Ahora que hace tanto frío en Basilea, me transporto mentalmente a Malasia, a dónde fuimos de vacaciones el año pasado. Ya les había empezado a platicar de este viaje a Hong Kong, China y a Kuala Lumpur, Malasia. Entre estos dos destinos, está esta isla al norte del país, casi pegadita a Tailandia.
Después de haber visitado la cosmopolita ciudad de Kuala Lumpur, nos dirigimos con Air Malaysia a esta isla. Fue un viaje tranquilo, de una hora de duración. Llegamos a este lugar y desde que nos subimos al taxi, fue interesante ver este paraíso. La isla está rodeada de una mezcla de montañas y bosques, además de playas.
Langkawi es un territorio musulmán. Durante el recorrido fue interesante ver a sus mujeres haciendo las labores domésticas. Sus prendas no eran del todo oscuras. Predominaban los colores llamativos, como el verde, el azul y el rojo. Eso sí, las flores dominaban. Eran un reflejo de la isla.
Las águilas caférojizas
Langkawi significa en lengua malasia, águila caferojiza. Lang, águila, kawi, caférojizo. Para entender la idiosincracia de su gente, les voy a platicar una leyenda sobre su origen.
Se supone que Garuda, el caballero del dios hindúe Vishnu, vivió en esta isla y era mitad águila y mitad hombre. El era el protector contra los piratas que atacaban la isla. Además, Langkawi, como su nombre lo dice, está habitado por estas aves.
Nos quedamos en el Hotel Danna. El clima era muy agradable, nada bochornoso. O ¿será que ya nos estábamos acostumbrando al clima asiático?
Asia tiene muy buena fama de la simpatía de sus habitantes. La verdad que en este hotel tuvimos oportunidad de conocer un poco de cerca a su gente, y a otras nacionalidades. En esta isla conviven culturas como la hindú, la china, la malasia, y una pequeña minoría de Tailandia.
Langkawi está cerca de Tailandia, tiene el mismo clima y hermosas playas como este país. Su turismo no es masivo, así es que las playas están desiertas para sus visitantes. La arena es clara y su agua transparente. Ultimamente se le ha dado un impulso al turismo y por lo visto se hará más popular, por lo pronto, disfrutamos de esa soledad en la playa y en la piscina del hotel.
El Danna Hotel está ubicado en una laguna y cuando fuimos, tenía un año de haber sido inaugurado. Recordándolo, se me quita el frío europeo.
La visita al Spa y una clase de yoga en la playa
En ese viaje me había aventurado a las visitas a los spas de los hoteles. En Hong Kong visité uno en el Hotel de Disneylandia y en Langkawi también. Y¿ cómo no iba a ir, si cuando llegamos me dieron la bienvenida con un masaje en la espalda? Mi esposo dijo no. ¡De lo que se perdió!
Estirando el tiempo entre tomar el sol en la alberca y descansar, decidí ir al Spa. Ahí una chica tailandesa me dio un masaje de exfoliación. Cuando llegué, me recibieron con una bebida hecha de flores. La jefa, una chica balinesa, nos saludaba cuando desayúnabamos en la terraza del hotel. Siempre sonriente. En este viaje me convencí que en muchas culturas de Asia, la prisa y el mal humor no existen en sus vidas. Así nos estábamos relajando.
Otro día por la mañana, a las siete, me fui a hacer mi clase de yoga, que un día antes había reservado. Mi marido no creyó que me fuera a levantar, pero lo hice. Pusimos el despertador, me bañé y adiós, mejor dicho, Namasté. Ahí le expliqué al yogi, que en casa practicaba el Power Yoga, creo que este término es muy occidental y no lo conoció. El daba un tipo de Hatha Yoga, pero los ejercicios los conocía de mis vídeos de Power Yoga. Una lluvia mañanera terminó mi clase a la cuarenta minutos. Me faltaron 20. Aunque fue corta, fue una hermosa experiencia.
Las niñas disfrutaron mucho del hotel, pues la piscina tenía diferentes niveles de profundidad. Así es que mi esposo y yo nos relajamos y ellas disfrutaron el chapuzón sin riesgo. Un día, decidí visitar otra vez el spa, o mejor dicho, reservé una media hora de masaje de reflexología de pies. ¡Ah que relajante! Ya estaba lista para regresar a la rutina.
Se supone que Malasia está llena de changuitos, que vimos durante el trayecto del aeropuerto al hotel. Por suerte, no tuvimos la visita de ninguno en nuestra habitación. Dicen que son una plaga. Creo que los que van en plan excursionista a Malasia, tienen el gusto o disgusto de conocerlos en persona, así como otros animalitos, como el tigre.
La tragedia de la princesa
Ahora les voy a platicar la historia de la princesa Mahsuri, Ella vivió hace unos doscientos años en esta isla. Era esposa de Wan Darus y se le acusó de adulterio. El suegro, un hombre poderoso en Langkawi, ordeno que se le ejecutara. ¿No creen que la quería para él y le dolió el desprecio que le hizo? De su cuerpo salió sangre blanca, que en las tradiciones malasias, significaba inocencia. Antes de morir, Mahsuri maldijo la isla y le auguró penas por siete generaciones. Parece ser que la gente es muy supersticiosa y ha encontrado muestras de esta maldición, como la mala cosecha de arroz por muchos decenios.
Con o sin maldición, Langkawi es una isla maravillosa que nos presenta la mezcla cultural en Asia y la amabilidad de sus habitantes. Vale la pena escaparse por unos días y conocer esta perla de Asia, como muchos le llaman. De mi experiencia puedo decir que no se siente nada de esta última leyenda. Sólo tuvimos experiencias agradables.
Selamat Datang! ¡Bienvenidos! como dicen los malayos.
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