De Hong Kong a Malasia se hacen solamente cuatro horas por avión. Y aunque no están tan lejos, las diferencias entre el clima y la cultura sí son notorias. Hong Kong es un respiro entre el régimen autoritario chino y la libertad occidental. El clima en Hong Kong durante el mes de marzo fue templado, mientras que en la ciudad de Malasia, ya era un poco bochornoso. Lo que me impresionó al llegar a Kuala Lumpur fue observar cómo las diferentes razas humanas se están mezclando. La sociedad me pareció muy abierta.
Al aterrizar en su aeropuerto, nos recibió el calor de su gente y de su país. La vegetación nos abría paso entre los caminos de asfalto que han atravesado sus selvas. Al ir en el taxi, fuimos descubriendo las áreas pobladas. Casas habitadas en dónde el aire acondicionado no puede faltar. De seguro entre los árboles se podría ver la fauna exótica de este país asiático. A medida que nos acercábamos, crecía el deseo de ver a las Torres Petronas.
Así, entre la exhuberancia de su vegetación, una motocicleta estilo Vespa se iba abriendo paso entre los otros vehículos. Esa escena me pareció que estaba saliendo de una película de Bollywood. Su conductora, una chica de la cultura hindú, valga la redundancia, iba manejándola a toda velocidad. El Sari rosa barbie iba jugando con el viento, en especial su mascada. Hasta me imaginé la música que se escucha en estas películas y me imaginé a cientos de hindúes bailando en la carretera.
Bienvenidos a Kuala Lumpur, un país dónde sus visitantes de culturas remotas, van creando su propia civilización enmarcada por la tecnología. Eso es Kuala Lumpur, la selva enredándose con el asfalto y la tecnología. Y las culturas. Pues en Kuala Lumpur viven malayos, chinos, hindús, euroasiáticos y europeos, entre otros.
Estas mezclas se fueron dando debido a las minas de estaño que en siglos anteriores habían atraído a los habitantes de Nepal, Birmania, Tailandia y China, entre otros. Aunque hay muchas culturas, el idioma oficial es el Malayo. Es muy divertido tratar de entender las palabras escritas en el país. Por suerte, muchos de sus pobladores hablan muy bien el inglés. El chino tiene una enorme presencia, así como el tamil y el cantonés. Curiosamente el idioma inglés es el oficial en las escuelas.
Esta fue una de las primeras fotos que tomamos mientras duraba nuestro trayecto del aeropuerto a la ciudad. Prometo otras mejores en el siguiente blogg
Y después de la imagen de la chica del Sari, aparecían a lo lejos las Torres Petronas. A partir de ahí, empezó la cacería de fotos. No sé cuántas hicimos.
Llegamos a la ciudad. La selva alejaba sus brazos verdes y daba paso al asfalto fundido entre las razas.
Era casi el anochecer y fue maravilloso ver las torres iluminadas.
Fue en el Hotel Traders dónde nos hospedamos. Las Torres vigilaron nuestros sueños durante los tres días que duró nuestra estancia en la ciudad.
Y en Kuala Lumpur volvímos a vivir la presencia de las mezquitas que cantan, como en Dubái. Y el espejismo del viaje fue imaginarse que las Torres Petronas cantaban a los musulmanes, o mejor dicho, a su dios.
Iglesias, eso representaron para mí las Torres Petronas. Dos mezquitas imponentes que elevaban los cantos al Todopoderoso. ¡Buenas noches Kuala Lumpur, mañana te descubriremos!
sábado, 18 de junio de 2011
sábado, 9 de abril de 2011
Hong Kong, cuarta parte
En el país de Mickey Mouse
Y después de ver la maravillosa vista de la ciudad, engalanada del astro Sol, dejamos el Hotel y nos fuimos en un taxi a la isla de Lantau, dónde está ubicada Hong Kong Disneylandia.
Los días se estaban pasando de volada, por suerte, durante nuestra estancia en Disneylandia, pudimos detener un poco el paso del tiempo y disfrutar de la inocencia que es dedicarse sólamente a visitar este parque de atracciones.
Hace un año, con la gran cantidad de turistas chinos en Disneylandia, les tocó a mis hijas ser el centro de atención. Todo el mundo las miraba y les tomaba foto. Querían salir con ellas. Este año, al parecer había más turistas y nuestras hijas pudieron pasar desapercibidas, lo cual hizo muy agradable la estancia, aunque esta vez también les hicieron fotos, pero no de manera masiva, como la última vez. Estoy segura de que a ellas les encanta posar para las chicas de China, que quieren fotografiarse con ellas.
El primer día en Disneylandia, no teníamos planeado visitar el parque, pero debido al ofrecimiento del paquete del Hotel, decidimos entrar al parque.
En febrero del 2010, Disneylandia no estaba vacía, pero este mes de marzo del 2011, fue muy placentero porque no tuvimos que hacer largas filas.
Antes de cenar, fuimos a tomar algo a uno de sus restaurantes, y las empleadas del Spa estaban ofreciendo un minimasaje de unos 10 minutos en la espalda. Oh, que delicia. A partir de ese momento decidí que tenía que ir a hacerme algún tratamiento. La chica me recomendó el masaje linfático porque beneficiaba al organsmo completo. Así es que iría el tercer día, antes de volar a Kuala Lumpur.
Ese día en Disneylandia, la visita a la atracción de Dumbo fue obligatoria, igual que al Small World. Ya no recuerdo cuántas veces nos formamos para entrar. El Carrusel de Cenicienta también estuvo en nuestro plan, así como el Mundo de Winnie the Pooh. Nuestra hija mayor fue con su papá a la atracción de Cars, y manejaron su propio auto.
Si todo en la vida fuera de color de rosa como en Disneylandia, tendríamos otro mundo. Por eso, no nos arrepentimos y reservamos una mesa en el restaurant del hotel, para cenar acompañados de Mickey Mouse, Minnie, Goofie, Piglet y compañía. Obviamente, quienes más lo disfrutaron, fueron nuestras hijas, pues antes de dormir, fueron a escuchar la lectura de un cuento sobre Mickey Mouse, y luego éste hizo acto de presencia para darles las buenas noches.
Un segundo día en compañía de Mickey
Y la fiebre por el mundo mágico del ratón Mickey todavía no terminaba. El 7 de marzo la alegría de las hijas nos iluminaba, y todos fuimos muy contentos de nuevo al parque. Ese día lo iniciamos con el Safari en barco. Lo han hecho tan bien, que los cocodrilos, elefantes, hienas y hasta los aborígenes africanos, no pueden ser más real de lo que se ven. El efecto Disney, es sin lugar a dudas la explosión del volcán.
Y después de ver la maravillosa vista de la ciudad, engalanada del astro Sol, dejamos el Hotel y nos fuimos en un taxi a la isla de Lantau, dónde está ubicada Hong Kong Disneylandia.
Los días se estaban pasando de volada, por suerte, durante nuestra estancia en Disneylandia, pudimos detener un poco el paso del tiempo y disfrutar de la inocencia que es dedicarse sólamente a visitar este parque de atracciones.
Hace un año, con la gran cantidad de turistas chinos en Disneylandia, les tocó a mis hijas ser el centro de atención. Todo el mundo las miraba y les tomaba foto. Querían salir con ellas. Este año, al parecer había más turistas y nuestras hijas pudieron pasar desapercibidas, lo cual hizo muy agradable la estancia, aunque esta vez también les hicieron fotos, pero no de manera masiva, como la última vez. Estoy segura de que a ellas les encanta posar para las chicas de China, que quieren fotografiarse con ellas.
Disneyland Hotel
En febrero del 2010, Disneylandia no estaba vacía, pero este mes de marzo del 2011, fue muy placentero porque no tuvimos que hacer largas filas.
Productos de tocador del Hotel
Ese día en Disneylandia, la visita a la atracción de Dumbo fue obligatoria, igual que al Small World. Ya no recuerdo cuántas veces nos formamos para entrar. El Carrusel de Cenicienta también estuvo en nuestro plan, así como el Mundo de Winnie the Pooh. Nuestra hija mayor fue con su papá a la atracción de Cars, y manejaron su propio auto.
El Carrusel de la Bella Durmiente
Un segundo día en compañía de Mickey
Y la fiebre por el mundo mágico del ratón Mickey todavía no terminaba. El 7 de marzo la alegría de las hijas nos iluminaba, y todos fuimos muy contentos de nuevo al parque. Ese día lo iniciamos con el Safari en barco. Lo han hecho tan bien, que los cocodrilos, elefantes, hienas y hasta los aborígenes africanos, no pueden ser más real de lo que se ven. El efecto Disney, es sin lugar a dudas la explosión del volcán.
El Safari: más auténtico no podría ser
Uno de las atracciones que el año pasado no hicimos, fue el cine en tercera dimensión. Todos nos pusimos nuestros lentes y acompañamos a Donald en su paseo por el mundo musical. Olores de pasteles y otras delicias, viento y hasta gotas de agua, fascinaron a nuestras hijas, que gracias a dios, no se asustaron por el moderno espectáculo.
Momentos del Desfile Celebration in the Air
El paseo por el parque lo terminamos con el Desfile de sus estrellas. Este año, Disneyland Hong Kong celebra sus primeros cinco años. El desfile al final del día se llama Celebration in the Air. Este parque tiene su área tradicional Fantasyland, Adventureland, Tomorrowland y la tradicional calle Main Street.
De nuevo el día terminó, con una cena en compañía de los personajes de Walt Disney y la lectura del cuento antes de ir a la cama y por supuesto, por la visita del ratón más famoso en el mundo infantil. Obviamente la lectora se dio cuenta de que nuestras hijas no entendían el cuento del todo, pues lo estaba leyendo en inglés. Después le dijeron de dónde eran y los idiomas que hablaban, y sorpresa, la chica era de Filipinas y entendía un poco español, hay que recordar que este país fue una colonia de España.
La mañana siguiente fue para preparar el siguiente punto en el viaje. Nos iríamos de Hong Kong, para visitar Kuala Lumpur, pero no sin antes pasar al Spa del hotel. Mientras estaba ahí, el papá entretenía a las hijas por las instalaciones del hotel. Por suerte tienen su área de juegos y un laberinto de arbustos muy divertido.
Cómo no van a estar felices los niños, si hasta hay Winnie Pooh en el búfet de postres
El masaje fue maravilloso, y aunque tuve un poco de estrés porque ya estábamos a punto de irnos, la experiencia fue inolvdable y recomendable. Estaba cargando energías para la futura mudanza que se acercaba en nuestra vida de Basilea, Suiza.
Adiós Disneylandia, que sigas creando fantasías y podamos olvidar un poco las desgracias en este mundo. Esperamos volver y pensar que el mundo es un mundo pequeño y sin problemas.
En el próximo Aterrizando les contaré de nuestras esperiencias en Malasia.
Que tengan un buen domingo y gracias por leerme.
En el próximo Aterrizando les contaré de nuestras esperiencias en Malasia.
Que tengan un buen domingo y gracias por leerme.
sábado, 26 de marzo de 2011
Hong Kong, tercera parte
Se nos hizo el milagro
El tercer día, era nuestro día en Hong Kong. Cuando fuimos de nuevo a desayunar al Cafe Gray, vimos a la ciudad reluciendo, el sol había salido. Se nos hizo el milagro de ver la ciudad con su lado cálido.
Ni lo pensamos un segundo y nos fuimos lo más rápido que pudimos al mirador The Peak. El año pasado ya habíamos estado ahí. Y cual fue la sorpresa, que al bajar del taxi, vimos que en la entrada no había nadie. Hace un año, vimos la ciudad con más turistas de China, que se habían quedado en Hong Kong después de celebrar el Año Nuevo Chino. Así es que moraleja, el mejor tiempo para ir a visitar esta ciudad, es como lo hicimos este año, mucho después de las celebraciones.
El tercer día, era nuestro día en Hong Kong. Cuando fuimos de nuevo a desayunar al Cafe Gray, vimos a la ciudad reluciendo, el sol había salido. Se nos hizo el milagro de ver la ciudad con su lado cálido.
Y salió el sol
Esta vez ni hicimos fila. Directo nos subimos al tranvía, que estaba ahí casi sólo para nosotros, a excepción de una una pareja china con los papás de uno de los dos, quienes ya le había echado ojito a las niñas. En el mirador, se tomaron fotos con ellas.
Y llegamos. Fuimos a su mirador y sacamos todas las fotos con sol que quisimos de la ciudad.
Después, nos sentamos a tomar unos jugos y un cafecito y disfrutamos de la vista del sol. Hong Kong, esta vez no nos dejaste ir sin verte engalanado. Y de verdad que es otra vista.
El tiempo se nos estaba acabando y regresamos al hotel para empacar. Los días en la ciudad se acabaron para dar paso a una sorpresa más: la visita a Disneyland Hong Kong. Un paseo para las hijas, y también para nosotros. Dejamos la isla de Hong Kong para irnos a la isla de Lantau, en busca de las orejas de Mickey Mouse.
En la próxima edición, les contaré sobre nuestro encuentro con Miguelito y compañía.
¡Buenas noches!
El tranvía llegó
Y llegamos. Fuimos a su mirador y sacamos todas las fotos con sol que quisimos de la ciudad.
Después, nos sentamos a tomar unos jugos y un cafecito y disfrutamos de la vista del sol. Hong Kong, esta vez no nos dejaste ir sin verte engalanado. Y de verdad que es otra vista.
Vista desde el mirador the Peak
En la próxima edición, les contaré sobre nuestro encuentro con Miguelito y compañía.
¡Buenas noches!
martes, 22 de marzo de 2011
Hong Kong, segunda parte
Caminando hacia el romántico Star Ferry y la visita a nuestro sastre
De nuevo estoy aquí para continuar con la narración de nuestro viaje por Asia.
Quisiera comentar sobre las impresiones del camino hacia el hotel. El aeropuerto de Hong Kong, se encuentra en la Isla de Lantau. Esta, es muy interesante porque además de contar con este medio de transporte y comunicación, ofrece a sus turistas y claro, a sus ciudadanos, dos atracciones: Disneyland Hong Kong y la estatua del Budda gigante.
De Disneylandia, el visitante puede observar sólamente las señales viales desde la comodidad de su auto, en cambio, del Gran Budda (Big Budda), se pueden ver los cables del teleférico que empiezan en la estación del Metro Tung Chung. Es increíble ver este paisaje entre montañas. Eso es Hong Kong, fascinación entre mar, rascacielos y montañas, con el misticismo de la cultura oriental, que se abre hacia el mundo occidental, debido a su condición de excolonia inglesa.
Volviendo al tema del segundo día, y después de un reparador sueño, aunque muy corto para su servidora, pues me levante a las dos de la mañana por el cambio de horario, procedimos a desayunar, en punto de las siete de la mañana, hora en la que se abría el Cafe Grey, en el mismo Upper House.
Al llegar, la chica que nos otorgó la mesa, nos preguntó si acabábamos de llegar a la ciudad y si teníamos "Jetlag", por aquéllo de madrugar. Después de pedir las bebidas, las niñas pudieron jugar con unos bloquecitos de madera que representaban cada uno de los edificios más famosos de Hong Kong. Así podíamos nosotros disfrutar de la panorámica desde el restaurant. Ese día estaba nublado. Nuestro deseo era ver la ciudad con sol, pues en nuestro primer viaje, casi la vimos siempre con cielo gris. Habría que rezar un poco.
Después de comer panecillos tostados, pan de dulce, y unos hot cakes, nos fuimos caminando hacia la Estación de Star Ferry Hong Kong Island. Caminamos entre los pasillos del centro comercial Pacific Places. La verdad lo hicieron muy bien, pues se evita caminar entre el tráfico. Después, atravesamos el Parque Harcourt parque y llegamos hacia la misma.
Entonces, iniciamos nuestro camino por las calles de la ciudad para llegar a Raja Fashion, una compañía de sastres que hacen sus creaciones a la medida. Aunque casi cuestan lo mismo que en Europa, los trajes en Hong Kong son a la medida y a mejores precios que las marcas de alta costura, como Ermenegildo Zegna. Raja le produce trajes al mismo.
El año pasado estuvimos ahí. A mi esposo le terminaron dos y a mi unos vestidos de seda. La seda es de muy buena calidad, y no se le va el hilo. De verdad que los sastres chinos son estupendos. Quien no ha escuchado sobre la famosa seda china. Basta ya de publicadad, pero qué puedo decir, recomiendo verdaderamente la compañía pues los trajes de mi esposo están enteritos.
Después de que le tomaran las medidas a mi esposo, nos fuimos. Esta vez fue imposible para mí la confección de un vestido, pues no estaríamos más de 5 días seguidos en Hong Kong. Ni hablar, será para la próxima. Mi esposo tuvo la ventaja de que el harían el mismo modelo de traje, por eso, no era necesaria una prueba.
El siguiente paso era buscar una estación de Metro y comprar nuestros boletos de transporte público, Octopus, para viajar por todo Hong Kong.
Una vez comprados los boletos, regresamos al hotel de nuevo con el Star Ferry. Había que dormir unas dos horas para reponer nuestro sueño. ¿Que por qué era urgente dormir? Pues porque nuestra pequeña hija se quedo dormida mientras probábamos unos Dim Sum en el restaurant Jade Garden.
Esas anécdotas con los hijos. Primero dijo que no tenía hambre. Después, se le fueron cerrando los ojitos y definitivamente la tuve que cargar pues amenazaba en desplomarse en cualquier momento. Todo eso ante los ojos asombrados de una familia china que primero tuvo que ver cómo nos las arreglábamos con los palillo. "Es el cambio de horario", les aclaraba. Ellos, como la mayoría de los habitantes de Hong Kong, muy sonrientes y abiertos con nosotros los extranjeros.
Desde entonces, le decimos a nuestra segunda hija Dumpling, por aquéllo de la dormidita. En el menú del restaurante Jade Garden, también había Dumpling, además de Dim Sum. En tu honor, mi Dumpling.
Por suerte caminamos, pues lo único que nos esperaba esa tarde de Hong Kong, era su lado culinario.
Después de la siesta, que duró dos horas, nos despertamos por la alarma que puso mi marido y nos dirigimos al Peking Garden, restaurant hermano del Jade Garden, en el Pacific Center y nos dispusimos a disfrutar del Pato Pequinés, la verdadera especialidad de Asia. Y claro, de nuestro segundo platillo favorito desde la primera visita: camarones con chile. Los camarones fueron para mi esposo y para su servidora, pero nuestras hijas, devoraron el pato. ¡Casi no le dejaron al papá¡
De nuevo estoy aquí para continuar con la narración de nuestro viaje por Asia.
Quisiera comentar sobre las impresiones del camino hacia el hotel. El aeropuerto de Hong Kong, se encuentra en la Isla de Lantau. Esta, es muy interesante porque además de contar con este medio de transporte y comunicación, ofrece a sus turistas y claro, a sus ciudadanos, dos atracciones: Disneyland Hong Kong y la estatua del Budda gigante.
El teleférico dónde está el Gran Budda: Tian Tan
Vista desde el Cafe Grey
Al llegar, la chica que nos otorgó la mesa, nos preguntó si acabábamos de llegar a la ciudad y si teníamos "Jetlag", por aquéllo de madrugar. Después de pedir las bebidas, las niñas pudieron jugar con unos bloquecitos de madera que representaban cada uno de los edificios más famosos de Hong Kong. Así podíamos nosotros disfrutar de la panorámica desde el restaurant. Ese día estaba nublado. Nuestro deseo era ver la ciudad con sol, pues en nuestro primer viaje, casi la vimos siempre con cielo gris. Habría que rezar un poco.
Nublado, pero agradable si lo comparamos con el clima de Europa
Parque Harcourt
Parque Harcourt
Caminando hacia la estación del Ferry, ubicada en la Isla de Hong Kong
Durante el recorrido por el parque, pudimos ver a varios ancianos practicando el Tai Chi o a familias jugando en los alrededores del Centro de Convenciones. Estaba nublado, pero bochornoso. Había como unos 19 grados, que a nosotros nos sabían como a deliciosos. Para Hong Kong eso era invierno, pues en el verano se alcanzan más de 30 grados, que con la humedad del agua se pueden sentir como 40.
El famoso Star Ferry
El Ferry de Hong Kong tiene un horario maravilloso. Cada cinco minutos llega un barco entre cada estación. Nosotros queríamos cruzar hacia Hung Hom, en la Isla de Kowloon. Toda la nostalgia de la época colonialista inglesa se ve reflejada en sus barcos. Es maravilloso sentarse durante el recorrido, de hecho, es obligatorio, y dejarse llevar entre las olas que casi arrullan. La vista de los dos lados, Hong Kong Island y la península es maravillosa. Especialmente durante la noche. A las ocho en punto todos los rascacielos de la ciudad se engalanan con un espectáculo de luces y de láser (más o menos como el del Faro del Comercio, de Monterrey, cuando las había). Es como si en ese momento, la ciudad bailara.
Y llegamos a tierra. Es muy interesante ver la estación y observar todas las máquinas expendedoras que tiene por ahí. Desde venta de fundas para el celular, bebidas, hasta paragüas. Yvaya que sí son práticas.Creaciones del diseñador Ermenegildo Zegna
Entonces, iniciamos nuestro camino por las calles de la ciudad para llegar a Raja Fashion, una compañía de sastres que hacen sus creaciones a la medida. Aunque casi cuestan lo mismo que en Europa, los trajes en Hong Kong son a la medida y a mejores precios que las marcas de alta costura, como Ermenegildo Zegna. Raja le produce trajes al mismo.
El año pasado estuvimos ahí. A mi esposo le terminaron dos y a mi unos vestidos de seda. La seda es de muy buena calidad, y no se le va el hilo. De verdad que los sastres chinos son estupendos. Quien no ha escuchado sobre la famosa seda china. Basta ya de publicadad, pero qué puedo decir, recomiendo verdaderamente la compañía pues los trajes de mi esposo están enteritos.
Tranvía de Hong Kong
Después de que le tomaran las medidas a mi esposo, nos fuimos. Esta vez fue imposible para mí la confección de un vestido, pues no estaríamos más de 5 días seguidos en Hong Kong. Ni hablar, será para la próxima. Mi esposo tuvo la ventaja de que el harían el mismo modelo de traje, por eso, no era necesaria una prueba.
El siguiente paso era buscar una estación de Metro y comprar nuestros boletos de transporte público, Octopus, para viajar por todo Hong Kong.
La comida china: el arte de la tentación, pero saludable
Una vez comprados los boletos, regresamos al hotel de nuevo con el Star Ferry. Había que dormir unas dos horas para reponer nuestro sueño. ¿Que por qué era urgente dormir? Pues porque nuestra pequeña hija se quedo dormida mientras probábamos unos Dim Sum en el restaurant Jade Garden.
Desde entonces, le decimos a nuestra segunda hija Dumpling, por aquéllo de la dormidita. En el menú del restaurante Jade Garden, también había Dumpling, además de Dim Sum. En tu honor, mi Dumpling.
Por suerte caminamos, pues lo único que nos esperaba esa tarde de Hong Kong, era su lado culinario.
El famoso pato pequinés, platillo predilecto de nuestras hijas
Después de la siesta, que duró dos horas, nos despertamos por la alarma que puso mi marido y nos dirigimos al Peking Garden, restaurant hermano del Jade Garden, en el Pacific Center y nos dispusimos a disfrutar del Pato Pequinés, la verdadera especialidad de Asia. Y claro, de nuestro segundo platillo favorito desde la primera visita: camarones con chile. Los camarones fueron para mi esposo y para su servidora, pero nuestras hijas, devoraron el pato. ¡Casi no le dejaron al papá¡
Los famosos camarones: Sólo para mí, y bueno, para mi esposo
El tercer día en Hong Kong nos esperaba con algunas sorpresas, como la experiencia de su mirador the Peak y otra, en especial para nuestras hijas.
Esto se los contaré en el siguiente Aterrizando. ¡Buenas noches!
domingo, 20 de marzo de 2011
Hong Kong: una mirada hacia el futuro
Normalmente pensé en escribir este blog, sobre los viajes pasados, pero no puedo dejar de pasar más tiempo para contarles los detalles de nuestro último paseo, aprovechando que tengo dos días de haber regresado a Basilea. Las viviencias están calientitas, como si fueran un pan recién horneado.
Viajamos a Hong Kong. Esta es la segunda vez que visitamos una de las ciudades más modernas de Asia. La primera vez la visitamos en febrero del 2010, justo cuando acababan de pasar las celebraciones del Año Nuevo Chino. Esta segunda vez, la ciudad nos cautivó de nuevo.
La aventura comenzó el 4 de marzo, justo cuando Janina había terminado sus actividades del jardín de niños, y empezaban las vacaciones de la temporada del Carnaval en Basilea (Fasnacht). Era viernes. Por suerte, ella vivió muy intensamente las actividades y un día anterior, había participado en su desfile de Carnaval, Fasnachtumzug, como se le llama en alemán. Así es que sin mala conciencia por perdernos esta actividadad, nos fuimos a la ciudad alemana de Múnich, para de ahí salir rumbo a Asia.
En el aeropuerto de Basilea, el empleado de Lufthansa, nos informó que probablemente no podría viajar, pues com mexicana necesitaba una visa. Nosotros habíamos investigado bien, y ya había ido el año anterior. Finalemente, revisó bien y nos dijo que no había problema. Así, sin problemas, las maletas se fueron y nosotros teníamos los pases de abordar hasta Hong Kong.
En Múnich, Alemania, partimos a las diez de la noche. Una hora más tarde, nuestras dos querubinas se habían quedado dormidas. Después de ver la película "el discurso del rey" (the King's speech), dormimos también. Esa es la ventaja de un vuelo en la noche. No siempre se puede escoger, pero es muy recomendable viajar a esta hora.
Y llegamos a Hong Kong. Todo el vuelo estuvo súper tranquilo. Los pasajeros, compuestos entre europeos, asiáticos y esta mexicana, ignoro si iba otro latino, disfrutamos ese viaje. La diferencia entre las pantallas individuales y las colectivas es enorme. En ese vuelo de Lufthansa, hasta las niñas pudieron ver sus caricaturas y jugar vídeojuegos. Viva la individualidad y los vuelos nocturnos.
Fue muy agradable volver a ver las instalaciones del Aeropuerto Chek Lap Kok. En ese momento, las filas de migración no fueron largas y de nuevo fuimos "escaneados" por los empleados, quienes se aseguraban de que nadie llegara a Hong Kong con fiebre. Todavía hay que recordar el caso de la fiebre A1H1. La pregunta para nosotros en ese momento era : y si tienes gripe, ¿qué pasa? Mejor no averiguarlo, se los aseguro.
Las maletas llegaron y alguien del hotel nos estaba esperando.
Salimos al estacionamiento y una suave brisa de 18 grados acarició nuestras mejillas. Ah, que bello es distanciarse un poco del invierno en Europa. ¡Buenas noches Hong Kong! Eran las cuatro de la tarde. Todavía teníamos un poco de tiempo para ver la ciudad antes de ir a dormir. Y eso sólo era posible porque dormimos en el vuelo.
Llegamos al hotel Upper House, situado en la parte de la Isla de Hong Kong. Después de un rápido regaderazo, nos fuimos al Centro Comercial Pacific Place, que está frente al hotel y todos emocionados, preguntamos por una mesa en el restaurant Pekin Garden, porque deseabamos probar el Pato Pekin de nuevo. Era sábado en la noche, y la espera duraría hasta las ocho y media. Una verdadera pena, pero la cena china tendría que esperar hasta el domingo. Buscamos otro restaurant en el centro comercial, pues no queríamos alejarnos del hotel y llegamos hasta el restaurant italiano Domani. No necesitabamos pasta, pero el antipasti, la lasaña y el risotto estuvieron maravillosos. Un autentico sazón de Italia, confirmado por la degustación de sus capuchinos.
Así terminaba esa noche. Las hijas estaban muy emocionadas y de buen humor. Nos dormimos a las diez de la noche y despertamos a las cuatro de la mañana. Nos fuimos a desayunar a las siete de la mañana al restaurant del hotel Cafe Grey, y la chica nos pregunto si teníamos problemas con el cambio de horario. Eramos los únicos. Disfrutamos un rico desayuno encabezado por unos hot cakes, que probamos el año anterior. Así comenzaba el primer día.
Caminando hacia el romántico Star Ferry y la visita a nuestro sastre
Este tema, se los platicaré la siguiente ocasión. Ahora mismo son las nueve y media de la noche y pronto tendré que ir a la cama. Llevamos dos días durmiendo temprano. Es la primera vez en mucho tiempo que no tenemos cambio de horario. El regreso nos ayudó, porque llegamos a las once de la noche a Basilea.
Buenas noches, que tengan dulces sueños y pronto les seguiré contando.
* Nota, el personaje que representaron todos el grupo del jardín de niños de mi hija, se llama Waggis.
Viajamos a Hong Kong. Esta es la segunda vez que visitamos una de las ciudades más modernas de Asia. La primera vez la visitamos en febrero del 2010, justo cuando acababan de pasar las celebraciones del Año Nuevo Chino. Esta segunda vez, la ciudad nos cautivó de nuevo.
La aventura comenzó el 4 de marzo, justo cuando Janina había terminado sus actividades del jardín de niños, y empezaban las vacaciones de la temporada del Carnaval en Basilea (Fasnacht). Era viernes. Por suerte, ella vivió muy intensamente las actividades y un día anterior, había participado en su desfile de Carnaval, Fasnachtumzug, como se le llama en alemán. Así es que sin mala conciencia por perdernos esta actividadad, nos fuimos a la ciudad alemana de Múnich, para de ahí salir rumbo a Asia.
Mi hija mayor, segunda de izquierda a derecha, en su desfile del Carnaval, un día antes de viajar. Todos hicieron sus máscaras y disfraces. Increíble. Sus maestras son unas auténticas admiradoras del Fastnacht. ¡Felicidades! *
En el aeropuerto de Basilea, el empleado de Lufthansa, nos informó que probablemente no podría viajar, pues com mexicana necesitaba una visa. Nosotros habíamos investigado bien, y ya había ido el año anterior. Finalemente, revisó bien y nos dijo que no había problema. Así, sin problemas, las maletas se fueron y nosotros teníamos los pases de abordar hasta Hong Kong.
En Múnich, Alemania, partimos a las diez de la noche. Una hora más tarde, nuestras dos querubinas se habían quedado dormidas. Después de ver la película "el discurso del rey" (the King's speech), dormimos también. Esa es la ventaja de un vuelo en la noche. No siempre se puede escoger, pero es muy recomendable viajar a esta hora.
Y llegamos a Hong Kong. Todo el vuelo estuvo súper tranquilo. Los pasajeros, compuestos entre europeos, asiáticos y esta mexicana, ignoro si iba otro latino, disfrutamos ese viaje. La diferencia entre las pantallas individuales y las colectivas es enorme. En ese vuelo de Lufthansa, hasta las niñas pudieron ver sus caricaturas y jugar vídeojuegos. Viva la individualidad y los vuelos nocturnos.
Fue muy agradable volver a ver las instalaciones del Aeropuerto Chek Lap Kok. En ese momento, las filas de migración no fueron largas y de nuevo fuimos "escaneados" por los empleados, quienes se aseguraban de que nadie llegara a Hong Kong con fiebre. Todavía hay que recordar el caso de la fiebre A1H1. La pregunta para nosotros en ese momento era : y si tienes gripe, ¿qué pasa? Mejor no averiguarlo, se los aseguro.
Las maletas llegaron y alguien del hotel nos estaba esperando.
Salimos al estacionamiento y una suave brisa de 18 grados acarició nuestras mejillas. Ah, que bello es distanciarse un poco del invierno en Europa. ¡Buenas noches Hong Kong! Eran las cuatro de la tarde. Todavía teníamos un poco de tiempo para ver la ciudad antes de ir a dormir. Y eso sólo era posible porque dormimos en el vuelo.
Vista desde el cuarto
Llegamos al hotel Upper House, situado en la parte de la Isla de Hong Kong. Después de un rápido regaderazo, nos fuimos al Centro Comercial Pacific Place, que está frente al hotel y todos emocionados, preguntamos por una mesa en el restaurant Pekin Garden, porque deseabamos probar el Pato Pekin de nuevo. Era sábado en la noche, y la espera duraría hasta las ocho y media. Una verdadera pena, pero la cena china tendría que esperar hasta el domingo. Buscamos otro restaurant en el centro comercial, pues no queríamos alejarnos del hotel y llegamos hasta el restaurant italiano Domani. No necesitabamos pasta, pero el antipasti, la lasaña y el risotto estuvieron maravillosos. Un autentico sazón de Italia, confirmado por la degustación de sus capuchinos.
Un capuchino en Hong Kong
Así terminaba esa noche. Las hijas estaban muy emocionadas y de buen humor. Nos dormimos a las diez de la noche y despertamos a las cuatro de la mañana. Nos fuimos a desayunar a las siete de la mañana al restaurant del hotel Cafe Grey, y la chica nos pregunto si teníamos problemas con el cambio de horario. Eramos los únicos. Disfrutamos un rico desayuno encabezado por unos hot cakes, que probamos el año anterior. Así comenzaba el primer día.
Buenas noches, nos vemos mañana
Caminando hacia el romántico Star Ferry y la visita a nuestro sastre
Este tema, se los platicaré la siguiente ocasión. Ahora mismo son las nueve y media de la noche y pronto tendré que ir a la cama. Llevamos dos días durmiendo temprano. Es la primera vez en mucho tiempo que no tenemos cambio de horario. El regreso nos ayudó, porque llegamos a las once de la noche a Basilea.
Buenas noches, que tengan dulces sueños y pronto les seguiré contando.
* Nota, el personaje que representaron todos el grupo del jardín de niños de mi hija, se llama Waggis.
miércoles, 16 de febrero de 2011
Roma, una ciudad sin edad
Llegar a Italia por primera vez, fue conocer el otro lado de Europa, la del sur. A partir de esa visita comprendí que el continente se dividía en dos zonas, valga la redundancia: la del norte y la del sur. Y no nada más en región geográfica, sino, en región mental.
Pasarse al lado sur, significa despedirse un poco del frío de la Europa del Norte, y zambullirse en el calorcito del Mar Mediterráneo. Grecia, España, Portugal, Turquía, como países imánes dónde vacacionan los europeos de las regiones frías. Y no están fascinados sólo por su clima, sino por su gente, la gente latina.
Teniendo este marco climático, nos adentramos a una gran línea divisoria que clasifica a la Europa del sur, como la abierta, la escandalosa, la feliz, dejando a la Europa del Norte, como la distante, la fría, la callada y por decirlo neutralmente, la perfeccionista y progresista.
Los países del sur, ante esta clasificación con el dominio del Norte, se han hecho famosos por vivir felices con lo que tienen y disfrutando el presente, no tanto el futuro, pero muy orgullosos de su pasado. Y bueno, si de algo deben de estar orgullosos los romanos, es de su glorioso pasado.
Aterricé en Roma el 3 de marzo del 2000, cuando entonces vivíamos en Viena. Mi esposo fue a una junta de la oficina durante la semana y el viernes por la tarde llegué para descubrir con él la ciudad. Tomé un taxi y me adentré en el tráfico del fin de semana. Recuerdo el calorcito tan extrañado en el duro invierno austriaco. ¡Ya estoy en el sur, con su clima, y con su gente!
En el camino recuerdo un gran acueducto y la típica vegetación italiana. Pequeñas colinas con esa tierra ya no tan verde por la caricia del sol. Justo al llegar a la ciudad, sus calles pequeñas, como esas que conocemos de las películas, en dónde transitan romanos, turistas, autos, motocicletas y bicicletas, toda una masa que se dirige a todos los lados, al mismo tiempo.
Me baje en la Via Gioberti, en el Hotel Palladium Palace. Me latía el corazón de ver a mi esposo, a mi amore, después casi una semana separados. Teníamos ya dos años de casados. Juntos iríamos a recorrer la ciudad y cenar en un típico restaurant italiano. Llegamos a una hostaria, la Hostaria al Boschetto.
La intención de escribir este blog, fue sacar del armario los albúmes fotógraficos que hemos hecho en estos 13 años de casados. Me parece increíble que esta visita la hicieramos hace casi 10 años. Por más cursi que suene, que rápido se han pasado. De verdad que recordar es volver a vivir y acordarse de los primeros años de matrimonio y de compartir con las hijas nuestras memorias de turistas.
Pero estaba con el tema de la tratoria, de la comida.
Y es que el italiano disfruta de su comida. Es toda una ceremonia. Y si en algo nos parecemos los mexicanos y los europeos del sur, es en nuestra sobremesa. Creo que el europeo del Norte no la puede disfrutar como los italianos lo hacen.
Así es que esa primera noche, tuvimos aqcua minerale, bruschetta, primer piato y dolci. Sin olvidarse de su pane y de su vino. Bona sera Roma, te veo mañana para conocerte.
La Roma de película
En estos diez años han pasado muchos acontecimientos en Europa. El inicio de la década marcó el Euro como moneda unitaria. Así es que en esta visita, nos tocó ver como la lira, dejó el camino libre para esta moneda.
A la mañana siguiente, después de la prima colazioni en el hotel, nos fuimos caminando por las calles del centro. Sus calles antiguas reservan lugar para difernentes tipos de comercio. Entre pizzeria y cafés, las boutiques y zapaterías acaparan la atracción de los turistas. Italia además de buena comida, es sinónimo de moda y elegancia. En toda Europa, el romano tiene fama de vestir elegante, tanto hombres, como mujeres.
Nuestro primer punto para visitar fue la Fuente (Fontana) de Trevi, inmortalizada por Fellini en su película la Dolce Vita, con la escena de Anita Eckber. Para los turistas que llegan a Roma en el verano, es reconfortante admirarla después de caminar bajo el sol de Europa del sur.
Al llegar a esta plaza, el turista lo tiene todo, pizza, monumento y tiendas, porque enfrente está un local con la última moda del calzado (si es que no han cambiado de lugar) y Benetton, que si bien hay una sucursal en cada rincón del planeta, es muy especial visitar esta marca cien porciento italiana.
Y me he olvidado de mencional de los gelati, los mejores helados del mundo. Por toda Roma se puede encontrar un local, que en la mayoría de los casos, alberga las recetas familiares de antaño. Mi esposo estaba muy orgulloso de los helados suizos de la marca Mövenpick, pero desde que probó el verdadero helado italiano, cambió su opinión. Nadie debe irse de Italia, sin haber probado este postre y encontrado su sabor favorito. El mío, es el de jogurt con cereza, es decir, el helado amarena con jogurt.
Para llegar a uno de los lugares romanos, por excelencia, el Panteón, el turista se encuentra primero con la Columna de Marco Aurelio. Recuerdo las fotos de mi maestro de Arte, sobre su viaje por esta ciudad. Obviamente este monumento no pudo haber faltado en su recorrido familiar por la arquitectura italiana.
Al llegar al Panteon, el templo de todos los dioses, es como si la Plaza de la Rotonda, le sirviera de marco a todo el pasado arquitectónico e historico de la cultura romana. Las formas geométricas de la fachada y del interior se combinan para dar esa aura de misterio en su interior. Iglesia, oratorio, en fin, cada quien puede imaginarse este lugar como quiera. El juego de luz y sombra le dan ese toque perfecto para los escenarios de Hollywood, como en la película de Angeles y Demonios, basada en la novela del americano Dan Brown.
Lo que más me impresionó de este templo, fue el orificio en su cúpula, cómo si los humanos fueran vigilados a través de él, por todos los dioses romanos. Al estar dentro de él, se puede sentir un poco de esa paz. Cuando lo visité me gustó contemplar un respeto de sus turistas, como si estuvieran dentro de una iglesia. La verdad que era muy placentero entrar en su interior.
Una vez después de nuestra visita, nos sentamos a tomar un café en la Plaza de la Rotonda. La diferencia entre el visitante y el nativo es difícil de apreciar, pues el turista adquiere esa naturalidad que caracteriza al italiano: vivir y sin prisas y contemplar el momento. El dolce far nienti, que significa el placer de no hacer nada, o disfrutar el no hacer nada.Y qué mejor que disfrutarlo con un buen espreso.
Roma puede albergar a un millión de eruditos, científicos, filósofos, arquitectos e historiadores. Pero para nosotros, los turistas comunes y corrientes, nos ofrece en cada esquina, en cada fuente, plaza, callejón, un trozo de esa cultura romana que parece adquirir una nacionalidad extra de ser sólo italiana. Para todo el mundo, son orgullosamente romanos, y después, quizá, italianos.
Seguimos nuestra visita, porque aunque se estaba muy agusto en el Panteón, sólo estaríamos el fin de semana y teníamos que apurarnos para ver todas sus atracciones. La siguiente parada, sería visitar la Plaza de España.
135 escalones conducen a esta Plaza. En ella se encuentra la Iglesia de la Trinidad del Monte (Trinità del Monti) y la Fontana della Barcaccia. Se llama Plaza España, porque fue un regalo del Rey Español Fernando, el Católico.
En esta Plaza, se dan cita todos los turistas que acuden a Roma. En sus escalinatas toman un pequeño respiro de sus recorridos. Durante el verano es muy bonito verla con sus flores que enmarcan la Iglesia de la Trinidad del Monte.
Lo interesante de esta Plaza, lo forman el Caffe Greco (Anticco Caffé Greco) y la Vía Condotti. El primero es el Café más famoso en toda Roma, mientras que la segunda, la Via dei Condotti, es la calle de la moda, donde los gúrus internacionales del buen vestir tienen sus tiendas u oficinas.
Después de nuestra visita a la Plaza, nos fuimos a visitar el famoso café. En su interior, normalmente siempre repleto, se puede observar la elegancia de sus sillones, pero sobre todo, la elegancia de los verdaderos romanos que se dan cita ahí y deleitarse con una tasa de espreso. Damas ataviadas en sus joyas de alcurnia, incluyendo la posesión de su perrito faldero. Mientras que los caballeros, lucen impecables su ropa italiana, sin llegar a trajes, pero ataviados con pantalón de casimir. Por suerte, también vimos a muchos turistas, como nosotros.
Y que mejor alago a la vista, que pasear por la calle de la moda y observar las próximas tendencias de la temporada.
Hace un par de días, leí una nota en una revista alemana, en dónde destacaban lo caro que es visitar Italia. ¡Es increíble lo que cuesta un café en este país! No recuerdo exactamente cuánto pagamos por los nuestros, pero parece que en la actualidad se pagan hasta 8 Euros por taza. La ilusión de la vida italiana, nos las venden con los granos del delicioso oro negro. Como diría alguna vez mi amiga Sandra: No conviertas, para que te diviertas. ¡Una barbaridad!
En fin, creo que en toda Italia esto es así. Todavía deleitados por los escaparates de los dulces y panecillos italianos, seguimos con nuestro recorrido y nos adentramos a la Plaza del Pueblo.
El clima no nos estaba dando su mejor cara, pero aún así subimos al mirador del Monte Pincio y de ahí, tuvimos una estupenda vista de la Plaza del Pueblo, dónde predomina su obelisco . La Piazza del Popolo. Parece que esta característica es típica de muchas ciudades italianas. Los miradores, que son muy visitados por los turistas, como en Florencia.
El siguiente punto de nuestro recorrido, fue el Puente del Angel, o el Ponte San'tAngelo, que finalmente conduce al Castillo el mismo nombre. El puente se localiza en el Río Tíber (Tevere). En el pasado, este puente servía a los peregrinos para llegar hasta la Basílica de San Pedro.
Y siguiendo este camino, como los antiguos peregrinos, llegamos al estado independiente de El Vaticano. Para nosotros los católicos, esta es una visita obligatoria y bueno, para los suizos también, pues en él se encuentra la Guardia Suiza Pontificia, cuya principal tarea es salvaguardar el Estado Vaticano. Es el ejercito más pequeño del mundo y cuyos orígenes datan desde la Edad Media.
Entrar en la Basílica de San Pedro es toda una experiencia, considerando que San Pedro, el primer Papa del mundo, podría estar enterrado en ella.
Los artistas italianos de antaño, como Miguel Angel y Rafael, definieron a esta obra de arte del Renacimiento. En el interior, la Piedad, de Miguel Angel, está ahí, como prueba de la maestría de su autor. No puedo negar que la Basílica para mi gusto está plagada de oro. Demasiado valor material para una Iglesia que tiene otros valores terrenos. O debería tenerlos.
Sin duda alguna, la Basílica de San Pedro, es el principal simbólo de Cristiandad para nosotros los católicos-romanos. ¨Tu eres Pedro, y sobre esta piedra, edificaré mi iglesia, y te daré las llaves del Reino de los cielos¨, es lo que se lee en la base interior de la cúpula, cuyas letras miden dos metros de altura.
Después de esta visita sacra, es muy reconfortante caminar por la Plaza San Pedro e imaginarsela atisbada de peregrinos escuchando al Papa, en sus diferentes discursos. 140 esculturas la rodean, al igual que sus columnas, el Obelisco y la fuente. Si esa Plaza hablara, lo qué podría decir.
La noche terminó entre la compra de recuerditos y a la visita de la siguiente trattoria.
Al parecer, un día Santo se estaba acabando en nuestra estancia de fin de semana. El Vaticano es impresionante.
Tras las huellas del Antiguo Imperio Romano: El Coliseo y el Foro Romano
10 millones de turistas llegan cada año a Roma. No puedo imaginarme a esta ciudad en soledad. Quizá a pocos minutos antes del amanecer, pero fuera de ello, los romanos quizá hayan aprendido a convivir con nosotros, los turistas. No debe de ser nada fácil aceptar la realidad de compartir tu ciudad con las masas, pero en estos momentos en que el Euro, la moneda de Europa, está tan débil, creo que probablemente estén muy agradecidos.
Y porque el legado de Italia está en su arquitectura, el siguiente punto de nuestra visita de domingo fue el Coliseo Romano. Ese domingo tuvimos la oportunidad de ver la ciudad con el sol a plenitud. Para la que escribe, este monumento histórico tiene una asociación con los gladiadores y sus luchas entre sí, y contra los desgarradores leones, observados por su emperador en turno. De nuevo, los estereotipos.
El recorrido termino frente a la Puerta de la Vía Sacra para después proseguir con el Foro Romano.
Y ahí estaba, compartiendo espacio con la Roma moderna. Cada esquina es un paraíso para los arquélogos de todo el mundo. Decenas de elementos que analizar y en un espacio abierto. Columnas y cúpulas en sus restos que llenaron algún día la gloria romana.
El tiempo se nos estaba acabando ese domingo. Y fuimos rápidamente a visitar el Palacio de Venecia, enmarcado por una preciosa escalera, que nos llevo a un mirador, que dejaba reflejar la belleza de todos los tejados romanos y por el carruaje en el techo de dicho palacio, un ejemplo más del pasado glorioso de esta ciudad. Roma, me estaba enamorando de ti.
Nos encontramos a dos perlas del tesoro romano: Trastevere y el Monte Gianicolo
Siguendo las recomendaciones de nuestra guía turística, decidimos visitar el sábado, el barrio de Trastevere, que está al sur de El Vaticano. Recorrer sus estrechas callecitas, fue conocer la verdadera cara de Roma. Esta parte del recorrido fue especial porque en Trastevere se mezclan también los romanos con los extranjeros, en todos sus restaurantes y bares. Las calles de Trastevere no pueden ser menos internacionales, porque aquí se encuentra la Academia de España, que alberga becarios internacionales.
Si se visita Trastevere en el verano, y a la hora de la comida, el turista puede derretirse entre este amalgama de olores y sabores. Nada mejor que buscar una pizzeria y disfrutar la auténtica obra italiana. Recuerdo la nuestra en Trastevere y fue una delicia. Los restaurantes que tienen mesas en la calle, ofrecen un espectáculo con sus manteles que se mueven por el viento. Y si se tiene suerte, un grupo de músicos pueden ampliar este manjar de sentidos. Indiscutiblemente estábamos en la Dolce Vita.
El tiempo se acabo el domingo, pero nuestro punto final fue visitar la Colina de Gianicolo, conocida en español como Janículo. Y para desaparecer los efectos indeseables de la pizza, caminamos hacia ella desde el Trastevere. Esta colina se encuentra en este mismo barrio cuyo nombre está basado en
el Dios Jano, de quien se dice fue fundador de esta parte de Roma.
Lo especial del Janículo son sus edificios, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Caminar entre sus calles, fue tener la oportunidad de escuchar a los verdaderos romanos, comunes y corrientes, que disfrutaban el domingo. Ancianos recorriendo sus calles sin prisas, madres que apuraban a los hijos para subir al auto e ir a visitar con seguridad a la abuela, o Nonna, como se dice en italiano, o a caballeros que regresaban a casa con algún dolci para la merienda.
No caba duda que este paseo por el Gianicolo, fue el contacto más puro que tuvimos con los romanos. Verlos de cerca en su actividad dominguera, y escucharlos hablar en italiano.
El tiempo se acabo y regresamos a Viena, no sin antes visitar a la Fuente de Trevi por última vez y lanzar una moneda al agua para pedir un deseo. Mi deseo fue regresar a Roma. Porque no importa que ahora Roma sea de Berlusconni, ni que exista un poco de caos en la limpieza de sus calles y que los precios para los turistas se hayan elevado. No importa, Roma será para siempre el orgullo italiano, y nos seguira atrayendo a los turistas, para descifrar esa belleza de sus edificios y monumentos, así como para deleitarnos de todas los placeres que encierran a la cocina italiana y su envidiable modo de vida del dolce far niente.
¡Arrivederci Roma!, io retorno pronto ...
miércoles, 5 de enero de 2011
Amor intercultural
En el artículo anterior sobre Dubái, traté de escribir todas las impresiones que adquirí en mi viaje por este país.
Me faltó contar la historia de mis vecinos de avión.
Viajamos de Dubái a Múnich y de ahí a Basilea.
Pues bien. Mi vecino de a lado llegó y se sentó muy orgulloso de su sombrero estilo Panamá. Lo veía y lo veía. Ya ven, no sólo las mujeres somos vanidosas. Espero no le hayamos causado molestias, pues bueno, como familia de hijas pequeñas, no podemos decir que somos el silencio andando. Las hijas se portaron bien, pero es imposible permanecer en silencio. Por lo menos, no nos hizo caras, y eso es ganancia. En fin, de él podemos decir que fue el vecino de vuelo perfecto.
Su vecina, una chica árabe, cuya identidad no puedo definir. Durmió todo el vuelo. Eso también es ser buen vecino, ¿verdad?
Justo dos horas antes de aterrizar, se despertó para desayunar e ir al baño. Para ese entonces, nuestro vecino de avión ya había guardado su sombrero. Justo antes de llegar aAlemania, empezaron a platicar los dos. Y bueno, no es por metiche, pero pude escuchar el meollo de la conversación.
Al principio, pensé que ya estaba empezando una relación intercultural amorosa, de esas que surgen en los aviones. Ella le preguntó sobre su tarjeta de presentación, si podía tener una por si alguna vez coincidían en algún lugar. Una manera muy elegante de continuar con el contacto, pensé.
Y su respuesta, lo siento, pero estoy casado. En ese momento, casi me quisé levantar y abrazar al pasajero por su honestidad. El hombre pudo dar otra respuesta, o quizá darle la tarjeta fácilmente.
Así terminó este episodio. Mis respectos para el pasajero y mis felicitaciones a su señora esposa. Al señor lo vimos caminando por el aeropuerto de Múnich, con un pasaporte de color guindo. No puedo acertar su nacionalidad, pues el tiempo que estuvo en el avión habló en inglés con las azafatas alemanas.
Por otro lado, felicito también a la chica árabe, por haber dado el primer paso y tomar la iniciativa.
Y ahora sí termino este capítulo en mi vida sobre Dubái y les prometo escribirles la siguiente narrativa de Aterrizando.
Gracias por sus comentarios y les deseo un feliz año.
Mi próxima narración, será sobre la bella Italia. Imposible dejar de escribir sobre ella.
Me faltó contar la historia de mis vecinos de avión.
Viajamos de Dubái a Múnich y de ahí a Basilea.
Pues bien. Mi vecino de a lado llegó y se sentó muy orgulloso de su sombrero estilo Panamá. Lo veía y lo veía. Ya ven, no sólo las mujeres somos vanidosas. Espero no le hayamos causado molestias, pues bueno, como familia de hijas pequeñas, no podemos decir que somos el silencio andando. Las hijas se portaron bien, pero es imposible permanecer en silencio. Por lo menos, no nos hizo caras, y eso es ganancia. En fin, de él podemos decir que fue el vecino de vuelo perfecto.
Su vecina, una chica árabe, cuya identidad no puedo definir. Durmió todo el vuelo. Eso también es ser buen vecino, ¿verdad?
Justo dos horas antes de aterrizar, se despertó para desayunar e ir al baño. Para ese entonces, nuestro vecino de avión ya había guardado su sombrero. Justo antes de llegar aAlemania, empezaron a platicar los dos. Y bueno, no es por metiche, pero pude escuchar el meollo de la conversación.
Al principio, pensé que ya estaba empezando una relación intercultural amorosa, de esas que surgen en los aviones. Ella le preguntó sobre su tarjeta de presentación, si podía tener una por si alguna vez coincidían en algún lugar. Una manera muy elegante de continuar con el contacto, pensé.
Y su respuesta, lo siento, pero estoy casado. En ese momento, casi me quisé levantar y abrazar al pasajero por su honestidad. El hombre pudo dar otra respuesta, o quizá darle la tarjeta fácilmente.
Así terminó este episodio. Mis respectos para el pasajero y mis felicitaciones a su señora esposa. Al señor lo vimos caminando por el aeropuerto de Múnich, con un pasaporte de color guindo. No puedo acertar su nacionalidad, pues el tiempo que estuvo en el avión habló en inglés con las azafatas alemanas.
Por otro lado, felicito también a la chica árabe, por haber dado el primer paso y tomar la iniciativa.
Y ahora sí termino este capítulo en mi vida sobre Dubái y les prometo escribirles la siguiente narrativa de Aterrizando.
Gracias por sus comentarios y les deseo un feliz año.
Mi próxima narración, será sobre la bella Italia. Imposible dejar de escribir sobre ella.
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