jueves, 27 de junio de 2019

Llegando a la Isla de Pascua para conocer sus Moais



En Tahiti visitamos el Intercontinental
 Resort Tahiti, para descansar antes del vuelo
de la 1:30 de la mañana


¡Hola! De regreso para continuar el relato sobre el viaje en marzo hacia el otro lado del Atlántico. Y en este caso hasta el otro oceáno, el Pacífico. Llegamos a la Isla de Pascua, a Rapa Nui, perteneciente a Chile.

No fuimos los únicos que continuaban el viaje desde Tahití. Es el destino común de muchos turistas que visitan Polinesia.


Volamos con LATAM


Dejamos el Hotel Intercontinental Thalasso Spa Bora Bora casi a las seis de la tarde. Viajamos con un barquito hasta la isla Bora Bora. Estábamos en Bora Bora, pero en la laguna, a unos 10 minutos en barco.  De ahí tomamos un vuelo hasta la ciudad de Papeete. El vuelo saldría a la una y media de la mañana.



Recorriendo las carreteras en Rapa Nui


Rapa Nui

Como tendríamos un par de horas, decidimos irnos a descansar al Hotel Intercontinental Resort Tahiti. Valió toda la pena pues pudimos cenar en el hotel dormir un poco y darnos un baño antes de tomar el vuelo hacia esta isla llena de misterios.


Y llegamos después de cinco horas de vuelo a un miniaeropuerto que se abría casi entre la selva. Era el 12 de marzo. Llegar a Migración fue un reto, esperando mientras otros turistas nos pasaban pues tenían prisa. No respetaban la fila. Finalmente, después de cuarenta minutos, recogimos nuestras maletas.



Otra vista de la carretera


Mi esposo estaba preocupado pues había escrito al Hotel Altiplánico si nos podrían enviar un auto en renta al aeropuerto. Como no había recibido respuestas, casi estaba seguro que teníamos que buscar el camino solos hacia la agencia.

Para nuestra sorpresa, un chico de la agencia de autos, nos estaba esperando. Tomamos las maletas y nos fuimos en su camioneta hasta la agencia. Ahí tuvimos nuestro vehículo.

Hotel Altiplánico


El chico nos explicó que a la mañana siguiente, antes de dejar la isla como teníamos planeado, teníamos que madrugar para ver el espectáculo de los Moais en Tongariki.


Le agradecimos su consejo y en verdad lo hicimos. Esto se los platicaré más adelante. Por lo pronto nos pusimos en marcha y buscamos el hotel. No teníamos mapa. Google no tiene un mapa de la isla, por lo tanto, el Iphone no nos servía de mucho. Pero seguimos las instrucciones del chico de la agencia y llegamos hasta el Hotel Altiplánico. Un paraíso en la isla con bellas vistas.



Vista desde el Hotel

Nos dividimos en dos cuarto. Yo dormiría con las niñas y mi esposo solo. Los cuartos son casitas y estaban muy separados uno del otro. No podíamos dejar que ellas durmieran solas.

Nos preparamos para la aventura en Rapa Nui.

Por suerte, el chico también nos dijo que teníamos que ir a comprar nuestros pases para ver la isla. Sin ellos no podíamos entrar a los lugares de observación. Los boletos sólo se podían adquirir en la ciudad. ¡Y lo hicimos! Llegamos un par de minutos antes de que cerraran la oficina


Anakena



Moais de Anakena
Ahu Nua Nua


Mi marido, como buen viajero, se preparó y ya sabía a dónde teníamos qué ir primero. A Anakena, en dónde conocimos a los primeros Moais que dan la espalda al mar.

Estas esculturas de piedra dispersas por la isla, son sus vigilantes. Le dan la espalda al mar, para cuidar a sus habitantes de los peligros que traiga el mar.



La playa de Anakena


Anakena es una playa y ofrece a los turistas la posibilidad de darse un chapuzón. Nosotros no teníamos mucho tiempo, pues el camino a recorrer era largo y teníamos poco tiempo. Además, ya veníamos de haber disfrutado Tahití.



Los Moais, los guardianes de Rapanui


Hermosas sus palmeras, un lugar idílico




Otra vista de los Moais

En Anakena se pueden observar los 7 Moais cerca de la playa  y sólamente una figura a la distancia que ve directamente al mar. Estas figuras de piedra siguen siendo un misterio para la humanidad. Existen demasiadas teorías sobre su construcción. Definitivamente los habitantes de Rapa Nui fueron un pueblo muy adelantado. 

Porque muchas de sus figuras en la isla pueden verse iluminadas en los solsticios de verano o de invierno. Eran buenos astrólogos y definieron las figuras de los moais de acuerdo a la posición del astrol sol.




La única figura que da la cara al
mar en Anakena

El auto que rentamos


Tuvimos que dejar Anakena dentro del bullicio de los turistas que estaban en el mar. Anakena ofrece un programa completo, pues existe un restaurante al lado. Nosotros tuvimos que seguir, hacia el volcán apagado de la isla, Ranu Kau.



Vista de Anakena a la distancia


Volcán Ranu Kau, un mundo separado de nuestro mundo



Increíble la vista de este volcán apagado


Con el auto llegamos hasta este mirador de Rapa Nui. Enfrente de nosotros vimos este cráter de volcán ináctivo que con el transcurso del tiempo se ha llenado de vida acuática y de otras especies.



Qué especies vivirán ahí adentro

Definitivamente la primera impresión que tuve de este volcán fue que aquí estaba pasando algo que no se quiere que se sepa. En primer lugar, las excursiones dentro del cráter, están prohibidas desde hace un par de años. Segundo, cuando llegamos, una patrulla policiaca nos estaba vigilando desde el estacionamiento, después nos siguió hasta que regresamos al pueblo.

Tuve una sensación muy rara. Entiendeo que quieran controlar que no vayan los turistas hasta abajo, a explorar por su cuenta el cráter. No lo sabemos, pero quizá algo se está cocinando allá abajo. O bien, si lo queremos ver desde otro punto de vista, la policía está ahí para evitar que turistas inprudentes atenten contra su seguridad bajando solos hasta el cráter.

Pero definitivamente, abajo es otro mundo.



Vista panorámica de Ranu Kau



Ahu Akivi


Estaban solitos

Y llegamos al paraíso en Ahu Akivi. Después de manejar y de quitarnos de nuestras espaldas al auto de la policía, llegamos hasta este lugar de la isla que estaba completamente solo. Tres turistas estuvieron antes que nosotros y se fueron cuando nosotros llegamos. Después, llegó una pareja cuando nos estabamos yendo.


Los siete Moais

La particularidad de estos maoris, que están cercanos del mar, pero no directamente en la playa, es que el sol, los ilumina en el atardecer, durante el equinoccio de primavera, y por el amanecer  durante el equinoccio de otoño.

Probablente están solitos durante el resto del año, como ese día que los visitamos.

Los vigilantes de Ahu Akivi que toman
vida durante los equinoccios

Esto fue lo que nos llamó la atención de Ahu Akivi. Pero todavía seguían nuevos misterios qué descubrir en esta primera mitad de nuestro paseo durante el primer día de visita a Rapa Nui. ¡Gracias por leerme y hasta el siguiente Aterrizando!


viernes, 14 de junio de 2019

Tahití El día que le pedí a Dios ver a un tiburón y me lo mandó en 15 minutos, ¡como pizza!



En el camino hacía la casita Brandon


¡Hola! Hoy les cuento en este Aterrizando, el último día de nuestra visita a Bora Bora, Tahití. Los días pasaron volando, aunque la mayoría del tiempo la pasamos en la piscina y en el mar.

Con el clima siempre tuvimos suerte. Llovía generalmente por la noche, después de cenar. Teníamos que salir corriendo de el restaurante Le Corail hasta la casita Brandon. En los últimos días pedimos sombrillas a la recepción para no empaparnos demasiado.

Vista desde la recamara
El Monte Otemanu



Siguendo el programa vacacional

El día empezaba a las seis de la mañana. Preparábamos un café. Después mi esposo entraba a la laguna a nadar, mientras yo le observaba. Por ahí habíamos oído que nadaban tiburones, pero que no eran peligrosos. El de todas maneras entraba sin miedo. Yo preferí verlo.


El último día llovío por la mediodía, pero el
sol volvío a salir


El desayuno con las hijas era el siguiente en nuestro plan. Por la mañana todos nos relajábamos en la piscina leyendo o escuchando música. Llegaba la hora de la comida, pero antes mi esposo y yo íbamos a hacer ejercicio al gimnasio del hotel Intercontinental Thalasso Spa Bora Bora. Ah qué nombre tan largo.

Después comíamos y nos resguardabamos del sol. Pero ese último día fuimos a la laguna que está a un lado de la capilla nupcial del hotel. Ese día me di una quemada. Juro no exagerar la próxima vez con la exposición al sol.


Regresando de la comida y gimnasio



Esta mantaraya es una de las
mascotas de la laguna



Lemon shark , un tiburón que llegó 15 minutos después de haberlo deseado

Las útimas horas las pasamos en la piscina. Pero el tiempo se nos estaba acabando y pronto llegaría la hora de dejar la piscina para irnos a bañar y estar listos para la cena.

Otra vista del Otemano


Todos estábamos en la piscina. Las niñas y el marido ya no iban a bajar más a la laguna. Casi nos llegaban los rayos del atardecer en el agua de la piscina. Casi ya no pasaban barquitos del otro hotel Intercontinental al nuestro, los barcos de excursiones o ya habían regresado o se acababan de ir para ir a ver el atardecer en ultramar.  La laguna en Bora Bora era un estanque de tranaquilidad. Ya nos iríamos en un par de horas y había que disfrutar los últimos momentos en este paraíso.


¡Adiós Bora Bora!


Arriba en la piscina, me sentía segura. De todas maneras deseaba ver algo de la vida marina. Deseaba ver a un tiburón pasar por debajo de nuestra casita. Pero pronto se acabaría el tiempo en la piscina, la cena llamaba.

Seguimos platicando y planeando la siguiente estación, la Isla de Pascua. Cuando de repente vi un pes grande, pero no era un pez, era un tiburón. No tuve mi celular para hacerle una foto, pero más tarde lo buscaríamos en Google y en el libro de peces que nuestra hija menor había comprado. Sí, era un tiburón, un tiburón bebé, llamado limón, lemon Shark, lo seguimos rápido al otro lado de la casita Brandon, se nos fue, pero nos dejó contemplar su aleta.

Era gris, y tenía un poco de color verde. Se movía como los tiburones que vemos en las películas y documentales. Daba miedo verlo desplazarse sigilosamente. Tenía una longitud de menos de un metro. Era un bebé. Los tiburones limón adultos nadan en Moorea, otro lugar de la isla.

No lo podía creer. En secreto estaba deseando ver un tiburón, y Dios me lo mandó en 15 minutos, como pizza.


Sí tenía aleta café no era peligroso

Platicando con la mesera tahitiana que hablaba español en el desayuno, nos dijo que si le habíamos visto el color de la aleta. Si era café, no tenía que ser peligroso. Nos contó la anécdota de su hermano, que cuando era pequeño, se perdió por horas en la playa jugando con un tiburón.

- Un día, nos dijo, -fuimos a dormir a la playa. A la mañana siguiente no encontrábamos a mi hermano menor de unos 4 años. De repente nos dimos cuenta que estaba en el mar, jugando con un tiburón. - Sí le creo, le contesté, pues en esos rumbos la gente crece en la naturaleza.


Ataques de lemon sharks a turistas, que los alimentan

Efectivamente, la naturaleza es parte de Tahití. De hecho, sí hay ataques a turistas. Pero no en la laguna. Existe un lugar llamado Moorea. Aquí los turistas acuden a bucear con los diferentes tipos de tiburones de la isla.

Desgraciadamente les dan de comer y así ocurren los ataques.



Tahitiano despidiéndonos con el
toque de un caracol marino

- Si les quieren dar de comer, nos dijo la mesera - aviénteles la comida, no se las den con la mano. Ni loca les daría de mi manita los pedazos de carne a los tiburones. Ni siquiera si estuviera fuera del mar.


Monte Utemano desde nuestro barco.
Le dijimos adiós a la isla, adiós a Tahití

Con esta anécdota me despido. Las siguientes horas en Tahití nos ayudaron a corroborar, sí queremos regresar. Pero por el momento el plan a seguir era Rapa Nui, la Isla de Pascua. Esto se los cuento en el siguiente Aterrizando. ¡Buen fin de semana!




jueves, 6 de junio de 2019

Paseando en Bora Bora, Tahiti




Buenos días Monte Otemanu


¡Hola! De regreso en Aterrizando para contarles de nuestra excurión en Bora, Bora, Tahiti.

Nos fuimos del hotel Intercontinental Thalasso Spa, a las 10 de la mañana, con un barquito que nos llevaría hasta el hotel de la misma cadena Intercontinental Le Moana. El viaje duró unos veinte minutos y fuimos pocos huéspedes del hotel.


Este bote nos llevó a al Hotel Intercontinental
Le Moana


En el hotel Intercontinental Moana, rentamos un auto de Avis. El auto nos lo llevaron hasta el hotel, pero después tuvimos que firmar el contrato en la oficina, que estaba a unos metros del hotel. Después, las calles de Bora Bora eran nuestras para explorarlas.


Visitando su área comercial


Este fue nuestro vehículo


El camino por la costa de Bora Bora fue espectacular y en algunos puntos nos detuvimos a hacer fotografías de sus playas. El sol era intenso, pero precioso.


Aquí hicimos una pausa fotográfica


Iglesia en Bora Bora,
San Pedro Celestino

Nuestro principal objetivo, fue visita el área comercial de Bora Bora, visitada por sus turistas. Nos gustó mucho, en especial ver la artesanía local.


Su área comercial



Otro ángulo del Monte Otemano


Hora de comer 


La Matira Beach Restaurante

Mi esposo estuvo dedicado a encontrar un restaurante típico con vista a la playa y lo encontro. Se llama la Matira Beach Restaurante. Fuimos los primeros en llegar esa mediodía. Después fueron llegando los siguientes comensales.


Hermosa vista. ¡Quiero volver!

Simplemente maravillosa la vista desde la mesa. El viento nos refrescaba de ese mediodía soleado. Un poco de pausa del sol.

Una de sus especialidades. Camarones con
salsa curry y arroz



Sin palabraas.
Pastel de coco y helado


Ese día probé una especialidad de Bora Bora. Camarones con salsa de curry. Y de postre, uno de los mejores que he probado. Pastel de coco con helado. ¡Estaba en el cielo!



Desde el restaurante se puede
bajar directamente a la playa



Otra de sus vistas


Listos para regresar al Intercontinental Bora Bora



Hora de regresar

Después de comer, manejamos de regreso al Hotel Intercontinental Le Moana. Ahí dejamos el auto, en la oficina de Avis, que estaba a unos cinco minutos del hotel, caminando. Después regresamos con el bote hasta el Intercontinental Bora Bora.


Vista del Otemanu desde el bote


Y llegamos. La tarde la pasamos de nuevo en la piscina y para terminara con broche de oro en el restaurante Le Corail. Ahí nos esperaban otras delicias tahitianas. Y claro, helado de coco para mitigar el calor.


De regreso al Intercontinental Bora Bora

Muchas gracias por leerme. En mi siguiente Aterrizando les contaré la clausura de este viaje y nuestro encuentro con un depredador. ¡Que pasen buenas tardes!