miércoles, 16 de febrero de 2011

Roma, una ciudad sin edad



Llegar a Italia por primera vez, fue conocer el otro lado de Europa, la del sur. A partir de esa visita comprendí que el continente se dividía en dos zonas, valga la redundancia: la del norte y la del sur. Y no nada más en región geográfica, sino, en región mental.
Pasarse al lado sur, significa despedirse un poco del frío de la Europa del Norte, y zambullirse en el calorcito del Mar Mediterráneo. Grecia, España, Portugal, Turquía, como países imánes dónde vacacionan los europeos de las regiones frías. Y no están fascinados sólo por su clima, sino por su gente, la gente latina.
Teniendo este marco climático, nos adentramos a una gran línea divisoria que clasifica a la Europa del sur, como la abierta, la escandalosa, la feliz, dejando a la Europa del Norte, como la distante, la fría, la callada y por decirlo neutralmente, la perfeccionista y progresista.
Los países del sur, ante esta clasificación con el dominio del Norte, se han hecho famosos por vivir felices con lo que tienen y disfrutando el presente, no tanto el futuro, pero muy orgullosos de su pasado. Y bueno, si de algo deben de estar orgullosos los romanos, es de su glorioso pasado.
Aterricé en Roma el 3 de marzo del 2000, cuando entonces vivíamos en Viena. Mi esposo fue a una junta de la oficina durante la semana y el viernes por la tarde llegué para descubrir con él la ciudad. Tomé un taxi y me adentré en el tráfico del fin de semana. Recuerdo el calorcito tan extrañado en el duro invierno austriaco. ¡Ya estoy en el sur, con su clima, y con su gente!


En el camino recuerdo un gran acueducto y la típica vegetación italiana. Pequeñas colinas con esa tierra ya no tan verde por la caricia del sol. Justo al llegar a la ciudad, sus calles pequeñas, como esas que conocemos de las películas, en dónde transitan romanos, turistas, autos, motocicletas y bicicletas, toda una masa que se dirige a todos los lados, al mismo tiempo.
Me baje en la Via Gioberti, en el Hotel Palladium Palace. Me latía el corazón de ver a mi esposo, a mi amore, después casi una semana separados. Teníamos ya dos años de casados. Juntos iríamos a recorrer la ciudad y cenar en un típico restaurant italiano. Llegamos a una hostaria, la Hostaria al Boschetto.
La intención de escribir este blog, fue sacar del armario los albúmes fotógraficos que hemos hecho en estos 13 años de casados. Me parece increíble que esta visita la hicieramos hace casi 10 años. Por más cursi que suene, que rápido se han pasado. De verdad que recordar es volver a vivir y acordarse de los primeros años de matrimonio y de compartir con las hijas nuestras memorias de turistas.
Pero estaba con el tema de la tratoria, de la comida.
Y es que el italiano disfruta de su comida. Es toda una ceremonia. Y si en algo nos parecemos los mexicanos y los europeos del sur, es en nuestra sobremesa. Creo que el europeo del Norte no la puede disfrutar como los italianos lo hacen.
Así es que esa primera noche, tuvimos aqcua minerale, bruschetta, primer piato y dolci. Sin olvidarse de su pane y de su vino. Bona sera Roma, te veo mañana para conocerte.


La Roma de película

En estos diez años han pasado muchos acontecimientos en Europa. El inicio de la década marcó el Euro como moneda unitaria. Así es que en esta visita, nos tocó ver como la lira, dejó el camino libre para esta moneda.
A la mañana siguiente, después de la prima colazioni en el hotel, nos fuimos caminando por las calles del centro. Sus calles antiguas reservan lugar para difernentes tipos de comercio. Entre pizzeria y cafés, las boutiques y zapaterías acaparan la atracción de los turistas. Italia además de buena comida, es sinónimo de moda y elegancia. En toda Europa, el romano tiene fama de vestir elegante, tanto hombres, como mujeres.
Nuestro primer punto para visitar fue la Fuente (Fontana) de Trevi, inmortalizada por Fellini en su película la Dolce Vita, con la escena de Anita Eckber. Para los turistas que llegan a Roma en el verano, es reconfortante admirarla después de caminar bajo el sol de Europa del sur.
Al llegar a esta plaza, el turista lo tiene todo, pizza, monumento y tiendas, porque enfrente está un local con la última moda del calzado (si es que no han cambiado de lugar) y Benetton, que si bien hay una sucursal en cada rincón del planeta, es muy especial visitar esta marca cien porciento italiana.
Y me he olvidado de mencional de los gelati, los mejores helados del mundo. Por toda Roma se puede encontrar un local, que en la mayoría de los casos, alberga las recetas familiares de antaño. Mi esposo estaba muy orgulloso de los helados suizos de la marca Mövenpick, pero desde que probó el verdadero helado italiano, cambió su opinión. Nadie debe irse de Italia, sin haber probado este postre y encontrado su sabor favorito. El mío, es el de jogurt con cereza, es decir, el helado amarena con jogurt.



Para llegar a uno de los lugares romanos, por excelencia, el Panteón, el turista se encuentra primero con la Columna de Marco Aurelio. Recuerdo las fotos de mi maestro de Arte, sobre su viaje por esta ciudad. Obviamente este monumento no pudo haber faltado en su recorrido familiar por la arquitectura italiana.
Al llegar al Panteon, el templo de todos los dioses, es como si la Plaza de la Rotonda, le sirviera de marco a todo el pasado arquitectónico e historico de la cultura romana. Las formas geométricas de la fachada y del interior se combinan para dar esa aura de misterio en su interior. Iglesia, oratorio, en fin, cada quien puede imaginarse este lugar como quiera. El juego de luz y sombra le dan ese toque perfecto para los escenarios de Hollywood, como en la película de Angeles y Demonios, basada en la novela del americano Dan Brown.
Lo que más me impresionó de este templo, fue el orificio en su cúpula, cómo si los humanos fueran vigilados a través de él, por todos los dioses romanos. Al estar dentro de él, se puede sentir un poco de esa paz. Cuando lo visité me gustó contemplar un respeto de sus turistas, como si estuvieran dentro de una iglesia. La verdad que era muy placentero entrar en su interior.
Una vez después de nuestra visita, nos sentamos a tomar un café en la Plaza de la Rotonda. La diferencia entre el visitante y el nativo es difícil de apreciar, pues el turista adquiere esa naturalidad que caracteriza al italiano: vivir y sin prisas y contemplar el momento. El dolce far nienti, que significa el placer de no hacer nada, o disfrutar el no hacer nada.Y qué mejor que disfrutarlo con un buen espreso.
Roma puede albergar a un millión de eruditos, científicos, filósofos, arquitectos e historiadores. Pero para nosotros, los turistas comunes y corrientes, nos ofrece en cada esquina, en cada fuente, plaza, callejón, un trozo de esa cultura romana que parece adquirir una nacionalidad extra de ser sólo italiana. Para todo el mundo, son orgullosamente romanos, y después, quizá, italianos.
Seguimos nuestra visita, porque aunque se estaba muy agusto en el Panteón, sólo estaríamos el fin de semana y teníamos que apurarnos para ver todas sus atracciones. La siguiente parada, sería visitar la Plaza de España.
135 escalones conducen a esta Plaza. En ella se encuentra la Iglesia de la Trinidad del Monte (Trinità del Monti) y la Fontana della Barcaccia. Se llama Plaza España, porque fue un regalo del Rey Español Fernando, el Católico.



En esta Plaza, se dan cita todos los turistas que acuden a Roma. En sus escalinatas toman un pequeño respiro de sus recorridos. Durante el verano es muy bonito verla con sus flores que enmarcan la Iglesia de la Trinidad del Monte. 
Lo interesante de esta Plaza, lo forman el Caffe Greco (Anticco Caffé Greco) y la Vía Condotti. El primero es el Café más famoso en toda Roma, mientras que la segunda, la Via dei Condotti, es la calle de la moda, donde los gúrus internacionales del buen vestir tienen sus tiendas u oficinas.
Después de nuestra visita a la Plaza, nos fuimos a visitar el famoso café. En su interior, normalmente siempre repleto, se puede observar la elegancia de sus sillones, pero sobre todo, la elegancia de los verdaderos romanos que se dan cita ahí y deleitarse con una tasa de espreso. Damas ataviadas en sus joyas de alcurnia, incluyendo la posesión de su perrito faldero. Mientras que los caballeros, lucen impecables su ropa italiana, sin llegar a trajes, pero ataviados con pantalón de casimir. Por suerte, también vimos a muchos turistas, como nosotros.
Y que mejor alago a la vista, que pasear por la calle de la moda y observar las próximas tendencias de la temporada.
Hace un par de días, leí una nota en una revista alemana, en dónde destacaban lo caro que es visitar Italia. ¡Es increíble lo que cuesta un café en este país! No recuerdo exactamente cuánto pagamos por los nuestros, pero parece que en la actualidad se pagan hasta 8 Euros por taza. La ilusión de la vida italiana, nos las venden con los granos del delicioso oro negro. Como diría alguna vez mi amiga Sandra: No conviertas, para que te diviertas. ¡Una barbaridad!
En fin, creo que en toda Italia esto es así. Todavía deleitados por los escaparates de los dulces y panecillos italianos, seguimos con nuestro recorrido y nos adentramos a la Plaza del Pueblo.




El clima no nos estaba dando su mejor cara, pero aún así subimos al mirador del Monte Pincio y de ahí, tuvimos una estupenda vista de la Plaza del Pueblo, dónde predomina su obelisco . La Piazza del Popolo. Parece que esta característica es típica de muchas ciudades italianas. Los miradores, que son muy visitados por los turistas, como en Florencia.
El siguiente punto de nuestro recorrido, fue el Puente del Angel, o el Ponte San'tAngelo, que finalmente conduce al Castillo el mismo nombre. El puente se localiza en el Río Tíber (Tevere). En el pasado, este puente servía a los peregrinos para llegar hasta la Basílica de San Pedro.
Y siguiendo este camino, como los antiguos peregrinos, llegamos al estado independiente de El Vaticano. Para nosotros los católicos, esta es una visita obligatoria y bueno, para los suizos también, pues en él se encuentra la Guardia Suiza Pontificia, cuya principal tarea es salvaguardar el Estado Vaticano. Es el ejercito más pequeño del mundo y cuyos orígenes datan desde la Edad Media.
Entrar en la Basílica de San Pedro es toda una experiencia, considerando que San Pedro, el primer Papa del mundo, podría estar enterrado en ella.
Los artistas italianos de antaño, como Miguel Angel y Rafael, definieron a esta obra de arte del Renacimiento. En el interior, la Piedad, de Miguel Angel, está ahí, como prueba de la maestría de su autor. No puedo negar que la Basílica para mi gusto está plagada de oro. Demasiado valor material para una Iglesia que tiene otros valores terrenos. O debería tenerlos.
Sin duda alguna, la Basílica de San Pedro, es el principal simbólo de Cristiandad para nosotros los católicos-romanos. ¨Tu eres Pedro, y sobre esta piedra, edificaré mi iglesia, y te daré las llaves del Reino de los cielos¨, es lo que se lee en la base interior de la cúpula, cuyas letras miden dos metros de altura.
Después de esta visita sacra, es muy reconfortante caminar por la Plaza San Pedro e imaginarsela atisbada de peregrinos escuchando al Papa, en sus diferentes discursos. 140 esculturas la rodean, al igual que sus columnas, el Obelisco y la fuente. Si esa Plaza hablara, lo qué podría decir.
La noche terminó entre la compra de recuerditos y a la visita de la siguiente trattoria.
Al parecer, un día Santo se estaba acabando en nuestra estancia de fin de semana. El Vaticano es impresionante.


Tras las huellas del Antiguo Imperio Romano: El Coliseo y el Foro Romano

10 millones de turistas llegan cada año a Roma. No puedo imaginarme a esta ciudad en soledad. Quizá a pocos minutos antes del amanecer, pero fuera de ello, los romanos quizá hayan aprendido a convivir con nosotros, los turistas. No debe de ser nada fácil aceptar la realidad de compartir tu ciudad con las masas, pero en estos momentos en que el Euro, la moneda de Europa, está tan débil, creo que probablemente estén muy agradecidos.
Y porque el legado de Italia está en su arquitectura, el siguiente punto de nuestra visita de domingo fue el Coliseo Romano. Ese domingo tuvimos la oportunidad de ver la ciudad con el sol a plenitud. Para la que escribe, este monumento histórico tiene una asociación con los gladiadores y sus luchas entre sí, y contra los desgarradores leones, observados por su emperador en turno. De nuevo, los estereotipos.




El recorrido termino frente a la Puerta de la Vía Sacra para después proseguir con el Foro Romano.
Y ahí estaba, compartiendo espacio con la Roma moderna. Cada esquina es un paraíso para los arquélogos de todo el mundo. Decenas de elementos que analizar y en un espacio abierto. Columnas y cúpulas en sus restos que llenaron algún día la gloria romana.
El tiempo se nos estaba acabando ese domingo. Y fuimos rápidamente a visitar el Palacio de Venecia, enmarcado por una preciosa escalera, que nos llevo a un mirador, que dejaba reflejar la belleza de todos los tejados romanos y por el carruaje en el techo de dicho palacio, un ejemplo más del pasado glorioso de esta ciudad. Roma, me estaba enamorando de ti.

Nos encontramos a dos perlas del tesoro romano: Trastevere y el Monte Gianicolo

Siguendo las recomendaciones de nuestra guía turística, decidimos visitar el sábado, el barrio de Trastevere, que está al sur de El Vaticano. Recorrer sus estrechas callecitas, fue conocer la verdadera cara de Roma. Esta parte del recorrido fue especial porque en Trastevere se mezclan también los romanos con los extranjeros, en todos sus restaurantes y bares. Las calles de Trastevere no pueden ser menos internacionales, porque aquí se encuentra la Academia de España, que alberga becarios internacionales.


Si se visita Trastevere en el verano, y a la hora de la comida, el turista puede derretirse entre este amalgama de olores y sabores. Nada mejor que buscar una pizzeria y disfrutar la auténtica obra italiana. Recuerdo la nuestra en Trastevere y fue una delicia. Los restaurantes que tienen mesas en la calle, ofrecen un espectáculo con sus manteles que se mueven por el viento. Y si se tiene suerte, un grupo de músicos pueden ampliar este manjar de sentidos. Indiscutiblemente estábamos en la Dolce Vita.
El tiempo se acabo el domingo, pero nuestro punto final fue visitar la Colina de Gianicolo, conocida en español como Janículo. Y para desaparecer los efectos indeseables de la pizza, caminamos hacia ella desde el Trastevere. Esta colina se encuentra en este mismo barrio cuyo nombre está basado en
el Dios Jano, de quien se dice fue fundador de esta parte de Roma.
Lo especial del Janículo son sus edificios, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.




Caminar entre sus calles, fue tener la oportunidad de escuchar a los verdaderos romanos, comunes y corrientes, que disfrutaban el domingo. Ancianos recorriendo sus calles sin prisas, madres que apuraban a los hijos para subir al auto e ir a visitar con seguridad a la abuela, o Nonna, como se dice en italiano, o a caballeros que regresaban a casa con algún dolci para la merienda.
No caba duda que este paseo por el Gianicolo, fue el contacto más puro que tuvimos con los romanos. Verlos de cerca en su actividad dominguera, y escucharlos hablar en italiano.
El tiempo se acabo y regresamos a Viena, no sin antes visitar a la Fuente de Trevi por última vez y lanzar una moneda al agua para pedir un deseo. Mi deseo fue regresar a Roma. Porque no importa que ahora Roma sea de Berlusconni, ni que exista un poco de caos en la limpieza de sus calles y que los precios para los turistas se hayan elevado. No importa, Roma será para siempre el orgullo italiano, y nos seguira atrayendo a los turistas, para descifrar esa belleza de sus edificios y monumentos, así como para deleitarnos de todas los placeres que encierran a la cocina italiana y su envidiable modo de vida del dolce far niente.
¡Arrivederci Roma!, io retorno pronto ...


miércoles, 5 de enero de 2011

Amor intercultural

En el artículo anterior sobre Dubái, traté de escribir todas las impresiones que adquirí en mi viaje por este país.
Me faltó contar la historia de mis vecinos de avión.
Viajamos de Dubái a Múnich y de ahí a Basilea.
Pues bien. Mi vecino de a lado llegó y se sentó muy orgulloso de su sombrero estilo Panamá. Lo veía y lo veía. Ya ven, no sólo las mujeres somos vanidosas. Espero no le hayamos causado molestias, pues bueno, como familia de hijas pequeñas, no podemos decir que somos el silencio andando. Las hijas se portaron bien, pero es imposible permanecer en silencio. Por lo menos, no nos hizo caras, y eso es ganancia. En fin, de él podemos decir que fue el vecino de vuelo perfecto.
Su vecina, una chica árabe, cuya identidad no puedo definir. Durmió todo el vuelo. Eso también es ser buen vecino, ¿verdad?
Justo dos horas antes de aterrizar, se despertó para desayunar e ir al baño. Para ese entonces, nuestro vecino de avión ya había guardado su sombrero. Justo antes de llegar aAlemania, empezaron a platicar los dos. Y bueno, no es por metiche, pero pude escuchar el meollo de la conversación.
Al principio, pensé que ya estaba empezando una relación intercultural amorosa, de esas que surgen en los aviones. Ella le preguntó sobre su tarjeta de presentación, si podía tener una por si alguna vez coincidían en algún lugar. Una manera muy elegante de continuar con el contacto, pensé.
Y su respuesta, lo siento, pero estoy casado. En ese momento, casi me quisé levantar y abrazar al pasajero por su honestidad. El hombre pudo dar otra respuesta, o quizá darle la tarjeta fácilmente.
Así terminó este episodio. Mis respectos para el pasajero y mis felicitaciones a su señora esposa. Al señor lo vimos caminando por el aeropuerto de Múnich, con un pasaporte de color guindo. No puedo acertar su nacionalidad, pues el tiempo que estuvo en el avión habló en inglés con las azafatas alemanas.
Por otro lado, felicito también a la chica árabe, por haber dado el primer paso y tomar la iniciativa.
Y ahora sí termino este capítulo en mi vida sobre Dubái y les prometo escribirles la siguiente narrativa de Aterrizando.
Gracias por sus comentarios y les deseo un feliz año.
Mi próxima narración, será sobre la bella Italia. Imposible dejar de escribir sobre ella.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Dubái: ¿un espejismo de la realidad?

El viaje familiar a este país del lejano oriente, me ha llevado a iniciar la aventura con este blog de experiencias pasadas y presentes, y claro, las que vendrán, con todo lo relacionado a nuestros viajes en pareja y con nuestras dos hijas.


Al estar en contacto con la vida árabe, pude analizar un poco los conflictos interculturales del Occidente y el Oriente. Cada cultura habla de su dios como el verdadero y único.
En este primer artículo de mi Blog, quisiera compartir con ustedes sobre nuestra semana en la ciudad de los jeques y magnates del petróleo. Nuestra visita fue durante la segunda semana del mes de agosto.

La visa llegó a tiempo
Antes de viajar a este país, mi esposo me ayudó a llenar todos los papeles que las autoridades me pedían, pues como mexicana, no se puede viajar sin antes tener una visa súper corroborada por sus funcionarios. Después del maratón burocrático, y ayudada por la agilidad de los trámites que el Hotel Jumeirah Beach, donde nos hospedaríamos, llegó por correo electrónico mi visa.
Se debe de contar con la reservación del hotel y con el pago de la misma. Nuestra estancia se limitaría a este hotel. Una lástima, pues mi esposo quería ir a dos.
En fin, basta de quejas. Después de decidirnos a último momento, estábamos agradecidos de que todo había salido bien. Dubái, ¡allá vamos!
Viajamos Zurich-Múnich-Dubái. El vuelo Múnich-Dubái duró 6 horas, casi nada, considerando los viajes que hemos hecho a México, que duran 11 o más horas, más aparte, el tiempo de espera entre un trasbordo y otro. Las niñas se portaron muy bien y disfrutaron la programación personal de entretenimiento de Lufthansa. Ya saben, cada viajero tiene su propia pantalla de televisión y juegos.


Al llegar al aeropuerto, y después de llenar todos los requisitos de la visa de visitante (tuve que hacer fila para que sellaran mi papelería y me tomaran fotos de mis pupilas) abordamos el transporte que el hotel había organizado para nosotros. Y fue entonces cuando lo sentí: El beso del desierto.

Un calor de 42 grados a las 10 de la noche
Y ahí estaba, el calor del desierto. Antes de sentirlo, tuve que proseguir con algunos trámites.
Realmente no tuve ningún problema como mujer, por no llevar la vestimenta de las musulmanas. Ese día viaje con un pantalón del tipo gabardina y una camiseta polo.
La fila para que me aceptarán como visitante estaba dividida en dos: hombres y mujeres. Eso sí, los oficiales fueron muy enérgicos cuando un hombre se encontraba en el lado equivocado y de inmediato lo mandaban a la fila para hombres.
Antes de salir, mi maleta tuvo que pasar por el escaner. Mi esposo, en tono de broma, dijo que fue por mi apariencia sospechosa. Ya no pregunté por qué, pues lo único que quería era llegar al hotel.
Después de recoger finalmente las maletas, encontramos al empleado del Jumeirah Beach. La gente fue desde el principio muy amable con nosotros. Desde el transcurso del aterrizaje, hasta el estacionamiento del aeropuerto, nos llegaron las primeras imágenes de la moda árabe. Estábamos en los Emiratos Arabes Unidos.
En el estacionamiento nos dimos cuenta que ese mundo era manejado por hombres. Ellos, en su vestimenta estilo caftán y turbante y ellas en burka con todas sus interpretaciones.
Dos minutos duró nuestra caminata hacia la camionetota del hotel estilo americano. Nos subimos e inmediatamente el aire acondicionado nos dio la bienvenida, más unas botellas de agua mineral, como cortesía del hotel. Era como estar en el vecino país del norte de México.
No lo podía creer al ver Dubái de noche. La modernidad en sus luminarias y edificios nos sorprendieron en los 30 minutos en los que apróximadamente duró el trayecto.
¿El color predominante de sus edificios residenciales? Arena, por supuesto.
Llegamos al hotel. El aire acondicionado de la camioneta lo quitamos desde el incio del trayecto. Abrimos las puertas, bajamos frente al mismo y ahí estaba, el choque del calor de unos 45 grados a las 10 de la noche. En ese momento nos preguntamos, ¿cómo será al mediodía?
- Sólo nos quedaremos en la piscina, fue lo primero que mi esposo dijo. -Disfrutaremos del calor que nos faltará en Europa cuando llegue el invierno. Y le di toda la razón.


Después de una cordial bienvenida en el vestíbulo del hotel, me confronté a la siguiente realidad:Housewifes should not talk, just the husband. Dificil para una mexicana que gusta de la conversación. El empleado no esperaba quien fuera yo quien llevará la conversación por los pasillos hacia nuestro cuarto.
A partir de ese momento, sólo hablé cuando me lo indicaban. Había que adaptarse a la cultura. A excepción del contacto con las empleadas y los empleados que no eran árabes.

Incongruencias de la religión en la vestimenta: mantas negras y seductoras zapatillas

Encontrarse en el desierto tiene sus problemas. No me puedo imaginar a sus habitantes en ropa de fibras sintéticas y dejando su piel frente a los rayos agresivos del sol del desierto. Me parece muy adecuado que se vistan con telas naturales como el algodón. Me ha dado un poco de envidia ver a los hombres impecables en sus caftanes blancos y con turbantes, blancos con adornos rojos o negros, en contraste con las mujeres, quienes deben vestirse de negro obligatorio con la cabeza cubierta, la cara a excepción de los ojos, o la radical forma de ser un ente negro, cubierta de pies a cabeza.
La única manera de identificar estas visiones del desierto son las zapatillas. Zapatos de tacón de los más reconocidos diseñadores. Y no deben de olvidarse sus bolsos de mano. Dubái es el desfile de la alta costura internacional. Desde Ferragamo hasta Gucci, pasando por otros famosos.
En los tocadores de los centros comerciales y restaurantes, pude ver algunos rostros descubiertos por fin, que se preparaban para salir de nuevo cubiertos en esos mantos negros. También hemos visto cómo algunas las mujeres en estos trajes comían sus helados. Era toda una proeza preparar la cucharita con una mano y con la otra levantar el velo para poder disfrutar del placer helado en el desierto, y después, rapidamente volverse a tapar la cara con el velo.


Probablemente es una cuestión de acostumbrarse, pero caminar con estas batas puede ser que no sea fácil. En algunas ocasiones pude comprobar que no pueden caminar sin golperse, o golpear a alguien, en especial a los niños. Pero es para comprenderse, porque ver detrás de ese velo negro, por más transparente que sea, es casi como caminar en la oscuridad.
Puedo imaginarme que detrás de estas figuras negras, se esconden también las telas más finas y los diseños más vanguardistas en los que las mujeres árabes reciben de sus magnates petroleros, sólamente para usarlos en casa. Lo interesante de visitar un súpermercado en Dubái, es encontrar al lado una boutique de la moda árabe femenina en todas sus variaciones.
Quién no quisiera poseer una bolsa Birkin, o una Sofía y estrenar Pret a Porter, pero no sé, bajo estas condiciones se le pueden ir a uno quitando las ganas de estas vanidades femeninas.
Necesito decir que me sentí muy agradecida, pues nadie me exigió usar un tipo de vestimenta durante mi estancia en Dubái. Considerando las prohibiciones en Francia, en contra de mujeres que usen la burka o chador, hay que agradecer no visitar el país como sus ciudadanas pasean en la calle. Lo único que piden a las turistas, es NO vestirse con profundos escotes o en ropa muy ajustada. En los hoteles se tiene más libertad, aunque de todas maneras siempre está a la vista alguno que otro letrero sobre la etiqueta en el vestido, en dónde se solicita al huésped a no circular en el vestíbulo y pasillos del hotel sólo en traje de baño, lo cual me parece aceptable e incluso creo que debe de pedirse en cualquier cultura en la que uno se encuentre.
Para mayor información visual: www.wikipedia.org/wiki/Burka Ahí se puede conocer la cultura árabe de la vestimente femenina y todas sus variaciones como el niqab, tschador y el
pardesü, entre otras.

Y seguimos con el Burkini
Creo que este tema merece que lo mencione aparte. El choque cultural continuó cuando visitamos un centro acuático de diversiones que pertenecía al hotel, y que estaba ubicado a unos cuantos pasos de las piscinas del mismo.
Me refiero al Wild Wadi. Ahí los amantes de la emoción, como mi esposo y mi hija mayor, encontraron lo que buscaban. Mientras que mi pequeña y la que escribe, nos conformamos sólo con estar a la orilla de las olas artificiales. Para más información: www.jumeirah.com/en/hotels-and-resorts/wild-wadi
Al entrar y recoger nuestras toallas y llaves, nos encontramos con varios objetos que exhibían para su compra: entre ellos, el llamativo burkini.
El burkini es como la ropa especial para bucear, que puede dejar al descubierto sólo la cara, las manos y los pies. Lo demás queda cubierto. Los hay en colores muy llamativos, modernos, creativos y hasta con diseños florales.
Necesito decir que estando en las albercas del Wild Wadi, durante la segunda visita, tuvimos de compañera a una mamá cuidando a sus hijos en el área del resbaladero infantil. Muy simpática con su burkini totalmente en negro. Sin ofender, pero era como si estuvieranos viendo a una foca. Por eso, prefiero los de colores llamativos.


De nuevo me sentí agradecida en no estar obligada a usar uno. En estas albercas de acceso público, me di cuenta que las culturas pueden convivir de manera armónica. Ninguna persona me dijo que necesitaba usar un burkini. En cambio, cuando una musulmana entra en una piscina en países como Francia, Suiza o Europa, con su burkini, se arma todo un drama.
Otro choque cultural, durante nuestra estancia, fue conocer sobre la presencia de una turista inglesa en un centro comercial de la ciudad, que en protesta por la burka, se fue ataviada sólo con un bikini. Se desató una trifulca, de acuerdo al peródico, y las musulmanas que en ese momento se encontraban ahí, reaccionaron agresivamente. Y no las culpo, pues pienso que fue una provocación de la visitante.
Al entrar a cualquier centro comercial, se puede leer en sus puertas de vidrio, el código del vestir y se agradece no llegar al mismo en ropa de playa.
Lo único que mis hijas y yo sí nos compramos, fue una camiseta de manga larga, hecha del mismo material que el burkini, es decir, de fibra elástica y con propiedades para filtrar los rayos solares. Es que uno se pone en un dos por tres bronceado por estos lugares, y en un descuido, hasta se pueden tener quemaduras de sol.
A tres meses de mi visita, puedo decir que todavía sigo bronceada. Y eso que siempre use una crema solar con factor de protección 50. Pero sorpresa, ¡en Dubái se puede comprar una crema con factor 100!

Tres borrachitos en un parque como nota interior de la sección local
Consumir alcohol está prohibido en Dubái, de acuerdo a la creencia musulmana. Los visitantes pueden consumir bebidas alcóholicas en los hoteles de la ciudad y en los restaurantes que tengan permiso para venderlo.
Un día, mientras leía el periódico local, me llamó mucho la atención ver la noticia de que habían sorprendido a 3 trabajadores de origen indú, con bebidas embriagantes en un parque. Esa imagen, que es común en las celebraciones de otras culturas, fue toda una ofensa para la sociedad en Dubái.

Las iglesias cantando
En Dubái, como en todas las ciudades de la cultura árabe, se ora cinco veces al día.
Podemos decir que para convivir armónicamente con las otras culturas no musulmanas, se han instalado muchos lugares especiales para rezar, en las áreas públicas. Hemos visto a una que otra persona rezando en su alfombra cuando se avisaba por altoparlante que había llegado el momento espiritual, pero la mayoría lo hace en las mezquitas o en estos lugares especiales. Como las capillas católicas.
Es curioso, en los centros comerciales, la vida occidental no se suspendía, pero se avisaba que los que lo desearán, podían pasar a los lugares especiales para rezar.
El momento que más nos impactó, fue el de la oración a las 8:00 de la noche. Las iglesias localizadas por la región del hotel, encendían sus equipos de sonido y con un volúmen altísimo, se escuchaban los rezos desde las mezquitas.


Para nuestra hija mayor fue todo un acontecimiento, pues nos dijo que ''las iglesias estaban cantando“. Y es que de todos los lados, se escuchaban los cantos y oraciones a Alá, sin estar sincronizados. Llegó el momento en que no sabíamos de cuál mezquita provenían.
En la programación de televisión, también se transmitían estas oraciones, dejando suspendida su programación normal.
Nuestra visita a Dubái fue antes de que iniciara el mes santo del Ramadán. Para ellos, además de ser una experiencia religiosa, es también una experiencia culinaria, pues desde que amanece, hasta el anochecer, NO pueden ingerir ningún alimento, ni tomar alguna bebida. Pero entre el anochecer y el amanecer, pueden hacer banquetes con la familia entera. Los centros comerciales aprovechan y anuncian sus ofertas en los periódicos con paquetes familiares. En el periódico de edición inglesa, nos tocó ver en qué consistían esas ofertas y por qué son tan apreciadas por los musulmanes. Al comprar al mayoreo, no pierden tiempo en el súpermercado y lo pueden dedicar a la convivencia familiar o mejor dicho, al manjar familiar, además de que ahorran dinero.

La nieve en el desierto y otros despilfarros

Probablemente muchos de ustedes han visto las fotos o reportajes de la pequeña Suiza en Dubái. En la locura del calor del desierto, los jeques árabes han creado todo lo inpensable en su mundo. Islas artificiales en medio del mar, torres enormes, que se pierden en el cielo y hasta palacios de nieve.
En el Mall of the Emirates, el punto principal Dubai Ski.
Todo una minimontaña con sus góndolas y sus pistas para esquiar y jugar en la nieve. Chicos y grandes se divierten bien equipados. Si uno viene del calor de 45 grados de la ciudad, se aclimatiza a este lugar invernal, rentando ahí mismo chaquetas, botas de nieve y el guardarropa restante. Después de esto, a subirse a los esquís o a los trineos y a deslizarse por el manto blanco.
De verás que Dubái es un espejismo en el desierto. No quisiera saber los costos de este lugar.
Claro, las familias adineradas no se aburren. Por suerte la entrada al lugar, también es accesible para nosotros, quienes no tenemos un padre jeque. No quisimos ir, porque en Europa, se tiene nieve un poco más de lo necesario. Nosotros íbamos a disfrutar del calor y del mar de Dubái. Pero para los que viven en el desierto, la frescura de la nieve es irresistible.
Cabe aclarar que las chaquetas que se rentan en este lugar, son negras. Muy apropiadas para la vestimenta femenina árabe.

En el centro comercial Mall of Dubal se puede vivir la experiencia de estar en Las Vegas, Estados Unidos, pues han recreado con the Dubai Fontaine el espectáculo de la Fuente del Hotel Belaggio, incluyendo el estilo de música que hace saltar los chorros de agua de la misma.


Es un hecho, los habitantes de esta ciudad, se refugian en sus lujosos centros comerciales con clima, para evitar el fuego de su desierto. Han creado bellezas arquitectónicas en sus interiores. Un ejemplo de ello, es el Acuario localizado en el centro comercial Mall of Dubai.


En este mismo lugar, el visitante puede aprovechar la hermosa pista de patinaje sobre hielo, subir a la torre Burj Khalifa y observar the Dubai Fontaine. ¿Un Bochorno de más de 45 grados? No es ningún problema, pues se puede estar todo un día en este lugar, considerando que la oferta de diversiones cuenta también con restaurantes, cines, the Sega Republik y el famoso KidZania.
De este centro, nosotros disfrutamos la visita a la Torre y nos maravillamos con su fuente y ni que decir de la experiencia de visitar The Dubai Aquarium and Underwater Zoo. Caminar entre una cúpula de acrílico y ver los temibles 400 tiburones y mantarrayas, así como a otras 85 especies marinas. Este túnel tiene unas dimensiones de 32.8 metros de ancho y 8.3 metros de altura.
Obviamente existen otros centros comerciales en Dubái y la mayoría está conformado por tiendas de famosos diseñadores. Para el turista promedio también existen otras opciones que ofrecen mejores precios. Digamos las marcas que los turistas en Estados Unidos compran. Los magnates petroleros y sus familias, parecen ser los principales compradores de Ferragamo y compañía.


Junto a este centro comercial, se puede visitar un zoco, es decir un mercado tradicional árabe (suq para los musulmanes) en dónde el turista aprecia las artesanías y comidas locales. La arquitectura de este zoco, con la del Mall of Dubai y la torre Burj Khakifa es el reflejo representativo del Dubái contemporáneo. Lo pasado y lo presente en una armónica mezcla.
Existen muchos mercados tradicionales en Dubái, como el zoco del oro, el de las especias, el de los perfumes, y el de los pescados, entre otros.
El zoco del oro es el mercado más famoso, con seguridad. Ahí puede adquirise oro en todas las formas y al valor del día. Sinceramente este metal en el mundo árabe, es casi como el que se puede adquirir en algunos países asiáticos: muy amarillo para mi gusto. Pero bueno, nadie le quita su valor de oro puro. En el Mall of the Emirates hay un piso especializado en este metal.

Llego la hora de probar el humus

Comer en Dubái es ir un poco más del famoso platillo kebab o del faláfel. Claro que la especialidad es la carne asada, así como las verduras a la parrilla, sazonadas con las especias que se ofrecen en sus zocos. Shawarma es el nombre de esta especialidad.
Nuestro platillo favorito fue el humus, que es un puré de garbanzos con aceite de oliva. Se acostumbra acompañarlo con pan árabe o pan plano.
La comida en la cultura árabe nos pareció muy fresca en el sentido de que los jogurts y cremas están siempre presentes. Seguramente para mitigar un poco el calor del desierto. La menta es otra especia familiar en esta cocina, que es también famosa por su frescura.

La Torre más alta del Mundo: tratando de alcanzanzar a Alá

Probablemente los jequés saben que el petróleo un día se acabará en Dubái y se han decidido a crear en su país, una de las mejores ofertas para los vacacionistas de todas las culturas.
Y es así, que en medio desierto, se han erigido rascacielos impresionantes con la arquitectura occidental. Torres que quieren llegar hasta la gloria divina, hasta Alá. No hay un límite para los visionarios de Dubái.
Hubiera sido una lástima no haber ido a conocer la Torre Burj Khalifa, que con sus 800 metros es la más alta del mundo, así es que nos fuimos lo más pronto posible a visitarla.


Sencillamente es impresionante. Su color acero y su belleza arquitectónica la hace incomparable. Al ir accediendo a su interior, puede verse a través de una ventana, la punta de la misma. Es como si fuera una ventana al paraíso.
Las mezquitas en Dubái, no logran esa interpretación religiosa que me transmitió la torre. Envuelta en una figura occidental, por su arquitectura, la Torre Burj Khalifa es el brazo religioso del musulmán tratando de alcanzar a su dios.
Y la vista desde la torre, incomparable. La ciudad ren el desierto mismo y enfrente, su mar. A medidados de noviembre de este año, se publicó la noticia de que en Dubái se estaba filmando la cuarta parte de la película Mission Imposible, y en dónde esta torre juega un papel principal en sus escenas. Ya la veremos en el cine.
El hotel Burj Al Arab, que estaba enfrente de nuestro hotel, me dio la sensación de estar solo en el Golfo Pérsico, como un tributo a su dios. Una moderna mezquita.


El mandatario Mohammed bin Rashid Maktoum es el actual primer ministro y vicepresidente de los Emiratos Arabes Unidos. También funge como mandatario del emirato de Dubái. Es en mi opinión, el máximo símbolo en Dubái. Por todos lados puede observarse pósters gigantescos de él. El y las águilas, son los íconos que están presentes en la cultura de esta ciudad árabe. Las águilas son divinas y al parecer tienen una conexión con Alá.
Cabe señalar que la tercera esposa de Rashid Maktoum, es hija del rey Hussein de Jordania y media hermana del actual rey de Jordania, Abdulla II. Su fortuna lo coloca en el cuarto lugar de las familias reales más adineradas del mundo. Probable sea él el principal promotor de Dubái como atracción turística internacional. La foto de esta autoridad árabe con el actor Tom Cruise dio la vuelta al mundo en el mes de noviembre.


Debo decir que desconozco mucho la cultura árabe, pero me gustaría mucho tratar de entenderla y leer un poco más sobre ella.
Es un hecho que en nuestra próxima visita a Dubái, incluirémos una paseo por las dunas. Esta vez no lo quisimos hacer, porque nuestras hijas son pequeñas y no las quisimos someter a las condiciones extremas del desierto.
Cuando hayan crecido nos las llevaremos y los cuatro disfrutaremos de este paseo en el desierto que incluye el alborotado camino por las dunas para llegar al foco de la cultura árabe: una carnita asada en el desierto, sentados en las alfombras y disfrutando de los bailes de las mil y una noches …
Y cuando eso sea posible, estoy segura que encontraremos a otra Dubái, totalmente moderna, pero conservará esa sensación de ser un espejismo en el desierto.

domingo, 21 de noviembre de 2010

¿Por qué escribo este Blog?

Por la acompañante

Viajar, transportarse a otros mundos, otras lenguas, otras culturas. Entrar a otros espacios. Abrir puertas hacia lo desconocido. Vivir por unos cuantos días en el mundo de los otros.
En este blog quisiera conpartir con ustedes esos momentos que he vivido a lo largo de mi vida con mi esposo, pues por él he andado en otros mundos ajenos al mío.
Llevamos 13 años de casados y hemos conocido juntos algunos rincones del planeta. Desde mi México querido, hasta el quinto continente. No puedo negar que viajar es su pasión. No anhela otra cosa en la vida, más que hacer su maleta y subir por las escaleras hasta su asiento de avión. Lo demás en la vida es superfluo. Viajar para él es una especie de retiro espiritual.


El viaje que ha marcado esta decisión de escribir un blog, ha sido el que hicimos este verano del 2010 a Dubái en los Emiratos Arabes Unidos. Una semana llena de impresiones, en dónde me pregunté si lo que estaba viendo era real, o un espejismo. El choque de culturas entre Oriente y Occidente ha sido esta pauta para sentarme aquí, y volver a abrir los albúmes fotográficos y contar las anécdotas e impresiones de nuestros viajes juntos.
Les estaría mintiendo si no les contará el segundo ingrediente que hornea esta aventura: la película de Julie & Julia. La protagonista moderna escribiendo su blog de cocina por un año, de acuerdo a las recetas de la famosa americana Julia Child, especialista de la cocina francesa.
Me he propuesto a empezar con el viaje más reciente, Dubai. Después, y como me permitan las actividades de mis dos hijas, iré abriendo los albúmes de fotografías que he hecho en los últimos años. Prometo no dejar pasar mucho tiempo entre un album y otro.
Además, mis amigas cibernéticas y claro, de la vida real, me han motivado con sus blog. Aquí me permito citarlas: Yadira, Natalia y Claudia. Me reservo sus apellídos, por aquéllo del anonimato.
Y el tercer motivo: despertar la masa que se llama cerebro y no dejar que se seque la flama periodistica que mucho tiempo me poseyó..
Sin entrar en más preámbulos, les pido que abrochen sus cinturones, porque pronto estaremos aterrizando en el espacio de mis experiencias por algunos lugares del mundo.
¡Bon Voyage!