¡Hola! De regreso para continuar nuestro relato por Shanghai, China. Era el segundo día y nos dirigíamos a visitar el Parque Yu Yuan. Y fue toda una experiencia. Esto fue el 11 de octubre. El clima nos sonreía con un sol espectacular.
Un parque antes del parque El contraste de lo moderno con la naturaleza |
Un oasis en la jungla de acero
El inicio del día se los conté en la pasada entrada. Cuando llegamos caminando a la plaza del Bund. Mi esposo nos dirigió con el mapa de la ciudad, para llegar caminado hasta el parque. Un camino seguro, pero de todas maneras tuvimos cuidado al cruzar las calles, pues ni en rojo detiene a los autos, bicicletas y motocicletas.
Tienditas en la entrada del parque |
Lo primero que vimos al entrar al parque, fueron sus tienditas de recuerditos, no nos detuvimos mucho, porque ya lo queríamos recorrer. El color rojo predominaba en todos los puestos. Es el color de la suerte en Asia. Después me arrepentí de no comprar nada, porque no regresamos a la entrada. Pero la experiencia de la visita, era más importante en ese momento.
Llegamos a sus jardines |
De nuevo la superstición de no tener caminos rectos, sino en curvas
Al llegar al parque, nos encontramos con su puente sobre el lago. Este puente no es recto, tiene 9 curvas. En China se piensa que los malos espírituos se desplazan en línea recta y que se les distrae cuando se construyen caminos con curvas. Un ejemplo fue este puente.
En una de sus 9 curvas |
El puente estaba saturado de turistas que tuvieron la misma idea que nosotros, tomarse fotos. Al llegar al otro lado del mismo, nos encontramos con su tetería, la Huxintin Teahouse. Nuestro primer impulso fue probar auténtico té chino. ¡Y entramos!
Huxinting Teahouse |
Nos dieron una mesa en la planta alta. El lugar estaba lleno de turistas, menos de una mesa. Ahí estaba un simpático matrimonio de abuelitos. El señor me preguntó de dónde éramos. Le respondí y me dijo, y vienen hasta acá para tomar té. Muy simpático.
El parque desde la tetería |
Un oasis en la ajetreada vida de Shanghai |
Tardamos un poco en seleccionar nuestros tés. Provamos cuatro diferentes. Junto con él, la mesera nos trajó unos huevos cocidos de codorniz y unas galletas cuya consistencia era muy suave y nada dulces. También probamos una fruta que venía en bolsita. Probamos todo. Todo menos los huevos. Pero mi esposo y mis hijas sí lo hicieron.
El té. Este tipo de té ya lo había probado en Europa |
Galletas y huevos duros de codorniz El té estuvo delicioso |
Disfrutamos mucho la pausa. Desde nuestra mesa vimos el lago y los turistas. Dentro del local se colaba una brisa muy agradable. Afuera estaba haciendo calor. Nunca nos imaginamos disfrutar de ese clima. Los pronósticos habían sido muy malos. Los buenos espíritus alejaron la lluvia.
Recorriendo el Parque |
Era el momento de pagar para continuar el recorrido. Fuimos al tocador. Todavía encontramos una construcción antigua. Embonaba a la perfección con el edificio.
Terminando la visita entre más tiendas |
El siguiente punto era caminar por el verdadero Shanghai. Teníamos un buen guía, mi esposo con su mapa. Recorreríamos más de la ciudad para llegar a un centro comercial para comer Dim Sum.
Llegamos al verdadero Shanghai |
Pero esto se los platico en el siguiente Aterrizando. Por lo pronto les deseo un bonito fin de semana. ¡Adiós! Gracias por leerme.
En plena ciudad |
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