por desgracia, la comida se descompone y acaba en basura.


En fin, son sus costumbres. Nosotros nos limitamos a admirar la belleza de este lugar. Uno de los más visitados en Bali. Por el guía descubrimos que existen alrededor de dos mil monos en el templo.


Siguiendo a nuestro guía. En estos arbustos
viven los monos

El Dios Elefante Ganesha, proteje el templo en el segundo patio. Este templo está en la península de Bukit, y está situado a cien metros sobre el nivel del mar. Los turistas no pueden entrar, pero sí caminar por los alrededores del mismo y observar la ceremonia desde lejos. Comprensible. Toda una experiencia observar estas tradiciones a lo lejos.

El Dios Ganesha

Bali tiene muchos parecidos con la cultura mexicana. El fervor religioso, la comida, la geografía. Para mí Bali es una mezcla entre Quintana Roo y Oaxaca.  Hasta existen peleas de gallos. ¡Increíble!, ¿no creen? En los siguientes Aterrizando les platicaré más sobre las mismas y sobre la continuación de nuestra excursión a Kuta y a la famosa playa de Jimbaran. Toda una experiencia haber comido pescado en este último lugar. Más fresco no podía haber sido. Directo del mar, al instante, casi.

Pura Luhur me recordó mucho a Tulum
Por lo pronto, les dejo estas fotos y los recuerdos de este tercer día. ¡Hasta la próxima! y ¡feliz fin de semana!



viernes, 20 de abril de 2012

Bali, entre playas y espíritus

Nos dejamos dar la bienvenida 

Despegamos de Singapur. Desde el avión veíamos las muestras arquitectónicas de esta avanzada ciudad asiática. Tremendos colosos que aún y en la distancia no se veían como miniaturas. Ahora, el destino sería muy distinto. Indonesia, también en el continente asiático, pero muy distinta de ser un tigre de Asia.

Estábamos volando con Air Asia, algo así como la aerolínea Easy Jet en Europa. Desde que abordamos el avión, nos envolvió la generosidad asiática. Uno de los asistentes del vuelo, nos recibió con una sonrisa y sus manos juntas en el pecho, en señal de bienvenida. Definitivamente, esta actitud contagia positividad.



Los dioses están en todos lados, hasta en el aeropuerto

Ya estábamos cerquita de Denpasar, una de las ciudades importantes en Indonesia. Hicimos apróximadamente una hora y cuarenta y cinco minutos de vuelo. Habíamos oído hablar tanto de Bali. Antes de hacer el viaje, leímos dos guías turísitas sobre el país. Una cultura muy interesante, dónde los espíritus tienen la palabra. Y hasta encontramos algunas similitudes con la cultura mexicana. De verdad.

Pero antes de platicarles esas características, no puedo evadir el libro de Eat Pray and Love, de la escritora americana Elizabeth Gilbert y dejar de mencionarlo como inspiración para esta visita. Aunque hace un par de años, quisimos ir mi esposo y yo a Bali. En aquél entonces, la fascinación por visitar el Oceáno Indico, le ganó la batalla al paraíso de Indonesia. Visitamos la Isla de Mauricio. Bali quedaba para otro momento, hasta que finalmente llegó este año.



Los atentados y la novela reevindicadora

El gusanito de visitar Bali no murió del todo aún y cuando el fantasma de la violencia no se apartaba de mi sensatez. Indonesia ha sido víctima de atentados. En el 2002, 2005 y 2009. Los dos primeros, en Bali y el último en Jakarta, en dos hoteles de lujo de la ciudad.
El primer atentado fue en Kuta,  dónde se concentra la población turística de la isla. Ahí murieron 200 personas, entre turistas y balineses. El blanco fue una discoteca. El del 2005 fue en un restaurant. El grupo Jemaah Islamiya, se hizo responsable de los mismos y se le vinculó con Al Qaeda.

Una amiga alemana me contaba en alguna ocasión sobre su viaje a Bali. La isla le fascinó y la visita la  realizó con su hijito. También visitó amigos en la región. Le encantó la cultura y la naturaleza. Su opinión me ayudó a querer viajar a este destino, porque me dijo que se había sentido muy segura. Pero fue la obra de Gilbert, la verdadera motivación para visitar este destino paradisiaco.

Come, reza y ama, es más que una novela sobre la superación personal y la búsqueda del yo interno. Es el encuentro entre las culturas. Amor y amistad nos unen sin importar nuestra nacionalidad. El amor y el cariño al prójimo logran vencer las barreras geográficas y culturales. Y claro, es una hermosa historia de amor, entre una americana y un brasileño, sin olvidarnos de otras dos culturas, la hindú y la italiana.

En la novela descubrimos un poco de esa cultura indonesia, de cómo los dioses y espíritus dominan a sus pobladores. En los siguientes Aterrizando les hablaré de los mismos.


Y llegamos a Denpasar 

Bali tiene fama de un lento servicio de aduana. Por eso contratamos un servicio del hotel al que llegaríamos. Un empleado nos ayudó con nuestros pasaportes. Mientras esperábamos nuestros permisos, pudimos ver que en el centro del edificio, se encontraba un altar típico. Afuera, se notaba a leguas que el sol picaba. ¡Bienvenidos al calor!



Algunas motocicletas



Necesito decir que aunque el flujo de turistas en Bali es significativo, el servicio en el control de pasaportes se me hizo rápido. Nada qué ver con el trámite de pasaportes en los Emiratos Arabes Unidos o en los Estados Unidos.


¡Y algunas más!

Una vez afuera del aeropuerto, nos impactó conocer el principal medio de transporte en Bali: la motocicleta. Es impresionante que en lugar de autos estacionados, se vean estos vehículos al por mayor. Es el mejor medio de transporte en Bali. Y no la bicicleta, como veíamos a Julia Roberts en la película, aunque ella estuvo en el interior de la isla, bueno, la protagonista y autora de la novela, Gilbert.


Una tiendita típica en el camino a Ungasan

Recogimos nuestras maletas y un empleado del Hotel Banyan Tree nos llevó en su vehículo. Al principio, no sabía a dónde mirar. Todo era interesantísimo. Tiendas, niños saliendo de la escuela, vendedores de comida, había de todo en la calle. Y ahí mismo estaba la vida de la isla, a la orilla de la carretera. Entre el asfalto y la tierra, Bali se desarrolla. Y no puedo dejar de mencionar los altares a los espíritus. En cada casa o tienda, hay uno.  Y hasta los árboles se llenan de decoración, porque los balineses los decoran con telas.

Era pleno mediodía y Bali le sonreía a la rutina. Estábamos a punto de llegar a Ungasan y conocer las bienvenidad indonesias.


Un altar para los espíritus ... 


Unos granitos de arroz para recibirnos

Llegamos a Ungasan. La recepción del hotel era un gran salón sin paredes o ventanas, y con techos altos. La empleada del hotel nos recibió con botellas de agua mineral y algo que nos fascinó. Un té de jazmín helado. Además nos trajeron unos dulces hechos de arroz y de ajonjolí. Pero lo más bonito de la recepción fue la ceremonia de bienvenida al estilo balinés. Nos puso a mi esposo y a mí, y claro, a nuestras hijas, tres granitos de arroz en la frente. Después, sin pedírselo, nos tomo una foto para el recuerdo. ¡Qué bonito detalle!


Té de jazmín frío y dulces de arroz y ajonjolí


Creo que puedo hablar en general de una amabilidad asiática. Este detalle y la reverencia en el avión, se me hicieron gestos espontáneos y no ordenados por los mandos directivos, de la compañía de aviación o del hotel. Eso fue lo que vivimos en Bali. Amabilidad. Era muy fácil platicar con su gente. Siempre estaban sonriendo.

El día estaba por terminar. Nos metimos a la piscina y fuimos a cenar al restaurant del hotel. Gracias a Dios salió todo sin contratiempos y ahora sí estábamos listos para relajarnos un poco en este lugar paradisiaco. Habíamos conocido un ángulo de Bali, pero nos faltaban muchos más. Por suerte, nos quedaríamos aquí algunos días antes de continuar la siguiente etapa del viaje.


¿Cómo poder olvidarte, atardecer balinés?


Buenas noches Bali, hasta mañana. Gracias por este maravilloso atardecer. Lo guardaremos siempre en nuestra memoria y nos calentará en nuestros días fríos de Europa.

martes, 3 de abril de 2012

Singapur tercer día: Mount Faber, Barrio Chino y visita al museo

Despertando con una mala noticia

Amanecíamos en nuestro tercer día de estancia en el continente asiático, los días pasaban rapídisimo y todavía teníamos muchas cosas qué ver.


Teleférico del Monte Faber


Ese día lo empezaríamos visitando el Monte Faber. Una mala noticia nos invadió cuando veíamos el noticiero de CNN. Ese día, el 20 de febrero, nos estábamos enterando del motín de Apodaca, Nuevo León. Como a muchos de ustedes, especialmente mis paisanos regiomontanos, me invadió también una tristeza al ir escuchando el reporte. Tan lejos y la trascendencia de la noticia a nivel internacional. Uno siempre piensa en los suyos y en aquél terruño que un día nos dio cobijo.

La vida continúaba y fuimos en taxi hasta el Mount Faber. Era nuestra última oportunidad de ver nuevas cosas antes de dejar la ciudad. Regresaríamos pronto, pero a la Isla de Sentosa. En este lugar, existe una estación de teleférico y se puede viajar hasta la dicha isla. También se puede visitar el centro comercial VivoCity, el más grande de Singapur.  Llovía a cántaros en esta ciudad asiática, así es que el paseo en teleférico era ideal, así como visitar el centro comercial. En este lugar, se encuentra también la central de autobuses y su central marítima. De ahí se pueden hacer diferentes  cruceros por Asia, como el destino de Hong Kong. Después nos fuimos de este lugar al Barrio Chino, vía Metro. Un viaje súper cómodo.


Entrada del VivoCity


En el Barrio Chino

Cuando llegamos a Mount Faber, caía una lluvia a cántaros, ni pensamos que volviera a salir el sol. Al llegar al Barrio Chino, salimos de la estación del Metro y el sol estaba súper picante. Intenso. Estas lluvias en Asia. Antes de caminar, nos pusimos crema solar y los sombreros.  En el Barrio Chino vimos muchos puestos de ropa y artesanías. Incluso vimos las ofrendas que los chinos queman en sus altares. Corbatas, dinero, cerveza, todo en papel, y que representan lo que un difunto poseía en vida. Sus parientes queman estas representaciones en papel, para que no le falte nada en la otra vida. Se puede comprar lo inimaginable. ¡Hay de todo!


Barrio Chino


En el recorrido vimos el templo hindú Sri Mariamman, con todo y la representación de las vacas sagradas. Después, caminamos de regreso al Distrito Financiero y en nuestro camino se nos atravesó un empleado que llevaba pollo cocido en un carrito. Lo trasladaba de un edificio a otro. Con ese calor, no quiero pensar en el grado de descomposición que llevaba esa comida. En fin, nada representativo de la comida de Singapur, por suerte, pues como les comentaba en la anterior edición, la cocina de singapur tiene un buen estándar de higiene. Aunque como ven, se encuentran excepciones.


Templo hindú Sri Mariamman



Llegamos al Clarke Quay, a un restaurante italiano y pedimos ensaladas de tomate y mozarella, perfectas para el calorcito que estaba haciendo. Después caminamos rumbo a la Marina y fuimos de nuevo a ver el Merlion, del que les platicaba anteriormente. De regreso, pasamos por el área financiera de Singapur y llegamos al Hotel Marina Sands y nuestro siguiente destino era visitar de nuevo la piscina Infinity en la cima del mismo. Nuestra última oportunidad porque al día siguiente viajaríamos a Bali.


Felices porque visitamos el Museo

Después de pasar la tarde en la piscina del hotel, nos decidimos para ir al Museo ArtScience y apreciar la  exposición sobre el Titanic. Entrar al museo es toda una experiencia. En Singapur hay agua por dónde quiera. El patio del museo no era una excepción y también tenía una fuentecita estilo cascada, como el centro comercial de la Marina, the Shoppes.


ArtScience Museum

Antes de entrar a la sala de la exposición, nos encontramos con una réplica de la sandalia estilo wedges, de Salvatore Ferragamo, y que estuvo inspirada en la actriz Judy Garland. Mi zapato favorito. ¡Qué belleza! Por suerte pude hacerle una foto.

La exposición sobre el Titanic, conmemoraba los 100 años de la tragedia de este barco. Todo esto ocurrió en el mes de marzo de 1912. En la exposición encontramos una recreación del interior del Titanic, y en vitrinas cerradas, objetos originales que se encontraron en el fondo del mar, cuando el mismo naufragó.  A nuestras hijas les fascinó.



A pocas horas de dejar la ciudad

Dentro de la tragedia del Titanic, la exposición presentó un detalle muy original. Cada espectador recibió el boleto de entrada, con el nombre de un pasajero. Al final de la visita, el asistente se podía enterar sí su pasajero del Titanic sobrevivió o murió en el naufragio.

Ya casi estaba por acabarse nuestra visita a Singapur. La noche la terminamos con una cena del bufet asiático del Marina Sands Hotel. ¡Buenas noches Singapur! La despedida era para nosotros, porque la ciudad apenas despertaba.

En mi siguiente Aterrizando, les platicaré sobre el viaje a Bali, siguiente ciudad de nuestro itinerario por este viaje en el continente asiático.


sábado, 24 de marzo de 2012

Singapur, entre arquitectura, tecnología y un toque gastronómico

... Y dormimos toda la noche. Nada de jet lag. Las 7 horas de diferencia entre Europa y Asia no las sentimos. Esta vez tuvimos suerte de llegar por la tarde al destino, y continuar despiertos hasta las diez de la noche. Por eso, a las seis de la mañana del lunes 20 de febrero, ya estábamos listos para empezar el día.


Terraza del Sky on 57


Desayunamos a las siete de la mañana, en el restaurant Sky on 57, sí, en el piso número 57 y al lado de la piscina. El día nos recibía con rayos del sol. Después, ya estábamos listos para caminar del hotel a la ciudad.


Arquitectura por todos lados

El recorrido empezó desde la Marina. Nos daba mucho gusto dejar esta región de Singapur para conocer otros rincones.  Atravesamos el Puente Double Helix, una muestra más de su arquitectura. Este país se está desarrollando muy rápidoy con mucha modernidad. Necesito decir que el color blanco del ArtScience Museum, me recordó a Vancouver, Valencia y claro, Sidney, con su Opera. Agua y color blanco, una chispa de armonía para el ojo del visitante y de los habitantes de estas metrópolis.


Double Helix


Cerca del puente, el visitante puede admirar la famosa rueda de la fortuna de Singapur, el Singapore Flyer, cuya funcionalidad me recordó a la rueda de la fortuna (das Riesenrad) que está en Viena, en el parque del Prater. Obviamente es de esperarse que la de Singapur es moderna, sin la nostalgia de la de Viena. Ahí se puede subir para contemplar la ciudad, pero también se puede rentar para cumpleaños, para celebrar una cena romántica o incluso, para tomar una clase de yoga. Eso me da ideas, si alguna vez regreso a Singapur.

Después, caminamos hacia la Esplanade. Primero vimos lo que parecía ser un estadio construido a la mitad. Era el Marina Bay City Gallery, con capacidad para más de veinte mil espectadores. Ya empezaba a subir la temperatura, por eso nos alegrábamos de haber hecho este paseo bien tempranito. Teníamos como treinta. Nos sentíamos muy bien disfrutando del calor.


Theaters on the Bay


Después llegamos al área de los teatros. Un conjunto arquitectónico cuyo techo o domo es de metal. Singapur es famoso por los eventos que ahí se presentan. Durante nuestra visita, se podía presenciar el musical Wicked, basado en el Mago de Oz, a Chorus Line y One Night of Queen. Nada para aburrirse.

Después seguimos caminando. Nuestro destino era llegar a la ciudad antigua y ver al Merlion. Pero antes de llegar a él, se nos presentó en el horizonte, el Swissotel, en dónde nos quedamos durante nuestra primera visita. Antes se conocía como The Westin, y era el edificio más alto de Singapur. En aquel entonces, la Marina no existía.


Merlion


Y llegamos al Merlion, todo mundo estaba ahí, viendo al simbólo de la ciudad. Merlión es un león de mar, por así decirlo, pues su cabeza es de este felino y el cuerpo de pescado. Merlion le dio el nombre de Singapura a esta ciudad, o ciudad de leones. Ya estábamos del otro lado del hotel y estábamos por adentrarnos al centro de la ciudad.



¿De dónde viene la tierra y el agua de Singapur?


Duck Tours


¡Y que hacemos un tour en autobús! Pero no en uno cualquiera, sino en un anfibio. Recorreríamos la ciudad por sus calles históricas, y después por la Marina. El negocio conocido como Duck Tours está ubicado en el Suntec City Mall. Necesito decir que el guía fue buenísimo en las explicaciones sobre la ciudad. Por él conocimos que la tierra que han usado para la construcción es de Indonesia. La importan y la dejan reposar durante treinta años antes de utilizarla para la construcción.
Además de la importación de tierra, Singapur importa el agua potable de Malasia, por eso, explicaba el guía, el agua es dinero. Dinero para pagar la posesión de un inmueble en Singapur, si está cerca de la Marina. Los departamentos son carísimos, pero han de tener unas vistas maravillosas de la ciudad.


Antigua y nueva Suprema Corte


Singapur es estricto. Si le ha ido bien en su economía es por todas las prohibiciones que tiene. Me llamó mucho la atención el caso de la inmigración. Resulta que cuando a un extranjero se le acaba un contrato en una empresa, inmediatamente está programada su salida del país. Nadie le cuesta un dólar de más al país. Singapur es el padre o madre estricto con el hijo al que reprende por hacer algo malo, y finalmente, le hace un bien. Un tigre de Asia, cómo se le conoce en la economía.

El paseo se estaba volviéndo interesantísmo. Además de que nuestro guía nos hablaba con un muy bonito acento americano. Le entendí casi al noventa porciento. Además que era un perfecto comunicólogo, un buen orador.


Hora de comer: mantaraya asada

Chilli crab


Y se llegó la hora de ir a comer con las niñas. Llegamos al Boat Quay, un lugar el turista con restaurantes. Y no nada más para el turista, sino también para el empleado, pues alrededor está el Centro Financiero de Singapur y vimos a muchos empleados de las oficinas durante la pausa del medio día. Nuestro organizador del viaje y guía, conocido como Papilulo, quería ir a comer la comida típica  de Singapur. Así es que para las doce del día, ya estabamos sentados frente al Singapore River, en un local de comida china. Esta cultura es la predominante en Singapur.

La verdad que no teníamos mucha hambre. Las niñas sólo querían beber algo y yo sólo quería comer arroz frito. Pero nuestro Papilulo pidió cangrejo y mantaraya. Sí, como lo leyeron. Chilli Crab, el platillo típico por excelencia y mantaraya a la barbacoa, como le conocen por allá, es decir, asada. De verás que mi esposo es bien valiente y siempre anda probando las novedades.

¡Y que va llegando el cangreso en salsa y la mantaraya asada. ¡Ah, pero ambos platillos súper picositos, súper sazonados¡ Yo probé un poco de cangrejo y la salsa fue el acompañante de mi arroz. Esa vez no me aventé a comer mantaraya, quizá para la próxima. ¿Y las niñas? Ellas sólo querían un helado. Vacaciones son vacaciones y no hay qué ser tan estrictos.

Civic District
Singapur es famoso por su comida. Además de la influencia china, encontramos platillos de la India, de Indonesia y de Malasia, más todas las cadenas americanas, para los expats o anglosajones que trabajan en el país. Normalmente se va a un centro llamado hawker, de los muchos que hay en la ciudad, y ahí se vive el Singapur gastronómico, como nosotros lo hicimos en nuestro primer viaje.  Con las niñas nos quedamos en los restaurantes del hotel o en las cafeterías, pero por nuestra experiencia en los hawker, comer en uno también es súperseguro, porque Singapur es una ciudad súper ordenada y limpia. La higiene en estos centros es de lo mejor y se puede ver cómo lo cocinan.

Además de disfrutar la comida exótica, disfrutamos la brisa marina. Hacía mucho calor, pero bajo la sombre fue muy reconfortante. Después de pagar, caminamos de regreso al hotel, pero antes pasamos por el centro histórico. En el área Civil District, dónde está el Hotel Raffles, la Catedral St. Andrew, el Swissotel, el Ayuntamiento y los dos edificios de la Suprema Corte, el antiguo y el moderno. Este último se ve como un objeto volador no identificado.

Caminamos de regreso al hotel por el área financiera de Singapur. a todos regresaban de la pausa del mediodía. Nuestro destino era descansar un poco y pasar el resto de la tarde en la piscina del hotel. Las niñas estaban desesperadas por chapotear.


Los chorritos del Wonder Full

Wonder Full
Al terminar nuestra estancia en la piscina, con un clima nublado, por suerte, por aquéllo del sol asiático, regresamos de nuevo al centro comercial the Shoppes, a cenar ensaladas y sandwiches.
El segundo momento culminante del día (el primero fue la piscina), fue la proyección Wonder Full, frente al hotel. Este espectáculo es una mezcla de imágenes proyectadas en el agua, con salidas de agua y hasta burbujas. Fascinación para chicos y grandes. Y lo mejor de todo, es que es gratis.

Belleza nocturna

Con esto terminamos el día. Nos estábamos enamorando de Singapur. Por desgracia al día siguiente, nos estábamos despertando con una mala noticia. Pero el show debe continuar, como dicen por ahí. De esto, les voy a platicar en el siguiente Aterrizando. ¡Buenas noches!

miércoles, 14 de marzo de 2012

Singapur, la ciudad que creíamos conocer

Pues ahora les cuento la primera etapa de nuestro viaje a Asia, que empezó en Singapur, como les había platicado en mi anterior Aterrizando.

Volamos el sábado 18 de febrero, cuando comenzaron las vacaciones en Basilea y llegamos el domingo 19 por la tarde a esta ciudad de Asia. De Basilea, viajamos con el tren a la ciudad de Zurich y de ahí volamos con la línea áerea Emirates con destino a Dubái. Fueron unas siete horas.

En Dubái, esperamos dos horas en su terminal antes de tomar el vuelo a Singapur. Necesito decir que el viaje no fue nada cansado, al contrario, es muy agradable hacer una pequeña pausa, caminar y tomar algo en la terminal. El Aeropuerto de Dubái nos impactó por su tránsito de pasajeros. Dubái es la casa de Emirates y de ahí salen y llegan vuelos a y de todas partes del planeta. Los Emiratos Arabes Unidos se están convirtiendo en una puerta importante para conocer el mundo árabe. ¡Dios mio, qué gentío!


Vista de la ciudad desde la piscina del hotel


Durante el vuelo, me dediqué a ver todas las películas que estaban a mi alcance. Me di una muy buena actualizada. Las niñas jugaron vídeojuegos y también vieron películas infantiles. La verdad que las horas pasan volando y se vuela muy cómodo. Uno no se puede quejar en esta línea, pues encontré más de cien películas a mi alcance. Ya les había contado del maravilloso trato al cliente que tiene la compañía Emirates. En cada Aterrizando les iré contando detalles.

En esta edición, les cuento que de repente me quedé medio dormida, ya para llegar a Singapur, y al lado del pasillo de mi esposo, veo que las azafatas les están tomando una instantánea a él y a mi hija mayor. Después de que se reveló, la enmarcan y la firman las dos. Obviamente Bianca no salió en la foto, porque estaba dormida, igual que yo. ¿No creen que es un detallazo? Y en el vuelo de regreso, Dubái-Singapur, lo mismo, pero está vez si salieron mis dos hijas.

Y aterrizamos. El aeropuerto se encuentra ordenadamente limpio, impecable, y su servicio de aduanas es rápidísimo. Hasta te regalan mentitas en lo que esperas a que sellen tu pasaporte. De verdad, un modelo a seguir para otros países como en Dubái, en los Emiratos Arabes Unidos. Vaya que si le toca a uno
esperar. Sólo una vez tuve suerte y uno de sus oficiales nos pasó de inmediato.

Finalmente recogimos las maletas y buscamos el lugar dónde el autobús del hotel nos estaría esperando.  Nos quedaríamos en el Hotel Marina Sands, ese que tiene la alberca enorme en el techo del mismo. Este hotel no es otra cosa, que la principal prueba del progreso arquitectónico en Singapur.


Nuestro primer encuentro con el Marina Bay Sands

El viaje no fue tan largo y en un dos por tres ya estábamos en el Hotel Marina Bay Sands. ¿Pueden imaginarse cuántos cuartos tienen? Yo no pude. Resulta que en sus tres torres, se encuentran 2, 561 habitaciones. Cuando llegamos a la recepción, se imaginarán que no fuimos los únicos. Esperamos unos 20 minutos antes de subir a nuestro cuarto. En el futuro se planea que los huéspedes realicen su entrada al cuarto desde el viaje en el autobús, así no tendrán que esperar demasiado.

Y llegamos a nuestra habitación. Era domingo por la tarde y el cambio de hora se estába presentando de maravilla. Tomamos un regaderazo, nos pusimos monas y monos, y nos fuimos a dar la vuelta. De regreso, después de cenar, estaríamos listos para ir a la cama y de esta forma nos adaptaríamos mejor al cambio de horario.


Paseo dominical


Chapoteando en las alturas


Antes de continuar, les platico que este hotel pertenece a la compañía las Vegas Sands. Así es que el hotel es una pequeña estructura de Las Vegas. Tiene Casino y un teatro dónde la obra permanente es El Rey León. Enfrente del hotel, está el centro comercial The Shoppes at Marina Bay Sands. Todo esto pertenece a las atracciones de la Marina como el ArtScience Museum, una serie de teatros y los pavillones de la tienda Louis Viutton y otro que es un bar, Pangea.

Lo primero que hicimos cuando estuvimos listos, fue ir a ver esa piscina que el hotel la ha llamado Infinity porque tiene una longitud e 150 metros. Todo visitante puede ir a la plataforma del hotel y ver Singapur desde ahí, pagando la entrada. Nosotros también lo hicimos, aunque la entrada ya estaba incluída como huéspedes del hotel. Fue muy agradable ponerse vestidos veraniegos, sandalias y salir a disfrutar del calorcito asiático ese domingo casi al atardecer.


El centro comercial con sus barquitos. ¡Viva Las Vegas!


La tarde se estába terminando y después fuimos al centro comercial, dónde cenamos algo ligerito. No podíamos acabar el día sin volver a caminar por la Marina antes de irnos a la cama.

Queríamos comernos a Singapur de un sólo bocado durante estas tres horas. Imposible, pero por suerte nos faltaban otros dos días enteros para encontrarnos con Singapur después de 11años. Al tercer día, estaríamos volando hacia Bali, Indonesia.



La explanada


El reencuentro después de 11 años

Resulta que en octubre del 2001, mi esposo compró un boleto especial para viajar por varios países. Ese año recorrimos durante dos semanas y media Japón, Nueva Zelanda, Australia y Singapur. Tantos países en tan poco tiempo. El viaje nos gustó mucho y estuvimos maravillados con lo que vimos.

Es lógico pensar que las ciudades evolucionan. Cuando llegamos a Singapur, la Marina no existía. Singapur apuntaba como una ciudad rodeada de centros comerciales. En aquélla visita, recorrimos durante un día, muchísimos centros comerciales ubicados en toda una súper larga avenida llamada Orchard Road. Los conocimos de todos los tamaños. Claro que también conocimos sus principales atracciones. En aquél entonces estuvimos dos días y no visitamos la isla de Sentosa. Esta vez, en el 2012 ni siquiera llegamos a la famosa avenida de los centros comerciales.


En el 2014, quedará listo este nuevo parque ubicado en la Marina 

Singapur nos dio otra cara, la cara de la modernidad arquitectónica. En el próximo Aterrizando les mostraré fotos de nuestra visita durante estos dos días.


Los orígenes de la ciudad

Estas fueron las primeras imágenes. Les adelanto que durante el segundo día, nos subimos por primera vez en un vehículo anfibio. Fue toda una atracción para las niñas. Primero paseamos por las calles antiguas de Singapur, y luego, el autobús se dirigió al mar y el vehículo de transformó en un bote. En el viajamos alrededor de la Marina. Toda una locura.


¿Saben ustedes de dónde viene el agua que se toma en Singapur, o la tierra para construir sus edificios? En el próximo Aterrizando les platicaré estas respuestas y otros temas. Por lo pronto, adiós y buen día, les dejo esta útima foto del Museo ArtScience.


ArtScience Museum 

domingo, 4 de marzo de 2012

Asia Express

No, esta vez no les voy a contar sobre algo relacionado a la comida rápida, sino de nuestro viaje de dos semanas al continente asiático, con una pausa en el mundo árabe.  14 días de impresiones llenas de la vida asiática, o por lo menos, de lo que estuvo a nuestro alcance.

Un mundo lleno de amabilidad y tranquilidad, fue lo que descubrimos en nuestro recorrido por cuatro países: Singapur, Indonesia y Malasia,  salpicado por la atmósfera árabe de Dubái, en los Emiratos Arabes Unidos.


El Hotel Marina Sands y el Museo de Ciencia del Arte


En Singapur tuvimos la modernidad y la perfección asiática, por algo se le conoce como la Suiza de Asia. Singapur se apunta como un representante de la arquitectura moderna. Todo perfecto, limpio y lleno de prohibiciones, que hacen de esta ciudad, una comunidad ordenada.


Y llegamos a Indonesia. El país de los espíritus. Nada se hace sin consultárseles.  Estuvimos en Bali, ciudad que apunta a las manecillas contrarias del reloj asiático. Encontramos un caos en sus calles, pero que para los balineses funciona de maravilla. La motocicleta es la reina de la selva y entre más personas lleve, mejor. No dos ni tres, sino hasta cinco hemos visto en una de ellas. 


Ungasan, Bali


Bali es selva y playa. En cada rincón hay un altar para los espíritus que reciben comida de los lugareños hasta saciarse por completo. En Bali, no nos recibieron con un apretón de manos, nos recibieron con las manos en el corazón.



Las cuevas Batu, con su Dios Murugan


En la ciudad de Kuala Lumpur, Malasia, conocimos la mezcla de culturas: Chinos, hindúes, malayos y anglosajones, entre otras minorías. . Es una ciudad cosmopolita que tampoco se queda atrás en el progreso. No tan perfeccionista como Singapur, pero rodeada de la amabilidad asiática de sus habitantes. La mezcla perfecta entre progreso y naturaleza. Un ejemplo son sus cuevas Batu, dónde la religión hindú encontró un altar.


La Isla Sentosa


Y regresamos a Singapur, a la isla de Sentosa, a unos 15 minutos de la gran ciudad, y el lugar perfecto para vacacionar. Una mezcla al estilo americano y asiático. Sentosa tiene de todo, atracciones para chicos y grandes. Para los habitantes de Singapur, un lugar perfecto para vivir de vacaciones en constante tiempo y para los turistas, como nosotros, una oportunidad de disfrutar el Océano Indico.

El tiempo se acababa y para no tener un vuelo intercontinental interminable, decidimos hacer una pausa en Dubái, casa de la compañía áerea Emirates. Con esta compañía, conocimos la perfección del servicio. Después de estas vacaciones, sólo quiero viajar con Emirates, que ofrece por un mismo vuelo en la clase económica, el trato de primera clase. Lo siento, no es comercial, es cómo lo conocí, ya les platicaré más adelante.


El Creek en Dubái


Dubái, la ciudad en el desierto. Nuestra tercera visita. Estuvimos los últimos dos días ahí, antes de viajar a Basilea. Disfrutamos del aire fresco, por la mañana y por la noche, cosa que nos fue desconocida, porque antes la habíamos visitado en el verano de 45 grados. Caminamos mucho por la ciudad antigua, rodeada del Río Creek. El desierto nos recibió a principios de marzo, con una máxima de 30 grados.  Toda una diferencia.

Y ahora estamos en Basilea. Las vacaciones se acabaron. Ya no tendremos más Asia Express. Su clima, su comida, su gente. Pero para seguir disfrutando de este viaje, les contaré a detalle y compartiré con ustedes en los próximos Aterrizando, algunas experiencias e imágenes. Me despido, no con un apretón de manos, sino, con las manos frente al pecho, a la altura del corazón, como me acostrumbraron por este continente, al estilo de Bali.