miércoles, 14 de mayo de 2014

Navegando por el Canal de Panamá, segunda parte




Puente de las Américas, ubicado en el Canal



¡Hola! De regreso para terminar de platicarles mi relato sobre el paseo por el Canal de Panamá!
Ya teníamos avanzada la travesía de nuestro recorrido y seguíamos escuchando a nuestro guía del barco. Nos enteramos que por día el Canal es atravesado por cuarenta barcos, no más.


¡Después de esta embarcación, seguía la nuestra!



Trabajadores del Canal



Al estar en el punto llamado Miraflores Lock, el guía explicó que las compuertas del Canal, son las mismas desde su construcción hace cien años. Fue interesante ver las exclusas se abrían y dejaban pasar el agua que transportaría nuestro barco por el canal. Tienen una altura de quince metros de altura, veinte de ancho y dos de grosor.  Se necesita del trabajo de muchas personas para  coordinar el paso de las navegaciones, incluso hasta existe un trenecito que transporta a los empleados al lado del Canal.



Miraflores Lock



Ochenta mil dólares por atravesar dos océanos en un día




Puente Centenario




Lo que más nos llamó la atención, fue enterarnos del costo por atravesar el canal. Nada más y nada menos que unos ochenta mil dólares para barcos comerciales. Y esto es una ganga, considerando lo que cuesta dar la vuelta al Continente Americano por el Cabo de Hornos. El peaje para un barco o yate de recreo oscila entre los quinientos y mil dólares. Y algo muy importante, el pago se hace en efectivo.




Las exclusas, cien años de historia



Se llegó el momento de la comida. Disfrutamos de un platillo panameño, elaborado con pechuga de pollo en una salsa roja que no resultó nada picante, al contrario, era dulce. Además de arroz y de postre. Los estragos de levantarse temprano se apoderaron de mí, y tuve que dormir sentada, como los ancianos chinos que viajaban con nostros. Una corta pestañada y ya estaba lista para seguir.



El trenecito del Canal



Pasamos el Puente Centenario y llegamos hasta el Puente Gamboa. Ahí desembarcamos y abordamos un autobús que nos llevaría de regreso hasta el Puerto Barboa. Esperamos más de media hora el transporte que nos recogió en el  hotel. El chófer se disculpo de la tardanza y dijo que fue por el tráfico. Mi esposo europeo no le creyó, pero le pedí que tenía que resignarse, estábamos en Latinoamérica y las cosas no funcionan con el reloj suizo de su país.



La otra opción para ver el Canal, si no se quiere viajar en
barco, es ir a la plataforma de observación del Miraflores Lock

¡Listo, ya estábamos en los dos océanos!


Descansamos en el cuarto, nos fuimos de nuevo a la piscina del Hotel Trump y esa noche cenamos en un restaurante que se encuentra en el hotel, al nivel playa, llamado Cadaqués, de comida mediterránea. Ahí as niñas disfrutaron mucho su bebida de fresa. ¡Muy refrescante!

Bandera panameña



Delicioso jugo de fresa del Cadaqués



Y así terminó el día. Sólo nos quedaba uno más antes de viajar a Aruba, en el Caribe. Pero esto les sigo contando en el siguiente Aterrizando. ¡Les deseo una buena semana y muchas gracias por leerme!

No hay comentarios:

Publicar un comentario