lunes, 3 de agosto de 2015

Saint Emilion, un pueblo para una película Hollywoodense





En Saint Emilion vista desde la Torre del Rey



¡Hola¡ De regreso para contarles la continuación de nuestro viaje por la costa del Atlántico. De Burdeos, continuamos por Saint Emilion, un pueblito en el que cualquier cineasta quisiera rodar su película.



Hotel Au Logis des Remparts



La Iglesia Monolítica y sus calles empedradas



¡Y es que así me sentí! En el mejor escenario para rodar un documental, un vídeo, o una película. Esta ciudad de la Epoca Medieval, nos ofreció su mejor cara de verano, y con un calor, como se hubiera sentido en mi ciudad natal, Monterrey. ¡Parecía que estaba en plena canícula!




Iniciando el recorrido




Llegamos casi al mediodía manejando desde Burdeos. Era el 6 de julio. Llegamos a la recepción del Hotel Au Logis des Remparts, y después de registrarnos, estacionamos nuestro auto por el angosto estacionamiento del hotel. Esto suele pasar en los pueblos del Medievo. Acomodamos nuestras maletas y nos preparamos para caminar por Saint Emilion.



¿Contra el calor? Un poco de agua difuminada
en los abanicos

Bistro Du Clocher en la Plaza del mismo nombre


Entramos al restaurante Bistro Du Clocher. Ahí disfrutamos de un ventilador que refrescaba a todos los comensales con partículas de agua. Por suerte, porque hacía un calorón.



Las bebidas para esa mediodía de verano



Fue así como empezaba nuestro recorrido por Sain Emilion. Este pueblo es rico en tiendas de vino, restaurantes, dulcerías y viñedos de Bordeux.



Calles empedradas



La atracción principal de Saint Emilion es su Iglesia Monolítica, la cual no pudimos visitar en su interior porque estaba en reparación, pero su mirador nos permitió ver la panorámica del pueblo.



La Iglesia Monolítica



En el mirador el visitante puede admirar los tejados de sus viviendas y en especial los viñedos de la región. 



Vista desde la Place du Clocher


Convento Agustino

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Su Vírgen




Una dama llamada Amélie


Encontramos el nombre de Amélie en muchas tiendas. Como la dulcería Les Caprices D' Amelié, Amelia Canta, el restaurante donde esa noche cenamos y le Goûter D' Amélie. Aquí vendían helados, pero cuando quisimos irlos a buscar por la noche, ya estaba cerrado el local. Menos mal que habíamos comprado unos macarrones en Les Caprices D'Amélie.









Macarrones de Amélie


Caminamos por el pueblo y nos encontramos verdaderas reliquias arqueológicas, como su Muralla, ahora engalanada por viñedos,




La Muralla





La Iglesia de los Agustinos





Calles para enamorarse o para rodar
una película




La Puerta de la Ciudad




Subiendo hasta la Torre del Rey y después a la piscina




Tour du Roi




Y bueno, aunque nos fue imposible entrar a su Iglesia Monolítica, tuvimos la posibilidad de subir hasta la Tour du Roi.  Una verdadera atracción en Saint Emilion.  Desde arriba tuvimos una hermosa vista del pueblo. Y seguíamos en el calorón. Para refrescarnos, tomamos unos raspados de sabores en la Place du Marché au Bois.


Luego en el hotel, nos fuimos a la piscina. Era necesario en esa tarde de verano.



El lugar ideal para escapar por un rato del calor




Hora de Cenar en Amelia Canta


Después del chapuzón, nos arreglamos para ir a cenar. El lugar que nos gustó fue Amelia Canta, en la Place du Marché au Bois. Imposible no probar un vino de San Emilion. 


El vino de San Emilion, o lo que quedó de él


Así terminó nuestro día en este pueblo encantado, el lugar ideal para rodar una película pues representa todos los estereotipos de Francia. El lugar estaba lleno de turistas americanos, y bueno, Saint Emilion representa el pueblo francés perfecto. Todo queda representado, su comida, sus vinos, sus postres y la típica arquitectura del Medievo. 




El pueblo ideal francés



Antes de dormir, nues fuimos a tomar un par de fotografías para aprovechar ese idilio francés que estaba frente a nuestros ojos, enmarcado por la puesta del sol. Nos fuimos a hacer nuestra fotohistoria en este pueblo mágico.




En la hora mágica de Sain Emilion



¡Buenas noches!


A la mañana siguiente, nos esperaba la continuación del viaje. Para cerrar con broche de oro, el hotel nos estaba esperando para darnos un regalo más con magia: un desayuno estilo francés. Y es que desde la vajilla, hasta la presentación de su comida, se nos presentaba el estilo francés por todos lados. La verdad nos gustó mucho, y aunque no queríamos partir, nos consolaba haber pasado un bonito día en este pueblo. Pero el sueño francés no acababa, Saint Jean-de-Luz nos estaba esperando para continuar por la Costa del Atlántico.



Desayunando antes continuar a Saint Jean-de-Luz


Esto se los cuento en el siguiente Aterrizando. ¡Por lo pronto les deseo una buena semana y les doy mil gracias por leerme!

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