lunes, 22 de noviembre de 2010

Dubái: ¿un espejismo de la realidad?

El viaje familiar a este país del lejano oriente, me ha llevado a iniciar la aventura con este blog de experiencias pasadas y presentes, y claro, las que vendrán, con todo lo relacionado a nuestros viajes en pareja y con nuestras dos hijas.


Al estar en contacto con la vida árabe, pude analizar un poco los conflictos interculturales del Occidente y el Oriente. Cada cultura habla de su dios como el verdadero y único.
En este primer artículo de mi Blog, quisiera compartir con ustedes sobre nuestra semana en la ciudad de los jeques y magnates del petróleo. Nuestra visita fue durante la segunda semana del mes de agosto.

La visa llegó a tiempo
Antes de viajar a este país, mi esposo me ayudó a llenar todos los papeles que las autoridades me pedían, pues como mexicana, no se puede viajar sin antes tener una visa súper corroborada por sus funcionarios. Después del maratón burocrático, y ayudada por la agilidad de los trámites que el Hotel Jumeirah Beach, donde nos hospedaríamos, llegó por correo electrónico mi visa.
Se debe de contar con la reservación del hotel y con el pago de la misma. Nuestra estancia se limitaría a este hotel. Una lástima, pues mi esposo quería ir a dos.
En fin, basta de quejas. Después de decidirnos a último momento, estábamos agradecidos de que todo había salido bien. Dubái, ¡allá vamos!
Viajamos Zurich-Múnich-Dubái. El vuelo Múnich-Dubái duró 6 horas, casi nada, considerando los viajes que hemos hecho a México, que duran 11 o más horas, más aparte, el tiempo de espera entre un trasbordo y otro. Las niñas se portaron muy bien y disfrutaron la programación personal de entretenimiento de Lufthansa. Ya saben, cada viajero tiene su propia pantalla de televisión y juegos.


Al llegar al aeropuerto, y después de llenar todos los requisitos de la visa de visitante (tuve que hacer fila para que sellaran mi papelería y me tomaran fotos de mis pupilas) abordamos el transporte que el hotel había organizado para nosotros. Y fue entonces cuando lo sentí: El beso del desierto.

Un calor de 42 grados a las 10 de la noche
Y ahí estaba, el calor del desierto. Antes de sentirlo, tuve que proseguir con algunos trámites.
Realmente no tuve ningún problema como mujer, por no llevar la vestimenta de las musulmanas. Ese día viaje con un pantalón del tipo gabardina y una camiseta polo.
La fila para que me aceptarán como visitante estaba dividida en dos: hombres y mujeres. Eso sí, los oficiales fueron muy enérgicos cuando un hombre se encontraba en el lado equivocado y de inmediato lo mandaban a la fila para hombres.
Antes de salir, mi maleta tuvo que pasar por el escaner. Mi esposo, en tono de broma, dijo que fue por mi apariencia sospechosa. Ya no pregunté por qué, pues lo único que quería era llegar al hotel.
Después de recoger finalmente las maletas, encontramos al empleado del Jumeirah Beach. La gente fue desde el principio muy amable con nosotros. Desde el transcurso del aterrizaje, hasta el estacionamiento del aeropuerto, nos llegaron las primeras imágenes de la moda árabe. Estábamos en los Emiratos Arabes Unidos.
En el estacionamiento nos dimos cuenta que ese mundo era manejado por hombres. Ellos, en su vestimenta estilo caftán y turbante y ellas en burka con todas sus interpretaciones.
Dos minutos duró nuestra caminata hacia la camionetota del hotel estilo americano. Nos subimos e inmediatamente el aire acondicionado nos dio la bienvenida, más unas botellas de agua mineral, como cortesía del hotel. Era como estar en el vecino país del norte de México.
No lo podía creer al ver Dubái de noche. La modernidad en sus luminarias y edificios nos sorprendieron en los 30 minutos en los que apróximadamente duró el trayecto.
¿El color predominante de sus edificios residenciales? Arena, por supuesto.
Llegamos al hotel. El aire acondicionado de la camioneta lo quitamos desde el incio del trayecto. Abrimos las puertas, bajamos frente al mismo y ahí estaba, el choque del calor de unos 45 grados a las 10 de la noche. En ese momento nos preguntamos, ¿cómo será al mediodía?
- Sólo nos quedaremos en la piscina, fue lo primero que mi esposo dijo. -Disfrutaremos del calor que nos faltará en Europa cuando llegue el invierno. Y le di toda la razón.


Después de una cordial bienvenida en el vestíbulo del hotel, me confronté a la siguiente realidad:Housewifes should not talk, just the husband. Dificil para una mexicana que gusta de la conversación. El empleado no esperaba quien fuera yo quien llevará la conversación por los pasillos hacia nuestro cuarto.
A partir de ese momento, sólo hablé cuando me lo indicaban. Había que adaptarse a la cultura. A excepción del contacto con las empleadas y los empleados que no eran árabes.

Incongruencias de la religión en la vestimenta: mantas negras y seductoras zapatillas

Encontrarse en el desierto tiene sus problemas. No me puedo imaginar a sus habitantes en ropa de fibras sintéticas y dejando su piel frente a los rayos agresivos del sol del desierto. Me parece muy adecuado que se vistan con telas naturales como el algodón. Me ha dado un poco de envidia ver a los hombres impecables en sus caftanes blancos y con turbantes, blancos con adornos rojos o negros, en contraste con las mujeres, quienes deben vestirse de negro obligatorio con la cabeza cubierta, la cara a excepción de los ojos, o la radical forma de ser un ente negro, cubierta de pies a cabeza.
La única manera de identificar estas visiones del desierto son las zapatillas. Zapatos de tacón de los más reconocidos diseñadores. Y no deben de olvidarse sus bolsos de mano. Dubái es el desfile de la alta costura internacional. Desde Ferragamo hasta Gucci, pasando por otros famosos.
En los tocadores de los centros comerciales y restaurantes, pude ver algunos rostros descubiertos por fin, que se preparaban para salir de nuevo cubiertos en esos mantos negros. También hemos visto cómo algunas las mujeres en estos trajes comían sus helados. Era toda una proeza preparar la cucharita con una mano y con la otra levantar el velo para poder disfrutar del placer helado en el desierto, y después, rapidamente volverse a tapar la cara con el velo.


Probablemente es una cuestión de acostumbrarse, pero caminar con estas batas puede ser que no sea fácil. En algunas ocasiones pude comprobar que no pueden caminar sin golperse, o golpear a alguien, en especial a los niños. Pero es para comprenderse, porque ver detrás de ese velo negro, por más transparente que sea, es casi como caminar en la oscuridad.
Puedo imaginarme que detrás de estas figuras negras, se esconden también las telas más finas y los diseños más vanguardistas en los que las mujeres árabes reciben de sus magnates petroleros, sólamente para usarlos en casa. Lo interesante de visitar un súpermercado en Dubái, es encontrar al lado una boutique de la moda árabe femenina en todas sus variaciones.
Quién no quisiera poseer una bolsa Birkin, o una Sofía y estrenar Pret a Porter, pero no sé, bajo estas condiciones se le pueden ir a uno quitando las ganas de estas vanidades femeninas.
Necesito decir que me sentí muy agradecida, pues nadie me exigió usar un tipo de vestimenta durante mi estancia en Dubái. Considerando las prohibiciones en Francia, en contra de mujeres que usen la burka o chador, hay que agradecer no visitar el país como sus ciudadanas pasean en la calle. Lo único que piden a las turistas, es NO vestirse con profundos escotes o en ropa muy ajustada. En los hoteles se tiene más libertad, aunque de todas maneras siempre está a la vista alguno que otro letrero sobre la etiqueta en el vestido, en dónde se solicita al huésped a no circular en el vestíbulo y pasillos del hotel sólo en traje de baño, lo cual me parece aceptable e incluso creo que debe de pedirse en cualquier cultura en la que uno se encuentre.
Para mayor información visual: www.wikipedia.org/wiki/Burka Ahí se puede conocer la cultura árabe de la vestimente femenina y todas sus variaciones como el niqab, tschador y el
pardesü, entre otras.

Y seguimos con el Burkini
Creo que este tema merece que lo mencione aparte. El choque cultural continuó cuando visitamos un centro acuático de diversiones que pertenecía al hotel, y que estaba ubicado a unos cuantos pasos de las piscinas del mismo.
Me refiero al Wild Wadi. Ahí los amantes de la emoción, como mi esposo y mi hija mayor, encontraron lo que buscaban. Mientras que mi pequeña y la que escribe, nos conformamos sólo con estar a la orilla de las olas artificiales. Para más información: www.jumeirah.com/en/hotels-and-resorts/wild-wadi
Al entrar y recoger nuestras toallas y llaves, nos encontramos con varios objetos que exhibían para su compra: entre ellos, el llamativo burkini.
El burkini es como la ropa especial para bucear, que puede dejar al descubierto sólo la cara, las manos y los pies. Lo demás queda cubierto. Los hay en colores muy llamativos, modernos, creativos y hasta con diseños florales.
Necesito decir que estando en las albercas del Wild Wadi, durante la segunda visita, tuvimos de compañera a una mamá cuidando a sus hijos en el área del resbaladero infantil. Muy simpática con su burkini totalmente en negro. Sin ofender, pero era como si estuvieranos viendo a una foca. Por eso, prefiero los de colores llamativos.


De nuevo me sentí agradecida en no estar obligada a usar uno. En estas albercas de acceso público, me di cuenta que las culturas pueden convivir de manera armónica. Ninguna persona me dijo que necesitaba usar un burkini. En cambio, cuando una musulmana entra en una piscina en países como Francia, Suiza o Europa, con su burkini, se arma todo un drama.
Otro choque cultural, durante nuestra estancia, fue conocer sobre la presencia de una turista inglesa en un centro comercial de la ciudad, que en protesta por la burka, se fue ataviada sólo con un bikini. Se desató una trifulca, de acuerdo al peródico, y las musulmanas que en ese momento se encontraban ahí, reaccionaron agresivamente. Y no las culpo, pues pienso que fue una provocación de la visitante.
Al entrar a cualquier centro comercial, se puede leer en sus puertas de vidrio, el código del vestir y se agradece no llegar al mismo en ropa de playa.
Lo único que mis hijas y yo sí nos compramos, fue una camiseta de manga larga, hecha del mismo material que el burkini, es decir, de fibra elástica y con propiedades para filtrar los rayos solares. Es que uno se pone en un dos por tres bronceado por estos lugares, y en un descuido, hasta se pueden tener quemaduras de sol.
A tres meses de mi visita, puedo decir que todavía sigo bronceada. Y eso que siempre use una crema solar con factor de protección 50. Pero sorpresa, ¡en Dubái se puede comprar una crema con factor 100!

Tres borrachitos en un parque como nota interior de la sección local
Consumir alcohol está prohibido en Dubái, de acuerdo a la creencia musulmana. Los visitantes pueden consumir bebidas alcóholicas en los hoteles de la ciudad y en los restaurantes que tengan permiso para venderlo.
Un día, mientras leía el periódico local, me llamó mucho la atención ver la noticia de que habían sorprendido a 3 trabajadores de origen indú, con bebidas embriagantes en un parque. Esa imagen, que es común en las celebraciones de otras culturas, fue toda una ofensa para la sociedad en Dubái.

Las iglesias cantando
En Dubái, como en todas las ciudades de la cultura árabe, se ora cinco veces al día.
Podemos decir que para convivir armónicamente con las otras culturas no musulmanas, se han instalado muchos lugares especiales para rezar, en las áreas públicas. Hemos visto a una que otra persona rezando en su alfombra cuando se avisaba por altoparlante que había llegado el momento espiritual, pero la mayoría lo hace en las mezquitas o en estos lugares especiales. Como las capillas católicas.
Es curioso, en los centros comerciales, la vida occidental no se suspendía, pero se avisaba que los que lo desearán, podían pasar a los lugares especiales para rezar.
El momento que más nos impactó, fue el de la oración a las 8:00 de la noche. Las iglesias localizadas por la región del hotel, encendían sus equipos de sonido y con un volúmen altísimo, se escuchaban los rezos desde las mezquitas.


Para nuestra hija mayor fue todo un acontecimiento, pues nos dijo que ''las iglesias estaban cantando“. Y es que de todos los lados, se escuchaban los cantos y oraciones a Alá, sin estar sincronizados. Llegó el momento en que no sabíamos de cuál mezquita provenían.
En la programación de televisión, también se transmitían estas oraciones, dejando suspendida su programación normal.
Nuestra visita a Dubái fue antes de que iniciara el mes santo del Ramadán. Para ellos, además de ser una experiencia religiosa, es también una experiencia culinaria, pues desde que amanece, hasta el anochecer, NO pueden ingerir ningún alimento, ni tomar alguna bebida. Pero entre el anochecer y el amanecer, pueden hacer banquetes con la familia entera. Los centros comerciales aprovechan y anuncian sus ofertas en los periódicos con paquetes familiares. En el periódico de edición inglesa, nos tocó ver en qué consistían esas ofertas y por qué son tan apreciadas por los musulmanes. Al comprar al mayoreo, no pierden tiempo en el súpermercado y lo pueden dedicar a la convivencia familiar o mejor dicho, al manjar familiar, además de que ahorran dinero.

La nieve en el desierto y otros despilfarros

Probablemente muchos de ustedes han visto las fotos o reportajes de la pequeña Suiza en Dubái. En la locura del calor del desierto, los jeques árabes han creado todo lo inpensable en su mundo. Islas artificiales en medio del mar, torres enormes, que se pierden en el cielo y hasta palacios de nieve.
En el Mall of the Emirates, el punto principal Dubai Ski.
Todo una minimontaña con sus góndolas y sus pistas para esquiar y jugar en la nieve. Chicos y grandes se divierten bien equipados. Si uno viene del calor de 45 grados de la ciudad, se aclimatiza a este lugar invernal, rentando ahí mismo chaquetas, botas de nieve y el guardarropa restante. Después de esto, a subirse a los esquís o a los trineos y a deslizarse por el manto blanco.
De verás que Dubái es un espejismo en el desierto. No quisiera saber los costos de este lugar.
Claro, las familias adineradas no se aburren. Por suerte la entrada al lugar, también es accesible para nosotros, quienes no tenemos un padre jeque. No quisimos ir, porque en Europa, se tiene nieve un poco más de lo necesario. Nosotros íbamos a disfrutar del calor y del mar de Dubái. Pero para los que viven en el desierto, la frescura de la nieve es irresistible.
Cabe aclarar que las chaquetas que se rentan en este lugar, son negras. Muy apropiadas para la vestimenta femenina árabe.

En el centro comercial Mall of Dubal se puede vivir la experiencia de estar en Las Vegas, Estados Unidos, pues han recreado con the Dubai Fontaine el espectáculo de la Fuente del Hotel Belaggio, incluyendo el estilo de música que hace saltar los chorros de agua de la misma.


Es un hecho, los habitantes de esta ciudad, se refugian en sus lujosos centros comerciales con clima, para evitar el fuego de su desierto. Han creado bellezas arquitectónicas en sus interiores. Un ejemplo de ello, es el Acuario localizado en el centro comercial Mall of Dubai.


En este mismo lugar, el visitante puede aprovechar la hermosa pista de patinaje sobre hielo, subir a la torre Burj Khalifa y observar the Dubai Fontaine. ¿Un Bochorno de más de 45 grados? No es ningún problema, pues se puede estar todo un día en este lugar, considerando que la oferta de diversiones cuenta también con restaurantes, cines, the Sega Republik y el famoso KidZania.
De este centro, nosotros disfrutamos la visita a la Torre y nos maravillamos con su fuente y ni que decir de la experiencia de visitar The Dubai Aquarium and Underwater Zoo. Caminar entre una cúpula de acrílico y ver los temibles 400 tiburones y mantarrayas, así como a otras 85 especies marinas. Este túnel tiene unas dimensiones de 32.8 metros de ancho y 8.3 metros de altura.
Obviamente existen otros centros comerciales en Dubái y la mayoría está conformado por tiendas de famosos diseñadores. Para el turista promedio también existen otras opciones que ofrecen mejores precios. Digamos las marcas que los turistas en Estados Unidos compran. Los magnates petroleros y sus familias, parecen ser los principales compradores de Ferragamo y compañía.


Junto a este centro comercial, se puede visitar un zoco, es decir un mercado tradicional árabe (suq para los musulmanes) en dónde el turista aprecia las artesanías y comidas locales. La arquitectura de este zoco, con la del Mall of Dubai y la torre Burj Khakifa es el reflejo representativo del Dubái contemporáneo. Lo pasado y lo presente en una armónica mezcla.
Existen muchos mercados tradicionales en Dubái, como el zoco del oro, el de las especias, el de los perfumes, y el de los pescados, entre otros.
El zoco del oro es el mercado más famoso, con seguridad. Ahí puede adquirise oro en todas las formas y al valor del día. Sinceramente este metal en el mundo árabe, es casi como el que se puede adquirir en algunos países asiáticos: muy amarillo para mi gusto. Pero bueno, nadie le quita su valor de oro puro. En el Mall of the Emirates hay un piso especializado en este metal.

Llego la hora de probar el humus

Comer en Dubái es ir un poco más del famoso platillo kebab o del faláfel. Claro que la especialidad es la carne asada, así como las verduras a la parrilla, sazonadas con las especias que se ofrecen en sus zocos. Shawarma es el nombre de esta especialidad.
Nuestro platillo favorito fue el humus, que es un puré de garbanzos con aceite de oliva. Se acostumbra acompañarlo con pan árabe o pan plano.
La comida en la cultura árabe nos pareció muy fresca en el sentido de que los jogurts y cremas están siempre presentes. Seguramente para mitigar un poco el calor del desierto. La menta es otra especia familiar en esta cocina, que es también famosa por su frescura.

La Torre más alta del Mundo: tratando de alcanzanzar a Alá

Probablemente los jequés saben que el petróleo un día se acabará en Dubái y se han decidido a crear en su país, una de las mejores ofertas para los vacacionistas de todas las culturas.
Y es así, que en medio desierto, se han erigido rascacielos impresionantes con la arquitectura occidental. Torres que quieren llegar hasta la gloria divina, hasta Alá. No hay un límite para los visionarios de Dubái.
Hubiera sido una lástima no haber ido a conocer la Torre Burj Khalifa, que con sus 800 metros es la más alta del mundo, así es que nos fuimos lo más pronto posible a visitarla.


Sencillamente es impresionante. Su color acero y su belleza arquitectónica la hace incomparable. Al ir accediendo a su interior, puede verse a través de una ventana, la punta de la misma. Es como si fuera una ventana al paraíso.
Las mezquitas en Dubái, no logran esa interpretación religiosa que me transmitió la torre. Envuelta en una figura occidental, por su arquitectura, la Torre Burj Khalifa es el brazo religioso del musulmán tratando de alcanzar a su dios.
Y la vista desde la torre, incomparable. La ciudad ren el desierto mismo y enfrente, su mar. A medidados de noviembre de este año, se publicó la noticia de que en Dubái se estaba filmando la cuarta parte de la película Mission Imposible, y en dónde esta torre juega un papel principal en sus escenas. Ya la veremos en el cine.
El hotel Burj Al Arab, que estaba enfrente de nuestro hotel, me dio la sensación de estar solo en el Golfo Pérsico, como un tributo a su dios. Una moderna mezquita.


El mandatario Mohammed bin Rashid Maktoum es el actual primer ministro y vicepresidente de los Emiratos Arabes Unidos. También funge como mandatario del emirato de Dubái. Es en mi opinión, el máximo símbolo en Dubái. Por todos lados puede observarse pósters gigantescos de él. El y las águilas, son los íconos que están presentes en la cultura de esta ciudad árabe. Las águilas son divinas y al parecer tienen una conexión con Alá.
Cabe señalar que la tercera esposa de Rashid Maktoum, es hija del rey Hussein de Jordania y media hermana del actual rey de Jordania, Abdulla II. Su fortuna lo coloca en el cuarto lugar de las familias reales más adineradas del mundo. Probable sea él el principal promotor de Dubái como atracción turística internacional. La foto de esta autoridad árabe con el actor Tom Cruise dio la vuelta al mundo en el mes de noviembre.


Debo decir que desconozco mucho la cultura árabe, pero me gustaría mucho tratar de entenderla y leer un poco más sobre ella.
Es un hecho que en nuestra próxima visita a Dubái, incluirémos una paseo por las dunas. Esta vez no lo quisimos hacer, porque nuestras hijas son pequeñas y no las quisimos someter a las condiciones extremas del desierto.
Cuando hayan crecido nos las llevaremos y los cuatro disfrutaremos de este paseo en el desierto que incluye el alborotado camino por las dunas para llegar al foco de la cultura árabe: una carnita asada en el desierto, sentados en las alfombras y disfrutando de los bailes de las mil y una noches …
Y cuando eso sea posible, estoy segura que encontraremos a otra Dubái, totalmente moderna, pero conservará esa sensación de ser un espejismo en el desierto.

2 comentarios:

  1. Wow! Muy interesante tu experiencia en Dubai... espero algun día conocer este espejismo, aunque para ser verdad los árabes no son santos de mi devoción. Tom trabajó y vivió en algunos países arabes (incluyendo Dubai) y no muere por volver.
    Con respecto a lo de a vestimenta, creo que en otros países árabes no te dejan andar tan destapada como en Dubai. Así que es recíproco el rechazo cultural :(
    Y en la alberca local de Stade, me ha tocado ver a una niña con burkini con su grupo de escuela tomando clases de natación. Pobre niña :(
    En fin... pertenecemos a diferentes culturas y sólo nos toca respetar :)

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  2. Gracias por compartir su experiencia!

    Unos amigos acaban de ir a Dubai y también lo super recomiendan! Habrá que ir!

    saluditos

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