jueves, 11 de julio de 2019

Disfrutando el atardecer en Rapa Nui con los Moais



Hanga Roa

¡Hola! Hoy continúo el relato de la Isla de Pascua, Rapa Nui, durante la segunda mitad de nuestro primer día en la isla. El 12 de marzo del 2019.

Después de visitar a los Moais de Ahu Akivi, seguimos nuestro rumbo hacia la playa de Hanga Roa, para ver a los siguientes Moais de la isla.


Moais en Hanga Roa


Encontramos unas figuras que daban la espalda a la playa. Con unos sombreros que dejaban ver en algunos su peinado que sobresalía por la parte superior. El mar de Hanga Roa estaba tranquilo, eran como las cinco de la tarde y el malecón estaba casi vacío.


La playa de Hanga Roa, preparándose para
el atardecer



No vimos muchos turistas, pero sí restaurantes y tiendas con artículos para el deporte acuático como el surfeo. También se pueden comprar trajes de baño, por si la maleta no llegó en ese día. Pero tuvimos la playa para nosotros.



Uno de los Moais más famosos de Rapa Nui


Definitivamente la sensación de tranquilidad es inevitable. Vimos algunos lugareños, pero pocos. Un grupo con sus perritos, pero en una tranquilidad total. La playa tiene juegos como columpios para sus visitantes y aparatos para hacer ejercicio en la playa, muy al estilo California.



El no daba la espalda al mar, sino
el costado

Aquí se aprecia mejor


Cerca de estos Moais, se encuentra el puerto, en la famosa Bahía de Cook. Aquí anclaron barcos de Asia desde tiempos inmemorables.

El tiempo nos estaba alcanzando, pero antes, fuimos a comprar algunos recuerditos en una de las tiendas de los alrededores, para turistas, por supuesto.



De regreso al hotel, antes de que nos
alcanzara el atardecer


Y finalmente nos hicimos al camino, rumbo al Hotel Altiplánico. Para la cena.


La Cena


Nos bañamos y nos fuimos directamente a la recepción para preguntar sobre el restaurante. La encargada nos dijo que porque no habíamos reservado antes, pues el cocinero tendría estrés para preparar nuestra cena.


Hotel Altiplánico


Nos preocupamos mucho, pero finalmente pensamos que la mujer había exagerado y nos la había puesto imposible, porque en el restaurante no había nadie.


La entrada y el plato principal llegaron juntos


Para nuestra suerte, la mesera, muy amable, todo lo contrario a la recepcionista, nos tomó la orden y nos dio algunas sugerencias de los platillos

Lo que sí notamos fue que se había preocupado mucho por el espacio en la mesa y empezó a quitar muchas cosas. Tomamos una cerveza local, la Nahina y nos supo deliciosa, bajo ese calor del Pacífico.



El detalle de las flores frangi pani



Para nuestra sorpresa, los platillos de la entrada y del plato principal llegaron al mismo tiempo. La chica seguía preocupada, pero todos le ayudamos a hacer lugar.

Pero cada plato fue excelente. Pedimos una ensalada con palmito y un bisteque con papas azules, como también las hay en Suiza. El cocinero nos decoró todo con la flor frangi pani, como la conocíamos de Indonesia.



Este fue un platillo de bisteque con camarones
y papas


De postre, un pastelillo en una crema



La pareja brasileña fascinada de sus teléfonos

Con toda esta belleza a nuestro alrededor, era difícil creer que nuestros vecinos de mesa, se la pasaron viendo sus celulares. Una pareja de jovencitos brasileños. sólo en la recepción y en el restaurante se podía accesar al Internet, por eso, antes de ir al cuarto, se la pasaron revisando sin pausa sus teléfonos y probablemente, sus redes sociales.

Primero se sentaron a tomar una botella de vino blanco en la parte del restaurante al aire libre. Y después se fueron. Veinte minutos después regresaron cambiados y pidieron de cenar. Pero seguían en sus cuentas de Instagram y Facebook, probablemente. Casi ni se hablaban, ni se veían en esa noche llena de romanticismo.  Los medios los dominaban. La belleza de la naturaleza, pasaba a último término.


Vino chileno

Primero una cerveza local para
el calorcito


La ensalada con palmito y alambres.
Y claro frangi pani.
Pero no nos comimos las flores


Nuestra hija enamorada del atardecer


Y seguía hipnotizada



Y llegó la pareja de los huevos cocidos


La verdad el restaurante fue espectacular, con una panorámica hermosa de ese lado de la isla. Después del mal trato de la recepcionista y del problema de traer todos las entradas al mismo tiempo, pudimos decir, sí, el restaurante vale la pena. La comida, deliciosa y a base de los productos locales.


Y llegó el anochecer con esa luz especial
de Rapa Nui


La tercera mesa ocupada de la noche fue de una pareja latinoamericana. Su única preocupación era comer huevos cocidos, no fritos, no complementos. Nada. No sé, si no deseaban cenar, quizá hubieran comprado algo en una tienda para el cuarto. Quizá estaban a dieta, no lo sé. Desconozco si estaban enfermos o porque no podían probar todos esos suculentos platillos de Rapa Nui. A final de cuentas, una lástima. Durante el día se camina en todas las atracciones de la isla y como turista uno puede darse un poco el gusto de probar las tradicionales comidas de la isla. Fue muy raro verlos sentados ahí pidiendo huevos cocidos en un buen restaurante. No creo que les guste mucho a los del hotel que los huéspedes pidan sólo huevos.

Bueno, no fue aburrida la noche y como eramos sólo tres mesas, fue casi imposible no dejar de seguir estos detalles de los otros turistas. Firmamos la cuenta y agradecimos a la chica del restaurante. Finalmente, al pasar por la recepción dije en voz alta, sí, te fijaste, estaba todo lleno. Esto nunca voy a entender de la recepcionista. Pero fue la única mala experiencia en este hotel. Ya les contaré otra anécdota de otra de las empleadas con un mejor corazón y con ganas de atender al turista del Hotel Altiplánico.

Pero esto se los contaré en la siguiente entrada. Por lo pronto ¡buenos días y mil gracias por leerme!

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