martes, 14 de enero de 2020

Madrugando para ver el amanecer con los Moais de la Isla de Pascua




Así encontramos a los 15 moais de Tongariki



¡Hola! de regreso en este blog antes de terminar el 2019. Hoy les quiero contar una experiencia sin igual que vivimos en la isla de Pascua durante el mes de marzo del 2019.


Era el 13 de marzo. Esa noche no pude dormir muy bien. Me desperté a las 3 de la mañana. Dormíamos en el Hotel Altiplánico de la Isla de Pascua. Estuvimos hospedados en dos cuartos un poco lejanos el uno del otro. Más que cuartos, parecían casitas. Como no quisimos dejar a las niñas solas, decidimos que mi esposo dormiría sólo en uno y yo con las dos en el segundo cuarto o casita.


Reinaba el silencio en ese amanecer



No sentí miedo, pero estaba emocionada, creo que por eso no pude dormir. Teníamos que madrugar para manejar hasta Tongariki.


Amenazaba la lluvia


Tongariki es el centro ceremonial más grande de la isla. Se puede manejar desde la capital, Hanga Roa o bien ir en bicicleta. Nosotros tomamos quizá el camino más largo, pero el más interesante, porque nos tocó ver a los caballos salvajes de la isla, todavía durmiendo cuando pasamos cerca de ellos antes del amanecer. Manejamos en la oscuridad completa. Por suerte en Rapa Nui no pasa gran cosa. Parece que los actos criminales no existen. Todo es paz en la naturaleza. Al menos viajando seguro en auto.

Dejamos el hotel a las seis y media de la mañana, ya  con las maletas casi listas, porque nuestro vuelo sería antes del mediodía. Estábamos emocionados de ir a Tongariki.



Los moais de Tongariki protegiendo desde siglos a sus habitantes


El pueblo estaba vacío. Casi a las siete de la mañana, las casas mostraban plena oscuridad. Al parecer las clases comienzan casi a a las nueve. Ni siquiera nos topamos con otros autos, probablemente los turistas tomaron otra ruta, la más rápida.


Llegamos a Tongariki. El estacionamiento estaba llenísimo. Hasta nos encontramos con un puesto de café. Muy improvisado, con termos y sin techo. Listo para esa mañana gris.


Empezaba a aclararse el día



Y en eso, empieza la lluvia. El día anterior el sol era intenso. Estuvo caluroso. Por eso me atreví a decirles a nuestras hijas, que se pusieran shorts. Y también lo hice yo. De repente, la llovizna nos hizo temblar un poco por el frío.  Nos abrazamos los cuatro y después nos sentimos mejor, calientitos. El espectáculo estaba por comenzar.


Estaba oscuro y nos instalamos enfrente de los moais. No los podíamos ver muy bien. Sólo aprecíabamos su silueta en la oscuridad.



Esa maána, el sol no saldría



Poco a poco el cielo empezaba a iluminarse. No lo pudimos ver en todo su esplendor. La lluvia y las nubes grises lo impedían. Pero ahí estaban, esos gigantes de piedra.


La llovizna se quitó



Tuvimos demasiada suerte porque no fuimos muchos los turistas reunidos ahí. Me imagino que los encargados de la entrada controlan la cantidad de personas que ingresan a Tongariki.

Nuestro deseo fue haberlos contemplado con la luz del sol. Tendremos que regresar a Tongariki, Pero a pesar de haberlos visitado en un día gris, los gigantes eran imponentes. Los protectores de Rapa Nui.


Moai separado de las 15 estatuas


Escuchamos pocas reaciones de admiración, todos estábamos concentrados admirando cómo la luz iluminaba las figuras míticas. El tiempo corría y nuestro avión pronto despegaría rumbo a Santiago de Chile.



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Por eso decidimos irnos antes de que el la luz del día avanzará más. Nos faltaba desayunar y dejar el hotel para irnos al aeropuerto. Sólo nos quedaba un poco de tiempo para caminar por las otras figuras de Tongariki


Adiós Moais de Tongariki




De regreso al Hotel Altiplánico



A nuestro regreso al hotel,  la vida en el pueblo progresaba. Los niños ya estaban llegando a la escuela y la gente empezaba sus labores cotidianas. Llegamos a desayunar al hotel y dejamos este maravilloso lugar para adentrarnos en el Continente Americano, a Chile.



Adiós Hotel Altiplánico



Así fue como le dijimos adiós a esta isla encantada. Esperamos regresar otra vez y disfrutar la tranquilidad que vivimos por sus alrededores. Y por supuesto, visitar a mayor cantidad de Moais que podamos.


Volamos con LATAM, rumbo a Santiago de Chile


Mil gracias por leerme y hasta el próximo Aterrizando.




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